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05 de septiembre de 2018

Origen del chispismo (1)

A mediados de la década de 1920 estalló la segunda ruptura en el Partido Comunista. De ese debate interno, complejo y que atravesó por varias etapas entre 1920 y 1925, surgió a fines de ese año el Partido Comunista Obrero, conocido como los “chispistas”, por el nombre de su periódico, Chispa.
Las primeras diferencias entre este sector, que al principio estuvo encabezado por el rosarino Tomás Velles y otros de extracción obrera, enfrentados a Victorio Codovilla, Rodolfo Ghioldi y José Penelón, se dieron en el Tercer Congreso del PC, en 1920. La divergencia aparece con la oposición de la corriente de Velles a la confección por parte del Partido de un programa de reivindicaciones mínimas, y en menor medida a la participación en elecciones parlamentarias.
El grupo dirigente de Penelón-Codovilla-Ghioldi calificó al sector de Velles, integrado también por Cayetano Oriolo y Angélica Mendoza de “ultraizquierdista” y “verbalista revolucionario”. Los militantes liderados por Velles, afirma Otto Vargas en el tomo 2 de El marxismo y la revolución argentina “decían que ‘debido a la situación revolucionaria mundial, el programa mínimo no tiene razón de ser’. Para ellos, el programa debía hacer una ‘crítica despiadada del actual régimen social (…) la exposición de nuestro concepto comunista’ y una política de ‘obstrucción sistemática a toda labor constructiva’. Planteaban la necesidad de ‘preparar al Partido para la revolución’. Era una línea muy semejante a la que levantaba el sector de la Internacional que encabezaba Amadeo Bordiga en Italia. Estuvieron muy vinculados a la dirección del PC de Italia y otros partidos acusados de ‘verbalistas’ por Lenin”.
Cabe aclarar que el criticado “programa mínimo” adoptado por el PC estaba copiado del Partido Socialista, del que los comunistas se habían desprendido en 1918. Los “chispistas”, criticando la Declaración de Principios que contenía el programa mínimo afirmaban que “contempla la lucha de clases a través de la lente marxista de la Segunda Internacional en su primer período. Sin caer en el reformismo expresa una concepción estática del desarrollo económico y de la lucha social. Su falla principal consiste en la desestimación de la nueva característica del desarrollo capitalista, que es el período del imperialismo y del bolchevismo”, y que ese programa mínimo estaba claramente marcado por esas tendencias socialdemócratas, tanto en el terreno político, por el parlamentarismo, como en la cuestión agraria.

Hoy N° 1733 05/09/2018