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11 de November de 2010


Vigencia de la Teoría de los Tres Mundos

Documentos del PCR / tomo 6

En rela­ción a los cam­bios pro­du­ci­dos en la situa­ción inter­na­cio­nal en la déca­da del 80 se dis­cu­te la vigen­cia actual de la teo­ría de los Tres Mundos.

En rela­ción a los cam­bios pro­du­ci­dos en la situa­ción inter­na­cio­nal en la déca­da del 80 se dis­cu­te la vigen­cia actual de la teo­ría de los Tres Mundos.
Corresponde dife­ren­ciar en esa teo­ría los ele­men­tos coyun­tu­ra­les, refe­ri­dos al momen­to pre­ci­so en que ella fue for­mu­la­da, de aque­llos que hacen al aná­li­sis de un perío­do rela­ti­va­men­te más pro­lon­ga­do de la polí­ti­ca inter­na­cio­nal de post­gue­rra.
La teo­ría de los Tres Mundos es una sín­te­sis cien­tí­fi­ca de la lucha de cla­ses a esca­la mun­dial for­mu­la­da por Mao a media­dos de la déca­da del 70. Analiza las con­tra­dic­cio­nes fun­da­men­ta­les del mundo con­tem­po­rá­neo sobre la base de la teo­ría de Lenin sobre la época. Lenin defi­nió la época actual como “la época del impe­ria­lis­mo y la revo­lu­ción pro­le­ta­ria”. Y demos­tró que el impe­ria­lis­mo trae como con­se­cuen­cia la divi­sión del mundo ente­ro en nacio­nes opre­so­ras y nacio­nes opri­mi­das, con el pro­le­ta­ria­do inter­na­cio­nal luchan­do al lado de estas últi­mas. Esta divi­sión del mundo actual –que los revi­sio­nis­tas del mar­xis­mo y los teó­ri­cos de la bur­gue­sía dan por supe­ra­da– es la divi­sión bási­ca para ana­li­zar la situa­ción inter­na­cio­nal. Esa divi­sión del mundo entre nacio­nes opre­so­ras y opri­mi­das era, para Lenin, y es para los mar­xis­tas-leni­nis­tas, “la esen­cia del impe­ria­lis­mo”, y sólo desa­pa­re­ce­rá con la desa­pa­ri­ción de éste. Esta divi­sión es la base para toda línea polí­ti­ca
inter­na­cio­nal y nacio­nal del pro­le­ta­ria­do. Puesto que, como demos­tró Lenin no es igual “desde el punto de vista de la opre­sión nacio­nal la situa­ción del pro­le­ta­ria­do de las nacio­nes opre­so­ras y opri­mi­das” … ni en el aspec­to eco­nó­mi­co, ni en el polí­ti­co, ni en el ideo­ló­gi­co, ni en el espi­ri­tual, etc.”.
Lenin demos­tró tam­bién la ley del desa­rro­llo desi­gual, y a sal­tos, de los paí­ses impe­ria­lis­tas y la inevi­ta­bi­li­dad, por lo tanto, de que recu­rran a la gue­rra para repar­tie­se el mundo.
La teo­ría de los Tres Mundos con­si­de­ra que en la actua­li­dad los Estados Unidos y la URSS cons­ti­tu­yen el Pri­mer Mundo. Fuerzas inter­me­dias como Japón, Europa y Canadá el Segun­do Mundo y toda Asia (con excep­ción de Japón) toda Áfri­ca y América Latina, per­te­ne­cen al Tercer Mundo Esa teo­ría maoís­ta no con­cier­ne sola­men­te a las rela­cio­nes entre Estados y nacio­nes. Se refie­re a la cues­tión clave de la lucha de cla­ses a nivel mun­dial ya que, la lucha nacio­nal, como tam­bién plan­teó Lenin, es, en últi­mo tér­mi­no, un pro­ble­ma de la lucha de cla­ses, y por­que la lucha anti­im­pe­ria­lis­ta de las nacio­nes opri­mi­das es parte inte­gran­te del movi­mien­to socia­lis­ta del pro­le­ta­ria­do mun­dial. Como demues­tra la expe­rien­cia his­tó­ri­ca de la post­gue­rra los pue­blos opri­mi­dos sólo pue­den triun­far en el com­ba­te con­tra la opre­sión que les impo­ne el “avan­za­do y civi­li­za­do” capi­ta­lis­mo, si se unen estre­cha­men­te con el pro­le­ta­ria­do inter­na­cio­nal.
La enor­me mayo­ría de la pobla­ción de la tie­rra per­te­ne­ce a los pue­blos del Tercer Mundo y lucha deno­da­da­men­te por su libe­ra­ción. Esta lucha debi­li­ta, soca­va y des­com­po­ne al impe­ria­lis­mo y al socia­lim­pe­ria­lis­mo. Sin nin­gu­na duda la suer­te del com­ba­te mun­dial del pro­le­ta­ria­do por el socia­lis­mo, con sus vuel­tas y revuel­tas, con sus perío­dos de ascen­so y des­cen­so, de flujo y reflu­jo, de triun­fos y derro­tas, depen­de­rá his­tó­ri­ca­men­te, para su triun­fo, del triun­fo de la lucha anti­im­pe­ria­lis­ta de los pue­blos del Tercer Mundo.
Para la teo­ría de los Tres Mundos, la URSS y los EE.UU. son los mayo­res explo­ta­do­res, opre­so­res y agre­so­res en el campo inter­na­cio­nal. El ene­mi­go común de los pue­blos del mundo ente­ro, y su dis­pu­ta por la hege­mo­nía mun­dial lle­va­rá inevi­ta­ble­men­te a una con­fla­gra­ción mun­dial. Según la teo­ría de los Tres Mundos las dos super­po­ten­cias recu­rren al hege­mo­nis­mo “para pre­pa­rar la gue­rra” y, a la vez, el domi­nio mun­dial es “el obje­ti­vo que per­si­guen para desa­tar­la”. Toda la his­to­ria de la déca­da del 80 ejem­pli­fi­ca y demues­tra la jus­te­za de esas tesis maoís­tas con las agre­sio­nes per­ma­nen­tes de las dos super­po­ten­cias en Asia, Áfri­ca y América Latina y su dis­pu­ta por el domi­nio mun­dial. Y los acon­te­ci­mien­tos recien­tes, en pleno perío­do de dis­ten­sión en las rela­cio­nes entre los Estados Unidos y la URSS, tanto en América Central como en Afganistán, en Camboya, en el Medio Oriente, demues­tran lo mismo.
Los pue­blos del Ter­cer Mundo están a la cabe­za en la lucha con­tra las super­po­ten­cias hege­mó­ni­cas. Por su lado los paí­ses del Segundo Mundo, paí­ses desa­rro­lla­dos, tie­nen con­tra­dic­cio­nes tanto con los paí­ses del Primer Mundo como con los del Tercer Mundo. Así lo demues­tran los suce­sos actua­les en el Este euro­peo y la lucha de los paí­ses de esa región por sacu­die­se el yugo sovié­ti­co. Y lo demues­tra, tam­bién, la cre­cien­te inde­pen­den­cia de los paí­ses euro­peos y Japón fren­te a los yan­quis. Estas riva­li­da­des no impli­can la desa­pa­ri­ción de las con­tra­dic­cio­nes de los paí­ses del Segundo Mundo con los del Tercer Mundo, a los que ellos tam­bién quie­ren some­ter a su domi­nio.
El clima de dis­ten­sión actual no ha sig­ni­fi­ca­do un cam­bio impor­tan­te en el hecho de que tanto los EE.UU., como la URSS, tie­nen cen­te­na­res de miles de hom­bres de sus fuer­zas arma­das des­pa­rra­ma­dos por el mundo, en bases, en su flota de gue­rra, como ase­so­res mili­ta­res, etc..
En la déca­da del 80 se han pro­du­ci­do, como vimos, cam­bios impor­tan­tes en la corre­la­ción de fuer­zas entre las super­po­ten­cias. La déca­da del 70 fue una déca­da de expan­sión agre­si­va, des­en­fre­na­da, de la URSS, en la penín­su­la indo­chi­na, Afganistán, Medio Oriente, Cuerno de Áfri­ca, Angola y Áfri­ca Sudoccidental, América Central y América del Sur (su mano estu­vo tras el inten­to de la dic­ta­du­ra argen­ti­na de ir a la gue­rra con Chile en 1978). Pero, como dijo Mao en 1975: “su fuer­za está por deba­jo de su vora­ci­dad”, y su ofen­si­va, entra­ña­ba la derro­ta. En la déca­da del 80 los EE.UU. logra­ron rever­tir par­cial­men­te esto y se esta­ble­ció una situa­ción que nues­tro Quinto Congreso defi­nió como de “equi­li­brio ines­ta­ble y pre­ca­rio entre las dos super­po­ten­cias”. Este equi­li­brio no anuló su dis­pu­ta. Todo lo con­tra­rio. Pero anuló, momen­tá­nea­men­te, a ambas, para expan­dir­se en la medi­da de sus deseos. Esto favo­re­ció “tran­si­to­ria­men­te, el avan­ce de las otras poten­cias impe­ria­lis­tas como Alemania Federal, Japón, Italia, Inglaterra, en Occidente, y ten­den­cias sepa­ra­tis­tas en el Este euro­peo y dio alas inde­pen­den­tis­tas a los paí­ses del Tercer Mundo.” (Quinto Congreso del PCR. Documentos. Página 56).
Los cam­bios pro­du­ci­dos en los últi­mos años de la déca­da del 80 no qui­tan vali­dez a lo afir­ma­do por Mao en febre­ro de 1976: “Los EE.UU. tie­nen inte­re­ses que pro­te­ger en el mundo, mien­tras que la URSS quie­re la expan­sión: esto es inal­te­ra­ble.”
No es cier­to –como afir­mó Carlos Menem en los EE.UU.– que la URSS “se encie­rra sobre sí misma “ por los pro­ble­mas que debe afron­tar actual­men­te. Todo lo con­tra­rio. Su acti­vi­dad diplo­má­ti­ca se ha inten­si­fi­ca­do, inclu­so en áreas que antes esta­ban rela­ti­va­men­te veda­das para su inter­ven­ción diplo­má­ti­ca direc­ta, como es el caso de América Central. En el caso par­ti­cu­lar de nues­tro país la pre­sión sovié­ti­ca en el últi­mo perío­do se ha hecho des­ca­ra­da ya que, como afir­mó Olg Klimov, pre­si­den­te de la com­pa­ñía sovié­ti­ca Exportkhleb, de comer­cio exte­rior, “la URSS com­pra donde le resul­ta más bara­to” (Clarín: 28-10-89) y los expor­ta­do­res argen­ti­nos debe­rán com­pe­tir, afir­mó, si quie­ren man­te­ner sus ven­tas a la URSS, con los gra­nos sub­si­dia­rios por los Estados Unidos y la Comunidad Económica Europea bajan­do sus pre­cios de expor­ta­ción, y rea­li­zan­do nue­vas con­ce­sio­nes al socia­lim­pe­ria­lis­mo.
Tampoco es cier­to, como afir­man algu­nos teó­ri­cos del gobier­no mene­mis­ta, que los EE.UU., la URSS y las poten­cias impe­ria­lis­tas se “des­preo­cu­pan” por el Tercer Mundo, y que, en la medi­da en que los paí­ses del mismo no se engan­chen con los pla­nes “moder­ni­za­do­res” en boga serán “aban­do­na­dos” por los paí­ses cen­tra­les. No es cier­to que deba­mos “subir­nos como poda­mos, inclu­so en el fur­gón de cola” de los pla­nes actua­les del impe­ria­lis­mo. Por el con­tra­rio: las poten­cias impe­ria­listas se moder­ni­zan, se rea­gru­pan y pla­ni­fi­can para opri­mir aún más feroz­men­te a nues­tros paí­ses.
Tampoco es cier­to que los pue­blos del Tercer Mundo han per­di­do impor­tan­cia en la polí­ti­ca mun­dial. Fueron los gol­pes demo­le­do­res de la gue­rri­lla afga­na y cam­bo­ya­na y la lucha heroi­ca de los gue­rri­lle­ros eri­treos, los que juga­ron un papel rele­van­te en el esta­lli­do de la cri­sis polí­ti­ca en la Unión Soviética, al demos­trar que tam­bién su Ejército y el pro­pio socia­lim­pe­ria­lis­mo es un “tigre de papel”, como afir­mó Mao. Y ha sido el fra­ca­so rei­te­ra­do del impe­ria­lis­mo yan­qui en su polí­ti­ca inter­ven­cio­nis­ta en América Central, en Libia y en el Medio Oriente, el que ha pues­to de mani­fies­to su deca­den­cia impe­rial ante los ojos del mundo ente­ro.
Incluso no les va bien a yan­quis y rusos con los resul­ta­dos de las elec­cio­nes que se han rea­li­za­do en América Latina (México, Brasil, Argentina, Uruguay, e inclu­so en otros paí­ses). Los gobier­nos y fuer­zas que han sur­gi­do de esos pro­ce­sos no son sim­ple “facha­da demo­crá­ti­ca de la polí­ti­ca yan­qui”, como dicen sec­to­res pro­so­vié­ti­cos, reve­lan­do que no les va bien a estos con ellos, y tam­po­co les va mejor a los yan­quis.
Ambas super­po­ten­cias recu­rren a nue­vos dis­fra­ces y teo­rías para jus­ti­fi­car sus aven­tu­ras expan­sio­nis­tas. Se dis­fra­zan de cor­de­ro, como la URSS en Europa y Asia. O pre­tex­tan luchar con­tra el nar­co­trá­fi­co como jus­ti­fi­ca­ti­vo “moral” del inter­ven­cio­nis­mo yan­qui en América del Sur y América Central. Pero serán des­en­mas­ca­ra­dos, una y otra vez, por los pue­blos del Tercer Mundo y las nacio­nes opri­mi­das, por­que la ten­den­cia mun­dial que se con­so­li­da es hacia la rebe­lión de los pue­blos opri­mi­dos y hacia la inde­pen­den­cia de las nacio­nes y paí­ses.
La Novena Conferencia Cumbre de Jefes de Estado o de Gobierno de los Países No Alineados, que se rea­li­zó del 4 al 7 de sep­tiem­bre de 1989 en Belgrado, fue repre­sen­ta­ti­va del for­ta­le­ci­mien­to de este movi­mien­to, por la asis­ten­cia récord a esa reu­nión de paí­ses no ali­nea­dos y Estados obser­va­do­res e invi­ta­dos. Esto desau­to­ri­za, en parte, la opi­nión según la cual ese movi­mien­to no tiene lugar en el mundo actual.
Los paí­ses, pue­blos y nacio­nes del Tercer Mundo son la fuer­za anti­im­pe­ria­lis­ta prin­ci­pal del mundo actual y lo segui­rán sien­do por un tiem­po pro­lon­ga­do. Juzgando la situa­ción en su con­jun­to, siguen exis­tien­do con­di­cio­nes favo­ra­bles para el desa­rro­llo y for­ta­le­ci­mien­to de las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias anti­im­pe­ria­lis­tas del Tercer Mundo y es muy difí­cil para las super­po­ten­cias aplas­tar este movi­mien­to, por­que sus fuer­zas repre­si­vas son limi­ta­das para enfren­tar­lo, exis­ten con­flic­tos entre las super­po­ten­cias y las fuer­zas impe­ria­lis­tas del Segundo Mundo, y la lucha por la hege­mo­nía en Europa con­su­me lo prin­ci­pal de sus ener­gías.
Si bien nos opo­ne­mos a las dos super­po­ten­cias y a todos los impe­ria­lis­mos, sigue sien­do váli­do explo­tar sus dife­ren­cias. Cuando se atizó la riva­li­dad yan­qui-sovié­ti­ca por el pre­do­mi­nio en la Argentina, duran­te la dic­ta­du­ra violo-vide­lis­ta, fue líci­to apro­ve­char la cam­pa­ña de los yan­quis por los
dere­chos huma­nos con­tra los sec­to­res liga­dos al socia­lim­pe­ria­lis­mo ruso que hege­mo­ni­za­ban esa dic­ta­du­ra. Lo mismo cuan­do la dic­ta­du­ra pre­ten­dió ir a la gue­rra con­tra Chile, uti­li­zan­do la dis­pu­ta del Beagle como pan­ta­lla de la polí­ti­ca expan­sio­nis­ta de la URSS, que pro­cu­ra­ba abas­te­cer de armas a las Fuerzas Armadas argen­ti­nas y lograr con­ce­sio­nes estra­té­gi­cas. Durante la gue­rra de Malvinas, fue correc­to tra­tar de apro­ve­char esa riva­li­dad a favor de la lucha por la recu­pe­ra­ción del terri­to­rio nacio­nal ocu­pa­do por el impe­ria­lis­mo inglés. También la riva­li­dad inte­rim­pe­ria­lis­ta, la con­tra­dic­ción entre las super­po­ten­cias y dife­ren­tes poten­cias impe­ria­lis­tas, si bien es una con­tra­dic­ción secun­da­ria, puede ser apro­ve­cha­da en la lucha nacio­nal y de cla­ses en el país, en torno a la lucha por la amplia­ción del mer­ca­do inter­no, la defen­sa de la indus­tria, etc.
Por otro lado la lucha de los pue­blos, paí­ses y nacio­nes del Tercer Mundo con­tra las dos super­po­ten­cias, esti­mu­la tam­bién la reor­ga­ni­za­ción y la acu­mu­la­ción de fuer­zas del movi­mien­to obre­ro y revo­lu­cio­na­rio de los paí­ses avan­za­dos, en donde no exis­te una situa­ción revo­lu­cio­na­ria direc­ta que per­mi­ta a esas fuer­zas plan­te­ar­se en lo inme­dia­to la toma del poder.