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15 de mayo de 2014

Por: Comisión de Economía del PCR

CALESITA DEVALUATORIA y AJUSTE ORTODOXO DE LOS K

“La mitad de la sabiduría de cuaderno de caligrafía de nuestros estadistas se basa en supuestos que fueron ciertos, o parcialmente ciertos, en su momento, pero que ahora son cada vez menos ciertos a medida que pasan los días. Tenemos que descubrir una nueva sabiduría para una nueva época. Y entretanto, si hemos de hacer algo bueno, debemos parecer heterodoxos, molestos, peligrosos y desobedientes para con los que nos han engendrado (Keynes (1925) 1997: 308” Citada por Axel Kicillof, en el libro “Siete lecciones de historia del pensamiento económico", pag. 258.

 

Con un promedio de entre diez y doce años, la economía argentina es llevada nuevamente a una crisis profunda generada por la política económica que ejecutan los sectores hegemónicos de turno en las clases dominantes. La anterior se había incubado durante el gobierno entreguista de Carlos Menem. En el año 1995, se conocieron datos de desocupación nunca antes conocidos en nuestro país, producto de la política de privatizaciones, apertura de la economía y desregulación económica que había destruido 40 mil industrias y regalado el patrimonio nacional, en el marco de una política monetaria, que se aferró a la convertibilidad de un peso por un dólar. El final de la fase de la crisis sobrevino en diciembre del año 2001. El “modelo” se había agotado y se hizo necesario aplicar las consabidas políticas de ajuste para garantizar y preservar los intereses de los grupos económicos dominantes. El pueblo argentino se cansó y ganó la calle, terminando con el nefasto gobierno de De la Rúa. Las medidas principales del gran ajuste de enero del año 2002 trajeron como consecuencia, en primer lugar, una gran pérdida de poder adquisitivo de los salarios (la maxidevaluación alcanzó el 300% y la inflación oficial del año 2002 llegó al 60% en los bienes de la Canasta Básica Alimentaria), el aumento de la presión fiscal que iría en brusco ascenso, el mantenimiento de la confiscación de los ahorros, etc. De la Rúa había mantenido, en lo fundamental, la política de los noventa, con Domingo Cavallo como ejecutor garante.
La crisis actual comienza a manifestarse en el 2006, año en que la inflación había llegado al 12% anual y el gobierno decide intervenir el INDEC para manipular los datos estadísticos, pero cuyas causas están en la matriz de las políticas de entrega de las últimas décadas, con rasgos propios, como el gran peso e influencia del narcotráfico en la economía y la política, y niveles de corrupción sin precedentes.
 
La fase expansiva del “modelo” K 2002-2006
 
1. Durante la primera etapa del gobierno de los Kirchner asistimos a la fase de la reanimación económica. El patrón de crecimiento de los Kirchner no dependió de los flujos financieros internacionales, toda vez que el periodo se inició con el default declarado por Rodríguez Saá, la maxi-devaluación que le confirió competitividad a muchos sectores y sobre todo la elevada tasa de ahorro interno (la plata del colchón generada por el corralito y el corralón), con capacidad instalada ociosa en la industria que se había modernizado en la década de los noventa, utilizando el dólar barato de la convertibilidad. La pesificación asimétrica licuó las deudas de grandes empresas (por ej. el Grupo Clarín, por ser considerada “industria cultural”1, Aluar, Techint, Volks-wagen, Ford, Dow Chemical, etc.) lo que mejoró su capacidad patrimonial y financiera. A nivel público, la suspensión de los pagos de la deuda en moneda extranjera (hasta su reestructuración a fines de 2005) contribuyó al financiamiento del proceso de recupe-ración. Todo ello, con el impulso de un contexto de crecimiento de la economía mundial y de mejora de los términos de intercambio, que se tornaron muy favorables para la economía argentina. Al respecto, cabe destacar que todos los países sudamericanos, básicamente proveedores de materias primas, se vieron beneficiados por el contexto internacional de fuerte demanda y precios altos, por lo que esta condición externa fue un factor destacado para el proceso de crecimiento del período. 
 
2. En esa primera etapa, el “modelo” de crecimiento kirchnerista, sobre la base de la expansión del latifundio sojero y de la inversión imperialista en la minería e industrias como la aceitera y la automotriz, se apoyó en tres pilares fundamentales: el dólar alto y los llamados “superávit gemelos”, el fiscal y el de las cuentas con el exterior. En tanto aplicaba una política de expansión fiscal y monetaria, a la que llaman keynesiana, para recuperar y expandir la demanda interna de bienes y servicios, dejaba la decisión de las inversiones en manos de los latifundistas y monopolios imperialistas. Sin reconocer que ésta es la raíz de los problemas estructurales de nuestro país, al contrario, insistiendo en apoyarse en la misma por su carácter de clase como expresión de un sector de la gran burguesía intermediaria, el gobierno kirchnerista ha llevado al país a una nueva situación de alta inflación, “estran-gulamiento externo”, a una falta de dólares, pese al mejor precio que han tenido y todavía mantienen relativamente los productos agrarios y las manufacturas que exporta el país. 
 
3. El “modelo” se apoyó en el aliento a la demanda, no por convicciones ideológicas sino puramente pragmáticas. Néstor Kirchner propone medidas para salir de las crisis, no como patrón de desarrollo o crecimiento de largo plazo, sino fundamentalmente por necesidad política de contar con una base popular de apoyo. Kirchner accede al gobierno con apenas el 22% de los votos y sin control del aparato del PJ, por lo tanto, en un contexto económico, interno y externo favorable, implementa la llamada “política distributiva” en el plano económico. Es así como entre los años 2003 y 2011, se registraron importantes mejoras en la economía general (con excepción del año 2009), por el aumento de la tasa de empleo2, recuperación en los niveles de ingresos de los trabajadores asalariados, particularmente en el sector privado formal sindicalizado, planes sociales y aliento al consumo más que a la inversión productiva, con el mantenimiento de tasas de interés negativas, sostenidas por la emisión monetaria. En esas condiciones, el incentivo de la demanda comenzó a entrar en contradicción con las limitaciones de la oferta que surgen de la estructura cada vez más concentrada y extranjerizada. Esto comenzó a manifestarse en el aumento generalizado de los precios, aunque desparejo por el distinto peso de los diferentes sectores monopolistas en la economía; es decir, en la inflación. Para que eso no se note, ya en enero de 2007 el gobierno intervino el Indec.
 
Se empiezan a manifestar las conse-cuencias del  “modelo”
 
4.    Desde el punto de vista fiscal -uno de los pilares-, el ahorro fiscal neto había llegado a ser, durante los años 2002 y 2004, del 4,3% del PBI. Pero, a partir de 2005, el aumento del gasto público con altos componentes de corrupción, como los subsidios a empresarios amigos (Cirigliano y demás), las licitaciones “arre-gladas” en la obra pública (Jaime, Lázaro Báez, “Sueños compartidos”, etc.) y los pagos de la deuda pública reestructurada, empieza a reducir el superávit –a pesar del fuerte incre-mento de la presión tributaria–. Esto aceleró la expansión monetaria, que no se dirigió a la inversión productiva –por lo que la mayor demanda no se correspondía con una mayor oferta– retroalimentando más la inflación.
5. El enorme crecimiento de la presión tributaria, nacional, provincial y municipal pasó, en el año 2012, a estar aproximadamente en el orden del 39 al 40% del PBI, registro histórico nunca visto en la economía nacional. La recaudación tributaria nacional, entre los años 2003 y 2013, sumó $ 3 billones 703 mil millones y la recaudación de tributos provinciales incluida la CABA sumó aproximadamente $ 600 mil millones, lo que hace un total de 4 billones, 394 mil millones, a lo que debe sumarse las tasas y contribuciones municipales de las cuales es muy difícil conseguir datos. Como ejemplo del grado de distorsión de la estructura tributaria, en 2013 la recaudación del impuesto a las ganancias superó a la recaudación por IVA. El elevado nivel de ganancias contiene el impuesto al salario, la no aplicación del ajuste por inflación a los balances de las empresas, lo que perjudica sobre todo a las Pymes, y también por las ganancias extraordinarias de los sectores más concentrados. Por otro lado, el IVA expone el nivel de consumo, que está afectado por el aumento de precios, que suben principal-mente por la inflación, dado que el consumo se ha frenado. Este incremento en la recaudación del IVA constituye parte del impuesto inflacionario, con el que se financia el estado. Esta fabulosa recaudación se traduce en su totalidad en gasto público, no orientado en función de necesidades de producción y es botín de corrupción y enriquecimiento de funcionarios y empresarios amigos por coimas vinculadas a la obra pública. 
 
6. Esta inadecuada y corrupta asigna-ción del gasto público trajo como consecuencia, entre otras, la descapitalización de la infra-estructura de comunicaciones (ferrocarriles, flota fluvial y marítima, etc.) y de servicios (agua, luz, gas, etc.,) y nos ha sumido en una profunda crisis energética que llevará años superar. Como así también, se ha rifado el ahorro de los jubilados (fondos de la Anses) para subsidios, intervenciones cambiarias. 
 
7. En la industria y la producción agropecuaria se produjo una extraordinaria concentración económica global. Tomando las 100 principales industrias manufactureras, el índice de concentración3 pasó del 33,1% en 2003, al 40,9% en el 2009. Lo mismo ocurrió con la producción agropecuaria y las exportaciones controladas por grandes terratenientes y empresas extranjeras y unos pocos grupos económicos nacionales. 
 
8. La extranjerización se profundizó a escala tampoco antes conocida: “si se analiza el peso de las empresas extranjeras en el panel de las 200 grandes empresas, ventas y exportaciones, se ve que las extranjeras pasaron de 50 a 92 entre 1993 y 2001 y a 117 en el año 2009. En la producción de bienes que componen la Canasta Básica de las familias 23 empresas proveen el 85 por ciento de lo que se ofrece en las góndolas de los comercios de las cuales 21 son extranjeras. Los envases de los alimentos que consumimos son provistas por sólo dos empresas”4.  
 
9. La tasa de ganancia de las empresas medida por el índice de rentabilidad del capital fijo fue del 37,2 en el periodo 2003-2010, un 50% superior al que tuvieron en el decenio de 1990 y en un momento donde la crisis internacional tiró abajo la tasa de ganancia de las empresas a nivel mundial. 
 
10. Con relación a la crisis energética y sus consecuencias, tengamos en cuenta que “El aumento del precio del combustible no lo pagamos sólo a la hora de llenar el tanque en el surtidor, sino que encarece todos los productos. Además de utilizarse en muchas industrias, el 85% del movimiento de carga del país se realiza a través de camiones, que tiene un gran consumo de gasoil. En el 2007 entró en crisis el suministro eléctrico. Se restringió el abastecimiento a muchas industrias que dependen de ello para producir, se cobraron multas enormes a quienes gastaran más que lo que habían consumido en el 2003/20004, tuvimos apagones sorpresivos. (…). Todas estas cuestiones no sólo afectan la calidad de vida de los trabajadores y del pueblo en general, sino que restringen la posibilidad del desarrollo de la economía nacional, los empresarios no producen si no saben si va a tener la energía o el combustible necesario, o si va a poder pagarlo. Esto afecta la creación de nuevos puestos de trabajo.”5  
 
11. A su vez, la necesidad de cubrir los pagos de la deuda externa ilegítima renego-ciada por Kirchner-Lavagna, incluido el regalo del Cupón PIB6, más la aparición del imparable déficit energético e industrial, se convirtieron en una bola de nieve que empezó a presionar sobre el sector externo. 
 
12. El frente externo. A partir de la devaluación del año 2002, el resultado de la cuenta corriente7 del sector externo pasó a ser superavitario por el crecimiento de las exportaciones. Del promedio de 20.645 millones de dólares del periodo 1991-2001, las exportaciones llegaron en el año 2012 a 81.205 millones de dólares, impulsadas fundamentalmente por los precios interna-cionales favorables ya comentados, al mismo tiempo que crecieron las importaciones, en cantidades, como parte sustancial del tipo de crecimiento de un país dependiente como el nuestro, en cuanto a tecnología, insumos y bienes de capital provenientes del exterior. En el año 2012 se aplican medidas restrictivas de importaciones y el saldo comercial cierra con saldo favorable de 12.419 millones de dólares, pero en conjunto el Balance de Pagos se cerró en 2012 con un déficit de cuenta corriente de 57 millones de dólares8 y una pérdida de reservas internacionales de 3.305 millones de dólares. No disponemos datos de Balanza de Pagos, para 2013, dado que el INDEC todavía no cerró su cálculo. En el 2013 el saldo comercial desfavorable disminuyó a 9.024 millones de dólares, creciendo en mayor medida el déficit de la cuenta corriente (el Indec todavía no ha publicado los datos de todo el año) y elevando la pérdida de reservas internacionales a 12.691 millones de dólares en el total del año. 
 
13. En el año 2011, el sector externo comienza a mostrar las debilidades del “modelo”. “Cabe señalarse que la carencia actual de divisas no tiene parecidos con la época en que se formuló la “teoría del deterioro de los términos del intercambio, ni de la restricción externa para el crecimiento toda vez que los precios de las materias primas de exportación siguen en máximos históricos y se registra abundancia de dólares en la economía mundial a tasas bajísimas”9.
Una de las principales causas de la caída de las reservas es el enorme déficit energético posterior al año 2006, los pagos de deuda externa ilegítima y fraudulenta, la remisión y fuga de capitales que hasta fines del año 2011 había llegado a cerca de 80 mil millones de dólares al año, la necesidad de pagar con dólares las importaciones de autopartes, las importaciones de componentes electrónicos de la industria instalada en Tierra del Fuego, las necesidades de importación de bienes de capital para el funcionamiento de la industria local. La tan mentada “reindustrialización sustitutiva de importaciones”, “gran logro de la década ganada”, no sólo no recuperó las 40 mil industrias destruidas por el menemismo, sino que se tradujo en un aparato industrial más concentrado, más extranjerizado, básicamente ensamblador que, en consecuencia, genera un creciente déficit en dólares que hay que cubrir con las reservas del banco Central. 
 
De sintonía fina a morenazos y cepo 
 
14. Ganadas las elecciones por Cristina Fernández en 2011, se intentó frenar la sangría de dólares con un “cepo cambiario” limitado a algunos de sus sectores, sin asumirse un verdadero control de cambios y del comercio exterior, con lo que se fueron perdiendo más dólares que los que se “ahorraron” con el “cepo”. También, como se aplicó una política expansiva del gasto para “ganar” las elecciones de 2013, la inflación siguió su curso ascendente. Los distintos “acuerdos” de precios con los monopolios, por más “cara fea” que pusiera el ex-secretario Moreno, se resolvieron a favor de aquéllos y en contra de los intereses del pueblo. 
 
15. Así es que la inflación de dos dígitos que comenzó en el año 2006 y desde hace por lo menos siete años supera el 20% anual, tras la devaluación se proyecta en una escalada de los precios que, seguramente, superará el mayor porcentaje que puedan lograr los gremios para 2014, tomando en cuenta el ahora reconocido 3,7% del mes de enero. Desde la crisis del año 2009 ha sido la inflación el principal instrumento de ajuste de la economía que se traduce en la pérdida de poder adquisitivo de los asalariados de la actividad privada y pública, los jubilados y pensionados, los planes y asignaciones por hijo para desocupados y en general todos los sectores con ingresos fijos.
 
16. El nivel de actividad, durante los tres últimos años, ha estado estancado con pequeñas variaciones. La derecha, representada por economistas como Espert o Bein, caracterizan al período de estanflación, es decir, recesión con niveles significativos de inflación. Se espera que en 2014, la economía entre en recesión, lo cual podría llegar a constituir el otro “ancla”, además de los ingresos de los trabajadores, a la disparada de precios, por acumulación de stocks y no por políticas antinflacionarias. 
 
17. Después de una década de relato, el gobierno kirchnerista se ha decidido abierta-mente por medidas que defiendan la estruc-tura concentrada y dependiente, aunque eso hunda a los trabajadores, la industria y el comercio nacionales, hundiendo con ellos al país. 
Estas medidas caen principalmente sobre las espaldas de todos los trabajadores y el pueblo del país. A nivel provincial, las transferencias realizadas durante enero y febrero de este año, según datos del Ministerio de Economía, subieron un 42% respecto al deprimido período del año anterior. No obstante ello, las provincias se verán en figurillas para hacer frente a las demandas salariales, que ya tienen una referencia en la negociación con las policías provinciales. A su vez, es el interior el que más sufre la opresión latifundista y las consecuencias nefastas del centralismo oligárquico imperialista, que la política kirchnerista no ha hecho más que profundizar. En particular, se agravarán las crisis financieras de los gobiernos provinciales –en mayor medida a los que se los “indujo” a tomar deudas atadas al dólar, incluido el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires–, pues se estrecharán sus márgenes de maniobra en el contexto recesivo y si bien la coparticipación diaria directa y automática en el primer bimestre de 2014 subió en promedio un 41 % respecto al mismo periodo del 2013 (Buenos Aires un 36 %, Jujuy 41 %, Córdoba 41 %, Chaco 42 %, Mendoza 42%, Río Negro 41%, Entre Ríos 43%), los aumentos nominales de este tipo de coparticipación, pautada por Ley, no alcanza para cubrir la totalidad de las erogaciones presupuestadas para el año 2014, razón por la cual la mayoría de las Provincias, principalmente las que tienen muy poca recaudación tributaria propia (Ingresos Brutos, Inmobiliario y Sellos) dependen de los ingresos provenientes de los aportes discrecionales que remite el gobierno central según sus preferencias o prioridades políticas. Los reducidos ingresos tributarios de origen provincial se explican porque quienes gobiernan representan los intereses de los monopolios y terratenientes localizados en sus territorios a quienes se les cobra lo menos posible. A esto se suma el retaceo que hace el gobierno central de los fondos que obtiene de las retenciones, del impuesto a los combustibles, etc., que se originan también en las provincias pero que se coparticipan mínimamente. 
 
¿Y Ahora? Ajuste ortodoxo y más relato heterodoxo
 
La particularidad del actual ajuste, a diferencia de los tradicionales “liberales”, es que el gobierno kirchnerista se reserva la carta del robo inflacionario. Pues este ajuste del dólar y las tasas de interés en función de los intereses latifundistas y monopolistas imperialistas, termina principalmente en el ajuste de los salarios, jubilaciones y planes sociales. Si ese ajuste no se hace bajándolos en pesos, como hicieron Cavallo y López Murphy y Machinea10 en el gobierno de la Alianza, se los “licua” a través de la inflación como ocurrió con el gobierno de Alfonsín a finales de la década de 1980. Por eso el gobierno kirchnerista trata por todos los medios de que los aumentos de los salarios por paritarias sean de un porcentaje menor a la inflación ya pasada y que sean por un año cosa que en ese tiempo se los pueda “licuar” con un porcentaje aun mayor que la inflación futura (echándole más agua a la sopa).
Ante la situación descripta, cabe la pregunta, ¿entonces porque nuestro país vuelve a la crisis y el kirchnerismo recurre a políticas de claro cuño ortodoxo, que se popularizaron como política “neoliberal”, basada en la devaluación y el ajuste a los sectores populares?
 
Puntualizamos lo siguiente:
1. A partir del año 2004, la tasa de crecimiento del gasto público viene superando a los ingresos fiscales. El gasto público tiene una enorme carga de corrupción, tanto a nivel nacional como provincial. El gasto no se orientó a aumentar la oferta de bienes en un periodo donde la demanda se recuperó y se mantuvo principalmente por la lucha de los sectores asalariados que lograron volver a discutir paritarias.
2. El nuevo sector hegemónico de las clases dominantes no se propuso nunca romper las cadenas de la dependencia de nuestro país y profundizó el poder de los monopolios y los grandes terratenientes, concentrando la producción y las exportaciones.
3. Los monopolios industriales y agrarios son los que tienen el control de las divisas que requiere el país.
4. Las divisas provenientes del sector externo no constituyen una fuente de financiamiento sostenido del incremento del nivel de actividad y es una de las causas principales de las recurrentes crisis de balanza de pagos y del proceso inflacionario. 
5. La restricción externa o desequilibrio de la balanza de pagos que está llevando a la pérdida de reservas del Banco Central, en función del pago de deuda externa ilegítima y fraudulenta, del déficit energético y el de la industria ensambladora y concentrada es una manifestación, en la órbita de la circulación, del movimiento de capitales de esta época, fenómeno que está en la base de la estructura económica de nuestro país dependiente de los imperialismos.
6. En los dos últimos meses el gobierno pasó de la devaluación administrada y gradual a la de shock. La devaluación del 25 % en un día se instrumenta para abaratar el precio de la fuerza de trabajo. Pues si el objetivo era detener la suba del dólar, habrían obligado a los bancos a entregar los dólares antes de la devaluación (lo hicieron después dándole la ganancia de esa devaluación, al igual que a las cerealeras exportadoras). De ese modo podrían haber parado la supuesta corrida, lo cual nos hace pensar que la misma fue autoinflingida. 
7. Las medidas monetarias y cambiarias adoptadas por el BCRA están generando una descomunal deuda interna. La emisión de letras (Lebac), a tasas del 28 y 30% anual (según el plazo), más la transferencia de bonos en dólares, como los Boden 2015, que pasaron del Fondo de la Anses a manos privadas. Asimismo, el gobierno ha tomado diversas medidas que alientan la bicicleta financiera especulativa, como la devaluación del peso con un ancla en $8 y la suba de la tasa de interés a niveles del 30% anual, las operaciones de dólar con “liqui”, etc. Se acumula un déficit cuasi fiscal, que ya conocimos en los ¨80. 
8. El ajuste ortodoxo que se está aplicando tiene como ejes:
Acuerdo con los exportadores y bancos para devaluar 
Ponerle techo a las paritarias.
Aumento de la tasa de interés que conlleva a un proceso recesivo.
Intento de acuerdo con Club de Paris, el pago al CIADI, etc. En el caso de los organismos internacionales, la modificación de la Carta Orgánica del BCRA, eliminó las restricciones para cancelar deuda con reservas, de allí que la negociación sea tan difícil y de final incierto.
Pago a REPSOL.
Limitación a las importaciones para contener el dólar, lo cual refuerza el proceso recesivo
 
La “nueva” política kirchnerista
 
El nuevo gabinete, comandado por Axel Kicillof y Juan Carlos Fábrega, aceleró la devaluación del peso, llevando el dólar hasta los 8 pesos en el mercado oficial, y elevó las tasas de interés de referencia del Banco Central del 16% hasta el 30% anual, en una medida que ha sido tradicional en todos los planes oligárquicos y proimperialistas que ha sufrido nuestro país a lo largo de su historia, con el nuevo y violento freno que eso significa a toda la actividad económica. 
Esta violenta devaluación, achacada únicamente a “los especuladores”, la abrupta suba de las tasas de interés que comprimirá aun más la actividad económica y la distractiva campaña de los “precios cuidados” que comanda la propia Presidenta, busca contener el desborde inflacionario y crear una transitoria y relativa estabilidad cambiaria, para poner un freno a las demandas salariales. Lo cierto es que su ministro Kicillof hizo acuerdos de precios con los grupos más concentrados -las cadenas de hipermercados-, que fueron avisados públicamente de la medida, con dos meses de anticipación, para que tengan tiempo de hacer el colchón de precio. Y si esto fuera poco, la publicidad de tales “acuerdos” redirecciona hacia ellos la demanda de la población, con la promesa de precios controlados que no se controlan y que, además, perjudican al comercio pequeño y mediano. Habla de los especuladores que hacen golpes de mercado, cuando la bicicleta financiera y las maniobras especulativas son instigadas por las medidas que adopta el propio gobierno, en cabeza de su ministro Kicillof. Que, como dijo Keynes, hace gestos heterodoxos para aplicar un ajuste ortodoxo. ¡Menos mal que Néstor advirtió que hay que mirar lo que hacen y no escuchar lo que dicen!
¿Cómo van a “relatar” el aumento de tarifas de servicios públicos que preparan para los próximos meses y la nafta ya tiene una pauta de incremento mensual, en torno del 6%?
 
Tratan de “ganar tiempo” hasta que entren los dólares de la soja en abril-mayo, pero como saben que eso no les alcanza, con el nuevo índice de precios –que reconoce los aumentos de enero, pero dejan en el olvido la inflación de los años anteriores11– buscan también mejorar la imagen ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los usureros imperialistas (realiza gestiones con el Banco Alemán y la Unión de Bancos Suizos, entre otros), después de haber “rebotado” en Pekín, Moscú y París.
Perdida “el ancla” del dólar, no por “los especuladores” pues mantiene las restricciones cambiarias (para las compras individuales y las importaciones), sino por el creciente déficit fiscal y de las cuentas externas producto de su propia política, el gobierno kirchnerista trata de lograr en las paritarias que los aumentos salariales no sean superiores a la inflación pasada y que sean por un año, de manera tal que sean “el ancla” de la posterior inflación. Para lo que amenaza incluso a sus “gremialistas amigos” con “carpetazos” de “su espía” Milani y reclama al Congreso poner “límites legales” a las protestas callejeras.
Ante ello el PTP y el PCR plantean la necesidad de reagrupar a las fuerzas obreras, populares, patrióticas, democráticas, antiterratenientes y antiimperialistas para torcerle el brazo a la política K, con una propuesta de medidas de emergencia inmediata para que la devaluación, la inflación y la crisis no la paguen los trabajadores y el pueblo:
 
 
Medidas de emergencia inmediata
 
En defensa del ingreso de los trabajadores
 
1. Inmediato aumento de emergencia de 3.000 pesos para todos los trabajadores ocupados, jubilados y desocupados y apertura inmediata de paritarias por un sueldo básico inicial de bolsillo de $ 9.000 con reapertura cada 3 meses.
 
2. Por el 82 % móvil para jubilados y pensionados. Los fondos de la ANSES y del PAMI para los jubilados.
 
3. Eliminación del impuesto a las ganancias a los trabajadores.
 
4. Eliminación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) a los artículos de la Canasta Básica Alimentaria.
En defensa de los campesinos, chacareros y empresarios nacionales
 
 1. Créditos a tasa cero para el pago del aumento del salario de emergencia y reducción de la presión impositiva a la pequeña y mediana empresa.
 
 2. Precio sostén y en origen para los pequeños y medianos chacareros y los campesinos de las economías regionales. Subsidios a los que fueron afectados por las heladas y la sequía, particularmente de las economías regionales. Eliminación de las retenciones a las exportaciones hasta las 600 toneladas de soja. Segmentación de las retenciones según el volumen de la producción. Eliminación de los derechos de exportación para la pequeña y mediana empresa.
 
 
Para parar la inflación
 
1. Eliminación del gasto público corrupto 
 
2. Aplicación del gasto público a la inversión productiva para aumentar la oferta de bienes y servicios, con preferencia de origen nacional
 
3. Reforma Monetaria que valorice al peso argentino, que cambie el signo monetario y lo redistribuya a favor del pueblo y la producción nacional. Control de Cambios efectivo por parte del Banco Central. Prohibición de toda transacción que no sea en moneda argentina. Nacionalización del crédito para asegurar su manejo adecuado en función de las reales necesidades del agro, la industria y el comercio nacionales.
 
4. Control de precios a través de las organizaciones populares. 
 
 5. Nacionalización del Comercio Exterior. Junta Nacional de Granos y de Carnes. 
 
 
 
 
 
 
 
Cómo se financia
 
 1. Repudio y no pago de deudas ilegítimas, como la del CIADI, Club de Paris, etc.
 
 2. No al pago de los bonos de reestructuración de la deuda (cupón PBI).
 
 3. Aumento del impuesto a las ganancias a las 500 empresas más grandes monopólicas, financieras, exportadores de granos, grandes terratenientes y pooles de siembra.
 
 4. Aumento del impuesto inmobiliario a los 4 mil más grandes terratenientes estableciendo una alícuota del 15 % sobre el valor de mercado de sus tierras. 
 
 5. Aplicación de la Ley 23.548 de Coparticipación Federal de Impuestos en su texto original. Respeto al artículo 7 de dicha Ley que garantiza a las Provincias un piso del 34 % de toda la recaudación tributaria nacional tenga o no carácter coparticipable.
 
 
 
Recuperación del patrimonio nacional 
 
YPF 100 % estatal con el control de los trabajadores, técnicos y la población de la zona. Ruptura de los contratos, sin resarcimiento por el incumplimiento de los mismos, con REPSOL, Pan American, Total, Chevron y Cinopec. Anulación en las mismas condiciones de las concesiones de las redes eléctricas y ferroviarias para garantizar su desarrollo y funcionamiento pleno. Recuperación de la flota naval nacional.
 
Repudio al pago de 5.000 millones de dólares a REPSOL con bonos que con intereses y garantías terminarán siendo 12 mil millones y comprometen el futuro de los a