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02 de octubre de 2010

¿Cuántos pobres hay en la Argentina?

La mentira kirchnerista en su maximo esplendor

El Indek distribuyó el jueves 20 de septiembre el comunicado que contenía los números sobre la cantidad de pobres e indigentes que hubo en el país durante los primeros seis meses de 2007.
Los datos están falseados hacia abajo. Deliberadamente se truchó la estadística para decir, a un mes de las elecciones presidenciales, que hay menos miseria de la que existe en realidad y, sobre todo, que la inflación galopante de este año no ha generado pobreza.
Remito al lector a un trabajo de Isabel Moreno publicado en PyT Nº 57 (“¿Cómo calculan las clases dominantes la línea de pobreza”?) para que se entere mejor sobre cómo se construyen estos indicadores, pero explico la idea que es muy simple: el Indec considera indigente a quien no gana lo suficiente como para comer. Para saber cuantos indigentes hay se procede de esta forma: primero, se dice que para vivir un mes una persona necesita consumir tantas calorías en alimentos. Segundo, se confecciona una canasta de alimentos que aportaría tales calorías (3 kilos de papa + 2 kilos de lechuga + 4 kilos de carne + … etc.). Tercero, con información del área que releva precios de Indec se estima cuanto cuesta esa canasta (si la papa está a $ 3, 3 kilos son $ 9 + si la lechuga está a $ 5, 2 kilos son $ 10 + si la carne está a $ 11, 4 kilos son $ 44 + etc.). Y, finalmente, en base a datos que aporta una encuesta especializada sobre los hogares argentinos, se sabe cuántos de ellos no tienen plata suficiente por mes como para adquirirla. Las personas que viven en estos hogares son indigentes.
Para calcular cuántos pobres hay, se toma como referencia una canasta de bienes y servicios que no incluya simplemente alimentos básicos, sino algunas cosas más. Surge de un cálculo algo más complicado, que refleja la relación entre lo que gastan en alimentos versus no alimentos personas de un mayor nivel de ingresos… Pero en esencia el procedimiento es el mismo: serán pobres los que con lo que ganen no puedan adquirir determinada canasta de bienes y servicios, y serán indigentes aquellos que ni siquiera puedan adquirir una canasta de alimentos básicos.
Lo que se comunicó es que, haciendo esta cuenta, los pobres en la Argentina suman el 23,4% de la población –algo así como 1 de cada 4–, y los indigentes, el 8,2%. Esto representaría una baja respecto de la anterior medición, la de la segunda mitad del año 2006, cuando la pobreza era del 26,9% y la indigencia del 8,7%. Pero se ha hecho una trampa monstruosa: para darle valor a la canasta de alimentos que determina cuántos son indigentes y cuántos pobres, se han tomado las cifras irrisorias que el IndeK emplea al medir la inflación: que la papa está a $ 1,4, que la lechuga a $ 1,78, etc. Por lo tanto, no ser pobre o indigente resulta, oficialmente, mucho más sencillo. La realidad es que la medición hubiese sido muy diferente si se hubieran considerado los precios reales de las cosas. Es más: dada la poca diferencia que existe entre los datos de 2006 y la truchada de 2007, nada cuesta aventurar que las cifras reales hubieran mostrado un incremento de la pobreza y la indigencia en este año, producto de la inflación, sobre todo para la última, ya que responde directamente al aumento de los precios de los alimentos, y estos bienes son los que más se han encarecido. Particularmente en lugares donde, pese a calcularse de esta burda e intencionada manera, el propio comunicado oficial da cuenta de aumentos: Gran Resistencia, Posadas, La Rioja, Gran La Plata, Neuquén y Capital Federal (¡en Capital se duplica, y contando la lechuga a un peso cincuenta!).
Kirchner (y Cristina) siempre han dado a entender que lo que están haciendo con la adulteración de datos es un servicio a la patria: si dibujan la inflación, pagan menos deuda pública (como si no existiese ya un fallo que reclama el no pago de una enorme porción de esa deuda por considerarla ilegítima y fraudulenta y como si este gobierno no hubiese emitido deuda atada a la inflación). Aquí la argucia se acaba: no hay bonos atados a la cantidad de indigentes. Esto es hacer propaganda electoral metiendo a los pobres abajo de la alfombra. Y es lo que los trabajadores del Indec, asqueados, le están diciendo a la sociedad, sufriendo todo tipo de persecuciones y aprietes.