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12 de diciembre de 2012


Ley nacional de trabajo

Hoy 1449 / Crónicas proletarias

En 1904, el gobierno oligárquico de Roca, junto con el despliegue de la más brutal represión, se dio una táctica para intentar cooptar un sector del Partido Socialista. El ministro de Interior Joaquín V. González saludó la elección del primer diputado socialista de América, Alfredo Palacios, celebrando que el PS diera su batalla dentro del Parlamento.

En 1904, el gobierno oligárquico de Roca, junto con el despliegue de la más brutal represión, se dio una táctica para intentar cooptar un sector del Partido Socialista. El ministro de Interior Joaquín V. González saludó la elección del primer diputado socialista de América, Alfredo Palacios, celebrando que el PS diera su batalla dentro del Parlamento.
En el mismo sentido, el gobierno roquista presentó un proyecto de ley nacional del Trabajo, en el que colaboraron importantes dirigentes socialistas como E. Del Valle Iberlucea, con el apoyo de José Ingenieros. El proyecto, que contemplaba algunas de las reivindicaciones planteadas por el movimiento obrero, pretendía regular el accionar de los gremios y federaciones y, según el ministro, serviría para “apartar a los trabajadores de las tendencias malsanas o adversas al orden público”.
Los anarquistas lo rechazaron de plano. El 4º Congreso de la Federación Obrera Argentina (FOA), de julio/agosto de 1904, expresó que el proyecto de ley “es un atentado sin precedentes contra las libertades colectivas e individuales”. Los anarquistas combatieron esta ley manteniendo sus premisas doctrinarias contra la “intromisión de los poderes públicos en los conflictos entre el capital y el trabajo”.
Dentro del Partido Socialista se abrió un gran debate. En el Sexto Congreso, también de 1904, se presentaron dos despachos de la comisión que discutió la ley: el mayoritario, presentado por Del Valle Iberlucea y Angel Sesma afirmaba que “aunque la proyectada por el P. Ejecutivo no satisface todas las aspiraciones del proletariado, acepta en general ese proyecto…”. El otro, presentado en disidencia, si bien reafirmaba el “anhelo” de una legislación “protectora del trabajo”, “rechaza la actual draconiana ley del Trabajo…”. Quien presenta este despacho en disidencia es Juan Schaeffer, histórico militante que integró la corriente marxista en los años 90 del siglo 19. Entre los fundamentos del rechazo, Schaeffer, que reivindicaba la legislación inglesa, “el país más libre del mundo”, afirmó que la pretendida conciliación “entre la clase obrera y la capitalista es una ilusión… pues mientras hayan clases cuyos intereses sean antagónicos, no puede haber paz. Esta reinará recién cuando haya sido derrocado el poder del capitalismo”. Gabriela Lapièrre de Coni, que tiempo después sería una de las que encabezó la ruptura denominada “sindicalista”, apoyó la moción de rechazo pues “le roban la libertad de congregarse para convencer a los camaradas de la necesidad de la unión”. En el Congreso del PS se impuso esta posición.