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22 de noviembre de 2012


Socialistas, anarquistas y militares

Hoy 1446 / Crónicas proletarias

Hacia 1890, los primeros marxistas argentinos planteaban que había que reemplazar el ejército permanente por un “sistema de milicias de armas a todos los ciudadanos”, como parte de lo que se conoció durante muchos años como “lucha antimilitarista”. Estos marxistas seguían en este punto las corrientes predominantes en la Segunda Internacional, particularmente entre los socialdemócratas alemanes, quienes –en un momento que obtenían millones de votos– sostuvieron la ilusión de que “Si fuera realizado el proyecto ya hoy en día, tres millones serían socialistas, y en cinco años, habrían en las filas de cuatro a cinco millones de socialistas. Entonces veremos.” (El Obrero, Nº1, 12/12/1890). Ya con la dirección reformista de Juan B. Justo, en los “programas mínimos” para las elecciones, a partir de 1896, el entonces Partido Socialista Obrero propiciaba la “supresión del ejército permanente y armamento general del pueblo”.
Con la instauración del servicio militar obligatorio en 1901, el debate prosiguió. Los socialistas mantenían su oposición al ejército permanente, y se oponían al fortalecimiento bélico de la Argentina, frente a un posible enfrentamiento con Chile a principios del siglo 20, fundando la “Liga antimilitarista”, con base en las juventudes socialistas.
Los anarquistas también fueron activos “antimilitaristas”. El centro de la propaganda anarquista estuvo en el llamado a la deserción de los conscriptos. Los anarquistas, que por aquellos años pasaron a ser mayoritarios en el movimiento obrero, además de sus campañas antimilitaristas en la prensa, impulsaron su propio Consejo Antimilitarista en 1904, y gran cantidad de folletos destinados a los cuarteles, como la publicación “Luz al soldado”, que se editó entre 1907 y 1913, y que se daba una política para que los que no desertaran, militaran en el seno del ejército.
Cuando se funda el Partido Socialista Obrero Internacional en 1917, luego Partido Comunista, todavía el artículo 53 de sus estatutos establecía que “no podrán pertenecer al Partido… los militares de profesión”. Esto recién cambió con la adhesión del PSOI a la Internacional Comunista, que entre las 21 condiciones establecía: “Dentro del deber de divulgar las ideas comunistas merece mención específica el desempeño de dicho deber en el ejército… Allí donde tal labor de agitación se vea impedida por las leyes de excepción, hay que llevarla a cabo clandestinamente. El rechazo a desempeñar semejante tarea equivaldría a repudiar el deber revolucionario y es incompatible con la pertenencia a la Internacional Comunista”.