La revolución china en la etapa actual es, por su carácter, una revolución de las amplias masas populares, dirigida por el proletariado, contra el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático. Por amplias masas populares se entiende a todos los que son oprimidos, perjudicados o sojuzgados por el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, a saber: los obreros, campesinos, soldados, intelectuales, hombres de negocios y demás patriotas, como se indica claramente en el “Manifiesto del Ejército Popular de Liberación de China”, publicado en octubre de 1947.1 En el Manifiesto, “intelectuales” se refiere a todos los intelectuales perseguidos y sojuzgados; “hombres de negocios”, a toda la burguesía nacional perseguida y restringida, esto es, la burguesía media y pequeña; y “demás patriotas”, principalmente a los shenshi sensatos.La revolución china en la etapa actual es una revolución en la cual todos los arriba mencionados se unen para formar un frente único contra el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, y en la cual el pueblo trabajador constituye el cuerpo principal. Por pueblo trabajador se quiere decir todos los trabajadores manuales (los obreros, campesinos, artesanos, etc.) y los trabajadores intelectuales que, por su condición, están próximos a los primeros y que no son explotadores, sino víctimas de la explotación. El objetivo de la revolución china en la actual etapa no es abolir el capitalismo en general, sino derrocar la dominación del imperialismo, del feudalismo y del capitalismo burocrático y establecer una república de nueva democracia de las amplias masas populares, con los trabajadores como fuerza principal. No debemos abandonar a los shenshi sensatos que han cooperado y continúan cooperando con nosotros, que aprueban la lucha contra los EE.UU. y Chiang Kai-shek y que aprueban la reforma agraria. Tomemos por ejemplo a Liu Shao-pai de la región fronteriza de Shansí-Suiyuán, Li Ting-ming de la región fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia2 y otros, que nos prestaron bastante ayuda en los tiempos difíciles durante la Guerra de Resistencia contra el Japón y después de ella, y no obstaculizaron la reforma agraria ni se opusieron a ella cuando la llevábamos a cabo. Debemos, por tanto, continuar la política de unimos con ellos. Pero unimos con ellos no significa considerarlos como una fuerza que determine el carácter de la revolución china. Las fuerzas que determinan el carácter de una revolución son, por un lado, los principales enemigos y, por el otro, los principales revolucionarios. En la actualidad, nuestros principales enemigos son el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, mientras que las principales fuerzas en nuestra lucha contra esos enemigos son todos los trabajadores manuales e intelectuales, que representan el 90 por ciento de la población del país. Y esto determina que nuestra revolución en la actual etapa sea, por su carácter, una revolución democrática popular, de nueva democracia, diferente de una revolución socialista como la Revolución de Octubre.Un pequeño número de elementos de derecha de la burguesía nacional, que se adhieren al imperialismo, al feudalismo y al capitalismo burocrático y que se oponen a la revolución democrática popular, son también enemigos de la revolución, mientras que los elementos de izquierda de la burguesía nacional, adheridos al pueblo trabajador y opuestos a los reaccionarios, y el pequeño número de shenshi sensatos desprendidos de la clase feudal son también revolucionarios. Pero ni los primeros forman el cuerpo principal de los enemigos, ni los últimos el cuerpo principal de los revolucionarios. Ni los unos ni los otros son fuerzas que puedan determinar el carácter de la revolución.La burguesía nacional es una clase políticamente muy débil y vacilante. No obstante, la mayoría de sus componentes, por ser perseguidos y restringidos por el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, pueden, o incorporarse a la revolución democrática popular, o bien adoptar una posición neutral. Forman parte de las amplias masas populares, pero no constituyen ni su cuerpo principal, ni una fuerza que determine el carácter de la revolución. Sin embargo, es posible y necesario que nos unamos con ellos, porque son económicamente importantes y pueden incorporarse a la lucha contra los EE.UU. y Chiang Kai-shek o permanecer neutrales en esa lucha. Antes del nacimiento del Partido Comunista de China, el Kuomintang, dirigido por Sun Yat-sen, representaba a la burguesía nacional y desempeñaba el papel dirigente en la revolución china de esa época (revolución democrática inconsecuente de viejo tipo). Pero después que nació el Par-tido Comunista de China y demostró su capacidad, el Kuomintang ya no pudo asumir la dirección de la revolución china (revolución de nueva democracia). La burguesía nacional se incorporó al movimiento revolucionario de 1924-1927,3 y una buena parte de sus miembros se pasó, durante los años 1927-1931 (antes del Incidente del 18 de septiembre de 19314), a la reacción dirigida por Chiang Kai-shek. Pero de ningún modo debe considerarse por ello que durante ese período no debíamos tratar de ganarnos a la burguesía nacional en lo político, ni de protegerla en lo económico, o que nuestra política ultraizquierdista para con ella no fue una política aventurera. Por el contrario, en ese período, nuestra política debía seguir siendo la de proteger y ganamos a la burguesía nacional para poder concentrar nuestras fuerzas en la lucha contra los enemigos principales. En el período de la Guerra de Resistencia, la burguesía nacional participó en la guerra, vacilando entre el Kuomintang y el Partido Comunista. En la etapa actual, la mayoría de la burguesía nacional alimenta un odio creciente hacia los EE.UU. y Chiang Kai-shek; su ala izquierda se adhiere al Partido Comunista y su ala derecha, al Kuomintang, mientras que sus elementos intermedios adoptan una actitud de expectativa y vacilan entre los dos partidos. En estas circunstancias, nos es necesario y posible ganar a la mayoría de la burguesía nacional y aislar a la minoría. Para alcanzar este propósito, debemos ser prudentes al abordar la posición económica de esta clase y, en principio, debemos adoptar una política de protegerla sin hacer excepciones. De otro modo cometeríamos errores políticos. Los shenshi sensatos son terratenientes y campesinos ricos aislados que poseen una tendencia democrática. Tienen contradicciones con el capitalismo burocrático y el imperialismo y, en cierta medida, también con los terratenientes y campesinos ricos feudales. Nos unimos con ellos no porque sean una fuerza política de consideración, ni porque tengan importancia económica alguna (las tierras que poseen en virtud del sistema feudal deben entregarse, con su consentimiento, a los campesinos para la distribución), sino porque políticamente nos han prestado bastante ayuda durante la Guerra de Resistencia y la lucha contra los EE.UU. y Chiang Kai-shek. En el período de la reforma agraria, será provechoso para esta reforma en todo el país que algunos de los shenshi sensatos se pronuncien en su favor. En particular, esto nos ayudará a ganamos a los intelectuales (la mayoría de los cuales provienen de familias de terratenientes o de campesinos ricos), a la burguesía nacional (la mayoría de cuyos miembros están ligados a la tierra) y a los shenshi sensatos de todo el país (cuyo número alcanza a varios centenares de miles), y a aislar a la camarilla reaccionaria de Chiang Kai-shek, enemigo principal de la revolución china. Los shenshi sensatos, precisamente porque desempeñan este papel, forman parte también del frente único revolucionario contra el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático; por tanto, también debemos prestar atención al problema de unimos con ellos. Durante el período de la Guerra de Resistencia, lo que exigimos a los shenshi sensatos era que favorecieran la resistencia contra el Japón, la democracia (no oponerse al Partido Comunista) y la reducción de los arriendos y de los intereses; en la presente etapa, lo que les exigimos es que favorezcan la lucha contra los EE.UU. y Chiang Kai-shek, la democracia (no oponerse al Partido Comunista) y la reforma agraria. Si pueden actuar de esta manera, debemos unimos con ellos sin excepción y, al unimos con ellos, educarlos.
Notas
1. Primero de los ocho principios políticos expuestos en el “Manifiesto del Ejército Popular de Liberación de China”: 1. Unir a todas las clases y capas sociales oprimidas –obreros, campesinos, soldados, intelectuales y hombres de negocios–, todas las organizaciones populares, partidos democráticos, minorías nacionales, chinos de ultramar y demás patriotas; formar un frente único nacional; derrocar al gobierno dictatorial de Chiang Kai-shek, y establecer un gobierno democrático de coalición (Obras escogidas de Mao Tsetung, tomo IV, pág. 152).
2. Liu Shao-pai, shenshi sensato de la región fronteriza de Shansí-Suiyuán, fue elegido vicepresidente del Consejo Consultivo Provisional de esa región; Li Ting-ming shenshi sensato del Norte de la provincia de Shensí, fue elegido vicepresidente del gobierno de la región fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia.
3. La primera revolución fue la lucha revolucionaria antiimperialista y antifeudal mantenida de 1924 a 1927 por el pueblo chino bajo la dirección del Partido Comunista de China; el contenido principal de esta revolución lo constituyó la Expedición al Norte. La segunda revolución fue la lucha revolucionaria de 1927 a 1937 para crear y desarrollar el Poder rojo. La tercera revolución fue la Guerra de Resistencia contra el Japón, de 1937 a 1945 (Obras escogidas de Mao Tsetung, tomo IV, nota 10).
4. El “Ejército de Kuantung” de las fuerzas japonesas, acantonado en el Nordeste de China, atacó Shenyang el 18 de septiembre de 1931 y se apoderó de la ciudad. Cumpliendo la orden de Chiang Kai-shek de “no resistir en absoluto”, las tropas chinas acantonadas en Shenyang y en otros puntos del Nordeste (el Ejército del Nordeste) se retiraron al Sur de Shanjaikuan, de manera que las fuerzas japonesas ocuparon rápidamente las provincias de Liaoning, Chilin y Jeilungchiang. El pueblo chino llama Incidente del 18 de Septiembre a este acto de agresión de los invasores japoneses (Obras escogidas de Mao Tsetung, tomo I, “Sobre la táctica de la lucha contra el imperialismo japonés”, nota 4).