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25 de November de 2010

Informe del Comite Central del PCR – 30 de junio de 1974 –

Documentos del PCR / tomo 4

El Comité Central se reunió los días 29 y 30 de junio para analizar la situación política nacional. Lo hizo en momentos de aguda tensión, derivada del agravamiento del estado de salud del Teniente General Perón y del traspaso de la presidencia de la Nación a la señora de Perón, lo que llevará, estimó el CC, a agudizar todas las contradicciones de la política nacional.

El Comité Central se reunió los días 29 y 30 de junio para analizar la situación política nacional. Lo hizo en momentos de aguda tensión, derivada del agravamiento del estado de salud del Teniente General Perón y del traspaso de la presidencia de la Nación a la señora de Perón, lo que llevará, estimó el CC, a agudizar todas las contradicciones de la política nacional.
Más aún en al actual marco internacional de reforzamiento de las luchas de los pueblos, países y naciones, por su independencia y liberación, luchas que reciben el aliento particular del actual movimiento revolucionario en China de crítica a Lin Piao y Confucio, y de los avances del movimiento liberador de las colonias portuguesas. Momento de dura disputa yanqui-soviética por el reparto de mercados, fuentes de materia prima y esferas de influencia, particularmente luego de las derrotas soviéticas en Chile, Francia, Alemania y Egipto. En ese marco, manteniéndose la debilidad relativa del imperialismo yanqui posterior a sus derrotas en Indochina, se realiza un reajuste de las relaciones soviético-norteamericanas y de las relaciones de los países europeos entre sí y con la URSS y los EE.UU., y se refuerza la solidaridad de los países de Asia, África y América Latina que en el último período han conquistado éxitos importantes en la lucha contra la política de hegemonía mundial de las dos superpotencias. Todo esto incidirá fuertemente en la situación política argentina en el próximo período.

I    

En el último período el país ha protagonizado un momento de ascenso renovado y superior de las luchas obreras y populares.-
Ese ascenso se inició con la ocupación de las plantas fabriles metalúrgicas de Villa Constitución y el proceso recuperador de los organismos sindicales de eses plantas, y continuó, en un nivel superior, con el triunfo de la lista Marrón del SMATA Córdoba. Luego sobrevino una explosión de luchas obreras y de asalariados, las principales de las cuales fueron: las de los obreros gráficos de Rosario, Capital Federal y Bahía Blanca; las de los docentes; la lucha triunfante de los obreros de los Astilleros de Río Santiago; la lucha de Propulsora y, particularmente, la de los obreros ferroviarios de la Unión Ferroviaria y la Fraternidad que tuvo su expresión combativa más elevada en Rosario.
Las luchas obreras volvieron a encender el combate de los otros sectores populares. Se extendió la protesta campesina por los precios no compensatorios para el campesinado pobre y medio, y por la tierra. Se movilizaron los cañeros pobres y medios de Tucumán, perjudicados por el precio de la caña, retributivo para los oligarcas y grandes cañeros pero notoriamente insuficientes para ellos. Fue particularmente combativa la lucha de los tamberos, que obligó a la intervención del Ejército. Se practicaron más de 150 detenciones de tamberos, tratando de aplastar la lucha. Simultáneamente ocuparon tierras los campesinos formoseños.
Se multiplicaron las luchas de los habitantes de villas de emergencia y de ocupaciones, que en este período fortalecieron sus cuerpos de delegados, comisiones vecinales y coordinadoras de lucha.
También se evidenciaron signos de reanimación del movimiento estudiantil que había disminuido su combate junto al pueblo, producto de la línea hegemónica de la JUP-MOR, línea que aísla al movimiento estudiantil del movimiento obrero y popular, en aras de instrumentarlo al servicio de la agitación aventurera de esa izquierda reformista seguidista de la burguesía pro-soviética. Las masas estudiantiles afrontan graves problemas, como consecuencia de la falta de presupuesto adecuado, del contenido de la enseñanza y de la falta de democracia. Últimamente, diferentes luchas demostraron que las masas estudiantiles retoman el camino que les permitió avanzar y conquistar éxitos importantes desde 1969 hasta aquí. Las asambleas, paros, y manifestaciones de diversos sectores de la intelectualidad, especialmente la lucha de los estudiantes y graduados de psicología, han demostrado que si el proletariado y su partido marxista-leninista se colocan a la cabeza de sus luchas, esas masas fortalecerán en el futuro el camino de su alianza con la clase obrera, camino que vienen recorriendo en los últimos años.
Fue en medio de ese ascenso de la lucha de masas que se conmemoró, con hegemonía de nuestro Partido y la corriente clasista y revolucionaria, el nuevo aniversario del Cordobazo.
El bárbaro asesinato de tres militantes obreros del PST fue repudiado con una importante manifestación unitaria contra el terror blanco en la que participó nuestro Partido junto a otras fuerzas revolucionarias y populares.
Las masas obreras han demostrado, en todo este período, una profunda inquietud por la situación política. Comenzó a avanzar la idea de que la situación política es inestable, pese al triunfo del general Perón en las elecciones por un margen elevadísimo. Y comenzó a prosperar la idea de que, pese a estar Perón en el gobierno, si las masas no luchan no obtendrán sus reivindicaciones.
Es útil recordar que en marzo de 1973 las masas peronistas, agobiadas por la desocupación, la carestía, los bajos salarios, la falta de vivienda, la represión, y otros problemas, creyeron en una rápida solución para los mismos ya que, en la primera presidencia de Perón, habían tenido una solución que aún recordaban esperanzados. Nuestro Partido señaló que no era posible hoy conseguir esas reivindicaciones sin transformaciones revolucionarias de la estructura económico social del país.
En septiembre de 1973 las masas peronistas, que aún no habían conseguido solución para esos problemas, pensaron que la situación del país era tan difícil que “si a esto no lo arreglaba Perón no lo arreglaba nadie”. Pasó el tiempo y fueron viendo que el país, –es decir, sus problemas en primer lugar–, no se “arreglaban”.
A fines de 1973 entre las masas populares surgió en forma predominante la idea de “darle tiempo al general”, ya que consideraron apresurado apurar un proceso de cambios luego de años de gobiernos antiperonistas.
Para abril-mayo de este año las masas peronistas ya comenzaron a comprender, masivamente, que había que luchar a fondo, que para ello había que tener direcciones leales a sus intereses; y que, mientras la gran burguesía se llenaba los bolsillos con el Pacto Social, si la clase obrera y el pueblo no luchaban serían postergados y relegados, y habría “un nuevo 1955”, entendiendo por tal un proceso reaccionario y retrógrado, proyanqui y prooligárquico, semejante al que tiene efecto actualmente en Chile.
Las luchas comenzaron a estallar en todos lados. En el caso del proletariado hubo zonas, como La Plata, Rosario, Córdoba, que fueron conmovidas por ellas. El país volvió a tener el aspecto que lo caracterizó desde Mayo de 1969 en adelante, demostrando la justeza del análisis de nuestro Tercer Congreso al señalar el ascenso de la lucha revolucionaria de masas como el aspecto más destacado de la situación política nacional.

II

En ese proceso de luchas se montaron sectores proyanquis y terratenientes para utilizarlo a su favor.
Va quedando claro que los yanquis, aprovechando las contradicciones de la política reformista de la gran burguesía, aplican aquí la política de desgaste que, en Chile, antes del golpe de septiembre, llamaron política de la “pera madura”. Así aspiran a dar su golpe sangriento cuando éste, como sucedió en Chile, cuente con el máximo de posibilidades de triunfo.
Para ello aprietan el cerco geopolítico en el Cono Sur de América Latina, pese a las crecientes dificultades que experimentan en Bolivia y Uruguay.
Aprovechando la línea de derrota de la gran burguesía nacional argentina van deteriorando económicamente al gobierno del FREJULI, principalmente a través del desabastecimiento, ampliando, incesantemente, su base de apoyo social y político.
Organizan el terror blanco, lo que les permite, simultáneamente, preparar sus organizaciones golpistas.
Los yanquis y sus aliados tienen dificultades para avanzar tan rápidamente como quisieran. Tratan de asegurarse el éxito. Aprovechan de la línea conciliadora de la gran burguesía nacional, y del temor de ésta a las masas obreras y populares y a la revolución. Aprovechan de la propia política aventurera de los sectores prosoviéticos para acumular fuerzas para su línea golpista.
El rasgo fundamental del presente período no es la conspiración yanqui. Lo fundamental ha sido, y es, la lucha obrera y popular. Y en ella está la clave para aplastar la conspiración yanqui y gorila y avanzar hacia la definitiva liberación de nuestro pueblo y nuestra patria.

III

La política proyanqui ha sido facilitada por el predominio que ha ido adquiriendo en el equipo de gobierno el sector prosoviético, encabezado por Gelbard.
El equipo Gelbard abriga grandes esperanzas en los convenios económicos firmados con la URSS y países dependientes de ésta. La importancia de estos convenios, ha señalado el PC, es “difícil de sobreestimar”.
Pero esos convenios que configuran típicas inversiones de cualquier país imperialista, encubiertas bajo la forma de sociedades mixtas, no facilitarán el desarrollo independiente del país. Permitirán, así, hacer grandes ganancias a esos inversores “socialistas”, como sucederá con el convenio pesquero con Polonia; o con los proyectados talleres ferroviarios a instalar con los húngaros; o con las construcciones hidráulicas y de otro tipo a hacer por la URSS. En cuanto a los convenios comerciales firmados con Cuba, los mismos están permitiendo hacer fabulosos negociados a empresas como FIAT, FATE, EMEPA, y otras. Incluso se están montando fábricas que trabajan para la exportación aprovechando los extraordinarios privilegios que les concede el grupo Gelbard, grupo que, aceleradamente, está pasando a controlar ramas enteras de la producción, aprovechando las palancas económicas que dirige desde el Ministerio de Economía y la Corporación de Empresas Estatales.
La URSS es tan expoliadora como cualquier imperialismo. Eso es lo que explica que luego de veinte años de “ayuda” soviética, dos millones de egipcios hayan saludado como un “amigo” a Nixon.
La política agraria del equipo económico, política orientada a trenzar una fuerte alianza con la burguesía agraria y un sector de terratenientes con la burguesía prosoviética y los testaferros de los soviéticos, está provocando también grandes sufrimientos a las capas más pobres del campesinado y los ganaderos, suscitando su indignación, y facilitando las maniobras de los sectores proyanquis.
La política de Gelbard pretende asustar a los terratenientes más atrasados, que mantienen sus estancias relativamente inexploradas, o mal explotadas, y con un bajo nivel de rentabilidad. Pero Gelbard sólo logra, con eso, asustar al conjunto de los terratenientes y de la gran burguesía agraria sin liquidar a ninguno de esos sectores, y sin lograr el apoyo de los más pobres. Así está permitiendo crear una base social al golpe proyanqui y proterrateniente.
El desabastecimiento es un fruto lógico de esta política. Invernadores y grandes ganaderos retienen el ganado. Sectores de la gran burguesía ligados a Gelbard, fuertes en la intermediación del azúcar, hicieron escasear el producto en momentos en los que el país exportará cerca de 600.000 toneladas este año. Gelbard amenaza a los terratenientes pero no interviene sus estancias ni incauta su ganado. En vez de atacar a los yanquis, a los terratenientes y a los monopolistas intermediarios pretende descargar su furia contra la pequeña y mediana burguesía ayudando, también así, a crear la base social para el golpe proyanqui. Eso en momentos en que el Estado, que controla los principales frigoríficos, CONASA, grandes bodegas, grandes establecimientos industriales, está en condiciones inmejorables, golpeando el control yanqui de algunas palancas claves de la economía y a los terratenientes ligados a ellos y al gran capital intermediario, de solucionar rápidamente el problema del desabastecimiento.

IV

La burguesía prosoviética a la sombra de su alianza con Perón, y de las fuertes posiciones que detenta en las FFAA y el gobierno, y el control que tiene actualmente sobre palancas claves de la economía nacional, contragolpeó últimamente a los yanquis. De allí que Nuestra Palabra haya podido decir que, luego del 12 de junio, se abrió “una nueva etapa en el proceso liberador”.
Han copado los puestos claves de la dirección del Partido Justicialista y se preparan para copar la CGT con el grupo Romero-Ravitti.
Han usado el prestigio de Perón para avanzar utilizando el apoyo de éste al Pacto Social, con la idea de un reparto de la “herencia” antes de la desaparición de Perón.
Esos sectores prosoviéticos están fuertes arriba, pero sería un grave error sobreestimar sus fuerzas. La esencia del socialimperialismo los obliga a practicar una política aventurera, basada en una ambición hegemónica desproporcionada con sus fuerzas reales, y basada también en su temor a la auténtica revolución. Hoy, nadando a favor de la corriente antiyanqui, aparenta más fuerzas que las que en realidad tiene. Sería grave que el pueblo confiase en sus fanfarronadas, porque eso nos llevaría a una derrota sangrienta, como en Chile.
Cualquiera sea la voluntad de los sectores burgueses hegemónicos en el gobierno todos los hechos demuestran la voluntad de la clase obrera y del pueblo de enfrentar la conspiración y el golpe proyanqui y de luchar contra él. Dependerá del partido marxista-leninista de la clase obrera que esa voluntad se concrete en una lucha triunfal. Esa es la actual responsabilidad histórica de nuestro Partido.

V

Los sucesos del 12 de junio demostraron la existencia de esa voluntad de lucha en las grandes masas populares. La concentración de ese día fue importante por el odio antiyanqui que mostraron las masas, demostrado en la consigna que predominó: “Pegue, Pocho, Pegue”, y por la composición social, predominantemente obrera, de la concentración de Plaza de Mayo. A más de las columnas nutridas de obreros de las empresas muchos de ellos viajaron directamente al centro para participar en el acto.
Las ideas predominantes en la masa giraban en torno al peligro de “otro 55” o a “qué pasa si Perón se va”.
Se ha demostrado la justeza del análisis de nuestro Partido cuando no subestimó la profundidad del sentimiento de las masas explotadas hacia Perón. Ese sentimiento no es necesariamente contradictorio con la idea de lucha. Más de 400 obreros de Bagley se encolumnaron a Plaza de Mayo y, pocos días después, volvían a hacerlo para manifestar por aumentos de salario ante el Congreso Nacional. Lo mismo sucedió en otras empresas.
Las masas obreras entienden que el “Pacto Social se rompió cuando nos dieron el 13% de aumento y las cosas aumentaron mucho más”. O, como señalaron las obreras de un frigorífico santafesino, donde triunfó una lista combativa, cuando el jerarca del gremio las llamaba a no apoyarla por “estar contra el Pacto Social” al reclamar aumentos de salario y le contestaron: “el Pacto Social lo rompimos nosotros, los obreros, porque nunca lo firmamos”.
El discurso de Perón, expresó, por un lado una amenaza velada a los yanquis y terratenientes opositores, más que por lo que dijo, por el mismo hecho de la manifestación, y por otro, centralmente una defensa del Pacto Social, y el intento de levantar un dique para detener el desborde de luchas que amenazaba liquidar ese Pacto.
Perón, expresando los intereses de la gran burguesía predominante en el gobierno, trató, cuidadosamente, de no excitar a las masas obreras, como había hecho, por ejemplo, el 31 de agosto de 1955.
Se demostró así que el Pacto Social une los intereses de la gran burguesía hegemónica en el gobierno, porque con él pretende forcejear con los yanquis, terratenientes y grandes capitalistas ligados a aquellos, haciendo grandes negocios y cerrando cauces al empuje de las masas explotadas.

VI

La muerte o reemplazo del Gral. Perón en el gobierno agravará toda la situación.
Las grandes masas populares peronistas guardan hasta ahora dos experiencias y dos esperanzas. Una la representada por ese líder del que recibieron concesiones que aún recuerdan. Otra la de las luchas con las que arrancaron otras concesiones. La desaparición de Perón les dejará solo esta esperanza que en la medida en que el partido de vanguardia, el PCR, juegue su rol, podrá hacerse realidad.
En ocasión de una reciente asamblea de los obreros de la carne de Berisso, cuando Zorila llamaba a los obreros a no luchar por aumentos de salarios “porque para eso estaba Perón, para concedérselos cuando lo creyese justo”, lo interrumpió un obrero de fila gritando: “¿y cuando no esté Perón quién nos va a ayudar, Zorila?”.
La desaparición o el reemplazo del Gral. Perón en la presidencia de la Nación creará en esas masas obreras y populares el más grande vacío de dirección en muchos años. Ese vacío puede ser llenado por dirigentes reformistas, de uno u otro signo. Más aún ahora cuando sobrevuelan, como caranchos, en espera de la muerte de Perón. Esto no debe ser subestimado. Dependerá del partido que esas grandes masas pasen a practicar una línea revolucionaria y a confiar sólo en sus fuerzas revolucionarias y en su partido de clase marxista-leninista-maoísta: el PCR, y que éste, en un proceso, gane a miles y dirija a millones.
La desaparición o el reemplazo del Gral. Perón avivará la lucha de clases, y agudizará la lucha interimperialista, ya que una cosa es un gobierno de Perón en alianza con la burguesía prosoviética y otra, muy distinta, un gobierno de la gran burguesía sin Perón, hegemonizado o no por los prosoviéticos.
Los yanquis renovarán sus esfuerzos golpistas y los soviéticos reforzarán sus tendencias hegemonistas. Las dentelladas ya han comenzado ante el agravamiento del estado de salud de Perón.

VII

Por todo ello si podemos definir la esencia de nuestra estrategia como tendiente a encontrar el máximo de amigos, la esencia de nuestra táctica debe estar en golpear al enemigo principal sin dejar estabilizar la actual hegemonía burguesa, aprovechando para avanzar las propias contradicciones del enemigo, defendiendo siempre la independencia de clase del proletariado, y sin permitir que se melle el filo de su política independiente.
Para esto es fundamental, en momentos en los que el Partido debe practicar una amplia política de frente único antiyanqui que engloba incluso a sectores antiyanquis de la gran burguesía nacional, que el Partido desarrolle una profunda lucha interna contra el revisionismo, ideológicamente encarnado en la ideología posterior al XX Congreso del PCUS y en las teorías en boga en torno a la llamada “liberación nacional en tránsito al socialismo”.
Lo presión revisionista y neoreformista en el Partido, coagula, especialmente, en torno a posiciones que de hecho resignan nuestro rol de vanguardia, ante la grave situación actual, a la espera de una “segunda vuelta”, es decir, en la práctica, una línea que al resignar el rol de vanguardia del Partido y la clase obrera, condena a ambos a ser furgón de cola de la burguesía, y no a una “segunda vuelta” sino a una “no vuelta”.
Tales posiciones parten de creer que la inevitable derrota de las líneas reformistas significará también la derrota inevitable del pueblo. Evidencian así su falta de confianza en las posibilidades de una línea revolucionaria. Esas tendencias reformistas ven, por tanto, la posibilidad de golpe yanqui, y/o de guerra civil como un enfrentamiento entre ellos (los yanquis) y los sectores populares dirigidos por la gran burguesía prosoviética, pero no se ve la posibilidad de que la clase obrera al frente de un amplio Frente Único Antiyanqui pueda parar el cauce reformista y abrir paso a un cauce revolucionario capaz de enfrentar exitosamente el golpe de Estado yanqui, o la guerra civil venciendo la inevitable línea reformista de los sectores prosoviéticos.
Los últimos acontecimientos han demostrado que el centro de la escena política nacional es ocupado, reiteradamente, por la clase obrera, y que es la lucha de ésta que la impulsa incesantemente hacia adelante a todo el movimiento popular.
Se tambalean también los gigantes de la jerarquía propatronal: UOM; SMATA; CARNE; AOT; UNIÓN FERROVIARIA, demostrando la posibilidad de recorrer el camino de acumulación revolucionaria que plantea nuestro Partido en la medida en que centremos nuestro trabajo, audazmente, con nuestra línea que va probando su justeza en la práctica, en los grandes centros de concentración del proletariado industrial, y en el campo, entre el proletariado rural y los campesinos pobres.
La situación para avanzar por el camino revolucionario del frente único antiyanqui es buena si no vacilamos en la aplicación de la línea de nuestro Tercer Congreso, y si no nos despegamos de las grandes masas peronistas y las ayudamos a hacer su propia experiencia revolucionaria, garantizando que, a la muerte de su líder reformista, lejos de disgregarse, se unan en un plano superior, en un plano revolucionario.

TAREAS:

–     El Partido debe poner en el centro de su preocupación la lucha por unir las fuerzas populares y antiyanquis para impedir “un nuevo 55”. No por un criterio defensivo, ya que la única manera de impedirlo es derrotar a los yanquis y sus socios nacionales, barrerlos de sus posiciones económicas y políticas, y avanzar por el camino de la revolución democrática, popular, agraria, antiimperialista y antimonopolista en marcha al socialismo. Y esto no será posible de resolver pacíficamente.
    En relación con esto debemos realizar una amplia y activa política de contactos y alianzas.
–     Esta tarea se une a la lucha por aumentos de salarios y por romper un “pacto social” que, favoreciendo a un puñado de burgueses y testaferros de intereses imperialistas, está abonando el terreno para ese golpe. La lucha actual del SMATA Córdoba y de los Gráficos debe ser acompañada por toda la clase obrera. Especialmente debemos centrar en el magisterio y en ferroviarios, para desatar a escala nacional la lucha salarial.
–    En relación con esto trabajaremos la propuesta de una reunión de cuerpos de delegados recuperados, y la idea de un pacto obrero-campesino, tratando de trabajar esa perspectiva para el II Parlamento Agrario a realizarse en Córdoba del 1 al 4 de agosto.
    Ese pacto debería hacerse en torno a un programa que sintetice las tareas antiyanquis y liberadoras del momento actual, y como base de un Pacto obrero-campesino-popular. Esta iniciativa puede incidir en la situación política nacional ofreciendo una salida de lucha superior a las que tradicionalmente ofrece el frentismo reformista en estas situaciones.
–     También en relación con esto la JCR deberá insistir en su deseo de coordinar la lucha antiyanqui con la Coordinadora de Juventudes Políticas Argentinas, tratando de que la misma rompa su política sectaria y divisionista respecto de nuestra juventud y de otras fuerzas revolucionarias, política impuesta por la dirección FJC-JP de esa coordinadora. Eso no debe impedir que también coordinemos tareas antiyanquis y democráticas con fuerzas importantes que han sido excluidas de esa coordinadora, y otras que manteniéndose en las JPA manifiestan creciente repudio al manejo del grupo que la dirige.
–     Entre las tareas políticas, ligadas a la construcción del frente único antiyanqui, adquiere importancia particular la lucha por una solución antiimperialista y revolucionaria de los grandes problemas de la dependencia, como la cuestión del petróleo, ante la inminencia de discusión de una nueva ley de hidrocarburos; la cuestión de las carnes; la pesca; la minería; la defensa de las 200 millas de soberanía marítima.
–     Otra tarea a ser encarada con fuerza es la lucha contra el terror blanco y los grupos terroristas proyanquis que actúan en todo el país.
–    En cuanto a la lucha contra el desabastecimiento debemos promover formas concretas de lucha de masas obreras, y muy especialmente de las mujeres contra el mismo. Hay que ubicar los depósitos de víveres, provisiones y medicamentos de los monopolios, especialmente los yanquis, y movilizar al pueblo para su reparto a precios oficiales, o gratis si se resisten. No se trata de realizar acciones tipo “comandos contra el hambre”, acciones de pequeños grupos. Se trata de movilizar a las masas, como sucedió hace pocos días en el Bajo Flores con una manifestación de vecinos contra un depósito de azúcar que acaparaba gran cantidad de ese producto.
    El Partido debe popularizar un programa de medidas drásticas contra el desabastecimiento, como la necesidad de intervenir las estancias de los grandes terratenientes e incautarse del ganado que se nieguen a vender especulativamente.
–    En relación con todo lo anterior el Partido encarará las tareas relacionadas con el próximo Congreso de la CGT. Nuestra línea es la línea de la recuperación de las organizaciones sindicales en manos de jerarcas y burócratas propatronales, sean ellos propatronales al servicio de las patronales yanquis o al servicio de la burguesía nacional. Esto evitando el paralelismo sindical. Por eso no estamos de acuerdo con la línea del P“C” de apoyo al grupo Romero-Ravitti. Esa línea también es apoyada por la JTP. El dirigente de esta organización, Juárez, declaró en Tucumán que ellos visualizan “al vandorismo como enemigo principal a partir del 12 de junio” y, por ello, “no opondrán alternativa a la reelección de Adelino Romero”, apoyando así a “los sectores más blandos de la burocracia sindical, hoy enfrentados a las 62 Organizaciones”. (La Gaceta.- 25/6/74).
–    También en ese marco se inscriben las tareas para el congreso de unidad del movimiento estudiantil convocado por la FUA y la FULNBA, congreso que representa un gran triunfo de la línea de unidad nacional seguida por nuestro Partido en la FUA desde 1968. Ese congreso puede permitir un gran reforzamiento de las fuerzas antiyanquis de la universidad, fuerzas que son mayoritarias en el movimiento estudiantil.
    El CC recibió información de la presentación judicial de nuestro Partido impugnando el actual estatuto proscriptivo de los partidos políticos, y exigiendo sus derechos legales, y adoptó medidas al respecto.
    El CC decidió aprobar como consigna del Partido para el actual período la de: “No a otro 55!! Unirse y armarse para derrotar a yanquis y oligarcas!!”
    Se decidió además utilizar la consigna de: “Fuera yanquis, oligarcas y jerarcas!! Ni golpe, ni conciliación: revolución!!”.
–    El CC discutió como punto especial la marcha de la Colecta Financiera, tarea central del Partido en todo el mes de julio. Se señaló el retraso de algunos regionales y comisiones colaboradoras en esa tarea y se decidieron medidas especiales al respecto.

Ante las noticias referentes al agravamiento del estado de salud del presidente Perón, y ante la asunción del cargo por la Sra. Isabel Martinez de Perón, el CC envió un telegrama a la misma expresando que: acompañábamos la preocupación de las masas populares por la salud del Gral. Perón, reiterábamos nuestra oposición a todo intento golpista y a las maniobras contra el pueblo, y reafirmábamos nuestra propuesta de frente único antiyanqui y del camino revolucionario para lograr la liberación definitiva.
También se decidió acompañar a las masas peronistas ante un posible desenlace desfavorable de la enfermedad del Tte. Gral. Perón, reafirmando un camino de unidad con ellas para el futuro en la lucha contra los enemigos comunes.
El CC analizó la propuesta del P“C” ante esta situación de constituir un gobierno de coalición, propuesta que en realidad es la de un mero gabinete de coalición que, por el programa y la línea reformista propuesta tanto por el P“C” como por los partidos burgueses, como por la desorganización y el no armamento de la masa que ellos proponen como consecuencia de su línea de vía pacífica, sólo puede llevar al pueblo a la derrota frente a los yanquis.
El camino del triunfo para la actual lucha del pueblo argentino es el camino de la construcción de un auténtico frente único antiyanqui dirigido por la clase obrera, con un programa revolucionario, que aplaste a las yanquis y sus socios nacionales e instaure un gobierno revolucionario representativo de esa unidad antiyanqui y de esa hegemonía obrera, gobierno que será expresión de una dictadura de esas clases aliadas contra el imperialismo yanqui y sus socios nacionales, dictadura basada en el pueblo organizado y en armas, y capaz de avanzar por un camino que le permita, sobre la base de la transformación de ese frente en un frente popular de Liberación dirigido por la clase obrera, conquistar un auténtico gobierno popular revolucionario que realice las tareas de la revolución democrático-popular, agraria, antiimperialista, antimonopolista en marcha al socialismo.
Un frente único antiyanqui sin el gobierno que lo exprese será un simple instrumento de presión al gobierno reformista; y un gobierno antiyanqui que exprese ese frente si no es la expresión de la derrota armada de los yanquis y sus socios nacionales será sólo un taparrabos del reformismo, porque es utópico pensar en una derrota pacífica de los yanquis y los grandes terratenientes y capitalistas a ellos asociados en la Argentina.