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02 de octubre de 2010

La explotación capitalista

Los salarios y las ganancias

En una sociedad como la nuestra, con relaciones capitalistas de producción, las riquezas naturales, las materias primas, las herramientas, las maquinarias, los edificios, etc., es decir, todo el conjunto de bienes necesarios para la actividad productiva de los hombres, pertenecen en propiedad a un reducido número de individuos, que en su conjunto forman la clase de los capitalistas. Esta clase, al controlar individual o colectivamente (en sociedades o por el Estado) el conjunto de esos bienes (medios de producción) ejerce un dominio sobre los demás hombres que no tienen propiedad sobre los mismos. Así, la mayor parte de la sociedad constituida por los desposeídos o proletarios, a fin de poder satisfacer sus necesidades, debe ponerse a disposición de los propietarios, los que se convierten en sus patrones, determinando el cómo y en qué trabajan.
Los productos que los trabajadores crean en su actividad productiva, en las empresas de los capitalistas, no les pertenecen, son del patrón. Esto es así porque los capitalistas se han convertido en dueños de la naturaleza y de todo el trabajo social acumulado: los instrumentos que los hombres han construido a través de su historia, para facilitar su trabajo.
En este sistema, todos los bienes se transforman en mercancías y tienen su precio. Aquellos que no poseen bienes, se ven obligados a vender, todos los días de su vida, su capacidad o fuerza de trabajo a cambio de una remuneración para poder comprar lo que necesitan. La capacidad de trabajo se transforma en una mercancía y su precio es el salario.
Los capitalistas basan su ganancia en la explotación del trabajo asalariado, es decir, en la diferencia que sacan entre el valor agregado a los bienes producidos por el trabajo de los obreros y lo que le pagan a los mismos. Cuanto mayor sea esa diferencia mayor será la ganancia.
Estructurada la sociedad de este modo, el modo capitalista de producción, la explotación resulta su consecuencia inevitable. Es el funcionamiento de las leyes propias de este sistema de producción, el que lleva ineludiblemente a convertir a los hombres en explotadores o explotados: a dividir la sociedad entre un pequeño número de explotadores y una gran mayoría de explotados.
(Ver Cuadernos números 13, Marx: Trabajo asalariado y capital; 127, Marx: Valor y Trabajo; 131, Marx: Trabajo y ganancia).