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11 de November de 2010

Desde 5 a 7

Comite Central – 29, 30 de junio y 1º de julio de 1990.

Documentos del PCR / tomo 6

5. La inter­na pero­nis­ta que se desa­rro­lló en el mes de julio de 1988 se cons­ti­tu­yó en un hecho polí­ti­co nacio­nal. En ella triun­fó Menem sobre Cafiero en casi todo el país. El resul­ta­do pro­du­jo un cam­bio brus­co de la situa­ción polí­ti­ca nacio­nal y abrió un perío­do de gran­des cam­bios y rea­gru­pa­mien­tos de fuer­zas. Se entró en un nuevo momen­to polí­ti­co.
Los resul­ta­dos demos­tra­ron que en las com­ple­jas con­di­cio­nes pos­te­rio­res a la dic­ta­du­ra mili­tar, las masas obre­ras y popu­la­res (en espe­cial las influen­cia­das por el pero­nis­mo) bus­ca­ban un cami­no para ter­mi­nar con la polí­ti­ca anti­po­pu­lar y anti­na­cio­nal del alfon­si­nis­mo, rea­gru­par sus fuer­zas y pasar a la con­tra­o­fen­si­va. Castigaron el 6 de sep­tiem­bre esa polí­ti­ca en las urnas. Descontentos con la con­ci­lia­ción de Cafiero con Alfonsín, la mayo­ría se apar­tó de él en la inter­na del PJ. Un hecho que tuvo mucha impor­tan­cia fue el enfren­ta­mien­to en ese momen­to de Cafiero con la corrien­te sin­di­cal y polí­ti­ca lide­ra­da por Lorenzo Miguel. La clase obre­ra se unió mayo­ri­ta­ria­men­te en el apoyo a Menem, y esto influen­ció a sec­to­res muy vas­tos. Grandes sec­to­res de masas, espe­cial­men­te los más explo­ta­dos por la polí­ti­ca ofi­cial, tuvie­ron con­fian­za en que el triun­fo de Menem iba a ser posi­ti­vo para ellas. Y como seña­ló el Comité Central del 10/10/88:
“no sólo masas pero­nis­tas, un sec­tor muy impor­tan­te de muje­res, jóve­nes y capas medias bajas (cuen­ta­pro­pis­tas y jubi­la­dos) que vota­ron por Alfonsín o al Partido Intransigente en 1983, 1985 e inclu­so 1987, tie­nen expec­ta­ti­vas espe­ran­za­das en un posi­ble triun­fo elec­to­ral mene­mis­ta. Una espe­ran­za con gran­des inte­rro­gan­tes. Pero espe­ran­za de que logra­rán un ali­vio a su actual situa­ción des­es­pe­ran­te. Una espe­ran­za que no mella su deci­sión de luchar por mejo­rar ya sus con­di­cio­nes de vida y de tra­ba­jo”.

El resul­ta­do de la inter­na pero­nis­ta tras­to­có los acuer­dos de las cla­ses domi­nan­tes. Agudizó la lucha inter­na en la UCR, dado que en agos­to ya las encues­tas daban gana­dor a Menem. Igualmente suce­dió en todos los par­ti­dos y dejó sin posi­bi­li­da­des pro­pias a las fuer­zas social­cris­tia­nas y social­de­mó­cra­tas. Los social­de­mó­cra­tas euro­peos tuvie­ron mucha fuer­za en el entor­no de Alfonsín, y se esfor­za­ron por tomar posi­cio­nes alre­de­dor de Cafiero.
El social­cris­tia­nis­mo, a tra­vés de fun­da­cio­nes como la Konrad Adenauer, apoyó finan­cie­ra y polí­ti­ca­men­te a Cafiero. Pero no veía con desa­gra­do ni con­si­de­ra­ba malo para sus inte­re­ses el posi­ble triun­fo elec­to­ral de Angeloz. En el terre­no sin­di­cal se pro­du­jo un rea­gru­pa­mien­to de fuer­zas con nue­vas alian­zas y enfren­ta­mien­tos. Se pola­ri­zó aun más el movi­mien­to estu­dian­til en el que Franja Morada logró rever­tir la ten­den­cia decli­nan­te que se mani­fes­ta­ba en 1987 y ganó nume­ro­sas elec­cio­nes de cen­tros.
–    El triun­fo de Menem del 9 de julio con­tri­bu­yó a ter­mi­nar de hun­dir las varian­tes que pre­ten­dían recau­chu­tar el Plan Austral, lucha en la que nues­tro Partido jugó un papel muy des­ta­ca­do. Y el resul­ta­do de la inter­na pero­nis­ta abrió tam­bién una nueva ins­tan­cia en la cri­sis mili­tar, por cuan­to Caridi vio debi­li­tar­se en la direc­ción del pero­nis­mo a quie­nes en Semana Santa y en enero de 1988 habían res­pal­da­do sin reta­ceos a la cúpu­la del Ejército. Y de hecho se replan­teo una cues­tión: yan­quis, rusos, y la mayo­ría de los euro­peos, vie­nen cabal­gan­do desde 1971 pre­do­mi­nan­te­men­te en la corrien­te libe­ral. Especialmente los pro­so­vié­ti­cos. Los apo­yan por­que son impe­ria­lis­tas y la corrien­te libe­ral es ideo­ló­gi­ca­men­te inver­te­bra­da, proim­pe­ria­lis­ta y pro­te­rra­te­nien­te. La corrien­te nacio­na­lis­ta –como se demos­tró en abril/mayo de 1982– no les es con­fia­ble por cuan­to puede trans­for­mar­se fácil­men­te en anti­im­pe­ria­lis­ta. Para las super­po­ten­cias en el mundo actual no hay espa­cio para las fuer­zas nacio­na­lis­tas (Comité Central, noviem­bre de 1988). Estas, a par­tir sobre todo de julio, pasa­ron a ser cons­ti­tu­cio­na­lis­tas; por­que con­si­de­ra­ron que el posi­ble triun­fo pero­nis­ta les podía per­mi­tir recon­quis­tar posi­cio­nes.
–    A par­tir del triun­fo de Menem en la inter­na pero­nis­ta los acon­te­ci­mien­tos polí­ti­cos se pre­ci­pi­ta­ron. Estuvieron deter­mi­na­dos en últi­ma ins­tan­cia por la tre­men­da situa­ción social de las masas y por la cri­sis eco­nó­mi­ca. Pero, como seña­ló el Comité Central del 1º y 2 de octu­bre de 1988: “tie­nen su espe­ci­fi­ci­dad y deben ser ana­li­za­das en con­cre­to, ya que los mar­xis­tas nos opo­ne­mos a todo aná­li­sis meca­ni­cis­ta de la rea­li­dad que nie­gue impor­tan­cia a los hechos que suce­den en la super­es­truc­tu­ra polí­ti­ca. Para noso­tros los mar­xis­tas sólo en últi­ma ins­tan­cia la polí­ti­ca puede ser expli­ca­da por el deter­mi­nis­mo de las leyes eco­nó­mi­cas”. ¿Qué fue lo que cam­bió el 9 de Julio? La evi­den­cia de que el can­di­da­to radi­cal muy difí­cil­men­te podría lle­gar a ganar las elec­cio­nes de mayo de 1989, con todo lo que ello sig­ni­fi­ca­ba para la esta­bi­li­dad y con­ti­nui­dad del rumbo gene­ral que se venía apli­can­do en el país.
No obs­tan­te ello el gobier­no, con el apoyo de lo fun­da­men­tal de las cla­ses domi­nan­tes, no cejó en sus manio­bras ten­dien­tes a ais­lar, divi­dir y derro­tar al pero­nis­mo. Y puso de mani­fies­to que esta­ban dis­pues­tos a uti­li­zar cual­quier medio para rever­tir la situa­ción y, en caso de fra­ca­sar, crear hechos que con­di­cio­na­ran al máxi­mo al nuevo gobier­no con vis­tas a reto­mar el con­trol a corto plazo. La con­cien­cia de esta situa­ción por parte de nues­tro Partido en esos momen­tos fue de gran impor­tan­cia para el desa­rro­llo de su acción.
Todas las fuer­zas comen­za­ron a tra­ba­jar, como diji­mos enton­ces, con dos boyas a la vista: las elec­cio­nes de 1989 y el pos­te­rior gobier­no mene­mis­ta. Fue evi­den­te asi­mis­mo que, no obs­tan­te apo­yar el rumbo gene­ral de Alfonsín-Angeloz-Caridi, nume­ro­sas fuer­zas, –en par­ti­cu­lar los sec­to­res pro­so­vié­ti­cos y del cen­tro izquier­da social­de­mó­cra­ta y social­cris­tia­no– se esfor­za­ron por ubi­car figu­ras y orga­ni­za­cio­nes para rode­ar y con­di­cio­nar a Menem. Desde hom­bres como Cavalieri y Rodríguez, hasta sec­to­res como Montoneros, etc. En esos meses tras­cen­dió la labor de un gabi­ne­te de cri­sis pre­si­di­do por el General Chasseing en el Ministerio de Defensa, cuyo obje­ti­vo fue diri­gir y coor­di­nar junto con Alfonsín todo este ope­ra­ti­vo polí­ti­co, mili­tar y eco­nó­mi­co.
Menem resis­tió esas pre­sio­nes. Y desig­nó a su vez lo que se dio en lla­mar los 12 Apóstoles, en los que tenían mayo­ría los sec­to­res nacio­na­lis­tas. Dijo el Comité Central en aquel enton­ces: “Siendo como es un diri­gen­te refor­mis­ta prag­má­ti­co ha ido pro­du­cien­do decla­ra­cio­nes que con­for­man a todos sus oyen­tes”. En cuan­to a la tona­li­dad con que iba a teñir su cam­pa­ña elec­to­ral, agre­gó: “Pero sua­ve­men­te se ha ido colo­can­do en posi­ción de cen­troiz­quier­da al plan­te­ar como eje de su línea: libe­ra­ción o depen­den­cia, no a la amnis­tía, sala­ria­zo, defen­sa del mer­ca­do inter­no, perío­do de gra­cia en el pago de la deuda exter­na por cinco años para desa­rro­llar la pro­duc­ción, defen­sa de la uti­li­za­ción de la vio­len­cia por orga­ni­za­cio­nes como la de Montoneros en épo­cas de la dic­ta­du­ra onga­nia­na, man­te­ner a la Argentina en No Alineados, etc.”.
El triun­fo del mene­mis­mo, como hemos refe­ri­do, tras­to­có brus­ca­men­te los pla­nes de las cla­ses domi­nan­tes, en espe­cial del alfon­si­nis­mo; por lo que inten­si­fi­ca­ron su pro­pa­gan­da pro­vo­ca­do­ra y gori­la.
Un hecho que llevó con­fu­sión y que se refle­jó en el Partido fue la intro­mi­sión guber­na­men­tal en la inter­na pero­nis­ta ten­dien­te a esti­mu­lar la divi­sión del pero­nis­mo. Campaña que tenía por otra parte ope­ra­do­res en todas las ten­den­cias del mismo. Más aun, a una sema­na de la rea­li­za­ción de dicha elec­ción se evi­den­cia­ron serios inten­tos rup­tu­ris­tas. Pero éstos fue­ron des­ba­ra­ta­dos y pos­te­rior­men­te sepul­ta­dos por el resul­ta­do elec­to­ral del 9 de julio. Esta situa­ción se gene­ró en un pro­ce­so polí­ti­co muy com­ple­jo y en el que influ­ye­ron hechos como las posi­cio­nes con­ci­lia­to­rias de Menem y Duhalde en distintos momentos del gobier­no de Alfonsín y la par­ti­ci­pa­ción de abier­tos cola­bo­ra­cio­nis­tas sin­di­ca­les con la dic­ta­du­ra y el alfon­si­nis­mo en el fren­te suma­men­te hete­ro­gé­neo con el que le enfren­tó a Cafiero.
Los hechos pusie­ron de mani­fies­to que lo más opri­mi­do y explo­ta­do de la masa pero­nis­ta por enci­ma de estruc­tu­ras par­ti­da­rias se había unido por abajo, recha­za­ba los inten­tos de divi­sión, y desea­ba con la fór­mu­la enca­be­za­da por Menem abrir un cami­no de cam­bios. De cam­bios por la vía elec­to­ral, pero de cam­bios pro­fun­dos en la vida polí­ti­ca nacio­nal.
Si bien hubieron compañeros y organismos que señalaron correctamente el proceso que se estaba desarrollando, en gene­ral el Partido tardó en com­pren­der los cambios operados antes y despues del 9 de julio. Eso se evi­den­ció, por ejem­plo, en las dis­cu­sio­nes rea­li­za­das en torno a nues­tra línea en el pro­ce­so elec­to­ral de la UOM. La com­pren­sión acer­ta­da del mismo nos per­mi­tió ubi­car con cla­ri­dad el blan­co y avan­zar en dis­tin­tas sec­cio­na­les.

6. Ante el des­bor­de infla­cio­na­rio que sepul­tó el Plan Austral y sus pos­te­rio­res varian­tes de ajus­te, el gobier­no alfon­si­nis­ta, con el apoyo del FMI y los acree­do­res exter­nos, lanzó un nuevo plan anti­in­fla­cio­na­rio: el lla­ma­do Plan Primavera. Su fina­li­dad, como lo denun­ció nues­tro Partido, era esen­cial­men­te elec­to­ral. El plan vol­vió a apli­car un nuevo y vio­len­to freno a la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca y una vez más la varia­ble de ajus­te fue­ron los sala­rios. Por eso la suer­te del Plan Primavera depen­dió de las luchas de masas obre­ras y popu­la­res, y de los sec­to­res patrió­ti­cos de la bur­gue­sía nacio­nal afec­ta­dos por el mismo.
–    El 9 de sep­tiem­bre de 1988 se desa­rro­lló un nuevo paro nacio­nal con­vo­ca­do por la CGT. El paro fue impues­to por el des­con­ten­to de las bases sin­di­ca­les. Una tre­men­da pre­sión de los ele­men­tos cola­bo­ra­cio­nis­tas con el alfon­si­nis­mo se des­ple­gó para impe­dir­lo, y de últi­ma imitarlo y con­di­cio­nar­lo. Venciendo muchos obs­tá­cu­los el paro fue exi­to­so. La con­cen­tra­ción: en Plaza de Mayo supe­ró las 40.000 per­so­nas. La movilización fue mayor que la del acto en Matanza en diciem­bre de 1987 y el paro tuvo mayor acatamiento que el realizado el 13/4/88 en soli­da­ri­dad con los docen­tes. Fue un paro polí­ti­co. El docu­men­to de la CGT, par­ti­dos polí­ti­cos y orga­ni­za­cio­nes agra­rias leído en la Plaza tuvo un con­te­ni­do mar­ca­da­men­te opo­si­tor, en defen­sa de las gran­des masas popu­la­res, del mer­ca­do inter­no, la indus­tria nacio­nal y las empre­sas esta­ta­les. En todas las gran­des empre­sas se dio una lucha polí­ti­ca inten­sa antes del paro. El Partido jugó un papel des­ta­ca­do, y en oca­sio­nes deci­si­vo, para lograr su éxito en muchas empre­sas de con­cen­tra­ción. Planteamos como línea divi­so­ria: con el paro y la movi­li­za­ción o con Alfonsín y su polí­ti­ca.
La direc­ción polí­ti­ca del pero­nis­mo, en espe­cial sec­to­res mene­mis­tas pre­o­cu­pa­dos por lle­gar a mayo del 89 y teme­ro­sos de las pro­vo­ca­cio­nes que ya se anun­cia­ban (y que noso­tros pre­via­men­te, denun­cia­mos públi­ca­men­te en el HOY ) tra­ta­ban de impe­dir o achi­car el paro.
El MAS rei­te­ró su línea rom­pe­huel­gas que había usado para el paro de diciem­bre del 87 y la huel­ga docen­te. Cuando el 9 de sep­tiem­bre a la tarde el cen­tro de la lucha de cla­ses, la lucha nacio­nal y demo­crá­ti­ca pasó por la Plaza de Mayo, el MAS no esta­ba allí.
La movi­li­za­ción del 9 vol­vió a demos­trar la debi­li­dad de las colum­nas de algu­nas gran­des empre­sas. Debilidad ésta que, como ana­li­za­mos en ese momen­to, “plan­tea una gran res­pon­sa­bi­li­dad para el Partido en cada movi­li­za­ción futu­ra para ase­gu­rar la par­ti­ci­pa­ción de las colum­nas del pro­le­ta­ria­do indus­trial.”
Tuvo una enor­me impor­tan­cia que miles de mani­fes­tan­tes cer­ca­dos por las fuer­zas repre­si­vas enfren­ta­ran a éstas com­ba­ti­va­men­te obli­gán­do­las a retro­ce­der. Como quedó claro a tra­vés de múl­ti­ples hechos, desde el Ministerio del Interior diri­gi­do por Nosiglia, el alfon­si­nis­mo no sólo repri­mió vio­len­ta­men­te a la con­cen­tra­ción, sino que montó una gran pro­vo­ca­ción con agen­tes que se dedi­ca­ron a incen­diar y saque­ar comer­cios y edi­fi­cios de la zona para luego inten­tar atri­buír­se­los a los huel­guis­tas y mani­fes­tan­tes.
Pero la pro­vo­ca­ción fra­ca­só ante la deci­sión de la CGT de des­en­mas­ca­rar­los y resol­ver un nuevo paro nacio­nal de repu­dio.
–     La deci­sión de la CGT de rea­li­zar un nuevo paro el día 12-9-88 fue correc­ta. Enfrentó una tre­men­da pre­sión para que no se toma­se esa deci­sión, y una vez toma­da para que se la levan­ta­se. Un arco opo­si­tor muy amplio y hete­ro­gé­neo apoyó el paro. Menem final­men­te lo apoyó y denun­ció la pro­vo­ca­ción y la repre­sión del día 9 como una mani­fes­ta­ción auto­gol­pis­ta. La clase obre­ra se colo­có en el cen­tro y como aban­de­ra­da y orga­ni­za­do­ra de la más amplia pro­tes­ta demo­crá­ti­ca de ese perío­do. El paro fue muy gran­de, espe­cial­men­te en el pro­le­ta­ria­do indus­trial. Permitió a las fuer­zas opo­si­to­ras pasar a la con­tra­o­fen­si­va luego de la cam­pa­ña publi­ci­ta­ria del 9 a la noche y días pos­te­rio­res; cam­pa­ña ésta que agi­tan­do el espan­ta­jo del caos pero­nis­ta ganó o afir­mó muchos votos feme­ni­nos, juve­ni­les y de las capas medias para la UCR. La con­tra­o­fen­si­va del 12, al resul­tar exi­to­so el paro, per­mi­tió limi­tar los efec­tos de esa cam­pa­ña.
Numerosas comi­sio­nes inter­nas y cuer­pos de dele­ga­dos pro­du­je­ron reso­lu­cio­nes muy impor­tan­tes por su con­te­ni­do polí­ti­co y exi­gie­ron, como lo hizo tam­bién el Congreso de CTERA, pro­se­guir la lucha orga­ni­za­da.
–    En todo este últi­mo perío­do nues­tro Partido avan­zó. Ganó pues­tos de direc­ción en varias comi­sio­nes inter­nas de gran­des empre­sas de con­cen­tra­ción del pro­le­ta­ria­do indus­trial, empre­sas en las que tra­ba­jan más de 20.000 obre­ros. Avanzamos en sec­cio­na­les de ATE en varias pro­vin­cias y en impor­tan­tes comi­sio­nes inter­nas de empre­sas esta­ta­les. El pro­ce­so pre­e­lec­to­ral nos per­mi­tió avan­zar en meta­lúr­gi­cos, con­for­man­do lis­tas cla­sis­tas en dos impor­tan­tes sec­cio­na­les y avan­zan­do en Avellaneda y en Capital. Avanzamos en SUPA y marí­ti­mos. Luego de la huel­ga docen­te gana­mos posi­cio­nes en CTERA, gre­mio en el que tene­mos una fuer­za nacio­nal y diri­gi­mos sec­cio­na­les que des­em­pe­ña­ron un des­ta­ca­do papel en todo el pro­ce­so de lucha y orga­ni­za­ción del gre­mio. Fuimos los artí­fi­ces de la uni­dad de la opo­si­ción en FATRE sobre la base de la uni­dad de cla­sis­tas-pero­nis­tas-comu­nis­tas revo­lu­cio­na­rios.
Es importante también el papel del Partido en la organización de los Sindicatos de Empleadas Domésticas en varias provincias, en particular en Rosario y La Pampa.
Simultáneamente se evi­den­ció, como lo ana­li­za­mos auto­crí­ti­ca­men­te en el Comité Central, nues­tra debi­li­dad en el SMATA y el error de no luchar por con­for­mar una lista nacio­nal en el gre­mio, asi como la nece­si­dad de con­cen­trar real­men­te nues­tro tra­ba­jo en la Capital Federal, Avellaneda, Matanza, Caseros y San Martín en el gre­mio meta­lúr­gi­co. Lo mismo en Villa Constitución, en donde emer­gió una amplia opo­si­ción al cola­bo­ra­cio­nis­mo de Piccinini. Así como tam­bién desa­rro­llar mejo­res esfuer­zos para avan­zar en los cen­tros de pro­duc­ción petro­le­ra, en el car­bón, en el alu­mi­nio, en Luz y Fuerza y en la Construcción.
–    Estos avan­ces fue­ron fruto de la línea de fren­te opo­si­tor. Esta línea se com­pro­bó como una línea tác­ti­ca justa por­que par­tió de una correc­ta carac­te­ri­za­ción del gobier­no de Alfonsín. Este fue el mayor acier­to polí­ti­co del Partido desde el Cuarto Congreso en ade­lan­te. Debimos nadar con­tra la corrien­te mucho tiem­po, pero como tenía­mos razón –y la tenía­mos por­que carac­te­ri­za­mos acer­ta­da­men­te la estruc­tu­ra del país y la revo­lu­ción que éste nece­si­ta, el sig­ni­fi­ca­do del lati­fun­dio y el carác­ter socia­lim­pe­ria­lis­ta de la URSS y su pre­sen­cia en el país– pudi­mos resol­ver acer­ta­da­men­te la carac­te­ri­za­ción de Alfonsín y su gobier­no.
–    La línea del fren­te opo­si­tor fue ade­más una línea tác­ti­ca correc­ta, por­que el momen­to polí­ti­co con­cre­to no es un momen­to de asal­to al poder. Es un momen­to de pre­pa­ra­ción, de acu­mu­la­ción de fuer­zas. Siempre la acu­mu­la­ción de fuer­zas es una tarea revo­lu­cio­na­ria, pero hay perío­dos y momen­tos en que es la tarea cen­tral. Y la tác­ti­ca fue justa por­que tuvo en cuen­ta la corre­la­ción de fuer­zas real en la clase obre­ra, en donde el pero­nis­mo es pre­do­mi­nan­te y en donde es impo­si­ble avan­zar, rea­gru­par las fuer­zas gol­pea­das desde el 76 y crear las con­di­cio­nes para pasar a la con­tra­o­fen­si­va, sin una justa polí­ti­ca de fren­te único con esas gran­des masas influen­cia­das por el nacio­na­lis­mo refor­mis­ta. El sec­ta­ris­mo res­pec­to de esas masas, muy fuer­te en el Partido por pre­sión e influen­cia en el movi­mien­to obre­ro de la peque­ña bur­gue­sía, no tiene en cuen­ta que ellas sólo avan­za­rán hacia la revo­lu­ción a par­tir prin­ci­pal­men­te de su pro­pia expe­rien­cia. Y que para que esas masas hagan esa expe­rien­cia el Partido debe fun­dir­se con ellas y diri­gir­las a tra­vés de un com­ple­jo pro­ce­so, tenien­do en cuen­ta que las masas van hacia la revo­lu­ción luchan­do por sus pro­ble­mas con­cre­tos, pan, paz, tie­rra, tra­ba­jo, liber­tad, etc. Esa ha sido la expe­rien­cia mun­dial. Nuestra línea de uni­dad con las masas pero­nis­tas es cono­ci­da y reco­no­ci­da por gran­des masas, por­que se basa en la tra­di­ción de nues­tra línea anti­gol­pis­ta de 1974-1976, y en la lucha anti­dic­ta­to­rial. Una tra­di­ción que no han podi­do borrar todos los esfuer­zos del ene­mi­go. Esta línea de fren­te único no se con­tra­po­ne con el rol de van­guar­dia del Partido, sin el cual no habrá revo­lu­ción triun­fan­te. Es la con­di­ción en las actua­les cir­cuns­tan­cias para que el Partido cum­pla su rol de avan­za­da, que no es sólo peda­gó­gi­co ni el de un mero ins­tru­men­to más, una espe­cie de apoyo logís­ti­co del movi­mien­to de masas.
Otro hecho que evi­den­ció el avan­ce del Partido en este perío­do fue la rea­li­za­ción exi­to­sa del Mes de la Prensa y la rea­li­za­ción de un gran Picnic como cul­mi­na­ción del mismo. En él par­ti­ci­pa­ron varios miles de per­so­nas, diver­sas dele­ga­cio­nes de par­ti­dos polí­ti­cos y núme­ros artís­ti­cos que con­tri­bu­ye­ron a que fuese un hecho polí­ti­co de sig­ni­fi­ca­ción nacio­nal.
–    El 7, 8 y 9 de octu­bre de 1988 se rea­li­zó el III Congreso de la JCR. El Congreso, que evi­den­ció el avan­ce de nues­tra Juventud Comunista Revolucionaria y su desa­rro­llo nacio­nal, dis­cu­tió la situa­ción de la juven­tud ante la agu­di­za­ción de la cri­sis eco­nó­mi­ca y social del país y cen­tral­men­te la línea del fren­te opo­si­tor y la par­ti­ci­pa­ción juve­nil en las pró­xi­mas elec­cio­nes. Un ele­men­to impor­tan­te del Tercer Congreso fue el esfuer­zo por pro­fun­di­zar la ela­bo­ra­ción mar­xis­ta en temas que hacen a los pro­ble­mas espe­cí­fi­cos de la juven­tud en la Argentina de hoy, como por ejem­plo el de la droga. Así tam­bién la pro­fun­da lucha enta­bla­da en rela­ción a la pro­pa­gan­da reac­cio­na­ria por ocul­tar la ver­da­de­ra his­to­ria recien­te del país, donde las luchas anti­im­pe­ria­lis­tas de la juven­tud y del con­jun­to del pue­blo son nega­das y ocul­ta­das.
El Tercer Congreso puso énfa­sis en la lucha con­tra el sec­ta­ris­mo en las rela­cio­nes de la JCR con las masas, en una polí­ti­ca de cua­dros basa­da en la soli­da­ri­dad y fran­que­za comu­nis­ta y en la nece­si­dad de que las orga­ni­za­cio­nes del Partido con­tri­bu­yan nacio­nal­men­te en mayor medi­da a su desa­rro­llo y con­so­li­da­ción, par­ti­cu­lar­men­te en las empre­sas y cen­tros agra­rios del país.

7. Los suce­sos mili­ta­res del 1, 2, 3 y 4 de diciem­bre de 1988 fue­ron el resul­ta­do de una rea­li­dad muy com­ple­ja, que tuvo como tras­fon­do la peor cri­sis eco­nó­mi­co-social en lo que va del siglo y la tre­men­da agu­di­za­ción de la dis­pu­ta inte­rim­pe­ria­lis­ta por el con­trol de la Argentina. La causa inme­dia­ta de esos suce­sos estu­vo ori­gi­na­da en la polí­ti­ca alfon­si­nis­ta hacia el apa­ra­to esta­tal y jurí­di­co de la dic­ta­du­ra y en espe­cial hacia las Fuerzas Armadas. Política que, como plan­teó el Quinto Congreso, pre­ten­dió divi­dir a los mili­ta­res en “hijos y ente­na­dos” para reor­ga­ni­zar Fuerzas Armadas pro­pias o afi­nes a su pro­pio pro­yec­to. Proyecto este pro­te­rra­te­nien­te y proim­pe­ria­lis­ta, que bene­fi­cia­ba espe­cial­men­te a los sec­to­res pro­so­vié­ti­cos. Por otra parte, la posi­bi­li­dad de un triun­fo de Menem en mayo de 1989 puso al rojo vivo la cues­tión de quién iba a coman­dar el Ejército antes y des­pués de las elec­cio­nes. Todo esto en el marco de una situa­ción lati­no­a­me­ri­ca­na tem­pes­tuo­sa.
–    Nuestro Partido rea­li­zó un minu­cio­so aná­li­sis de estos acon­te­ci­mien­tos en un docu­men­to del Comité Central del 17 y 18 de diciem­bre de 1988, titu­la­do: Informe sobre la Situación Política nacio­nal.
Las cla­ses domi­nan­tes en su con­jun­to tenían y tie­nen la nece­si­dad de uni­fi­car al Ejército: colum­na prin­ci­pal del Estado oli­gár­qui­co-impe­ria­lis­ta. Desde ya, cada impe­ria­lis­mo quie­re uni­fi­car­lo a favor del pre­do­mi­nio de sus fuer­zas. Lo nece­si­ta­ban por razo­nes estra­té­gi­cas y por razo­nes coyun­tu­ra­les. Los pro­so­vié­ti­cos pre­ten­dían –y hasta el pre­sen­te esta sigue sien­do su línea prin­ci­pal– uni­fi­car de nuevo a libe­ra­les “aggior­na­dos”, trans­for­ma­dos en pro­fe­sio­na­lis­tas, con nacio­na­lis­tas mode­ra­dos. Pero el desa­rro­llo de los acon­te­ci­mien­tos fue mucho más com­ple­jo y tuvie­ron impre­vis­tos que no pudie­ron impe­dir quie­nes se ilu­sio­na­ron con hege­mo­ni­zar ambas corrien­tes para resol­ver las pro­fun­das con­tra­dic­cio­nes que, desde enton­ces, vie­nen agu­di­zán­do­se y que han abar­ca­do al con­jun­to de las Fuerzas Armadas. De arri­ba a abajo y sobre todo de abajo a arri­ba. Imponiendo un esta­do de deli­be­ra­ción que reco­no­ce muy pocos ante­ce­den­tes. Los acon­te­ci­mien­tos de Villa Martelli demos­tra­ron la fuer­za que había logra­do la corrien­te nacio­na­lis­ta que lide­ran Rico y Seineldín luego de recu­pe­rar­se del tras­pié de Monte Caseros. Nuestro Partido tuvo el méri­to de haber aler­ta­do a la clase obre­ra y al pue­blo sobre la gra­ve­dad de la situa­ción, la posi­bi­li­dad de auto­gol­pes, gol­pes y de serios enfren­ta­mien­tos mili­ta­res. En el curso de los acon­te­ci­mien­tos nos esfor­za­mos por impul­sar nues­tra línea de ter­ciar, dando bata­lla con­tra quie­nes entien­den esta posi­ción como un salu­do a la ban­de­ra puris­ta y doc­tri­na­rio y con quie­nes la com­pren­den como una pos­tu­ra segui­dis­ta, que colo­ca al Partido a la cola del nacio­na­lis­mo mili­tar.
Tuvimos en este pro­ce­so algu­nas expe­rien­cias de nues­tra línea de ter­ciar de las que debe­mos apren­der. Tal el caso de un barrio donde los com­pa­ñe­ros dis­cu­tie­ron nues­tra posi­ción, la lle­va­ron al movi­mien­to de masas y en vez de movi­li­zar a Villa Martelli o ir al Congreso, deci­die­ron orga­ni­zar la movi­li­za­ción del barrio para cor­tar la ruta. Lo mismo suce­dió en una empre­sa del Gran Buenos Aires, donde ante el lla­ma­do de la CGT al paro del lunes 6 los obre­ros deci­die­ron lla­mar al Cuerpo de Delegados. Y deci­die­ron que se iba a ocu­par la plan­ta y rea­li­zar una movi­li­za­ción acti­va, y no el paro pasi­vo al que lla­ma­ba la CGT. De esta mane­ra, con estas peque­ñas expe­rien­cias y en forme embrio­na­ria, avan­za­mos sobre la base de cla­ri­fi­car el blan­co, de prac­ti­car en esas cir­cuns­tan­cias con­cre­tas la línea de masas y de fren­te único con­tra el ene­mi­go común, y avan­za­mos en las posi­bi­li­da­des de apro­ve­char la divi­sión del Estado ene­mi­go. Partiendo de apo­yar­nos en las masas, en el pro­le­ta­ria­do indus­trial y en los cuer­pos de dele­ga­dos para unir al pue­blo; y así plan­te­ar­nos la posi­bi­li­dad de atra­er a su causa a la base popu­lar y a los sec­to­res patrió­ti­cos de las Fuerzas Armadas.
Tuvimos tam­bién en el curso de esos días serios defec­tos, a los que dimos impor­tan­cia por cuan­to sig­ni­fi­can una gran ense­ñan­za para el futu­ro. No fun­cio­nó el Plan de emer­gen­cia a nivel del Comité Central, ni el sis­te­ma de enla­ces clan­des­ti­nos, hacien­do un uso libe­ral de los enla­ces por vías lega­les sobre todo a tra­vés de los loca­les.
Carecimos de un sis­te­ma de impre­sio­nes para la emer­gen­cia y los fren­tes clan­des­ti­nos actua­ron, salvo excep­cio­nes, con mucha inefi­cien­cia, sin uti­li­zar toda la poten­cia­li­dad que podría haber sig­ni­fi­ca­do para el Partido haber­se movi­li­za­do a pleno. El Comité Central de diciem­bre seña­ló, ante los pro­ble­mas orga­ni­za­ti­vos que emer­gie­ron en los días de cri­sis, que “pone­mos de relie­ve el lado oscu­ro de nues­tro tra­ba­jo por­que el Partido tiene que dar un vira­je ante la posi­bi­li­dad de que vuel­van a pro­du­cir­se acon­te­ci­mien­tos como los que aca­ba­mos de vivir.”
Como causa de fondo de nues­tros erro­res pode­mos decir que hubo quie­nes sub­es­ti­ma­ron la posi­bi­li­dad del enfren­ta­mien­to. Muchos lo veían para des­pués de un posi­ble triun­fo pero­nis­ta, debi­do a que no com­pren­die­ron la impor­tan­cia de lo que suce­dió el 9 de julio. Esta fue una expe­rien­cia a tener en cuen­ta, por­que es cier­to que a veces denun­cian­do la manio­bra se deja de ver la corrien­te. Pero a veces la esen­cia está en la manio­bra, por­que ésta es la que expre­sa la dis­pu­ta inte­rim­pe­ria­lis­ta; es decir ésta es la que expre­sa quié­nes se han mon­ta­do en las corrien­tes nacio­na­lis­tas, libe­ra­les, popu­lis­tas, etc., para uti­li­zar­las a favor de sus inte­re­ses impe­ria­lis­tas.
Otros cama­ra­das sub­es­ti­ma­ron el grado de caos y anar­quía que exis­te en las Fuerzas Armadas. Anarquía que con­ti­núa en la actua­li­dad. Y con­vie­ne no enga­ñar­se ante los silen­cios y la falta de pro­nun­cia­mien­tos dis­per­sos de los diver­sos gru­pos que se opo­nen a su direc­ción. Porque ellos, con­tra­ria­men­te a lo que se supo­ne, no sig­ni­fi­can ni uni­dad ni subor­di­na­ción a los man­dos supe­rio­res. En Villa Martelli los amo­ti­na­dos ope­ra­ron a tra­vés de asam­ble­as con cen­te­na­res de ofi­cia­les y sub­ofi­cia­les que dis­cu­tían y par­ti­ci­pa­ban en la toma de deci­sio­nes. Esto expli­có el hecho de que el enfren­ta­mien­to mili­tar tuvie­se varios momen­tos en su desa­rro­llo, y que la corrien­te en deter­mi­na­das cir­cuns­tan­cias des­bor­da­ra las manio­bras y con­di­cio­na­ra final­men­te los acuer­dos a que arri­ba­ron los dife­ren­tes sec­to­res.
–    En el Partido se evi­den­cia­ron tres des­via­cio­nes:
1.    La segui­dis­ta de la bur­gue­sía libe­ral. Esta acusa al Partido de ir a la ras­tra de los mili­ta­res nacio­na­lis­tas. Estas posi­cio­nes con­ce­die­ron a quie­nes hicie­ron pasar todo el aná­li­sis a par­tir de la con­tra­dic­ción demo­cra­cia o golpe. Desde ya demo­cra­cia sig­ni­fi­ca­ba cen­tral­men­te defen­der en esas cir­cuns­tan­cias a Alfonsín.
2.    La segui­dis­ta a la bur­gue­sía nacio­na­lis­ta. Esta quedó para­li­za­da por­que actuó a la expec­ta­ti­va de lo que hicie­ron o deja­ron de hacer esos sec­to­res, supo­nien­do que sus éxi­tos serían auto­má­ti­ca­men­te bene­fi­cio­sos para el pue­blo.
    Ambas des­via­cio­nes, tenien­do en cuen­ta el peso del impe­ria­lis­mo hege­mó­ni­co en la Argentina, ter­mi­nan siem­pre a la ras­tra de los sec­to­res pro­so­vié­ti­cos.
3.    La puris­ta, izquier­dis­ta de forma y dere­chis­ta en los hechos, que res­pon­de a una estra­te­gia no leni­nis­ta de la revo­lu­ción, para­li­za al Partido y deja a la clase obre­ra a mer­ced de cual­quie­ra de las corrien­tes bur­gue­sas en pugna.
Estos temas fue­ron ana­li­za­dos por nues­tro Partido a par­tir de la reso­lu­ción del Comité Central de noviem­bre de 1988. En ella se puso énfa­sis en la nece­si­dad de tra­ba­jar a fondo con la corrien­te nacio­na­lis­ta, espe­cial­men­te entre la joven ofi­cia­li­dad. Y con la sub­ofi­cia­li­dad “que actual­men­te se encuen­tra logia­da y orga­ni­za­da a esca­la nacio­nal fun­da­men­tal­men­te en el Ejército pero tam­bién en las otras armas”. En ella se seña­ló que “hay un recha­zo en gran parte de los cama­ra­das del Partido a este tra­ba­jo. Se ponen tan­tas luces rojas que nunca se ponen ver­des para faci­li­tar­lo. Está claro que vamos a come­ter erro­res. Está claro que al tra­ba­jar con estos sec­to­res esta­mos tra­ba­jan­do en ambien­tes insa­lu­bres. Lo mismo que cuan­do tra­ba­ja­mos entre diri­gen­tes sin­di­ca­les, o cuan­do tra­ba­ja­mos entre los diri­gen­tes polí­ti­cos de la bur­gue­sía. Pero suce­de que aquí hay una resis­ten­cia par­ti­cu­lar, muy fuer­te, anti­mi­li­ta­ris­ta. Algunos cama­ra­das tie­nen una his­to­ria inge­nua, esque­má­ti­ca, sim­plis­ta, de lo que fue la Revolución Rusa y de lo que fue la Revolución China. Otra cues­tión que pusie­ron de mani­fies­to los enfren­ta­mien­tos mili­ta­res de Villa Martelli fue la siguien­te: Nosotros tene­mos una estra­te­gia insu­rrec­cio­nal. Nos plan­tea­mos la posi­bi­li­dad de una gue­rra civil, la posi­bi­li­dad de una gue­rra pro­lon­ga­da, y la posi­bi­li­dad de una gue­rra nacio­nal. Trabajamos sobre la base de una pers­pec­ti­va insu­rrec­cio­nal con eje en las ciu­da­des y con la línea de la ciu­dad al campo, desde el punto de vista nacio­nal. Y sin dejar de lado que en muchas pro­vin­cias el cen­tro está en el tra­ba­jo agra­rio, el eje de nues­tra línea es insu­rrec­cio­nal y de la ciu­dad al campo.
Tomando en cuen­ta esto hay que tener pre­sen­te que el ejer­ci­to insu­rrec­cio­nal no se forma con anti­ci­pa­ción a los acon­te­ci­mien­tos insu­rrec­cio­na­les. Que un Ejército político no es lo mismo que  un Ejército militar, por cuanto el mando militar comienza la guerra con un Ejército. El Partido marxista insurrecional, construye el Ejército, como lo demostró la experiencia bolchevique, en el transcurso de la lucha misma a medida que las masas van comprendiendo la justeza de sus consignas y de sus políticas. Y es precisamente desde esta concepción marxista-leninista que debemos enfocar y actuar ante acontecimientos como los producidos en los últimos años en el país.
–    A fines del año 1988 nuestro Partido, aprovechando experiencias anteriores, sobre todo previas al golpe de 1976, tomó medidas para comenzar a superar los errores y déficit señalados, y aprobó un plan de trabajo nacional que preparase al Partido ante la posibilidad de cambios bruscos en la situación. Este plan fue justo y oportuno, si bien no fue tomado homogéneamente por todos los regionales y organismos. Más aun: en algunos provinciales y zonales no se lo tomó, evidenciando que no sólo estaban en debate cuestiones de táctica política, sino también cuestiones estratégicas programáticas de fondo en la orientación de nuestro trabajo revolucionario.