El actual período de distensión en las relaciones entre las superpotencias, y entre los países del Pacto de Varsovia y los del Pacto del Atlántico Norte (OTAN), no puede ocultar el proceso de gran reagrupamiento de fuerzas que se ha abierto a escala mundial. Proceso semejante al que precedió a las dos guerras mundiales de este siglo. La caída del Muro de Berlín y la posibilidad de una reunificación que transforme a Alemania en una superpotencia que rediscuta las fronteras europeas posteriores a la guerra, ha demostrado la precariedad de la situación actual. Las consecuencias de este proceso (quién se aliará con quién y contra quién) son aún imprevisibles ya que el objetivo de este reagrupamiento es la lucha por el dominio del mundo. Todos los acontecimientos mundiales actuales desde la represión de la plaza Tienanmen, en China, hasta el fin del Muro de Berlín que levantó Jruschov en 1961; o desde los acontecimientos recientes en la lucha de la guerrilla salvadoreña hasta los cambios de Cuba, o en la política argentina con posterioridad al 8 de julio de 1989, todos están relacionados, de una u otra manera, con este proceso mundial y son imposibles de ser entendidos en sus matices y efectos al margen del mismo.