Los medios de comunicación franceses y alemanes, así como sus “economistas”, oficiales y oficiosos, están cambiando el eje de sus debates centrales. Ahora se orientan menos a la crisis que ellos llaman “financiera”, y comienzan a mirar con más interés, el conflicto gasífero, ruso-ucraniano, que pone en peligro el abastecimiento energético europeo, si bien al cierre de esta edición parecerían encaminarse a un acuerdo.
A partir del 1° de enero, Rusia cortó el abastecimiento de gas a Ucrania. El conflicto (que tuvo su inicio en 2006-2007) es según los rusos, debido a una deuda de 2,1 millones de dólares impagos por parte de Ucrania: 1,5 millones de deuda propiamente dicha, más 600 millones de penalidades, por retraso de pago en los vencimientos.
Así el contrato que terminó el 31 de diciembre, y que por dicho desacuerdo, no ha sido aun renovado, culminó con el corte de suministro con que amenazaba Rusia. Y proponen que además del pago de dicha deuda, el nuevo precio pase a ser de dólares 250 los 1.000 m3 de gas.
Para los ucranianos esto representa un importante aumento, puesto que hasta ahora pagaban 179,50 dólares los 1.000 m3. No obstante Ucrania propone pagar, en el nuevo contrato, 201 dólares los 1.000 m3 , pero a la vez pide un aumento en el precio que les cobra a los rusos por el pasaje del gasoducto (por territorio ucraniano), que lleva el gas ruso hacia Europa.
El 80% del gas ruso exportado a Europa pasa por Ucrania, de esta forma 300 millones de m3 de gas por día son exportados a Europa, y ésta depende del gas ruso, en el 20%, de sus necesidades. Durante estos días el conflicto se agravó y varios países europeos dejaron de recibir gas.
Para el consumidor ucraniano, el gas ruso pasó en los últimos tres años de 95 dólares a casi el doble, 179,5 dólares los 1.000 m3, mientras que lo que cobra Ucrania por el tránsito del gas (ruso hacia Europa) pasó de 1,6 a sólo 1,7 dólares lo que es “ilógico” según Víctor Iouchtchenko, presidente de Ucrania.
Todo esto se inscribe en una lucha interimperialista por el petróleo y el gas. Ucrania empuja a los europeos a que la apoyen en su demanda de ingreso a la OTAN, y cuenta con el apoyo de EU, Canadá, y los países bálticos.
Rusia ve esto como una entrada de la OTAN en sus propias puertas, y amenaza con dirigir sus misiles hacia Ucrania. Sin contar el apoyo que Ucrania dio a Georgia en su enfrentamiento con Rusia. Por ello Putin entiende que hay que hacerle pagar todas estas “traiciones”.
Francia, Alemania, Bélgica, e Italia, no apoyan la entrada de Ucrania a la Otan, pues su dependencia del gas ruso es importante, y no hay que poner nervioso al gran oso.
En este contexto, Alemania proyecta con Rusia la realización de un oleoducto por el Mar Báltico, que evitaría pasar por Ucrania, pero los yanquis se oponen, pues esto aumentaría la dependencia energética europea de los rusos, y proponen un camino por el sur que evitando Irán, traería, el petróleo, de Azerbadjian y Turkmenistan, pasando por Georgia (su aliado), y por Turquía, país de la órbita yanqui.
Es así como el conflicto por el gas entre Rusia y Ucrania presenta uno de los temas más calientes en la lucha interimperialista, y que será resuelto con un enfrentamiento entre ellas, que sólo podrá ser anulado por la lucha triunfante de revoluciones populares y de levantamientos del pueblo, como hoy se da en Grecia, la lucha estudiantil en Francia, las huelgas obreras en Alemania y en Italia, que están presagiando un 2009, duro para las clases dominantes imperialistas europeas.
03 de October de 2010