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03 de diciembre de 2018

Mar del Plata

Lucía Pérez, sin justicia

Tras una semana de la sentencia sobre el caso de la joven marplatense, el equipo de comunicación del PTP Mar del Plata, analiza el fallo judicial.

En un caso plagado de dudas e incertidumbre los jueces Carnevale, Viñas y Gómez Urso, fallaron absolviendo a los tres imputados de la violación y asesinato de Lucía Pérez. Absolviendo también a Alejandro Maciel, acusado de encubridor y partícipe necesario. A la vez Matías Farías y Juan Pablo Offidani recibieron solamente la pena de ocho años de prisión por la venta de estupefacientes en los alrededores de una escuela.

Se puede debatir largamente sobre los errores procesales, las dudas de los profesionales que recibieron el cuerpo de la joven y hasta de la barbaridad de solo dar ocho años para quien vende drogas en la puerta de un colegio.

Pero el caso de Lucía refleja algo más. Cuando la fiscal María Isabel Sánchez se hizo cargo del caso, realizó una conferencia de prensa, reflejando textualmente “nunca vi un caso tan horroroso como este” y detallaba que su muerte se habría dado por una violación de extrema violencia y que el deceso se había producido por el excesivo dolor. Luego de que la fiscal, terriblemente cuestionada por su trabajo, abandone la causa, distintos peritos certifican que la muerte de Lucía no se dio en esas condiciones sino por un paro cardíaco probablemente por exceso de cocaína. Estas certificaciones, trajeron un poco de paz a la familia sabiendo que posiblemente no haya muerto en estas terribles condiciones, pero nos abrieron interrogantes: ¿Por qué la fiscal fue apartada del caso? ¿Por qué dijo todas las barbaridades que dijo sobre la muerte de Lucía si no eran verdad? ¿Fue su papel patético al borde de la investigación o fue sacada del medio?

Elvira Holchberg, referente de la Multisectorial de la Mujer, hizo un primer balance de la sentencia apenas conocido el fallo “Esta jornada comenzó en Tribunales con la sentencia del caso de Lucía donde tres Jueces, sin perspectiva de género, increíblemente absolvieron a los acusados del delito de abuso sexual seguido de muerte. Entendemos que no es un caso más. Durante estos 2 años, primero los errores terribles de la fiscal Sánchez, que marcaron el curso del proceso, luego los alegatos y fundamentos de los fiscales y abogados defensores de los asesinos, de que no existía el abuso sexual, que Lucía solo fue a drogarse con Farías”, y agregó: ”Tal cual lo dijo el fiscal actual, Alejandro Vicente, esto va más allá de si hubo abuso, violación o drogas. Acá hubo una muchacha de 16 años a la que llevaron dos adultos. La drogaron, la violaron y la asesinaron. No tuvo posibilidad consciente de defenderse. Fue un femicidio, sufrió violencia de género por su clase, por ser joven, de barrio”.

Luego de dos años del asesinato de Lucía Pérez, los jueces anteriormente nombrados desestimaron que la joven haya sido asesinada. Sino que fortaleciendo lo que dijeron los peritos en el juicio, Lucia murió “por intoxicación por cocaína lo que derivó en un paro cardiorespiratorio”. Esto se debió al marco de una “relación consentida”, donde el exceso de cocaína derivó en su muerte.

Laura Ruocco, referente de la JCR, escribió en la revista Chispa: “Son aberrantes los argumentos por los cuales no existió condena por femicidio. Según los jueces, una menor de 16 años que fue llevada muerta, violada y drogada a un centro de salud por tres hombres mayores de edad (Farias 23 años, Offidani 40 y Maciel 60) tenía capacidad para decidir y defenderse ante los acusados”. Y Ruocco cita textualmente la argumentación número 4 del fallo: “Lucía, a pesar de su edad, tenía la capacidad suficiente como para decir no a los avances o propuestas que le habrían formulado sujetos a los que habría comprado droga”, desatendiendo las leyes referidas a la violencia de género que reconocen la asimetría y la situación de extrema vulnerabilidad implícita en la que se encuentra una mujer menor de edad frente a hombres mayores y proveedores de droga. La perspectiva de género fue nula en el fallo”.

Y es ahí, en los argumentos de los jueces para absolver a los acusados, donde radica lo difícil de la verdad en la sentencia. Por ejemplo, se habla en el fallo que “Lucía era de tener relaciones con hombres que apenas conocía, (…) y que no era de prostituirse para consumir drogas.” También que “No existen elementos probatorios que permitan señalar que Lucía se encontraba en una situación de subordinación o vulnerabilidad que le imposibilitaran consentir libre y voluntariamente una relación sexual, no habiéndose visto forzada ni física, ni moralmente a concurrir a la vivienda de Farías el día en que ocurrió su deceso”. Y entre otros puntos más señaló el que dice que “Lucía tenía 16 años y Farías 23, por lo que sería muy forzado hablar de una situación de desigualdad o superioridad, sobre todo teniendo en cuenta la personalidad de Lucía, quien no se mostraba como una chica de su edad y que además había referido mantener relaciones con hombres de hasta 29 años”. Estos son algunos de los argumentos absolutorios.

A una joven menor de edad, la pasan a buscar por la puerta de su escuela dos adultos que vendían droga a menores en la puerta. Y son esos mismos dos adultos, junto a un tercero, los que la llevan fallecida a una sala barrial. ¿Cómo hace la justicia para desconocer el grado de vulnerabilidad de una mujer en esta sociedad, de una joven con adicciones que establece una relación con quien le vende la misma droga? El fallo dice que los chats entre Farías y Lucía no son amenazantes ni que él la obligaba a nada, porque por ejemplo “Farías fue a comprar una Cindor y facturas, eso no es el perfil de un abusador” (sic). Pero ¿cómo puede garantizar la justicia que una joven a los 16 años no esté expuesta a la manipulación de adultos que se dedican a la comercialización de estupefacientes que dañan chicos y chicas entre 12 y 18 años? No hablar de vulnerabilidad es no hablar de realidad. Es desconocer el rol de la mujer en esta sociedad donde los cánones culturales, políticos y sociales la determinan.

Efectivamente hay un sistema judicial y sus jueces que, amparados por el Estado, no dudan del predominio de un género sobre otro y se niegan a cuestionar su propio rol como hombres y como defensores de un Estado que no tiene equidad a la hora de evaluar cualquier caso donde una mujer sea la víctima. Lo dicen las estadísticas y la lucha de miles que cada vez ponen más en evidencia estos hechos.

Claro está, también hay voceros que minimizan el “tema género” de casos como éste y han salido a defender el fallo desde los escritorios de periodistas, juristas o políticos ligados al poder.

La realidad es que son miles las mujeres y organizaciones que repudian esta sentencia. Como expresó el Comité de expertas de la OEA “la Corte Interamericana de Derechos Humanos han ratificado que el uso de los estereotipos de género en la actuación de los operadores de justicia representan una clara violación a los derechos humanos de las mujeres, entre los que se encuentran el derecho a vivir libre de violencia y el derecho a la justicia y a los recursos judiciales”. Además, el Comité expresó que “los criterios que han sido utilizados en esta sentencia construyen en la sociedad un mensaje de tolerancia hacia la violencia contra las mujeres y reflejan claros estereotipos de género utilizados para decidir el caso”.

Este fallo indignó a nuestro país y al mundo. Y como decíamos al principio, no solo por las irregularidades en el proceso, sino por la abrumadora cantidad de prejuicios interpretados durante el transcurso del juicio y ratificados en la sentencia. Una decisión plagada de estereotipos sobre la mujer y sus acciones, que pone en debate su vulnerabilidad a los 16 años y con adicciones, en un acto totalmente discriminatorio, transformando a la víctima en culpable.

María Elena Gutiérrez, secretaria de género de la CTA-A, fue clara en la jornada llena de dolor y bronca posterior al fallo: “Lo dijo Marceillac, abogado de los padres de Lucía, si no hay justicia con perspectiva de género, no hay justicia” y agregó “hay que seguir luchando, acompañando a la madre y al padre de Lucía que tienen una gran fortaleza, y pelear la apelación en La Plata, fortaleciendo el reclamo para que sean condenados por femicidio, como debe ser”.

La argumentación de Perez Urso, Carnevale y Viñas minimiza las condiciones en las que Lucía llega a la casa de Farías. El narcotráfico en nuestra ciudad sigue creciendo, a pesar de los dichos de Bullrich y Ritondo, y con ese crecimiento también su presión sobre políticos, fuerzas de seguridad y jueces. Nuestras jóvenes están en peligro mientras no se juzgue a fondo a quienes aprovechándose de su relación asimétrica someten a nuestras hijas a sus placeres.

 

Corresponsal