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23 de enero de 2019

homenaje a un intelectual al servicio del pueblo

Claudio Spiguel: un comunista apasionado

El martes 15 de enero falleció el querido camarada Claudio Spiguel, miembro del Comité Central de nuestro PCR y responsable de su Comisión Nacional de Educación.

El miércoles 16 despedimos a nuestro querido camarada Claudio Spiguel, Marcos como lo conocimos en el Partido, Claudito para los amigos. Gran cantidad de camaradas y amigos acompañamos a su familia, en el velatorio y en el homenaje que le rendimos en el cementerio de Chacarita.

En las emotivas palabras de su compañera, su hija, camaradas y amigos, quedó expresado el dolor y la rabia por la pérdida de un tipo extraordinario. “Pasión”, “alegría”, “humildad”, “maestro”, fueron conceptos que se repitieron, en esta reconstrucción colectiva de un camarada que fue un historiador e investigador apasionado, profundo conocedor del marxismo-leninismo-maoísmo, docente universitario, autor de numerosas publicaciones, gran amigo, formador de centenares de camaradas el Partido y la Juventud en la doctrina marxista y en la línea del Partido.

Fueron a despedir a Claudio camaradas del Partido y la Juventud de la Capital Federal, el Gran Buenos Aires, de Jujuy, Santa Fe, Tucumán, y una delegación del Comité Central del PCR encabezada por Jacinto Roldán.

Condolencias
Además de la gran cantidad de amigos y camaradas presentes, nos llegaron condolencias del PCR y la JCR de todo el país: Mendoza, Tucumán, Santa Fe, Entre Ríos, San Juan, Chaco, Corrientes, Salta. También del Movimiento de Naciones y Pueblos originarios, de los residentes en Argentina del Partido Paraguay Pyahurá, del Centro Cultural de La Calle Larga, Centro Cultural Raíces, Centro Cultural La Angostura de Rosario, revista La Marea, y escuelas de Psicología Social de todo el país.

“Claudio era un apasionado de la vida”
La primera en tomar la palabra en el homenaje fue su compañera Rosa Marcone, Nené, que sobreponiéndose al dolor de la pérdida de quien fue su compañero durante 42 años, entre otras cosas recordó fragmentos de una poesía del “poeta comunista Miguel Hernández: “se nos ha muerto como del rayo, compañero del alma, tan temprano/ que por doler me duele hasta el aliento’. “Eso fue Claudio, mi compañero. Porque qué es una pareja después de 42 años de estar juntos, sino es compartir el amor, los problemas, las alegrías, la vida familiar, los amigos, los compañeros, la práctica militante. Todo eso nos unió”. Recordó Nené que “constantemente estaba preocupado por todos. Era tan generoso, que cualquier cosa que encontraba decía ‘esto le va a servir a Fulano’. Todo el tiempo pensando en los otros. Una de sus frases, que yo incorporé, era ‘Nunca soy más yo que cuando estoy fuera de mí’. Eso lo practicó todo el tiempo. Recitaba poemas, como ese de Lorca de Antoñito el Camborio que dice ‘Viva moneda que nunca/ se volverá a repetir’, entendiendo que la vida es única e irrepetible. Y él fue único, por todo lo que conocemos de él. Ayer una compañera de trabajo me dijo ‘qué orgullo haber tenido un compañero como él”. Y así lo despido, con el orgullo de haber vivido junto a una persona que fue muy valiente. No era temerario, odiaba las agresiones. Pero en la valentía de la firmeza en los principios, la valentía en la defensa de la teoría, en la búsqueda del más mínimo matiz para que esos elementos teóricos se transformaran en práctica revolucionaria. Con la alegría con la que él compartía todas las victorias, todos los progresos en las luchas de su querido Partido y su querida Juventud. Porque Claudio fue un eterno joven. No sólo por su aspecto físico, sino porque revivía estando con los jóvenes. Fue un militante contra el liberalismo, como planteaba Mao, de practicar ‘los tres sí y los tres no’. Jamás una palabra de más sobre un compañero o alguna situación. Siempre decía ‘busquemos la manera de resolver’. Por eso Claudio, yo voy a seguir usando esa poesía de Miguel Hernández, que dice ‘A las aladas almas de las rosas/del almendro de nata te requiero,/que tenemos que hablar de muchas cosas,/compañero del alma, compañero’”.

Se leyó luego una carta de una de sus “hermanas de la vida y compañera de militancia”, Cristina Mateu, quien no se encontraba en Buenos Aires. Alicia, en nombre de tres amigas “que lo acompañamos desde el secundario, entre ellas Rita Segato que está en Brasil, y Noemí”, evocó que hace 50 años un grupo de “10 chicos” luego de un largo viaje a Jujuy “aparecimos frente a la montaña que sería testigo silencioso de 50 años de amistad”. Describió a Claudio, “ya en esos días, como un disfrutador apasionado y dionisíaco de la vida… Claudio fue siempre para todos, la mirada lúcida y alegre, memoriosa de historias, geografías y música. Sobrevoló protegiendo la amistad, por encima de los entuertos”, y lo recordó como un “optimista irreductible”.

Pablo Volkind, amigo y compañero de Claudio en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde Spiguel estaba al frente de la Cátedra de Historia Social General, emocionado, comenzó afirmando que Claudio fue “un gran maestro y un gran amigo”. Recordó que “Le importaba un carajo figurar. En el mundo académico donde transcurría su trabajo no le preocupaban si lo citaban, si lo publicaban, si lo convocaban a reuniones. Él estaba preocupado por aportar a la revolución, por debatir las ideas dominantes, por difundir el marxismo, por entender cómo funciona el mundo, por pensar históricamente (como dice Pierre Vilar, uno de sus historiadores preferidos).

“Conversar con Claudio o escuchar una de sus clases siempre te dejaban pensando, ‘te rompían la cabeza’. Claudio nunca descalificaba lo que uno le decía o le mostraba. Tenía un conocimiento enorme y tan variado que era imposible no quedar maravillado. Arrancaba hablando de historia, seguía por literatura, luego pasaba por la música sin perder de vista la filosofía o el cine. Era una persona sensible, que se conmovía profundamente con las injusticias, le daban bronca y hacía todo lo que podía para combatirlas.

“Claudio era la única persona que conocí con la capacidad de analizar un problema retomando todos los aspectos y contradicciones sin perder de vista cuál era el principal. Era un apasionado, todo lo encaraba con pasión (salvo el papeleo de la facultad) y la transmitía con todo su cuerpo. Esa pasión era tan fuerte que contagiaba a todos los que estábamos a su alrededor. Claudio era sobre todo un consecuente militante revolucionario. Todo lo que hacía tenía como norte transformar la sociedad. Una reunión, una escuelita, una marcha estaba por encima de cualquier otra cosa”. “Es un imprescindible, y yo tuve la suerte de conocerlo”, finalizó Volkind.

En nombre del Comité Central de la JCR, el compañero Ernesto afirmó que “Marcos fue un intelectual comunista revolucionario, un maoísta que puso sus conocimientos al servicio de las luchas de la clase obrera y el pueblo”. Recordó que “desde su tarea de Educación ayudó muchísimo a cientos de jóvenes comunistas revolucionarios a hacer suya la historia y la línea del PCR, a conocer el marxismo-leninismo-maoísmo”. Un compañero con el que “era imposible aburrirse, porque buscaba múltiples formas de transmitir los conocimientos”. Dijo Ernesto que vamos a recordarte con esa alegría, esa humildad y esa pasión que tenías. Con esa sonrisa que tenías en el extraordinario acto que hicimos por los 50 años de nuestro Partido”.

Ana, compañera de Claudio en la Comisión de Educación, recordó que “nos conocimos con Claudio cuando teníamos 18/19 años, cuando éramos parte de esa juventud de la década del ‘70 que buscábamos un lugar desde el cual cambiar el mundo. Y encontramos al Partido. Allí nos fuimos haciendo comunistas. Como dijeron todos, Claudio era un apasionado de la vida, y la contagiaba. Tanto cuando daba una clase, cuando abordaba un problema, como cuando te contaba un viaje o describía una comida”. Contó Ana cómo “compartí con él tareas en los barrios más pobres, donde él iba siempre feliz y dispuesto”. Finalizó con una frase de Mao que lo describe, aquella que dice que los comunistas tenemos que ser insaciables en aprender y ser infatigables en enseñar.

Un ejemplo de integridad
En nombre del Comité Central del PCR, Rosa Nassif afirmó, “Además de coincidir con todo lo que se ha dicho, quiero resaltar su pasión. Una pasión integrada a las ideas, no sólo del corazón, Y eso se veía cuando transmitía algún aspecto del marxismo y de la línea del Partido, Pasión y convencimiento… Cuando discutía no era con la idea de vencer, sino que estaba seguro de convencer Acá se dijo algo que él valoraba, pero jamás se hubiera dicho a sí mismo: ser maestro”. Contó anécdotas Rosa, describiendo cómo Claudio odiaba hablar por teléfono, o las relaciones públicas, y que no pudieron convencerlo que tomara el trabajo cultural del Partido, “porque su pasión y hasta su exuberancia era cuando estaba con sus alumnos en la facultad, o en una escuelita del Partido”. “Frente a la tristeza y la bronca que uno tiene en estos momentos, piensa en todo lo que nos queda de Claudio. En primer lugar, el ejemplo de la integridad en sus convicciones políticas, y que los marxistas no teníamos que subestimar aquello que la propia clase obrera había construido en centenares de años de lucha de la clase obrera, que era una posibilidad científica de comprender las causas del sufrimiento para poder luchar por romper las causas de ese sufrimiento. Por eso era un obsesivo en estudiar”. Y dijo la compañera Nassif que “no vamos a encontrar alguien como Claudio, capaz de hacer una canción en cada paisaje, de recitar una poesía en medio de una lucha, y de que todo eso esté al servicio de convencer de transformar esta sociedad injusta y transformarnos en esa lucha. Claudio defendía al Partido no idealizándolo, sino en la convicción que si uno quiere hacer la revolución es imposible sin un partido que no baje las banderas del marxismo-leninismo-maoísmo. Y que esté dispuesto, por más que pueda equivocarse, a no romper los lazos estrechos con la clase obrera y los que más sufren en nuestro país y en el mundo”.

La hija de Claudio, Laura, nos conmovió a todos al decir “era mi viejo. El más humilde. El más bueno. Con su sonrisa y alegría siempre daba su mensaje de apoyo. A veces me perdía en sus palabras, y me hubiese gustado entenderlo más. El comer era vivir para él, le encantaba”. Laura lo despidió cantando “una canción que cantábamos juntos desde que yo era muy chica”, el Romance del enamorado y la muerte de Federico García Lorca, que empieza “Un sueño soñaba anoche/ soñito del alma mía”.

Finalizamos el homenaje al querido Claudio Spiguel, nuestro camarada Marcos, cantando a viva voz el himno de los trabajadores de todo el mundo, La Internacional, y llevando sus restos envueltos en una bandera del PCR, en medio de una cerrada ovación.

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Hoy N° 1751 23/01/2019