“Ya somos parte de la historia”, decía uno de los despedidos, y agregaba, “muchos se van a acordar de esta lucha, tenemos que sentirnos orgullosos”.
El monopolio Kraft Foods, el más grande grupo de la alimentación de los EEUU, viene llevando a cabo un ajuste en varios países. Así en concreto descarga el peso de la crisis sobre los trabajadores. Dentro de América, viene produciendo despidos en Venezuela, Colombia, y Perú.
Acá en nuestro país se encontró con una dirección clasista que lo enfrentó, y desde la Comisión Interna y el Cuerpo de Delegados se puso al frente de los 2.700 trabajadores, practicando una línea de mantener la unidad entre los despedidos y no despedidos, y planteando “todos adentro”, y “desde acá todo”. Así pudo desbaratar las maniobras que ha planteado la empresa en los distintos momentos del conflicto.
Desde el primer día, este camino enfrenta una línea que pretende sacar el conflicto de la fábrica, y transformarlo en una serie de marchas y actividades lejos del lugar donde se puede plasmar la unidad de los trabajadores.
Ninguno de los protagonistas está hoy igual que al comienzo de este conflicto, el 18 de agosto, cuando la patronal despide a 160 compañeros, incluidos la Comisión Interna, varios delegados e incluso congresales del Sindicato.
Muchos que al principio dudaban de la justeza de la lucha, se fueron ganando y pasaron a ponerse al frente. Otros, con blableteo de izquierda, a la hora de la verdad arrugaron. La dirección del STIA, que en un principio apoyó el reclamo, plantea que hay que hacer todo a través de lo legal, y el secretario del gremio, Rodolfo Daer, desde el 27 se borró. El gobierno no fue más allá de las intimaciones a la empresa, y en los hechos “sin ponerse colorado”, como dice la Interna, se ubica del lado del monopolio. Algunos directivos de Kraft, de la prepotencia pasaron a la incontinencia, cuando los trabajadores los enfrentaron.
Estos veinte días de lucha están enseñando más que años de discusiones. Porque al precipitar Kraft los despidos, se empezó a ver quién es quién dentro y fuera de la fábrica, más allá de las palabras.
En esta pelea se están forjando dirigentes obreros muy importantes. Jóvenes que no se bancan más las apretadas de los jefes, se unen con otras camadas de obreras y obreros que se niegan a que el peso de la crisis caiga sobre sus espaldas. Obreras y obreros en los que crece la convicción de dar la pelea por recuperar las organizaciones gremiales para los trabajadores.
“Estoy re contento, esto es una lucha ejemplar y yo soy protagonista, nadie me la está contando”, decía un compañero.
Ese sentimiento de orgullo compartido por muchas y muchos, se combina con la convicción de pelear por defender a dirigentes clasistas, que han logrado conquistas que no tiene ninguna otra gran empresa de la alimentación. Han calado la profundidad de la crisis, y dicen “si dejamos que esto pase, olvidate de la guardería, hasta el comedor nos van a sacar”, reflexionaba una trabajadora.
Los trabajadores de Terrabusi están mostrando el único camino posible para enfrentar los ajustes, y son un ejemplo para todo el pueblo argentino porque se han puesto a la cabeza no sólo de la lucha reivindicativa, sino del profundo sentimiento antiimperialista que anida en millones.
Una semana agitada
Otro será el momento de hacer un repaso detallado de las mil y una experiencias de esta lucha. Recordemos brevemente algunos de los últimos acontecimientos. El martes de la semana pasada los trabajadores volvieron al paro, luego de cumplido el plazo dado a la empresa, de tres días, para que cumpla con la resolución del Ministerio de Trabajo de la Nación, de restituir a los despedidos a sus puestos de trabajo.
La patronal pretendió quebrar el paro enviando directivos acompañados de patotas para apretar a los trabajadores. En respuesta, volaron improvisados proyectiles de masa o de crema sobre los directivos. Algunos se atrincheraron en sectores claves impidiendo que se inicie la producción, y protegieron a un compañero despedido, dentro de la empresa, que estaba siendo buscado por policías de la provincia.
El miércoles 2 de septiembre los trabajadores hicieron un nuevo corte en la Panamericana, acompañados de comisiones internas, delegados, trabajadores y organizaciones sociales y políticas. El jueves un grupo de familiares fue hasta la Plaza de Mayo a dar vueltas a la Pirámide y dejaron un pedido de audiencia a la presidenta.
Durante toda la semana fue incesante la solidaridad de innumerables sectores de trabajadores, y de organizaciones sociales, estudiantiles, de derechos humanos y políticas. Los compañeros desocupados y jubilados de la CCC zonal han estado los 20 días en la puerta, con su olla popular, y con su presencia a disposición de los trabajadores.
Momentos de decisión
El viernes 4, la patronal da “asueto” a todo el personal a partir de las 9 de la mañana, produciendo un nuevo lock-out. Corona así una maniobra montada con una fiscal, Laura Capra, que se instala en la fábrica el jueves con la intención de interrogar a los trabajadores para amedrentarlos, buscando elementos para armar una causa y pidiendo el desalojo. Al tiempo que los trabajadores son desalojados, llega gran cantidad de efectivos de la policía bonaerense, y diez camiones de gendarmería se estacionan a pocas cuadras.
La mayoría de la Comisión Interna y una parte de los delegados plantea que los despedidos se mantengan dentro de la planta, lo que es acordado en asamblea. Allí se desata una infernal ofensiva de presiones, sobre los despedidos y sobre los no despedidos, que se mantienen fuera e incluso un grupo dentro de la planta.
Durante todo el día se mantuvieron los despedidos dentro de la planta, preparándose para resistir. Fue lamentable el papel de “bomberos” del PTS, que se dedicaron todo el día a meter miedo entre la gente; “salgan que los van a cagar a palos”, “va a entrar la policía y van a terminar todos heridos y presos”, decían, incluso algunos que hasta el día anterior habían dicho en las asambleas “de acá nos van a sacar dentro de una bolsa”, se negaron a entrar.
Contrastando con esto, hubo compañeros no despedidos que se quedaron dentro de la planta, otros, en la puerta desde el mismo momento del desalojo: “Fijate qué le cocinás a los chicos, porque de acá no me muevo”, se escuchó decir a una compañera. Por mensajes de texto le decían a los compañeros de la Interna “Fuerza”, “cuídense, estamos con ustedes”, “son valientes”.
La firmeza de los que estaban adentro, y la creciente solidaridad de varios sectores, impidió que se concrete el desalojo. Muchos se acercaron a la planta dispuestos a poner el cuero. Personalidades políticas y religiosas hicieron saber al juez de turno su oposición al desalojo. Incluso concejales de San Fernando y el bloque de diputados del ARI impulsaron recursos de amparo.
En esas condiciones, los trabajadores se mantuvieron dentro de la planta hasta la noche, en que se resolvió retirarse hasta el lunes por la mañana.
El sábado 5 se realizó en la puerta de la planta una importante reunión en la que participaron más de 50 comisiones internas, delegados y sectores sociales y políticos que apoyan la lucha de Terrabusi, para coordinar acciones.
Reprimen a trabajadores y familiares
El lunes 7, al llegar los trabajadores a la planta, la encontraron con un gran despliegue de la policía de la provincia dentro, y con la decisión patronal de negar la entrada de los trabajadores despedidos. Estos, apoyados por la solidaridad de familiares y organizaciones sociales afuera, y por los compañeros del turno mañana, pudieron ingresar, con la mayoría de la Comisión Interna a la cabeza.
La policía reprimió a los trabajadores y familiares, tanto dentro como fuera de la fábrica, con balas de goma y gases lacrimógenos, provocando heridas en trabajadores y familiares. Pese a esto, se pudo realizar una asamblea dentro de planta que resolvió el cese de actividades, en reclamo de la reincorporación de los despedidos. Durante todo el día sufrieron el hostigamiento policial, que se acrecentó a partir de las 14 hs, cuando se retiró el turno mañana y la empresa volvió a provocar un lock-out, impidiendo el ingreso del turno tarde. Pese a esto, los trabajadores decidieron permanecer en la planta.
Ese mismo lunes 7, un día antes de cumplirse el vencimiento de la conciliación obligatoria, una delegación de trabajadores de Terrabusi, marchó hasta el Ministerio de Trabajo, y fueron acompañados por comisiones internas de otras empresas, partidos políticos, organizaciones sociales y de derechos humanos que aguardaron a la espera de la respuesta de los funcionarios nacionales.
Al cierre de esta edición los trabajadores se mantenían dentro de la planta, rodeados de solidaridad de muchos que acampan en la puerta. ¡Viva la heroica lucha de las obreras y obreros de Terrabusi!
“Tenemos dignidad y derechos”
Reproducimos una de las cartas enviadas por trabajadores de Terrabusi a la presidenta de la Nación.
Hoy me dirijo a usted como una trabajadora de Kraft Foods (ex Terrabusi) para comunicarle la preocupación y la indignación sobre los compañeros despedidos, de los cuales no sólo estamos hablando de 162 despidos sino que también detrás de ellos hay familias que quedan sin una fuente de trabajo y así forman parte de miles de desocupados que hay en este país. Es lamentable la situación que hoy tenemos que vivir, sintiéndonos tan desamparados esperando respuesta y solución para estos compañeros que sufren atropellos, amenazas, discriminación de parte de esta empresa norteamericana que sólo le importa ganar plata a costa de los trabajadores, mientras que éstos luchan día a día para poder llevar el pan a sus hogares.
Esta empresa nos intimida mandándonos telegramas, solo porque en un tiempo pasado reclamamos “higiene y salud” por haber pedido que las madres de guardería se quedaran en sus casas con sus hijos y se les pague el día, por haber pedido que alguien entienda nuestros reclamos, si usted supiera la injusticia que se vive en este lugar.
Hay muchas preguntas que rodean mi mente: ¿Qué nosotros no tenemos derechos de reclamar? ¿Qué nosotros no tenemos derecho a un trabajo? ¿Para qué tenemos un ministerio de trabajo argentino, si van a venir empresarios extranjeros y hacen lo que quieren con las leyes de nuestro país? ¿A quién tenemos que recurrir? ¿Qué, nosotros no tenemos derechos? ¿Hasta cuándo todo esto?
Le estoy escribiendo con un dolor muy grande en mi corazón, viendo todo lo que pasa a mi alrededor, en el trabajo, en la calle, con la juventud llegando a mi hogar, mirando a los ojos de mis hijos, y casi sin fuerzas dándoles aliento y esperanza de un futuro mejor, de trabajo, de paz y bienestar.
Le pido encarecidamente ya que formamos parte d esta bendita Argentina, y parte del pueblo, que usted pueda escuchar la voz de los trabajadores que hoy luchan por su puesto de trabajo, que esta empresa acate las leyes que dicta el Ministerio de Trabajo y respete a los trabajadores como personas igual que ellos; sin auto tal vez, sin un hogar propio, pero somos seres humanos que tenemos dignidad y derechos.
Todo esto se hace insostenible ya, no sólo para los compañeros despedidos, sino que también para todos nosotros ya que sentimos presión por parte de la empresa para que los dejemos solos en la lucha, bajen los brazos y queden en la calle, y creo que entiendo que no sólo ellos quedarán sin trabajo, si estos opresores ganan esta lucha, muchos de nosotros vamos por el mismo camino. Quien mejor que usted para dar solución a este problema.
PD: La saluda atentamente una trabajadora de Kraft Foods la cual esperará humildemente su respuesta
Habla una compañera despedida
No bajar los brazos
Entrevista realizada el miércoles 2 de septiembre.
—¿Sos sostén de familia?
—Soy madre soltera, tengo un nene de seis años. La verdad es que necesito trabajar. Hace dos días que estoy metida en la fábrica, no fui a mi casa, me quedé a dormir en la fábrica tirada en el piso, pusimos unos cartones y nos pusimos a dormir ahí.
—¿Cómo la vas llevando?
—Es horrible, no se aguanta… a mi hijo lo cuida mi hermana, que tiene dos nenes, está embarazada de siete meses. Y no puede con todo.
—Y en tu situación, hay otras madres?
—Muchas. La mayoría de los despedidos tienen hijos. Yo en mi caso soy sola, si no trabajo no tengo quién le pague el colegio a mi hijo, no tengo qué darle de comer, no tengo cómo vestirlo.
Espero seguir luchando y no bajar los brazos y aunque yo no lo vea y lo extrañe, yo sé que estoy metida acá adentro peleándola por él. [hace una pausa porque le vienen las lágrimas… toma aire, se recupera y continúa]. No lloré nunca desde que estoy ahí… cuando vienen las compañeras llorando les digo tomátela de acá… claro, vos ves a la gente ahí adentro y es una humillación terrible lo que hacen. Nos metieron en el quincho ése. Nos mostraban un video de cómo matar ratas, de cómo hacer sillas.
Todos los días el mismo video durante 8 horas, te tiran la comida sin cubiertos, como perros. Llevaron la comida quemada, otra cruda, es una burla, siendo que ellos se van al cuarto piso, tienen la mejor comida, se toman el tiempo que quieren, hacen lo que quieren… encima tienen el tupé de venir a provocarte y reírse en tu cara y te dicen “sí, yo te eché ¿y qué?”. Vos no sabés qué hacer…
Esos son los jefes, los gerentes, los que responden directamente a la gerencia. Gente muy soberbia que no se ablanda con nada. A lo mejor no tienen familia, porque los desplantes que te hacen son terribles.