Semejante tasa del 3,7% mensual, equivalente a un ritmo anualizado de más de 54%, hizo que se desbordara en más de dos puntos porcentuales la “banda centro de inflación” de 27% pactada con el FMI, e incluso el límite superior que se fijó en 29%, al haberse acumulado en los pasados doce meses un incremento del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del 29,5 por ciento. Con esto, el gobierno de Macri suma un 100% de inflación en dos años y medio de su gestión.
La inflación en junio de este año se concentró en el conjunto de precios regulados por el gobierno hoy dolarizados, como las tarifas de los servicios públicos y también varios privados, como la medicina prepaga, que acumularon en los pasados 12 meses hasta junio un incremento de 41,2%. En tanto en bienes y servicios, si bien se dispararon los precios en el mes, todavía se ubican en el promedio anual por debajo de esas bandas: 22,2% en los bienes; y quedaron al filo de la banda centro en los servicios, con 26,9%.
No muy diferente inflación se prevé para el mes de julio por factores estacionales, como las vacaciones de invierno de los escolares, más los nuevos ajustes que ya se dispusieron en los precios de los combustibles. Además que los precios mayoristas en junio volvieron a subir casi el doble que los precios minoristas que promedia el IPC: un 6,5%. Lo cual es muy preocupante por el futuro traslado de los precios al por mayor sobre la cadena minorista, teniendo en cuenta que en lo que va del año el alza mayorista del 30,3% casi duplica la suba de precios minorista del 16%. Aunque se especula que eso sea lento por la recesión provocada por la política macrista de pretender frenar la inflación achatando los salarios y demás ingresos y manteniendo las tasas de interés por sobre el 40% anual, es decir aplastando la actividad económica.
¿Por qué continúa la inflación?
El gobierno macrista sigue insistiendo en reprimir la demanda interna como si la inflación fuera el producto de un “exceso” de la misma, cuando los instrumentos que utiliza –como las tasas de interés y la dolarización–, son los que producen una inflación de costos y un achatamiento de la oferta, agravando las propias de la matriz latifundista y dependiente, que ahoga interna y externamente al país (ver “Las principales causas del proceso inflacionario”, en Política y Teoría, número 78).
Profundizando esa línea, la semana pasada el Banco Central redujo apenas al 46,5% la tasa de las Lebac a 28 días, y dispuso una fuerte suba en el tramo a 63 días, a 48,6% anual, elevándola para los 91 días, al 47,25% anual. Y sigue sumando nuevas emisiones de letras en dólares (las Letes) y de bonos del Tesoro, con intereses semejantes, para garantía del saqueo de los usureros imperialistas (“recuperar la confianza”, le dicen), generalizando la dolarización de la deuda pública (ver “Macri dolariza la deuda en pesos”, hoy número 1726). Con esta política seguirá la inflación, ya que aumentan los costos y la restricción de la oferta de bienes y servicios, reforzando las bases estructurales del atraso y la dependencia del país (ver “Para acabar con la inflación”, en pág. 11).
La única manera de acabar con la inflación es con una nueva política. Una política que defienda verdaderamente al peso argentino, con una reforma monetaria que elimine la especulación financiera y defienda el peso argentino orientando el uso del dinero y las monedas extranjeras a favor de la producción agraria e industrial nacional diversificada, su desarrollo y el bienestar del pueblo, repudiando la deuda ilegítima y usuraria y nacionalizando el crédito y el comercio exterior. Sólo con estas medidas se podrá garantizar trabajo, salarios y jubilaciones dignas y techo y tierra para todos los que la necesitan para vivir y trabajar. Lo que requiere también seguir peleando en las calles y en las urnas por un gobierno que las aplique, un nuevo gobierno de unidad popular, nacional y democrático, desarrollando y fortaleciendo el PTP y el PCR, en la unidad y ampliación del frente político En Marcha.
Escribe Eugenio Gastiazoro
Hoy N° 1727 25/07/2018
