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03 de October de 2010

Lo que se oculta de Papel Prensa

6/9/10> Los Kirchner y Magnetto no dicen la verdad

Papel Prensa es la empresa que concentra la producción y comercialización del papel para los diarios de gran tirada en nuestro país. Nuestro Partido, hace ya más de 30 años investigó y denunció los chanchullos alrededor del traspaso de Papel Prensa de los Graiver, a un consorcio formado por los diarios Clarín, La Nación y La Razón.
Investigamos ésta y otras empresas, como parte de la necesaria denuncia del papel nefasto del socialimperialismo ruso por aquellos años (ver bibliografía). Porque, como dijimos en el número anterior, hacia 1976, cuando se produce el golpe de Estado videlista, y el “affaire” de Papel Prensa, el mundo era muy distinto al de hoy. Sobresalían entre los imperialismos dos superpotencias que se disputaban la primacía en todo el planeta: los EEUU y la URSS, donde, derrotada la clase obrera, se restauró el capitalismo, y se había transformado en una potencia imperialista.
Para los revolucionarios era imprescindible en esos años desenmascarar el papel de este nuevo imperialismo, que disputaba con ferocidad posiciones aquí y en el mundo, disfrazado de “socialista” y de “amigo de los pueblos”.

Los Graiver eran testaferros

En nuestro país, el Estado que surge de la restauración capitalista en la URSS, utilizó el vasto y antiguo trabajo entre la burguesía y los terratenientes, de infiltración y de armado de empresas, realizado por el PC de la Argentina, desde la década del 20. Esta labor, que en sus inicios estuvo al servicio de un proyecto revolucionario, se transformó en parte de una inmensa red económica, política y militar, subordinada a los designios de la nueva burguesía que se había apropiado del Estado en la URSS -y como denunció Mao Tsetung ya a comienzos de 1960- se había transformado en imperialista.
Los Graiver fueron parte de esta red, y estaban vinculados a una parte de ese poderoso aparato de esa “multinacional rusa”, que conformó el llamado “Grupo Gelbard”. Eran testaferros de un imperialismo, y en carácter de tales sacaron del país “centenares de millones de dólares que se apropiaron en el último período”, como denunció el PCR el 20 de abril de 1977, cuando estalla el “caso Graiver”. Juan Graiver, padre de David y de Isidoro, ya aparece vinculado a negocios en La Plata en la década del ’60. Se recuerda su participación en el vaciamiento del Banco Popular de La Plata, en el que estuvo involucrado Gelbard y otros personeros.
Su calidad de testaferros es la que explica, en el caso de David Graiver, al igual que otros personajes de este grupo, su espectacular desarrollo económico, por el cual en sólo cinco años pasó desde una pequeña inmobiliaria platense a “la cumbre del mundo financiero y empresarial, en el país y el extranjero: dos bancos en EEUU, uno en Bruselas y otro en Suiza. Principal accionista en muchísimas empresas, entre otras Papel Prensa. Ex ‘asesor’ del ministro Manrique y luego del ministro Gelbard. Dueño del Banco Comercial de La Plata y del Banco de Hurlingham” (El caso Graiver, Irene Capdevila, Ed. Agora).
Dice Capdevila en el libro citado que “la modalidad de penetración a través de testaferros no es un invento o una habilidad de la burguesía monopolista rusa”, y que fue utilizado por otros imperialismos en nuestro país, particularmente por los ingleses.
Volviendo a Graiver, hay un hecho de su vida personal que revela su carácter de testaferro, es decir que la fortuna que manejaba no era propia. A comienzos de 1976, David Graiver se divorcia de su primera mujer, y la sentencia judicial establece que a ella le corresponde una suma menor a los 10.000 dólares, y un coche Peugeot. Esto, en momentos que el “Dudy” manejaba millones de dólares en distinta operaciones, acá, en Nueva York o en Bruselas.
Dudy Graiver comienza su ascenso meteórico durante la dictadura de Lanusse, es decir en el momento en que el socialimperialismo ruso pasa a tener un precario predominio entre los sectores imperialistas y de clases dominantes que se disputaban nuestro país. Una hija de Lanusse, Virginia, fue su secretaria privada. Todos los personeros de esta “multinacional”, Graiver, Gelbard, Madanes, etc., utilizaron de manera más abierta o encubierta los resortes estatales para aumentar y diversificar sus negocios.
“La regla para expandir sus negocios era el manejo doloso de los préstamos (usando el dinero de los depositantes), firmas fraguadas de supuestos titulares de créditos, mesas de dinero al margen de la ley, tráfico ilegal de divisas hacia fuera y dentro del país, chantaje, amenazas, todo ello mediante el uso de armas tan poderosas como el control por sus mandantes del sistema económico y financiero oficial y la acción de influyentes altamente situados en los medios políticos decisorios, nacionales y en otros países”, dice Carlos Echagüe en El socialimperialismo ruso en la Argentina, de 1986.

Graiver y los Montoneros

Hacia 1974, con Gelbard en el Ministerio de Economía, la multinacional rusa profundiza su crecimiento. Es en ese momento que el grupo Graiver pasa a “administrar” una parte del dinero obtenido por los Montoneros en el secuestro de los hermanos Born, 17 millones de dólares según algunas versiones. Gran tema para investigar: ¿Cómo un socio del entonces ministro de Economía de Perón, era al mismo tiempo a quien los Montoneros le entregaban una suculenta parte de sus redituables secuestros? ¿Qué unía a Graiver y Gelbard con Firmenich?

La “venta” de Papel Prensa
La diversidad de operaciones de estafa en las que estuvo involucrado Graiver (que sería largo detallar pero que incluye la quiebra fraudulenta de un banco en EEUU, el American Bank and Trust, sustrayendo 50 millones de dólares de sus depositantes, y del BAS de Bruselas), sumado a su carácter de administrador de fondos montoneros, y particularmente la disputa abierta entre distintos sectores dentro de la dictadura, entre Videla-Viola y Camps-Menéndez, Massera, etc., hicieron necesario que la familia Graiver se deshiciera de las empresas.
Siguen aquí lo que Capdevila denomina “una vieja maniobra del aparato financiero del socialimperialismo en la Argentina… el traspaso de la propiedad de acciones de empresas “quemadas” a nuevos “empresarios”.
Esto es lo que sucedió con Papel Prensa, adquirida extorsivamente por Graiver a Civita, su primer dueño, con fondos aportados mayormente por el Estado, que era socio minoritario, gracias a Gelbard. ¿Cómo fue la venta de Papel Prensa de los Graiver a los diarios? Digamos en primer lugar que no fue, ni como dice la presidenta, ni como afirma el grupo Clarín. Ambos ocultan la pertenencia de los Graiver al aparato socialimperialista, así como las vinculaciones de éstos con connotados personajes de la vida política y militar argentina.
Para no “mentar la soga en la casa del ahorcado”, el gobierno no dice una palabra de la operación por la cual los Graiver, por ejemplo, pasaron sus acciones en el diario La Opinión al grupo Lanusse, a comienzos de 1977. Ocultan también que antes, en 1976, Graiver financió al vespertino La Tarde que dirigió Héctor Timerman, actual canciller de los Kirchner. Así como Clarín oculta que los síndicos titulares y suplentes del directorio de Papel Prensa, una vez comprado por el consorcio de los tres diarios, fueron los mismos que cuando Graiver era el “dueño”.
Videla, Martínez de Hoz y Viola operaron a favor de esa transferencia de acciones antes que estallara el escándalo del “caso Graiver” por el vaciamiento de los bancos BAS y ABT, porque respondían políticamente a ese sector imperialista. Los sectores fascistas rivales, proyanquis o de otros imperialismos, no dudaron en usar el secuestro y la tortura para dirimir cuentas con los videlistas. Eso explica los secuestros y torturas de la familia Graiver, de Jacobo Timerman o de Edgardo Sajón, por ejemplo, quien había sido vocero del general Lanusse.
Lo que ahora el gobierno kirchnerista quiere mostrar como un “crimen de lesa humanidad”, y Magnetto como una “compra legítima”, fue un capítulo más de un vasto operativo para garantizar que Papel Prensa, entre otras empresas y bancos, quedara en la órbita de la “multinacional rusa”, a la que también pertenecía el grupo frigerista dueño de Clarín.
Hoy se pretende hacer aparecer a los Graiver como unos “pobres” empresarios nacionales apretados por la dictadura para vender Papel Prensa a los “malos” dueños de Clarín y Nación. Pero este esquema no puede explicar que el presidente de Papel Prensa mientras “pertenecía” a los Graiver –desde fines de 1973 hasta el 31 de enero de 1977- fuera Pedro Jorge Martínez Segovia, primo y socio del ministro de Economía de la dictadura, Martínez de Hoz.