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19 de febrero de 2019

Despedida en el cementerio de la Chacarita

Una vida dedicada a la lucha por la revolución

El sábado 16, en las puertas del cementerio de la Chacarita, en un multitudinario acto, homenajeamos a nuestro querido Otto Vargas, secretario general del PCR.

Transcribimos las palabras de su hija Gabriela, del secretario general de la JCR Luciano Álvarez y de Jacinto Roldán en nombre del Comité Central del PCR.

 

Gabriela Vargas, hija de Otto Vargas

Mi viejo pertenecía a su partido

 Les pido disculpas, nosotros también nos vamos a despedir de mi viejo, de mi papá. Voy a hablar en nombre de mi tía Marta, su hermana, en nombre de Paula y Mauro, mis sobrinos, sus nietos. Y la mamá de Paula y Mauro, Cristina, a quien mi papá quería como si fuera una hija. En nombre de mis hijas, Fabiana y Laura. En nombre de mis primos, Fernando y Mariana, y en nombre de su mamá Silvia.

En primer lugar, vamos a empezar por las cosas simples: lo primero que quieren decir todos es que lo querían muchísimo a mi papá. Los más jóvenes, y yo también, nos estamos despidiendo del señor que a cada bebé durmió cantándole la misma canción cubana que aprendió cuando estuvo en Cuba, y que cuando éramos chicos, nos contaba un cuento infinito que todas las noches seguía, que tenía el nombre del Conejo pata de palo. Eso en lo familiar.

Nosotros siempre supimos que nuestro viejo no era de la familia, y por eso acá venimos a hacer un saludo. Mi viejo le pertenecía a su partido.

No puedo dejar de recordar algunas cosas. Simplemente decirles que yo creo que mi papá me habló de política de alguna manera la primera vez cuando vivíamos en Tolosa. Yo era muy chica. Y asesinaron al Che. A la mañana siguiente, mi papá me despertó y me mostró que había hecho un cuadro con sus manos, una foto del Che y una poesía que Cortázar había escrito para el Che. Ese cuadro siempre quedó en mi casa y en todas las casas donde estuve, donde viví.

Recuerdo también, que cuando era chica, tendría 11 años, y fue la masacre de Trelew. En un momento que yo le comenté a mi papá la noticia, él me miró y me dijo: vos nunca te tenés que olvidar de esto, porque tu generación tiene que vengar estas muertes. Son cosas pequeñas… yo tuve muchas discusiones con mi viejo, muchas diferencias, y él se las bancaba. Pero esto marcó un camino en mí, y también en toda mi familia. Yo he escuchado en estos últimos días cosas hermosas que sus compañeros le han escrito, que demuestran que en esta despedida, como les decía, no estamos solos, porque acá hay muchos que tienen este sentimiento de orfandad, de que se fue alguien muy importante en nuestras vidas. Y a mí me pareció, ya que me daban este lugar, lo mínimo que yo podía hacer era decirles que mi viejo también le fue muy fiel a ustedes. A cada uno de ustedes. Recuerdo que mi viejo siempre estaba preocupado porque algún compañero no se quedara mal por alguna discusión, que siempre se preocupaba por ir a ver a fulano o a mengano, para que tuviera fuerzas. Recuerdo que mi viejo, además, no pensaba que los dirigentes eran los dueños de la vida de la gente. Mi viejo pensaba que los dirigentes tenían que cuidar a su gente. Y por eso, cuando se quedó en la dictadura, como todos sus compañeros, se preocupó mucho por el sobrevivir de todos sus compañeros.

Mi viejo siempre tuvo presente en qué condiciones de vida vivía su pueblo. Y siempre tuvo presente, me parece a mí, que nunca hay que dejar de pararse sobre los pies y hacer camino. Quizás esto que les digo no les sirva de nada, pero quiero que sepan que mi padre vivió 89 años y creo que todos sabemos que toda su vida la dedicó a lo que eligió. Eligió militar, y nunca traicionó esa elección. Lo hizo hasta el final, hasta que enfermó. Y quiero que sepan también que, por supuesto cuando supo de su enfermedad intentó luchar contra esa enfermedad… pero creo que mi padre usó el tiempo que le quedó para despedirse de sus compañeros, y creo que apostó a que siguieran caminando.

  

 

Luciano Alvarez, secretario general de la JCR

Una juventud orgullosa de pertenecer al Partido de Otto

Es un momento muy difícil y triste para todos nosotros, porque venimos a despedir a Otto Vargas, el secretario general de nuestro Partido, el que dedicó su vida a construir un partido que sea una herramienta útil para que la clase obrera y el pueblo de nuestro país luchen por su liberación. A construir un partido bien pegado a las necesidades y los sufrimientos de las masas, en las fábricas, en los barrios, en las universidades, en las escuelas y en el campo.

Nos dejó el más rebelde, el más comunista, el más sabio y el más maoísta de todos. Otto fue fiel a sus ideales durante toda su vida, y ató su destino al del pueblo argentino.

Nos enseñó a amar profundamente al pueblo y a tener una infinita confianza en la infinita potencia revolucionaria de un pueblo valiente como es el pueblo argentino.

Somos una juventud que está profundamente orgullosa de ser la juventud del Partido Comunista Revolucionario, somos una juventud que está profundamente orgullosa de ser la juventud del Partido de Otto Vargas y por eso viene desde todos los puntos del país a rendirle un sentido homenaje. Miles de pibes y pibas, a lo largo y a lo ancho de la Argentina, muchos nuevos combatientes que se han sumado a las filas de la JCR en el último tiempo, algunos que no tuvieron la suerte de compartir con él alguna charla o alguna reunión y no llegaron a conocerlo, pero todos y todas sentimos un inmenso dolor, dolor que vamos a convertir en fuerza, para seguir tu ejemplo con más firmeza que nunca.

Algunos de nosotros, que tuvimos la suerte de viajar a algún país del mundo, invitados por algún partido amigo, volvíamos orgullosos porque cuando decíamos que éramos del PCR inmediatamente nos decían, con un respeto enorme: el partido de Otto Vargas. Como los compañeros griegos del KOE que la última vez que fuimos nos dijeron que nosotros teníamos la suerte de tener en nuestras filas al más grande marxista contemporáneo del mundo: Otto Vargas.

Nuestro querido Otto nos deja la mejor herencia que nos pudo dejar: un Partido fuerte y vigoroso, que se templó como el acero en la lucha a lo largo de los años.

Un Partido que creció y se fortaleció, a partir de los aciertos históricos, y en particular los del último tiempo. Como dijo Otto hace ya un tiempo, constituyendo esa nueva izquierda que nació en la Argentina con la unidad de los movimientos populares, que fue la que encabezó la pelea de los más humildes contra el hambre y el ajuste al que nos condena Macri con su política.

Un Partido que es una herramienta útil para nuestro pueblo, que estuvo a la cabeza de la lucha contra el ajuste macrista desde el primer día, peleando la más amplia unidad para derrotar a este gobierno de ricos para ricos en todos los terrenos.

Un Partido que fue capaz, hace muy poquito, de explotar una cancha de fútbol, con 17.000 compañeros y compañeras, para celebrar sus 50 años de historia, y para demostrar que tiene un presente extraordinario.

A los voceros de las clases dominantes, que dijeron que cuando Otto ya no estuviera, el Partido iba a desaparecer, les decimos que se equivocaron profundamente, porque acá hay un Partido y una Juventud que están decididos, con tu vida como ejemplo y con nuestro partido como bandera a dar todo de nosotros, para garantizar la continuidad histórica de una línea, sin corrernos ni un milímetro, como lo hicimos hasta ahora, de los objetivos por los que nacimos.

Nos comprometemos a defender el marxismo, leninismo, maoísmo y al Partido, incluso con nuestras vidas.

Nos comprometemos a defender la unidad del partido, con todas nuestras fuerzas.

Nos comprometemos a dar lo mejor de cada uno de nosotros para destruir este Estado podrido, y construir otro, que garantice la felicidad de nuestro pueblo, y la liberación de nuestra patria.

Querido Otto Vargas, te vamos a extrañar mucho. ¡Hasta la victoria siempre!

¡Viva Otto Vargas! ¡Viva el Partido de Otto Vargas!

  

 

Jacinto Roldan, miembro del Comité Central del PCR

Dedicó su vida a la lucha por la revolución

Compañeras, compañeros, en nombre del Comité Central del Partido Comunista Revolucionario quiero saludar y agradecer la presencia de todas las fuerzas políticas amigas que nos acompañan en esta dolorosa despedida. Y también a todas las fuerzas que nos han hecho llegar sus condolencias, y que no se han podido leer porque son muchas.

Quiero también saludar a todos los camaradas que han hecho un esfuerzo viniendo desde lejos, para despedir al gran camarada Otto Vargas.

Lo primero que quiero señalar es que vamos a despedir, como acaba de decir su hija recién muy bien, nosotros somos la otra parte, la parte a la que Otto dedicó gran parte de su vida. Venimos a despedir a Otto Vargas, un comunista revolucionario que dedicó su vida a la lucha por la revolución.

Muy joven, se afilió a la Federación Juvenil Comunista. Como dijo él en el libro Conversaciones con Jorge Brega: “…desde entonces traté de ser comunista”. Y señaló: “No se es comunista de una vez para siempre. Y ningún mérito pasado puede limpiar una claudicación o canallada presente; porque la lucha por ser comunista es una lucha constante que se libra hasta el final de nuestras vidas…”

Y Otto fue consecuente con eso a lo largo de toda su vida. En la Federación Juvenil Comunista comenzó su militancia. En ese camino fue comprendiendo que aquella dirección del PC había abandonado la lucha por el poder, y cuando estos libraron a su suerte al comandante Che Guevara en Bolivia, quedó claro que esa dirección no solo no era garantía, sino que había pasado ser un obstáculo para la lucha revolucionaria en la República Argentina.

Otto encabezó junto a otros compañeros del Partido y un gran contingente de la Juventud la ruptura del año 67 que dio origen a la fundación del PCR el 6 de enero de 1968. Desde entonces Otto fue Secretario general de nuestro Partido. Y como tal estuvo en todas las batallas políticas y teóricas que protagonizamos en estos 51 años de existencia.

Porque desde que nacimos, cuando toda la izquierda hablaba de reflujo, y el Gral. Perón decía que había que “desensillar hasta que aclare”, fue Otto el que planteó que había un polvorín reseco de odio popular bajo la dictadura de Onganía y que había que trabajar para que estallara. Y el polvorín estalló, compañeros. Y un reguero de puebladas que arrancaron en el Correntinazo, el Rosariazo, y el glorioso Cordobazo nos dieron la razón. Y a partir de allí nada fue igual en la Argentina.

Y estando a la cabeza de las luchas se fue transformando el PCR. Con hitos históricos como los del Smata cordobés, que hizo resurgir el clasismo en Argentina.

En esas luchas surgió la necesidad de encontrar nuevas respuestas para abordar los nuevos desafíos. Así llegamos al maoísmo. En el año 72 una delegación de nuestro Partido encabezada por Otto Vargas viajó a China. En ese momento fue cuando el PCR fue reconocido oficialmente como partido hermano del Partido Comunista de China que dirigía Mao Tsetung.

Así, a partir de nuestro tercer Congreso abrazamos el maoísmo, y tomamos el marxismo-leninismo-maoísmo como la base teórica de nuestro partido. Y aprendimos a dar batalla a las ideas incorrectas para unir al Partido y no para dividirlo. Otto no solo estuvo a la cabeza de esas batallas en su rol de Secretario, sino que sus trabajos de investigación marxista le dieron sustento teórico a la práctica de nuestro Partido.

Así avanzamos en el conocimiento del papel del campesinado en la realidad argentina, y pudimos retomar la lucha por la reforma agraria para resolver el hambre de tierra de los campesinos y de nuestros hermanos originarios.

También en la integración de las verdades universales del marxismo, a la realidad de la revolución argentina, comprendimos que nuestro país era un país dependiente y disputado por varios imperialismos. Y también el maoísmo ayudó a ver la diferencia entre la burguesía nacional y la burguesía intermediaria en países oprimidos.

La definición antigolpista de nuestro Partido en 1974 fue un momento clave de nuestra historia. El PCR, dirigido por Otto Vargas, fue el único Partido que como tal llamó a enfrentar el golpe fascista que se avecinaba. Esto provocó un odio profundo de los que trabajaban para el golpe, sobre todo del sector más ligado a la Rusia imperialista. Como todavía dicen, la acusación de lopezrreguistas sobre nuestro Partido fue decidida por el sector de inteligencia del ejército videlista. Y fue repetida como loros por la dirección del falso Partido Comunista que apoyó el golpe fascista.

Por eso a Otto cuando alguien nos acusaba de lopezrreguistas le gustaba contestar: entonces seguramente usted es un videlista.

Esa posición antigolpista fue defendida por nuestro Partido ante las grandes masas, como lo hicimos en el Smata Córdoba, como en La Plata donde sufrimos seis asesinatos, y en todo el país.

El golpe pasó, y nos quedamos en el país a organizar la resistencia. Sufrimos la desaparición de entrañables camaradas, cárcel, persecución. Como dijo Otto atamos nuestra suerte a la de la clase obrera y al pueblo argentino para enfrentar la dictadura más sangrienta que conoció nuestra historia.

En 1979 Otto encabezó una delegación a China. A la vuelta de ese viaje Otto planteó que se había restaurado el capitalismo en China. Hubo gran conmoción entre nosotros, en nuestro Comité Central, porque el único faro socialista que había se había apagado. Y entonces pasamos a ser cachorros guachos del maoísmo, y a jugar así. La discusión fue grande, tardamos tiempo en hacer pública la posición. Pero visto desde hoy, compañeros, la posición de Otto salvó al Partido, pudimos comprender que el comunismo no había fracasado sino que había sido derrotado. Y cuando la oleada anticomunista se desató en el mundo, el PCR de Argentina levantó en alto sus banderas y defendió sus principios. Seguimos siendo el Partido del comunismo.

Otto Vargas defendió la doctrina marxista frente a los que la traicionaron, y nunca dejó de tener como punto de referencia a los más explotados y oprimidos. Esta es una de las grandes enseñanzas que nos deja. Por eso decimos que somos “El Partido de Otto Vargas”. Porque él encabezó y jugó un papel decisivo en momentos clave de todo este proceso. Simplemente porque fue el más marxista-leninista-maoísta de todos nosotros.

Y fue consecuente en la defensa del camino revolucionario.

En la conferencia última, la del 2016, Otto dijo que si bien habíamos crecido, todavía éramos pocos para encabezar la lucha de la clase obrera y el pueblo argentino por su liberación.

Yo lo que digo es: la historia de Otto Vargas no se ha terminado de escribir. Porque a un comunista, a un revolucionario, no se lo juzga solo por lo que ha hecho a lo largo de toda su vida militante, sino por lo que deja.

Como vimos este 21 de diciembre en el estadio de All Boys, con más de 17 mil compañeras y compañeros que lo colmaron, con miles de banderas rojas, en condiciones muy difíciles, hemos crecido. Pero todavía estamos lejos de nuestros objetivos.

Por eso quiero decir que es muy grande la responsabilidad que tenemos hoy todos los comunistas revolucionarios, los viejos, los no tan viejos y sobre todo los jóvenes ante el legado que nos deja Otto. Garantizar la continuidad histórica de una línea proletaria para la revolución en la Argentina.

Y construir, y seguir construyendo un partido y una juventud comunista revolucionaria que lleve adelante esta línea en todo el país. Y que con una justa política de frente único siga pugnando porque la clase obrera, los campesinos, los intelectuales, el pueblo argentino tome en sus manos la lucha por la revolución, que acabe con este Estado oligárquico imperialista ,y así poder resolver el pan, el techo, la tierra, la salud y la educación de todos los que habitan nuestro suelo.

Camarada Otto Vargas: ¡Presente! ¡Ahora y siempre!