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10 de octubre de 2018

Viva el 50 aniversario del PCR de la Argentina (12)

El gobierno de Menem y el auge de luchas

Nuestro querido Partido Comunista Revolucionario cumple 50 años. Continuamos con la publicación de artículos que muestren los momentos más destacados de su rica historia en el camino de la revolución democrática-popular, agraria y antiimperialista, en marcha ininterrumpida al socialismo.

La clase obrera y el pueblo, en las difíciles condiciones del plan del gobierno menemista, no dejaron de luchar. Los estatales y el pueblo jujeño protagonizaron en 1990 una pueblada con un programa de avanzada impulsado por nuestro Partido que volteó al gobernador Ricardo De Aparici y en junio de 1992 la movilización por aumento salarial de los estatales, principalmente municipales, llevó a la renuncia del gobernador Roberto Domínguez. También se destacaron la prolongada lucha de los trabajadores contra la privatización del Astillero Río Santiago, en la que acamparon junto al pueblo en las puertas del ARS lo que obligó a la retirada de los Albatros (grupo de elite de la Prefectura Nacional que habían ocupado militarmente el ARS), convirtiéndose así en la única gran empresa estatal estratégica que el menemismo no pudo privatizar, ni liquidar. Asímismo fueron muy importantes la huelga de Siderca en 1992 y el triunfo de los vecinos de Barrio Elena (La Matanza) en su lucha por los títulos de propiedad. Estos hechos marcaron una huella en la noche negra del menemismo donde la mayoría de las luchas fueron derrotadas. Fueron derrotadas huelgas importantes como la petrolera, la lucha telefónica, mineros de Sierra Grande, ferroviarios, metalúrgicos de Somisa, etc. Un período de reflujo del movimiento obrero y popular generalizado y profundo signó la política nacional argentina y se extendió entre los años 1990 y fines de 1992. El imperialismo, la burguesía intermediaria y los terratenientes, gracias a la política menemista, avanzaron a fondo, en su política de destrucción de las conquistas laborales y sociales de los trabajadores de la ciudad y el campo y de entrega nacional.

A fines de 1992 se realizó el paro agrario nacional y, bajo la presión intensa de los trabajadores, se pudo hacer el primer paro nacional de oposición a la política menemista. Se realizaron grandes concentraciones populares contra la Ley de Educación, los jubilados comenzaron a marchar los miércoles, etc., y empezó a revertirse el reflujo abierto en 1990. El 16 de diciembre de 1993 todo el país fue conmovido por el Santiagueñazo.

El camino de las grandes puebladas y rebeliones populares de fines de la década de 1960 y principios de la de 1970, característico del auge de masas anterior, era retomado por las masas populares argentinas. Se reanimó el clasismo antioligárquico y antiimperialista. Apareció con fuerza en la escena política nacional la Corriente Clasista y Combativa y con ello un instrumento del proletariado para unificar las luchas y recuperar de manos de los colaboracionistas las direcciones de las organizaciones sindicales.

Que el peronismo defendiera y aplicara una política antipopular y proimperialista, como la de Menem, sucedía por primera vez en la historia de ese partido. Siempre existió, en el peronismo, una derecha proimperialista y proterrateniente (vinculada a una u otra potencia imperialista, como sucedió antes del golpe de Estado de 1976) y siempre existieron en ese partido sectores fascistas. Y el peronismo, desde su origen, siempre contuvo en su seno la contradicción entre la ideología nacionalista-burguesa y de conciliación de clases de su dirección, con sus bases obreras y de campesinos pobres. Pero esta contradicción no era polarmente antagónica con las necesidades de estas bases populares. En un país oprimido por el imperialismo, como el nuestro, la lucha nacional es la forma principal de manifestación de la lucha de clases. Por eso la política del general Perón en vida de éste, y luego la de Isabel Perón y la dirección peronista, aunque no enfrentó a fondo al imperialismo ni a los terratenientes, fue una política de reformas de tipo nacionalista y en favor del pueblo; Perón, y la mayoría de los dirigentes peronistas, plantearon una política nacionalista y de contenidos populares y siempre forcejearon, con políticas reformistas burguesas, con los terratenientes, con la burguesía intermediaria y con el impe- rialismo. Particularmente con el imperialismo yanqui. Por lo que la política de la dirección peronista encabezada por Menem fue antagónica con las necesidades de las masas populares peronistas, con su doctrina nacional-burguesa y con sus mejores tradiciones: las tradiciones del primer gobierno peronista, las de la resistencia frente a la “Libertadora” y a la política entreguista de Frondizi, las de las luchas contra la dictadura de Onganía y Lanusse, las del gobierno peronista de 1973 a 1976 y las de la lucha contra la dictadura militar violo-videlista y contra el alfonsinismo.

Las consecuencias de la hiperinflación alfonsinista hicieron que las masas se aferraran a la estabilidad conseguida con el plan de convertibilidad, a pesar de que la misma estaba basada en el congelamiento salarial y la entrega del patrimonio nacional. En la medida en que el plan Cavallo se agotó, se terminaron las esperanzas en que la política gubernamental traería un mejoramiento de la situación de los trabajadores y fueron saliendo a la luz las consecuencias funestas del mismo, tanto para los intereses populares como para la Nación argentina, y las masas se fueron incorporando a la lucha contra esa política, se crearon condiciones para que sectores muy amplios del peronismo, en primer lugar su izquierda obrera y popular, corrientes nacionalistas y antiimperialistas y corrientes de burguesía nacional y regional ligadas históricamente a ese partido, rompieran con la dirección menemista y se incorporaran a la lucha contra la política de hambre y entrega continuada por el gobierno de la Alianza.

Programa del PCR. 12 Congreso, 2013

Hoy N° 1738 10/10/2018