Tras el asesinato de Mariano Ferreyra, se puso en primer plano la situación de centenares de miles de trabajadores tercerizados. Esta precarización laboral tuvo un gran auge durante el menemismo y fue sostenida a rajatabla por el actual gobierno, durante siete años.
El mecanismo perverso es conocido: las empresas, para superexplotar más, inventaron subsidiarias o contratistas, de variadas formas, encuadrando a los trabajadores en regímenes en negro, o por agencia, o en convenios menos favorables que los efectivos de esa misma empresa.
Tras el asesinato de Mariano Ferreyra, se puso en primer plano la situación de centenares de miles de trabajadores tercerizados. Esta precarización laboral tuvo un gran auge durante el menemismo y fue sostenida a rajatabla por el actual gobierno, durante siete años.
El mecanismo perverso es conocido: las empresas, para superexplotar más, inventaron subsidiarias o contratistas, de variadas formas, encuadrando a los trabajadores en regímenes en negro, o por agencia, o en convenios menos favorables que los efectivos de esa misma empresa.
Esto es lo que quedó en evidencia para millones tras el ataque de la asociación ilícita patota-jerarcas sindicales-funcionarios, en el ferrocarril Roca.
Ahora el gobierno intenta ponerle parches a la situación, y se muestra “preocupado” por los trabajadores, tratando de ocultar que es socio de las tercerizadas, en muchos casos. Porque la tercerización es parte de la viga maestra de la política kirchnerista, aplicada con la complicidad de los jerarcas sindicales traidores: bajos salarios, trabajo en negro y flexibilizado, jubilaciones y pensiones en la línea de indigencia, planes sociales de hambre.
Los tercerizados del Roca despedidos han logrado, hasta ahora, la reincorporación de un centenar de compañeros, pero a las mismas empresas tercerizadas, no a la planta permanente. La pelea sigue y se extiende a otros sectores del ferrocarril.