Trabajadores de la planta de la cervecera InBev en Jupille (Lovaina, Bélgica) “retuvieron” durante parte de la noche del 7 al 8 de enero a la dirección local de la empresa, en protesta contra 263 despidos en toda Bélgica (el 10% de su planta total de 2.700), 63 de ellos en la planta de Jupille. Retomaron así las prácticas de lucha “dura” que se popularizaron el año anterior en las fábricas francesas de Caterpillar, 3M, Hewlett Packard y Sony.
Los directivos fueron liberados en la madrugada, pero los trabajadores mantuvieron bloqueada la entrada y salida de productos en la planta.
InBev es un monopolio internacional que emplea a unos 120.000 trabajadores en más de 30 países. En 2008 se tragó la estadounidense Anheuser-Busch (AB) y creó la principal empresa cervecera del mundo, AB-InBev, dueña de marcas como Stella Artois, Beck’s y de marcas locales tales como Brahma y Quilmes. En el tercer trimestre del año pasado registró ganancias netas por 1.550 millones de dólares, un 61% más respecto al mismo período de 2008, cuando ganó “sólo” 690 millones de dólares.
Ahora, alegando la caída del consumo como consecuencia de la crisis en curso, pretende usar a los trabajadores como “variable de ajuste” para “racionalizar” la producción, es decir aumentar la explotación de los que queden para mantener su tasa de ganancia.
Fiat, en Sicilia
Pocos días antes, los trabajadores de la planta de Fiat en Termini-Imerese, cerca de Palermo (Sicilia) pararon la producción durante dos días, en protesta contra los planes del monopolio italiano de cerrar en este año dicha planta, que emplea a 1.400 obreros y empleados.
Ya habían llevado a cabo un paro el 14 de diciembre. Ese día, más de 10.000 trabajadores participaron en una masiva marcha. Días antes, la federación de los trabajadores mecánicos había parado la planta siciliana de Lea, proveedora de Fiat, también amenazada de cierre.
Sicilia tiene una de las tasas de desocupación más altas de Europa. El posible cierre de Fiat y sus proveedores sería un golpe mortal para su población y para toda Italia. Por eso, ya en mayo del año pasado 15.000 obreros de Fiat en toda Italia –encabezando los de Termini-Imerese en Sicilia y los de Pomigliano D’Arco cerca de Nápoles– manifestaron frente a la sede central de la empresa en Turín (norte del país) contra la desocupación, la precarización y el traslado de la producción automotriz al exterior. En esos días la Fiat pretendía quedarse con la Chrysler en crisis, y trataba –infructuosamente–de comprar la Opel, operadora europea de General Motors. Sus planes de “reestructuración” combinaban una inversión de 8.000 millones de dólares, el cierre de varias plantas y el “recorte” de miles de empleos, al tiempo que pretendía aumentar la producción en un 50%, construyendo nuevos modelos en las plantas de Chrysler en México y Canadá.
El proletariado italiano del automóvil tiene un largo historial de luchas, que se remonta a las ocupaciones y consejos de fábrica de 1919-1921 en el norte industrial, e incluye el poderoso movimiento del “veranos caliente” italiano de 1968-69. En 2002 una huelga de dos meses impidió, precisamente, el cierre de la planta de Termini-Imerese.
Crisis y perspectivas
Hay casi 23 millones de desocupados en los 27 países de la Unión Europea, y los ideólogos burgueses no sólo predican resignación para todo el 2010, sino que pronostican que el 2011 será peor.
El promedio de desempleo ronda el 10% de los trabajadores activos, pero en algunos casos las cifras son estremecedoras: en España suma poco menos del 20% (unos 4 millones de personas: se duplicaron en el último año y medio), y en Letonia más del 22%. Alemania y Francia están algo por debajo del 9%.
Las burguesías monopolistas europeas temen una nueva oleada de luchas “duras” como las que se vieron el año pasado, con “retención” de gerentes y tomas de fábrica con autodefensa para impedir la represión. Y sus economistas ya se previenen “teorizando” que habrá un período de “reactivación sin empleo”, sin decir, claro, que eso significa aumento de la producción con menos obreros y basado, por lo tanto, en mayor explotación.
Pero los casos de los cerveceros en Bélgica y los del automotor en Italia, y otros que se van conociendo en Estados Unidos y China, presagian que esos serán seguramente los rumbos de la clase obrera en Europa y otras regiones del mundo en 2010.