A última hora del miércoles 13 de octubre, cuando todos los medios estaban centrados en el rescate de los mineros en Chile, el gobierno kirchnerista hizo público un acuerdo por el que aceptaba el ingreso de Telefónica de España en Telecom Argentina –por intermedio de su empresa participada Telecom Italia–, cerrando la investigación oficial por “concentración monopólica”. El acuerdo fue anunciado en la Casa Rosada luego de una reunión de los directivos de Telefónica de España, de Telecom Italia y de los socios locales de esta última, el Grupo Werthein, con la presidenta Cristina Kirchner, la misma que el 19 de enero de este año había dicho: “Es propiedad inalienable del Ejecutivo aplicar la ley antimonopolio en la Argentina. (…) Que la Justicia cristalice situaciones de monopolio es ir en contra de los intereses de los argentinos”.
El conflicto por el control de Telecom Argentina llevaba más de dos años. Comenzó como una pelea entre sus dos socios y siguió con la intervención del gobierno que ordenó a Telecom Italia desinvertir y hasta amenazó con “estatizar” la empresa de telecomunicaciones por “riesgo de monopolio”. Tras fracasar en todo los intentos de que empresarios “amigos” (Eurnequian, Elztain, etc.) adquieran la parte de las acciones de Telecom Italia, los Werthein terminaron acordando que los italianos (y tras ellos los españoles, a través de Telco) aumenten su participación del 50 al 58% en Telecom Argentina, con lo que queda más claro aún quienes son sus controlantes. Aunque no falta quien diga que ese 8% de las acciones serían el precio “en especie” del acuerdo con el matrimonio gubernamental. Lo extraño de todo esto es que nunca se accionó contra la posición monopólica que había adquirido Telefónica, a través de su empresa controladora en Europa, Telco, sobre Telecom. Cuestión que ahora se blanquea, pero no para cuestionarla sino que para aceptar que eso sea así, a cambio de la promesa de los imperialistas españoles de que no van a abusar de esa posición. ¡Andá a creerles!