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12 de diciembre de 2018

Caso Rodrigo Eguillor

La impunidad de un violador

Mucho hemos escuchado y visto en estos días en los medios sobre Rodrigo Eguillor. Lo presentan como un pibe fachero, un pibe “bien”, como una víctima de falsas acusaciones por parte de una joven que, interesada en “quitarle plata”, montó un circo mediático dónde lo acusa de abuso sexual y privación de la libertad.

Ante esta denuncia, él se autodefine como un héroe en televisión, y miles tienen acceso a esta versión, la versión de un abusador que se siente impune por tener una posición social privilegiada y ser hijo de una fiscal de Lomas de Zamora, que desde su impunidad, niega los hechos y denigra a la víctima. Poco y nada nos cuentan de la víctima, salvo lo que para ellos es válido: Que es una piba que sube fotos provocadoras en redes sociales y frecuenta los boliches de Capital Federal cuando debería quedarse en el conurbano, que es a donde pertenece; reafirmando la discriminación por clase, porque a una piba privilegiada algo así no le pasa.

Los medios son cómplices directos de la creación de ese sentimiento de impunidad, porque construyen y levantan a figuras nefastas como ésta, reafirmando con cada nota o entrevista al servicio de quienes están: de los poderosos, de los responsables de que no se juzguen y encarcelen a violadores como pasó en el caso de Lucía Pérez; de que seamos nosotras las primeras en padecer el hambre, la pobreza, la desigualdad.

Sin embargo, y para suerte de todas, las mujeres en este país no nos callamos más, y es gracias a la fuerte movilización del movimiento femenino que cada vez nos cuestionamos más las cosas, evitando la total impunidad de tipos como Eguillor, consiguiendo que en algunos programas se denuncie y repudie en vivo el accionar de un violador que posa de estrella frente a las cámaras.

Los problemas de las mujeres están profundamente ligados a la cuestión de clase, no se van a solucionar de forma externa ni apartada. Van a ser resueltos cuando se creen cambios de fondo, cuando no existan diferencias entre hombres y mujeres y entre ricos y pobres, algo que sólo será posible resolver con una revolución que termine con la opresión del hombre por el hombre. Y en el camino que nos lleve a ella, nosotras tenemos la obligación de seguir luchando para que no nos violen, maten ni callen más.

Escribe Azul Soriano

Hoy N° 1747 12/12/2018