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25 de julio de 2018

Crónicas proletarias (318)

Un millonario enviado de la Comintern (2)

Félix Weil, heredero de una gran empresa alemana exportadora de granos fundada por su padre en la Argentina, en 1920 retornó a su Buenos Aires natal desde Alemania, convertido en un comunista y con tareas encomendadas por la Internacional Comunista. Durante un año y medio estuvo por nuestro país y América, tiempo durante el cual, además de sus tareas secretas, recopiló informaciones para un folleto que se publicó en alemán en Leipzig, en 1923, titulado “El movimiento obrero en Argentina. Una contribución a su historia”.
Es destacable que esta obra es la primera que se conozca hecha por un militante comunista. Weil se basó en las estadísticas oficiales del Departamento Nacional del Trabajo -que “no es del todo irreprochable”- dice el autor, publicaciones del PS y del PC, de la FORA sindicalista, y conversaciones con “veteranos del movimiento obrero como el Dr. Justo y August Kühn”. Traza Weil una reseña histórica del movimiento obrero en nuestro país, para luego abordar el presente de lo que divide en “movimiento sindical” y “movimiento político”.
En lo que hace a la historia, mantiene la verdad sobre el origen del Partido Socialista, luego ocultada por los seguidores de Juan B. Justo. Dice Weil “El 14 de diciembre de 1892, se reunió un grupo de adherentes de la ‘sección Varia’, la última parte sobreviviente de la F.O.A. de 1890, resolviendo ‘para fijar su posición y cansados de pelear con los diferentes elementos anarquistas de la F.O.A.’ disolver la “sección Varia” y constituirse como Agrupación Socialista de Buenos Aires. A partir de esta última, que se consideraba como sección local del ‘Partido Socialista Obrero Internacional’, esto es, de la II Internacional, se desarrolló luego el Partido Socialista de Argentina”.
Weil tiene una visión sesgada por los prejuicios de muchos militantes comunistas, anarquistas, socialistas o sindicalistas, acá o en Europa. Por eso, pese a decir que Argentina es “un país capitalista joven, en el cual apenas existe aún industria”, afirma: “El movimiento obrero se limita a las ciudades. Como típico país de inmigrantes, Argentina no tiene tradición propia”. Notable afirmación en un momento (1923), en el que ya se habían producido las grandes huelgas de La Forestal, la Patagonia, y muchas otras en ingenios del NOA y tareferos del NEA. Es la misma visión que, cuarenta años antes, tuvo Raimundo Wilmart, quien en 1873 escribía a Carlos Marx que “sin la afluencia de extranjeros no habría ningún progreso posible y [los obreros] no sabrían hacer otra cosa que montar a caballo”.

Hoy N° 1727 25/07/2018