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02 de octubre de 2010

Los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania se bambolean al borde de la guerra civil abierta. Los yanquis, sus rivales imperialistas y el “socio” israelí fogonean la lucha fratricida para acabar con Hamas.

Los “mediadores” atizan la guerra civil

Palestinos: la imposible unidad, la mano de los imperialismos y de Israel

Palestina es uno de los puntos calientes del planeta: por la indoblegable resistencia de los palestinos a la ocupación fascista de Israel, pero también por la brutal y descarada injerencia de los imperialismos, que en función de sus pretensiones hegemónicas dividen y utilizan a los pueblos de la región como peones en sus disputas estratégicas.
La guerra civil ya prácticamente declarada, el control impuesto por las milicias del movimiento islámico Hamas en la Franja de Gaza y por su rival Al Fatah en Cisjordania, y el derrumbe del gobierno “de unidad” entre ambos constituido en marzo, partió en dos al ya fraccionado “Estado” palestino.
Un potencial régimen de Hamas en Gaza –islámico o laico, pero enemigo a muerte de la ocupación israelí–, sería inadmisible para los de Tel Aviv, para los sectores de Al Fatah colaboracionistas, y para los imperialismos. Según se ha hecho público, el gobierno israelí –con la venia del coordinador de seguridad yanqui en la región, teniente general Keith Dayton– colaboró a que misiles antitanque, granadas y municiones llegaran a manos de las fuerzas leales al presidente Abbas para enfrentar a Hamas. Ahora los capos sionistas estarían preparando el estrangulamiento de Gaza –privándola de electricidad y de combustibles–, y la invasión directa de la Franja con 20 mil soldados.

La unidad antiimperialista, rota
La cruenta lucha entre las dos facciones del movimiento palestino dejó ya más de un centenar de muertos. La imposibilidad de conformar un frente unido para combatir la ocupación israelí y las maniobras imperialistas prolonga el interminable dolor del pueblo palestino tras 40 años de ocupación, con un Estado dividido en dos territorios separados –Gaza y Cisjordania– fraccionados por asentamientos israelíes convertidos en fortalezas, a merced del Ejército sionista y sin control de sus recursos vitales, principalmente el agua. El Estado palestino ya era un Estado más ficticio que real, bajo ocupación y control de Israel y en absoluta dependencia financiera de los Estados Unidos y de otras potencias imperialistas.
El gobierno “de unidad” constituido en marzo estaba ya partido de hecho: ahora, la designación por Abbas de un nuevo “premier” (Fayyad, un hombre ligado al FMI) y el desconocimiento de la resolución por Ismail Haniyeh (Hamas), primer ministro hasta el último fin de semana, oficializaron la ruptura.

La larga mano
Los jefes imperialistas –fundamentalmente el cuarteto de supuestos “mediadores” yanquis, europeos y rusos, más la ONU– lamentaron de palabra los enfrentamientos mientras siguen metiendo mano en la región, directamente o a través de sus socios en el gobierno de Israel y de varios países árabes. Desde el principio apostaron al enfrentamiento entre Hamas y Al-Fatah, usando a fondo los odios sectarios y religiosos al igual que hicieron y siguen haciendo en Irak.
Desde la llegada del primer ministro Haniyeh al gobierno palestino en marzo de 2006 –tras la victoria de Hamas en las legislativas de enero–, las grandes potencias ejercieron un total boicot financiero y político para derribarlo. Alvaro de Soto, hasta hace unas semanas enviado de la ONU a Oriente Medio, responsabilizó a ese boicot internacional por la dramática situación actual.
En un informe revelado por el diario británico The Guardian denunció que Estados Unidos, la UE, Rusia y la ONU impusieron el bloqueo a un gobierno “libremente elegido de un pueblo bajo ocupación”; recordó que Washington instigó a Al Fatah –derrotado en las elecciones– a no aceptar la formación de un gobierno de unidad, y que respaldó la decisión israelí de no entregar a los palestinos la recaudación fiscal que controla el régimen de Tel Aviv.

¿Se prepara una intervención militar?
Las potencias imperialistas juegan la lucha heroica del pueblo palestino contra la ocupación y por su autodeterminación nacional como una pieza más en el tablero de sus intereses estratégicos en el Medio Oriente.
Tanto Washington como Europa e Israel anunciaron que se disponen a reiniciar la ayuda financiera no globalmente a los palestinos sino sólo a Abbas y al gobierno de Al Fatah en Cisjordania, profundizando su injerencia en pro de la división palestina y del sometimiento de Fatah a los objetivos de las grandes potencias. Esto sólo puede acentuar el odio antiimperialista y antisionista de ese pueblo cuyos derechos nacionales siguen siendo bastardeados.
Abbas declaró el estado de emergencia en todos los territorios palestinos y evalúa –coincidentemente con los jefes imperialistas y con el jefe del gobierno israelí Ehud Olmert– pedir el despliegue de una fuerza internacional en Gaza. El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon –que nunca denunció la ocupación colonialista yanqui de Irak–, dijo que estudia la posible intervención de una fuerza multinacional de la ONU en la Franja de Gaza. El Alto Comisionado de la Unión Europea, Javier Solana, se mostró favorable a esa idea.
Pero Hamas advirtió que cualquier fuerza armada multinacional sería considerada “una fuerza de ocupación”.
Los gobiernos árabes vecinos, sabedores de la vasta simpatía con que cuenta en sus países la causa palestina, temen por su propia “gobernabilidad”. La Liga Árabe se reunió de urgencia, temerosa de que la lucha en Gaza se extienda a Cisjordania y desestabilice toda la región.