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07 de marzo de 2018

Mendoza. La farsa vendimial

El primer fin de semana de marzo los mendocinos celebramos un nuevo año de Vendimia. Pero ¿qué celebramos en realidad y cómo? Reproducido de ptpmendoza.com

El primer festejo de la Fiesta Nacional de la Vendimia data de 1936, y desde entonces se celebró de manera continua hasta el año 1955 inclusive, ya que en 1956 no se realizó por problemas económicos y por la Revolución Libertadora, dictadura cívico-militar en 1955, que acentuó la dependencia a partir de anudar lazos con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras instituciones financieras.
Después se continuó en 1957 hasta 1958 -en 1959 se llamó “La Fiesta del Vino”- para luego celebrarse nuevamente en el año 1960 hasta 1984 -debido al terremoto de Mendoza en 1985-, y de 1986 a la actualidad sin interrupciones.
La idea inicial de esta fiesta fue reflejar la celebración de la uva transformada en vino a través del esfuerzo que los viñateros llevan a cabo en las viñas, soportando inclemencias climáticas y diversos factores culturales, políticos y socio-económicos a lo largo de un año, como así también el de los especialistas que trabajan en las bodegas y laboratorios, y que contribuyen significativamente en el proceso de elaboración del vino.

Pero ¿cuánto de esto es así?
En la actualidad ¿vemos reflejado la sangre, sudor y lágrima de obreros y obreras vitivinícolas? En absoluto. “Nuestra” fiesta se ha convertido en un concurso de belleza: elección de una reina nacional que representaría a nuestra provincia a nivel turístico -la cosificación del cuerpo de la mujer-, y una representación ficticia, cool y puramente estética de una Mendoza como capital mundial del vino ¡ejemplo de modernidad y apertura comercial y turística hacia el mundo!
Nada más lejos de la realidad. Nuestra Mendoza está sumida bajo uno de los índices de pobreza más altos del país, con salarios miserables, expuesta sólo al extractivismo en materia económica, industria liviana, y en decadencia creciente de producción agrícola. Con crisis hídrica (sólo el 4% de nuestro suelo es cultivable por la falta de agua), sumado a la monopolización de tierras aptas para la vid, y creación de bodegas de alta gama por parte de capitales extranjeros. Extractivismo, concentración de la tierra y monopolización de empresas, lindo detalle para celebrar.
¿Cómo puede un obrero rural ser partícipe dichoso de esta situación, más que por sufrir la explotación por parte de empresarios junto a la complicidad del gobierno? Y que se olvide el cosechador soñar con obtener alguna entrada para la fiesta.
Tema aparte los artistas que protagonizan las tres noches de deleite vendimial en el Frank Romero Day (escenario mayor del gran festejo gran), y de todos aquellos que desde diciembre forman el staff de vendimias departamentales, Vendimia Federal, Fiesta de la Cosecha, Bendición de los Frutos, etc., que sufren pésimos contratos laborales, riesgos de trabajo en cada escena, persecución gremial, etc. Un caso emblemático fue en 2017, cuando en la Vendimia de Capital se desmoronó el escenario tras una tormenta. No murió nadie por esas cosas del arte ¿vio? O la caída de una grúa en pleno ensayo en el Frank Romero Day (trascendió por todos los medios del país), lo que motivó una reestructuración casi total del espectáculo; y que por esas cosas del arte cotidiano sobrevivieron todos ante semejante desplome de una grúa sobre las gradas.
Como cereza del postre a base de uvas en el carrusel vendimial se reflejará la realidad de nuestra tierra. Pero no en el desfile oficial de reinas programado a tal evento, sino en la irrupción de decenas de organización sociales y políticas, asambleas por el agua, movimientos de mujeres, asociaciones agropecuarias, movimientos de cultura popular, docentes, y el pueblo trabajador -marchando por el mismo circuito de carrusel- que exige a un gobierno de oídos sordos que deje la ridícula sumisión de mirar hacia arriba y afuera, y prestar más atención a lo que pasa adentro, con los de abajo, con los que más necesitan: los explotados, inundados por la tormenta y la desidia, los que no consiguen banco en una escuela que encima se cae a pedazos, con un docente manoseado, con el agricultor y obrero rural al que el granizo y el intermediario les desbasta su cosecha, los desocupados y los jubilados saqueados, los que no podemos pagar las abusivas tarifas de luz, gas, agua, teléfono y transporte.
La farsa vendimial, convertida así por los gobiernos de turno, tiene como escenario mayor no al Frank Romero Day, sino la calle, esa de largo andar diario, con todas las miserias sociales entrecruzadas en esta fecha de termómetro áspero.