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22 de diciembre de 2010


Beneficio e interés

Hoy 1349 /

El dinero, como tal, tiene un valor dado. Pero, puesto en la producción capitalista puede ser transformado en capital, en un valor que se valoriza a sí mismo, que produce ganancia; es decir que faculta al capitalista para extraer a los obreros una determinada cantidad de trabajo no retribuido, de producto excedente, de plusvalor, y apropiárselo. Con lo cual, además del valor de uso que posee para comprar cosas, el dinero adquiere un valor de uso adicional: el de funcionar como capital. Su valor de uso consiste, en este caso, precisamente en la ganancia que produce al estar transformado en capital. En este carácter de medio para la producción de la ganancia (capital potencial), se convierte en una mercancía, con sus propias características.
Supongamos que la tasa media de ganancia anual sea del 20%. Una máquina por valor de $100 arrojaría entonces, bajo las condiciones medias y con la proporción media de inteligencia y actividad adecuada en su empleo como capital, una ganancia de $20. Por lo tanto, un hombre que dispone de $100, tiene en sus manos el poder de convertir $100 en $120, o de producir una ganancia de $20. Tiene en sus manos un capital potencial de $100. Si este hombre le presta los $100, por el término de un año, a algún otro que los emplea realmente como capital (el capitalista actuante, llamado empresario), le concede el poder de producir $20 de ganancia, un plusvalor que nada le cuesta, a cambio del cual no paga equivalente alguno. Si el empresario le paga al dueño de los $100, al término del año, acaso $5, vale decir una parte de la ganancia producida, estará pagando con ello el valor de uso de los $100, el valor de uso de su función de capital, de la función de producir $20 de ganancia. La parte de la ganancia que le abona se denomina interés, cosa que, por consiguiente, no es más que un nombre particular para una parte de la ganancia que el capitalista actuante, en lugar de guardársela en su propio bolsillo, debe abonar al propietario del capital.

Para el capitalista productivo, que trabaja con capital prestado, la ganancia bruta se descompone en dos partes: el interés que debe pagarle al prestamista, y el excedente por encima del interés, que constituye su propia participación en la ganancia.
Hemos visto que el producto verdaderamente específico del capital lo constituye el plusvalor, que más concretamente es la ganancia. Pero para el capitalista que trabaja con capital prestado, no es la ganancia, sino la ganancia menos el interés, la parte de la ganancia que queda después de pagar el interés. En consecuencia, esa parte de la ganancia se le antoja necesariamente como el producto del capital, en la medida que éste funcione; y esto es lo real para él, pues sólo representa al capital como capital funcionante (en funciones o actuante). El empresario es la personificación del capital en tanto el capital funcione, y el capital funciona en la medida en que se lo invierta en la industria o en el comercio y produzca ganancias, y en que quien lo emplee practique con él las operaciones prescriptas por el respectivo ramo de la actividad. En contraposición al interés que debe pagarle al prestamista a partir de la ganancia bruta, la parte aún restante de la ganancia que le corresponde asume para él -necesariamente y en consecuencia-, la forma de la ganancia industrial o, en caso, comercial, o bien, para designarla con una expresión que engloba a las dos, la forma de la ganancia del empresario.

Una de las partes de la ganancia aparece entonces como el fruto que corresponde en sí y para sí al capital, en una determinación, como interés; la otra parte aparece como el fruto específico del capital en una determinación opuesta, es decir, como ganancia del empresario; la primera como mero fruto de la propiedad del capital, y la otra como fruto de la mera actividad con el capital, como fruto del capital en acción o de las funciones que el capitalista activo desempeña. Y esta cristalización y autonomización recíproca de ambas partes de la ganancia bruta, como si proviniesen de dos fuentes esencialmente diferentes, debe fijarse para toda la clase capitalista y para el capital global. Y tanto da si el capital empleado por el capitalista activo es prestado o no, si el capital dinerario es utilizado por él mismo o no.
La ganancia de todo capital y en consecuencia también la ganancia media fundada en la nivelación mutua de los capitales, se divide o descompone en dos partes cualitativamente diferentes, recíprocamente autónomas e independientes una de la otra: el interés y la ganancia empresarial, siendo ambas determinadas por leyes particulares. El capitalista que trabaja con capital propio, tanto como el que lo hace con capital prestado, divide su ganancia bruta en un interés que le corresponde como propietario, como su propio prestamista de capital a sí mismo, y una ganancia empresarial que le corresponde como capitalista activo, en funciones.
De este modo resulta indiferente para esta división, en cuanto cualitativa, el que el capitalista deba compartir realmente la ganancia con algún otro o no. El empleador del capital, aunque trabaje con capital propio, se divide en dos personas: el mero propietario del capital y el empleador del capital; su propio capital, con relación a las categorías de ganancia que arroja, se divide en propiedad del capital, capital fuera del proceso de producción, que arroja un interés de por sí, y capital dentro del proceso de producción, que al funcionar en el proceso arroja la ganancia del empresario.

Carlos Marx, El capital, tomo 3, sección quinta: “Escisión de la ganancia en interés y ganancia del empresario”