El gobierno colombiano de Alvaro Uribe hizo público el viernes el texto del pacto de cooperación militar acordado con Washington en agosto. El tratado yanqui-colombiano permite a Estados Unidos el ingreso de centenares de militares y contratistas y la ocupación y uso de siete bases militares, así como de aeropuertos comerciales internacionales de Colombia.
Como señalamos en su momento, con el pretexto de “combatir al narcotráfico y al terrorismo” el narcoterrorista Uribe abre al uso de las fuerzas armadas yanquis un verdadero “collar” de bases militares a manera de cerco contra la Venezuela bolivariana, la Bolivia de Evo y el Ecuador de Correa. Junto al golpe oligárquico-fascista en Honduras, la reactivación de la 4ª Flota y el aún vigente Plan Colombia, este acuerdo es parte de la contraofensiva que el imperialismo norteamericano, tras su expulsión de la base ecuatoriana de Manta, descerrajó sobre América Latina para frenar el ascenso de la lucha antiimperialista de los pueblos, la multiplicación de gobiernos reformistas antiyanquis y la creciente penetración de sus rivales imperialistas europeos, rusos y chinos.
De hecho, el gobierno yanqui ya viene utilizando los “servicios” de Colombia para diversos trabajos sucios, en primer lugar contra Venezuela, como se vio en las últimas semanas con los actos de espionaje, provocación y terrorismo paramilitar en territorio venezolano.
Uribe, el agachado
El acuerdo no establece límites precisos en cantidad ni tipo de personal y equipos. Durante 10 años o más —porque el tratado contempla la posibilidad de renovarse indefinidamente— las fuerzas militares yanquis podrán cruzar y sobrevolar el territorio colombiano sin autorización expresa, y podrán construir edificios y estructuras militares en Colombia para su uso exclusivo. Los soldados ocupantes podrían cometer delitos contra la población y las leyes colombianas, pero responden sólo ante las autoridades militares norteamericanas.
Uribe mantuvo en secreto todas estas oprobiosas concesiones contra la soberanía colombiana, incluso después de la pasada cumbre de la Unasur en Bariloche.
Preparados
El acuerdo ata a Colombia a las estrategias mundiales de los imperialistas yanquis. Es un acto de sometimiento nacional similar a todos los que la servil oligarquía colombiana firmó con los yanquis desde que ordenó en 1948 el asesinato del dirigente nacionalista Jorge Eliécer Gaitán, obligando a ese pueblo a iniciar el camino de la lucha armada.
La sombra del intervencionismo imperialista yanqui ya se cierne en pleno corazón de América del Sur. Los pueblos de la región deben estar prevenidos.
02 de October de 2010