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02 de octubre de 2010

Luego de innumerables episodios de violencia, amenazas y maltratos, Rita fue asesinada por quien era su concubino. La “justicia” permitió que el asesino decidiera con quién vivirán sus hijos.

O se quedaba con él o la mataba; y la mató

Jujuy: cuando la violencia contra la mujer termina en muerte

Rita Soruco (22 años) –joven originaria de Maimará–, fue asesinada por su concubino cuando ella decidió volver a su pueblo para trabajar y poder dar de comer a sus hijos.
El mismo día que la mató, Jerez se presentó ante la comisaría y desde allí quedó detenido. Luego contrató a dos abogados, parientes de la agente fiscal de turno, y se negó a los exámenes mentales. Antes de ir preso, decidió con quién irían los dos hijos: con su hermana; luego el juez de menores, sin indagar en nada, le otorgó la guarda.
La historia de sometimiento que soportó la joven originaria empezó cuando trabajaba de empleada doméstica en la casa de la madre de él,  e iniciaron una relación de pareja. Él tenía una situación económica acomodada. Con idas y vueltas, tuvieron dos hijos. La relación de opresión llegó al punto de no poder levantar la cabeza cuando salía con él o pasar horas encerrada en la casa.
Sus hijos presenciaban la violencia psicológica que ella sufría de parte de él, e incluso familiarmente se la despreciaba por ser originaria. “La trataban como a una sirvienta” repitieron una y otra vez los familiares de Rita. “Cuando él le decía algo, ella temblaba”.
Jerez se quedó sin trabajo, y la necesidad de sostener a los dos hijos pequeños llevó a que la joven quisiera volver a trabajar en Maimará, con su comunidad originaria. Pero él se oponía, y le dijo que si se iba le pegaría tres tiros.
Rita soportaba a veces temblando la sumisión a la que él la condenaba. Siglos de opresión, que naturalizan la violencia contra la mujer y la disposición que a veces hace el hombre de su cuerpo y vida, la llevaron a la muerte. Y cuando decidió comunicarle a Jerez que había decidido irse a Maimará a trabajar, éste cumplió la amenaza y le infringió dos heridas de arma blanca.
La amenaza no logró la finalidad que Jerez pretendía, por eso la mató, para que Rita no se fuera; porque para él, ella era de su propiedad, lugar habitual que ocupa la mujer en nuestra sociedad.
Jerez quedó preso, se le imputa homicidio simple, que puede llevarlo a una prisión de 8 a 25 años. Si se hubiesen casado, la pena sería prisión perpetua, pero siendo concubinos, no se aplica el agravante.
Sin embargo, por las circunstancias del caso, la querella pretende que se cambie la calificación del delito, por la relación entre la finalidad de Jerez, las amenazas vertidas antes sin lograr el cometido, y el asesinato luego perpetrado.
En Jujuy, la familia de Rita se enteró mediante los diarios de su muerte. Luego, los titulares pasaron a ser “drama pasional”, sin indagar en la terrible opresión que ella sufría como mujer, al igual que tantas otras mujeres; siendo el desenlace evitable, como tantos otros de las mismas características.

Justicia para Rita
Por ello, la Multisectorial de la Mujer de Jujuy decidió tomar la lucha por justicia para Rita Soruco. Porque en ella se expresan las miles de Ritas de nuestro país y de Jujuy, y su historia no debe repetirse; siendo uno de los principales ejes del movimiento de mujeres terminar con la violencia hacia la mujer, que termina con tragedias como la de Rita, la de Romina Tejerina, la de María Soledad Morales y tantas otras, como las desapariciones de mujeres de ciudad Juárez, Mar del Plata o Marita Verón de Tucumán.