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30 de November de 2010

Otro 55 no pasará, Partido Comunista Revolucionario  -  28 y 29 de mayo 1975

Informe del Comite Central del PCR – Otro 55 no pasara –

Documentos del PCR / tomo 4

Situación internacional

Situación internacional

En cuanto a la situación internacional queremos simplemente señalar algunos de los rasgos más generales de la misma. El he­cho más importante producido en el último período ha sido el triunfo de la lucha liberadora en Camboya, Vietnam y Laos, triunfo que ha de introducir cambios profundos, no sólo en el Sudeste Asiático sino también, con segu­ridad a escala mundial. Cuando Kissinger señaló la preocupación de los dirigentes del imperialismo norteamericano por la influen­cia mundial de esos cambios, y la necesidad de prepararse para enfrentarlos, estaba re­firiéndose a hechos, que ya han comenzado a producirse y que se multiplicarán, con seguridad, en el futuro. Ese triunfo de la lucha liberadora de los pueblos indochinos ha vuelto a poner de relieve la profunda justeza de la opinión del camarada Mao Tsetung cuando señaló como gran enseñanza de los mismos que: “Un país débil puede derrotar a un país poderoso, un país pequeño puede derrotar a un país grande. Siempre que el pueblo del pequeño país ose levantarse en lucha, se atreva a empuñar las armas y tome en sus manos el destino de su propio país, podrá indefectiblemente derrotar la agresión de un país grande”.
Este gran triunfo de la lucha liberadora de los pueblos del Tercer Mundo, abrirá, con seguridad, una nueva oleada de luchas revo­lucionarias a escala mundial. Se produce en momentos en que el mundo capitalista es sa­cudido por una grave crisis económica; la grave crisis económica posterior a la Segunda Guerra Mundial; y cuando se notan no solamente en Asia, África y América La­tina sino también en EE.UU. y en Europa los síntomas de una reactivación del movimiento revolucionario, en especial modo del movimiento obrero.
También habría que señalar como uno de los rasgos más importantes de la situación internacional actual, en lo que se refiere a las luchas interimperialistas a escala mundial, que los yanquis se encuentran en general a la defensiva y los soviéticos se encuentran, en general, a la ofensiva. Los yanquis obligados a retirarse del Sudeste Asiático, preparan empero su contraofensiva procurando aprovechar las dificultades económicas y de otro tipo que tienen los soviéticos. La lucha interimperialista se agudizará, pues, en el próximo período.
En América Latina, al período de grandes luchas abierto en 1968, y al período de las derrotas que nuevamente produjo el predo­minio de una línea reformista en Bolivia, Chile y Uruguay, ha seguido un período de reflexión de las masas populares latinoame­ricanas. Simultáneamente, aprovechando el debilitamiento relativo del imperialismo yanqui se va afirmando una corriente de bur­guesía nacional que procura reformas y cam­bios a través de forcejeos con el imperialis­mo yanqui, y que va consiguiendo algunos éxitos importantes en este camino, como se evidencia, principalmente, en los casos de Venezuela, Perú, México, Panamá y Argen­tina. El avance de esta corriente de burguesía nacional también es perceptible en los casos de Honduras, Ecuador, en la Federa­ción de las Antillas, Guyana, y en cambios que con seguridad preanuncian otros de mag­nitud y han de abrir otra reactivación del movimiento popular en Uruguay y en Brasil. Los últimos sucesos ocurridos en Uruguay son demostrativos de que la corriente repre­sentativa de la burguesía nacional existente en el seno de las FF.AA. uruguayas (corrien­te que aparece fuertemente infiltrada por los sectores prosoviéticos) no ha desaparecido y que está preparándose para nuevos enfren­tamientos con el sector proyanqui.
El afianzamiento de esta corriente de burguesía nacional en América Latina tiene una gran importancia. Los soviéticos inten­tan montarse en ella por todos los medios, pero no les va a resultar fácil; porque su verdadera faz de potencia imperialista va quedando cada día más clara ante los países del Tercer Mundo, y además porque es muy poco lo que pueden dar en apoyo de este mo­vimiento de burguesía nacional. En primer lugar porque son imperialistas, y pretenden utilizar este movimiento para imponer su dominio, reemplazando a los yanquis, y, en segundo lugar, por las propias y graves di­ficultades económicas del socialimperialismo.
Estos países van empezando a comprender que tras la llamada “ayuda” soviética, hay mucha propaganda, mucho palabrerío y ninguna ayuda. Uno de los casos más claros es lo que ha sucedido con las ilusiones de la burguesía y los terratenientes argentinos con las exportaciones de carne a la Unión Soviética. Las ventas de carne han sido mínimas. En lo que va de l975 se han vendido 20.000 toneladas, mientras que la Unión Soviética ha adquirido 120.000 toneladas de carne de los stocks acumulados por el Mercado Co­mún Europeo, y ha adquirido en Australia una cantidad mayor de carnes (40.000 Tn) que en la Argentina. Además esta carne que los terratenientes y burgueses argentinos pensaban vender a la Unión Soviética a pre­cios cercanos a los 1.500 dólares la tonelada, han tenido que resignarse (como se lamentó amargamente Gómez Morales hace poco en un programa de televisión) a vendérsela a un precio de 1.000 dólares. Y ahora los soviéticos para hacer nuevas compras en 1975 ofrecen pagar 750 dólares la tonelada. Todo esto lle­va a que si bien los soviéticos intentan -por todos los medios- aprovechar en su favor estas corrientes antiyanquis, no les resulte, ni les vaya a resultar fácil hacerlo.

Situación Política Nacional

En cuanto a la situación política nacional, el rasgo más general y más importante está dado por la paulatina conformación de las fuerzas que se preparan para el desenlace inevitable del proceso abierto con las gran­des luchas obreras y populares de mayo de 1969.
Un cuanto a las fuerzas que hegemonizan los sectores proyanquis, o que responden di­rectamente a los yanquis, se puede decir que se han reagrupado y reorganizado. Duramen­te golpeados a partir de los años 69, 70, 71, 72 y 73, por los grandes combates obreros y populares, han podido recuperarse, aprove­chando el aventurerismo de los soviéticos y la línea de conciliación de la burguesía na­cional, y utilizando sus aún importantes po­siciones económicas y sus viejos vínculos po­líticos, principalmente con los terratenientes.
En cuanto a los sectores que hegemonizan los agentes, los testaferros y la burguesía intermediaria asociada a los soviéticos, es decir, en cuanto a los sectores prosoviéticos, enfrentados primero por Perón, y luego por Isabel Perón, aún más duramente, se han visto obligados a montarse en una corriente antiyanqui pero gorila, burguesa y pequeñoburguesa, en la que existen incluso importantes sectores terratenientes. Esta es actualmente la más activa corriente golpista. Pero cada día más es una corriente de composición social burguesa y pequeñoburguesa. Por otro lado, desde comienzos de abril, el sector liderado por la Sra. de Perón, sector nacionalista y tercermundista, comenzó su contraofensiva política. En ese momento su situación era muy difícil. Eran los días en los que se conoció el documento del MID, claramente golpista, que implicaba el alza­miento de uno de los principales aliados del FREJULI, con la finalidad, no sólo de rom­per la alianza que mantenía con el Partido Justicialista (para cuestionar la “legitimi­dad” del gobierno que, según la lógica burguesa, había sido votado por una coalición que ya no existía), sino también para pro­ducir esa ruptura en una forma estruendosa y favorable a los planes golpistas. Días en los que se constituye el Partido Auténtico, tratando de demostrar que la ruptura no solamente se producía en la alianza gober­nante del FREJULI, sino que también se producía en el propio Partido Peronista. El documento del MID y la constitución del Partido Auténtico, que como actos políticos habían sido decididos con bastante anticipación al momento en que se hicieron públicos, coincidieron con la publicación de un docu­mento crítico para el gobierno del Episcopado, y con una serie de declaraciones y documentos de sectores de terratenientes y de gran burguesía agraria, liderados la mayo­ría de ellos por sectores proyanquis, pero algunos también por los sectores prosoviéticos. Es entonces que la dirección de la CGT y la dirección de las 62, publican un docu­mento y elaboran otro secreto para entregar al gobierno. Los golpistas comentaron que estos documentos eran apoyados por los Comandantes en Jefe, y el grupo de los llama­dos “Diez Gobernadores”, entre los que se incluía Sylvestre Begnis y Calabró.
Al pu­blicarse el documento de la CGT y de las 62, pareció haber llegado la “hora cero” que esperaban los golpistas para imponer sus con­diciones o derribar al gobierno de Isabel de Perón.
Entonces comienza la contraofensiva de este sector.
En la contraofensiva de las fuerzas antigolpistas jugó un papel muy importante la la­bor de nuestro Partido; dada la debilidad relativa en que se encontraban las fuerzas nacionalistas y tercermundistas, fue importan­te el apoyo dado por nosotros. Nuestro Par­tido había previsto a partir del CC de noviembre la inevitabilidad de una situación semejante a la que estábamos viviendo en esas últimas semanas de marzo. Y jugó tam­bién un papel clave el surgimiento de una corriente antigolpista en el radicalismo, corriente encabezada por el sector balbinista.
Las elecciones de Misiones significaron una grave derrota para los planes de los golpistas. Esas elecciones demostraron que era posible vencer a los golpistas que, en definitiva, son instrumentados por las dos grandes superpotencias que se disputan el control del mundo: los EE.UU. y la URSS. Las elecciones de Misiones permitieron fortalecer la he­gemonía del sector nacionalista-tercermun­dista de Isabel en el peronismo, y permitieron fortalecer las posiciones de Balbín en el radicalismo, posiciones que eran y aún son minoría en el mismo. Implicaron una grave de­rrota para el Partido Auténtico, y, con ella una grave derrota para el proyecto de los prosoviéticos que pensaban construir una “tercera fuerza” en Argentina, sobre la base de la confluencia de ese Par-tido Auténtico (al que en sus planes asignaban aproximadamente 1.500.000 votos a escala nacional ) con sectores nucleados en la CGE; con los par­tidos nucleados en lo que se llamó la Alianza Popular Revolucionaria; con fuerzas que es­peraban desprender del radicalismo y otras. Al mismo tiempo, las elecciones de Misiones demostraron el avance de las posiciones del Partido Comunista Revolucionario que jugó un rol importante en las elecciones misione­ras y se proyectó con fuerza, al calor de las mismas, en el panorama político nacional. Las elecciones de Misiones, la posición que tuvieron frente a ella los distintos sectores, y particularmente la posición que tuvo el sector del peronismo encabezado por Isabel de Perón, sector absolutamente mayoritario en el peronismo, dieron respuesta a una pre­gunta que se hacían muchas fuerzas anti­golpistas en la Argentina. Era la pregunta de si Isabel iba a resistir a los golpistas. A partir de ese hecho, lo que era convicción de algunos como resultado del análisis de la si­tuación política nacional, pasó a ser convic­ción de muchos.
También las elecciones misioneras demos­traron que las fuerzas antigolpistas pueden golpear juntas al enemigo común; pueden golpear juntas a las fuerzas golpistas, e in­cluso, en determinadas condiciones, en determinadas circunstancias, y con determinadas formas, esas fuerzas antigolpistas pueden unirse.
Como parte de la contraofensiva antigolpista iniciada a comienzos de abril, que fue desnudando los planes golpistas y les fue asestando golpes importantes y revirtiendo una situación muy difícil, podemos dar los siguientes hechos: la denuncia hecha pública por el Jornal do Brasil de una serie de reu­niones conspirativas en las que habrían par­ticipado sectores claves del golpe prosoviético, como Lanusse, y algunos militares y políticos claramente vinculados a sus pro­yectos golpistas, entre otros, López Aufranc, Cáceres Monié; empresarios como Madanes; políticos como Arturo Frondizi; y en algu­nos también habría participado, en una po­sición no clara., de acuerdo con esos documen­tos, Lorenzo Miguel. El hecho de que las fi­guras comprometidas por esa denuncia no hayan desmentido en forma clara y tajante su participación en esas reuniones, como en el caso, por ejemplo, de Lorenzo Miguel, o de López Aufranc, permitió que sectores importantes de las masas, tuvieran idea apro­ximada de cuál era la red conspirativa.
 No­sotros no sabemos si esos documentos son verídicos; inclusive los hechos que denuncian, no sabemos si existieron o no; pero se puede decir de ellos que si toda “semejanza con la realidad es pura casualidad”, en verdad, la semejanza de los hechos que denuncian con la realidad es muy grande.
Después se producen otros hechos impor­tantes como la investigación del caso Aluar. Esa investigación deja totalmente sucia la figura de Lanusse, al que muestra enteramen­te comprometido, no sólo con los planes polí­ticos de Gelbard (es decir, no sólo se ratifica que hubo una vinculación política durante la dictadura de Lanusse, una vinculación íntima entre el equipo de Lanusse, es decir, el Cholo Peco, Sajón, Panullo, Cornicelli, con Gelbard) sino que aparece claro que han existido negociados turbios, negociados semejan­tes a los que significaron grandes escándalos políticos, como los negociados de la Chade en la década de 1930, los del petróleo en la época de Frondizi, etc. Esta investigación se produjo en momentos en que en los círculos políticos se comentaba (y en los círculos pro­soviéticos se comentaba con particular simpatía) que el general Lanusse iba a realizar una visita a algunos países latinoamericanos y europeos, entre los que se encontraban Cu­ba y la Unión Soviética.
Con posterioridad se produjo el desplazamiento de José Antonio Allende como Pre­sidente del Senado. Este hecho tiene una gran importancia. Cierra, prácticamente, las posibilidades de golpe indoloro con el que soñaban los “institucionalistas”1.Y va a ser seguido, posteriormente, con el defenestra­miento de Anaya, que era la cabeza de ese golpe en las FF.AA. (la cabeza oculta, por cuanto la cabeza pública, según los golpistas, eran los militares del Estado Mayor, en vin­culación fundamentalmente con algunos sectores de la Marina).
Luego se produjo la expulsión de Cámpora del peronismo.
En esta situación se marchó a la conme­moración del 1° de Mayo. Hay que decir que en torno a la conmemoración del 1° de Mayo se tensaron todas las fuerzas en el movimien­to obrero y popular, entre los golpistas y an­tigolpistas. Se tensaron en un grado y una magnitud tal que de nuevo volvieron a que­dar claramente delimitadas las trincheras entre los golpistas prorrusos y proyanquis y los antigolpistas. Por ejemplo, en el caso de la provincia de Santa Fe, mientras la CGT de la ciudad de Santa Fe llamaba abiertamente a no movilizarse para el 1º de Mayo, ampa­rándose en la resolución de la CGT central, según la cual los obreros que residían a más de 100 kilómetros de la Capital no concurrirían al acto del 1° de Mayo, la CGT de Rosario lla­maba públicamente, y como decía en una solicitada “pese a quien le pese” a movili­zarse para el acto del 1° de Mayo. Esta lucha por la movilización del 1° de Mayo abarcó ciudad por ciudad, localidad por lo­calidad, gremio por gremio, empresa por em­presa y cada sección de fábrica del Gran Buenos Aires. Y se hizo en medio del boicot abierto de la cúpula de la CGT a un acto que debía demostrar el carácter masivo o no del apoyo al gobierno peronista de Isabel.
No sólo tuvo importancia la movilización popular al acto del 1° de Mayo, sino que tam­bién la tuvo el discurso de Isabel a la mañana en la inauguración de las sesiones parlamentarias, y el discurso de Isabel a la tarde en la Plaza de Mayo. Ambos discursos tuvieron como eje la defensa de la Patria.
Y es precisamente la defensa de la Patria frente a los enemigos imperialistas que la ace­chan y la que puede permitir la más amplia coalición antigolpista en los actuales momentos. Por otro lado, también, en ese acto, Isabel reafirmó su decisión de resistir.
Hay que destacar la importancia que tiene la participación en el acto del 1° de Mayo de los estudiantes nucleados en la Federa­ción Universitaria Argentina, (después de muchos años de división o separación del movimiento estudiantil organizado con el movimiento obrero y popular de carácter peronista) cuando existe una gran ofensiva de las fuerzas golpistas entre el estudiantado. La participación de la FUA en el acto del 1° de Mayo es el resultado de la confluencia de posiciones antigolpistas de los compa­ñeros del Partido Socialista Popular que di­rige Estevez Boero, de los compañeros de la Juventud Radical, que han ido tomando po­siciones antigolpistas en la FUA, y de las posiciones del PCR.
Otro hecho importante en la resistencia antigolpista está dado por el acercamiento, en distintos niveles, de nuestro Partido con las organizaciones del peronismo. Esta es una de las condiciones para la derrota de los golpistas.
Se ha dado desde este punto de vista un resultado totalmente contrario al que imaginó la camarilla dirigente del falso Partido Comunista, que, en determinado momento, antes de las elecciones de Misiones, transfor­mando sus sueños en realidad, afirmó que el peronismo se disgregaba y que el PCR se aliaba con la “fracción” minoritaria y “fascista” del peronismo. Las elecciones de Mi­siones demostraron lo contrario; lo que crece es la tendencia a la unidad entre el Partido Comunista Revolucionario y la tendencia ma­yoritaria del peronismo, y esta tendencia tiende a cohesionarse en torno a posiciones nacionalistas y tercermundistas y lo que se disgrega, en general con posiciones, prosoviéticas, es minoritaria.

1    ”Institucionalistas”: partidarios de dejar a Isa­bel como titular de un gobierno cívico-militar diri­gido por los golpistas como el de Guido el 1963, o de desplazarla reemplazándola con el “sucesor constitucional” es decir: el Presidente del Senado.
 

El estado de ánimo de las masas populares

El factor más importante en estos cambios en la correlación de fuerzas ha estado y está, en la actitud política de las grandes masas populares. Principalmente, de la clase obrera, y en especial modo la clase obrera de aque­llos lugares en que el Partido, aplicando a fondo la línea del Tercer Congreso y las reso­luciones del Comité Central del mes de no­viembre del 74, ha jugado verdaderamente su rol de vanguardia.

Durante meses las grandes masas obreras se tomaron tiempo para reflexionar sobre muchos aspectos de la situación política ar­gentina que aparecían sumamente confusos, complejos, difíciles de entender por sus apa­riencias, y que arrancaban, principalmente, de los sucesos ocurridos desde el 20 de junio de 1973 en Ezeiza. Esta actitud de las grandes masas populares comenzó a evidenciarse luego de la muerte de Perón, y se tornó cla­ramente evidente, en particular para noso­tros los comunistas revolucionarios, a partir de la asamblea de la planta Santa Isabel, de Ika Renault que decidió levantar las medidas de lucha en el SMATA Córdoba con posterio­ridad al triunfo de la lucha por el aumento salarial.
El Partido supo extraer las conclusiones correctas de la situación política general, y principalmente del estado de ánimo de las masas. A partir del Comité Central de no­viembre, iniciamos una intensa labor de ma­sas, destinada a que éstas pasaran a una ac­tiva labor antigolpista, en el camino de la lucha liberadora y democrática
Las grandes masas fueron paulatinamente demostrando su voluntad antigolpista. En­tendida ésta no como una aspiración de re­troceder hacia un pasado añorado, sino co­mo una condición para avanzar en la libera­ción nacional y social de nuestra patria y de nuestro pueblo. Las elecciones de Misiones y el acto del 1° de Mayo son los mejores ejem­plos de esa actitud, pero también lo son los pronunciamientos de asambleas obreras y cuerpos de delegados, entre otros, los de Perdriel, y distintas asambleas del SMATA Córdoba; los de Gas del Estado; Fate; Mel­chor Romero en La Plata; las elecciones de la carne en Berisso; los pronunciamientos de diferentes sindicatos de obreros rurales; y, muy especialmente las últimas asambleas de Rigolleau. Pronunciamientos como los de algunas organizaciones agrarias y como los de la FUA, entre otros, son pruebas palmarias de que esa voluntad no se reduce solamente al ámbito de la clase obrera.
En el movimiento estudiantil, se notan sín­tomas de reactivación del mismo con una línea correcta. Las masas estudiantiles, que fueron instrumentadas y dopadas, durante un prolongado período, con la utopía de la “universidad socialista”, y a las que se les hizo creer, bajo la dirección de Puigróss y la JUP, que dirigían el país y serían la “van­guardia” del proceso liberador, despiertan a la realidad. Al igual que luego del primer gran impulso del movimiento de la Reforma Universitaria en la década del veinte, luego de 1945 (donde fueron punta de lanza de la Unión Democrática) y luego de 1958, han iniciado una profunda reflexión sobre el pe­ríodo recientemente vivido. Las conclusiones del mismo dependerán en gran medida del papel del Partido en la Universidad. Las experiencias anteriores demuestran que no siempre las conclusiones que se sacaron de esos grandes estallidos de masa y de las ilu­siones pequeñoburguesas que los acompaña­ron fueron correctas. Esto depende en mu­cho de los estudiantes pero depende aún más del movimiento obrero y del Partido que de­be preocuparse, como vanguardia de la re­volución argentina, de ayudar al movimiento estudiantil a extraer conclusiones y una lí­nea justa de la experiencia realizada.
En cuanto al movimiento juvenil se asiste al fin de la euforia del movimiento que fue encabezado por la, pequeña burguesía revo­lucionaria e instrumentado, al servicio de la burguesía prosoviética, por los Montoneros y la llamada Coordinadora de Juventudes Políticas que dirigieron ellos y la FJC. La elevada participación juvenil en el acto del 1° de Mayo es indicativa de un nuevo momento. Surgen nuevas organizaciones juveniles en el peronismo y se fortalecen tendencias antiimperialistas en la juventud radical. Crece la JCR.
La juventud obrera debe ser la columna vertebral de un gran movimiento patriótico, antigolpista, de la juventud. Existen para ello todas las condiciones. Las masas juveni­les son antigolpistas y bulle en ellas un hon­do descontento porque quieren transformaciones revolucionarias que van más allá de los proyectos de la burguesía. De allí la impor­tancia de la organización masiva del movi­miento juvenil.
En las villas de emergencia y en las barriadas obreras crecen en forma arrolladora las posiciones de las fuerzas antigolpistas y son reducidas a mínima expresión las fuerzas golpistas, como aquellas prosoviéticas que en su momento fueron hegemónicas en esos lugares.
Las últimas asambleas de Rigolleau y Fate en el Gran Buenos Aires, donde algunas fuerzas querían hacer, como llegaron a decir “una nueva Villa Constitución”, demuestra que la dirección, que la orientación que el Comité de Lucha de Villa Constitución hegemonizado por el PC, el PST, el PRT, im­primió a esa heroica lucha proletaria (una orientación de fracaso, una orientación de alianza con todo el gorilaje golpista, y de alianza y/o esperanzas en la dirección de la UOM, atacando a Isabel como enemigo principal) no es la orientación, no es el ca­mino, hacia el que se orientan las grandes masas del país después de este período de reflexión al que hemos hecho mención.
La línea justa que comienza a abrirse ca­mino en las grandes empresas del proletariado industrial es una línea que une al combate por sus reivindicaciones y al combate por la recuperación de sus organizaciones de cla­se en manos de los jerarcas sindicales (ins­trumento, la mayoría de estos, de las fuerzas golpistas), la lucha contra el golpe de Esta­do. Y esta línea es producto de las mejores experiencias del proletariado a partir de 1955 y, especialmente, a partir del Cordobazo y las grandes luchas posteriores a 1969. Porque indica que el proletariado no sólo no acepta ser furgón de cola de las fuerzas burguesas y terratenientes golpistas, sino que crece su voluntad de ser protagonista consciente e independiente en los grandes com­bates nacionales y de clase que se avecinan en la Argentina. Que el proletariado juegue este papel protagónico, antigolpista y de van­guardia de las masas populares argentinas, es tarea principal de su partido marxista­-leninista, es decir, del PCR.
El avance de las posiciones antigolpistas en las grandes masas estimuló la contrao­fensiva del sector nacionalista y tercermun­dista del peronismo encabezado por Isabel y López Rega. Y la resistencia de éstos (que en enero-febrero habían llegado a estar casi cercados) a los conspiradores proyanquis y prorrusos estimuló, a su vez, a la resistencia de las masas.
 Todo esto influyó también sobre el radi­calismo. Porque el triunfo del golpe de Esta­do replantea en estas condiciones la división popular que, luego de 1955, permitió al imperialismo, principalmente yanqui, y a los terratenientes, causar duras derrotas a nues­tro pueblo. Derrotas que también fueron tales para el radicalismo, aunque éste hubiese pen­sado en ocasiones que podía aprovechar la proscripción del peronismo. Observando el actual proceso portugués, en importantes sec­tores de la dirección del radicalismo dura­ron poco las ilusiones en el golpe “institu­cional” que promovía el P“C” y los prosovié­ticos.
Todo esto no apacigua a los golpistas. Por el contrario, exacerba a las tendencias gol­pistas. Un ejemplo de ello lo da un mani­fiesto liberal que circula profusamente en las FF.AA. Un manifiesto de contenido gorila proyanqui. Este manifiesto polemiza con aquellos que pretenden introducir modifica­ciones parciales en el gobierno a través de la presión a los militares y de diferentes “planteamientos”, con la finalidad de “llegar” a 1977, manteniendo la fachada insti­tucional, y producir entonces cambios a más largo plazo. Y dice este sector gorila proyan­qui que esto es una ilusión, porque es una ilusión, dice, pensar que los peronistas llega­rán a perder las elecciones. Señala que debe darse un golpe abierto ahora porque como ya se demostró en el anterior gobierno pero­nista, y se demuestra actualmente, los pero­nistas “seguirán ganando las elecciones” y ganarán las elecciones del 77. Como se ve los triunfos electorales del peronismo, como en Misiones, no hacen decaer la intensidad de los preparativos golpistas; sino que operan como estimulantes de los mismos.
El otro sector golpista, el más activo, el sector golpista prosoviético, que busca el con­trol del gobierno por FF.AA. amigas y un proceso que vuelva a permitirles retomar el control de la situación como llegaron a tener en ciertos momentos, en los años 72 y 73 con Lanusse y Cámpora, plantea, como ha hecho el periodista Neustadt recientemente que “el gobierno gana las elecciones, pero no puede gobernar”.
Las revelaciones de la entrevista del 25 de abril entre Anaya e Isabel, demuestran que a 10 días de las elecciones misioneras, el primero hizo al gobierno un nuevo “plan­teamiento”, apoyado por lo fundamental de la dirección del Ejército. Ese “planteamien­to” apuntaba a exigir la salida de López Rega y la creación de la Secretaría de Segu­ridad o el otorgamiento de funciones simi­lares al Estado Mayor Conjunto. Y so pretexto de la relativa “ineficiencia” de las me­didas gubernamentales de la represión a la guerrilla en Tucumán, exigía medidas de carácter político y social, que demuestran una creciente injerencia de los militares en el gobierno y por detrás del gobierno tal cual exigen los golpistas.
Como se ve, los golpistas estimulan el de­sabastecimiento a través del contrabando y la especulación; estimulan la represión a través del terrorismo; traban por todos los medios al gobierno; rompen el frente único del pueblo y luego acusan al gobierno de “ineficaz” y con ese pretexto conspiran.
Tanto las posiciones que analizábamos an­tes, de los sectores proyanquiscomo las de los sectores prosoviéticos, demuestran que la contraofensiva de los sectores antigolpistas no hacen decrecer la agresividad de los sec­tores golpistas.
Isabel desplazó a José Antonio Allende de la presidencia del Senado y decidió hacer el acto del 1° de Mayo sin conceder a la di­rección de la CGT, que quería hacerlo el 30 de abril y hegemonizarlo con sus consignas y con su línea. El discurso de Isabel en Tu­cumán y una serie de otros hechos se ins­criben en esa misma dirección, culminando con el desplazamiento de Anaya y otros miembros de la cúspide del Ejército.
En cuanto al golpe prosoviético, conviene señalar que actualmente corren rumores so­bre una gran “variedad” de golpes. En esencia, todos estos golpes, unos de conte­nido “peruanista,” otros de contenido “pro­fesionalista”, otros de contenido “naciona­lista” más de derecha; son distintas formas de ir agrupando a las diferentes corrientes del Ejército para darles una orientación de lucha contra el enemigo principal, es decir contra López Rega, con la finalidad de ais­lar, someter o voltear al gobierno de Isabel. Esta orientación, según comentan los secto­res golpistas, llegó a ser predominante en la dirección del Ejército, apoyándose fundamen­talmente en el Estado Mayor del mismo, y trabajaba en coordinación con algunos sec­tores de la Marina.
Paralelamente se van organizando los sec­tores proyanquis, que promueven un “pinochetazo”; un golpe militar fascista seme­jante al de Chile, claramente proyanqui y proterrateniente. Este sector ha hecho circu­lar un proyecto de “Constitución” que instaura la pena de muerte por una serie de de­litos con carácter retroactivo e imprescrip­tible, y de otras medidas de clara orientación “pinochetista”, para usar una palabra que está “a la moda”. Otro sector que trabaja en esa dirección es el socialcristiano, en el que participan una parte de la Iglesia y Onganía.
Sería un error creer que estas distintas corrientes golpistas no pueden, en determi­nado momento, confluir y unirse tras el sector que hegemonice a los grupos golpistas. Es por eso que los contactos, de los que se ha hablado bastante últimamente, que existirían entre un sector prosoviético y el golpe de Onganía, no son descartables. Por cuanto todos estos grupos coinciden en la necesidad de apartar del gobierno al peronismo enca­bezado por Isabel de Perón, e impedir su consolidación porque ésta podría cerrar el paso a los intentos golpistas. Por eso no hay que descartar, entonces, la posibilidad de una confluencia táctica detrás del sector que sea hegemónico, como sucedió en el año 1966, cuando distintas corrientes del Ejército: li­berales, nacionalistas, de contenido más o menos progresista, y los sectores prosovié­ticos, se emboscaron tras el grupo hegemó­nico (que en ese entonces era el grupo pro­yanqui de Onganía) en espera de una “se­gunda vuelta”. Ahora son los yanquis los que estimulan a los soviéticos a dar el golpe para evitarse el trabajo de acabar con un gobierno peronista.
A partir del desplazamiento de Anaya y de José Antonio Allende de la presidencia del Senado, se ha hecho muy difícil la posibi­lidad de un golpe institucionalista tal cual lo concibieron en su momento el P“C” y otros sectores prosoviéticos. Sin embargo, no está descartada esta posibilidad. En definitiva, el golpe prosoviético apunta, por distintos caminos, pero siempre por caminos que le posibiliten la más amplia confluencia de fuerzas bajo su hegemonía, orientarse hacia una salida semejante a la de Portugal. Por eso que el P“C” ha señalado últimamente, por boca de Arnedo Alvarez, en su informe, que son incorrectas las posiciones izquierdistas que “no comprenden” que tras una amplia alianza pueden operar mejor los sectores “progresistas y avanzados”. Es decir: que tras un Spinola pueden enmascararse me­jor los agentes y amigos de Brezhnev.
El discurso de Numa Laplane el 29 de Mayo, tiene el mérito de sacar a la luz el de­bate que se realiza actualmente en los cuar­teles confirmando lo que venimos diciendo desde hace meses sobre las corrientes que actúan en ellos. La clase obrera y el pueblo deben hacer escuchar allí su voluntad an­tigolpista.

Es posible derrotar a los golpistas

El enfrentamiento golpe-antigolpe es la forma que va tomando la acumulación de fuerzas para el desenlace inevitable de la si­tuación abierta con las grandes luchas poste­riores al año 69 que previó nuestro Tercer Congreso. Señalamos entonces, y es necesario volver a repetirlo, que ese desenlace inevi­table no implica un plazo breve; pero sí im­plica el desemboque de la situación política argentina en un carril que permitirá dirimir la contienda entre distintas fuerzas, que aún no han llegado a un choque definitorio, y que vienen preparándose desde hace tiempo para ese choque. Cuando decimos que el en­frentamiento golpe-antigolpe es la forma que va tomando la acumulación de fuerzas para ese desenlace, para esa situación esta­mos refiriéndonos a un hecho evidente, aun­que muchos quieran cerrar los ojos ante él: todas las fuerzas políticas en pugna se pre­paran para ese momento. Y se habla de re­formas constitucionales, de elecciones, de pacificación, pero todos cuentan los fusiles que tienen, o pueden tener en el momento del choque.
Por todo lo antedicho, es muy importante estudiar experiencias similares del movi­miento obrero y popular internacional, como por ejemplo la situación española en todo el período que va desde el año 32 al año 36. Y, particularmente, estudiar las experiencias argentinas, en especial la situación del año 55. El análisis de la situación del año 1955 es muy importante porque hay que impedir que, como entonces, el proletariado quede aislado; hay que impedir que el proletariado quede aislado y desarmado, como sucedió en 1955, y los sectores golpistas puedan triunfar.
Frente a un golpe de Estado existen dos posibilidades, no una sola. Existe una po­sibilidad de triunfo y existe una posibilidad de derrota; eso depende del camino, de la línea que llegue a predominar. Si frente al golpe llega a predominar una línea de con­ciliación, la derrota será inevitable. Si frente al golpe llega a predominar la línea del pro­letariado y su Partido, que es la línea de la lucha, una línea liberadora y de perspectivas revolucionarias, el golpe será derrotado.
El Partido debe comprender que en esas condiciones la derrota de los golpistas puede abrir un cauce original para el desarrollo de la revolución en nuestro país. La derrota de los golpistas, sobre la base de la movili­zación obrera y popular, en una conjunción de fuerzas antiimperialistas como la que se­rá necesaria para poder derrotar a los gol­pistas, creará una situación sumamente fa­vorable para avanzar en el camino que señaló nuestro Tercer Congreso. Al mismo tiem­po está claro que el triunfo de los golpistas prorrusos o proyanquis creará una situación particularmente dura y difícil para las ma­sas populares, para la liberación de la patria, y para el movimiento revolucionario ar­gentino.
La línea antigolpista del Partido com­prende esas dos posibilidades. Procura ante ellas un camino de avance para el proletaria­do y el pueblo. Levanta la defensa de los intereses patrióticos. Y, al mismo tiempo, transita por un rumbo que seguiremos largo rato los revolucionarios argentinos: el rum­bo de la unidad de los comunistas revolucionarios, con los peronistas nacionalistas y tercermundistas, y con las grandes masas peronistas. No se trata, en nuestra posición, de una actitud declamatoria. Se trata de una posición política activa, y así lo venimos demostrando. Y se trata de una posición coyuntural que se inscriben una línea para la revolución argentina, y no un desvío, un atajo o un descanso, en esa lucha por la revolución.
Hemos dicho que para derrotar a los gol­pistas es necesario que se resuelvan cuatro problemas fundamentales. El primero: ga­nar a las masas para la lucha antigolpista. El segundo: la coordinación de todas las fuerzas antigolpistas. El tercero: es el ar­mamento del pueblo. El cuarto: la hegemo­nía del proletariado.
En cuanto a la necesidad de ganar a las masas para la lucha contra el golpe, se ha avanzado mucho desde noviembre a aquí. Entonces nuestro Partido planteó como ta­rea fundamental del momento político la unificación de las fuerzas antigolpistas, la denuncia de las fuerzas golpistas y la movi­lización popular contra el golpe de Estado. Fuimos acusados por muchos de “delirantes''. Ya en septiembre del 73, cuando el Gral. Perón ganó las elecciones con el apoyo de 7.300.000 votos, muchos consideraron “delirante” nuestra advertencia sobre el carácter inestable de esa situación, y que en el país se estaban agudizando las condiciones que preparaban un choque violento de las fuerzas que habían venido enfrentándose en el período anterior. Desde noviembre hasta aquí se ha avanzado mucho. Sectores impor­tantes de la clase obrera y del pueblo han comenzado a comprender que existe un pe­ligro real de golpe de Estado y que es nece­sario prepararse para enfrentar y derrotar a ese golpe de Estado. Nosotros creemos que la consigna del Partido no debe ser ya la de ¡¡¡No a otro 55!!! la consigna del Par­tido debe ser ¡¡¡Otro 55 No Pasará!!. Se ha planteado también, y trae a la concien­cia popular recuerdos relativamente frescos, la consigna ¡¡¡Otro 55 y Otro 66 No Pasa­rán!!! En ocasiones puede usarse esta consigna, pero en general creemos justo le­vantar como consigna. ¡¡¡Otro 55 No Pasará!!! En cuanto a la actitud de las masas frente al golpe de Estado, el problema fundamen­tal a resolver es que ellas tengan un papel activo, consciente, constante, de movilización antigolpista.
La lucha antigolpista es una lucha democrática y antiimperialista. Es una lucha de­mocrática porque no existe nada más antidemocrático que un golpe de Estado, aunque éste se disfrace de “democrático” y “pro­gresista” como pasó en el 55, o en otras ocasiones. Y es una lucha antiimperialista porque son las grandes potencias imperia­listas las que están promoviendo y organi­zando el golpe de Estado. Por eso la lucha democrática y antiimperialista fortalece las posiciones antigolpistas y no lo contrario, como creen distintos sectores burgueses Lo mismo sucede con la lucha por las reivindi­caciones populares porque la lucha por las reivindicaciones populares y la satisfacción de las necesidades de las grandes masas po­pulares, crea las condiciones para que quie­nes verdaderamente pueden aplastar a los golpistas, es decir, las grandes masas popu­lares, puedan movilizarse enérgicamente en defensa de las posiciones antigolpistas. Es en relación con esto que nosotros tenemos que ver todas las cuestiones de la lucha rei­vindicativa, de la lucha democrática, de la lucha antiimperialista, de la lucha por las paritarias, los problemas de las masas cam­pesinas, la lucha por la libertad de los pre­sos. En relación con la lucha de paritarias, por aumento de salarios, el Partido debe co­locarse a la vanguardia, como ha sucedido en el SMATA Córdoba., como ha sucedido en Rigolleau y en algunas otras empresas. Pero la lucha de paritarias, como toda lu­cha reivindicativa, demuestra que no puede ser resuelta exitosamente si no se la coloca sobre el eje antigolpista. En caso contrario las luchas obreras no solamente son utilizadas por las fuerzas golpistas, sino que van a la derrota, como ha pasado en Villa Cons­titución. La lucha de los obreros de Santa Rosa, en el verano último, ya mostró cuál es el camino correcto de unidad entre la lucha reivindicativa y la lucha antigolpista.
Durante todo el período de trabajo de las comisionas paritarias ha estado planteado contra quién se dirige el golpe. Porque los jerarcas sindicales han realizado una serie de maniobras a espaldas de las masas, y en la enorme mayoría de los casos éstas ni si­quiera conocen cuál es el monto de aumen­tos que se piden y cuál es el estado de las tratativas en las paritarias. Por lo tanto, se trata, en primer lugar, de luchar por los aumentos de salarios necesarios y por me­jores condiciones de trabajo, y dirigir este golpe contra las patronales, por un lado, y contra los jerarcas sindicales propatronales por otro. Los jerarcas sindicales han condu­cido las tratativas en las paritarias en for­ma tal que, en definitiva, vencidos los pla­zos, el gobierno tuviese que laudar, y por lo tanto el gobierno volviese a quedar en una pinza entre el movimiento obrero, diri­gido por jerarcas golpistas, y el movimiento empresarial, también dirigido por empresa­rios golpistas de las trenzas de Gelbard-Bro­ner, o de la trenza proyanqui de ACIEL.
La lucha por aumentos de salarios y me­jores condiciones de trabajo, es una lucha que plantea una contradicción con los sectores de la burguesía nacional con los que nos tenemos que aliar contra el golpe de Es­tado promperia1ista. Pero no se trata de ne­gar contradicciones, que son objetivas; se trata sí de resolverlas en la mejor forma posible para la lucha antiimperialista y de liberación.
Particular preocupación debe merecernos el movimiento campesino. Las posiciones de las fuerzas golpistas son muy fuertes allí. En primer lugar, se han reorganizado las fuerzas terratenientes tradicionalmente pro­yanquis. Pasado el momento de ilusión de al­gunos sectores terratenientes por el camino que le invitaban a transitar los sectores pro­soviéticos, han vuelto a reunirse junto a los sectores reaccionarios proyanquis.
Si las masas campesinas no son ganadas pa­ra posiciones antigolpistas, más tarde o más temprano, el golpe de Estado va a triunfar.
Últimamente los sectores prosoviéticos, que son fuertes en el campo a través de alianzas y acuerdos con diversos sectores de burguesía agraria, fundamentalmente los ligados a la conducción gelbardiana de la CGE han logrado atraer a un sector de los terrate­nientes a un frente único, y han pasado a organizar las últimas medidas de lucha en el campo. En realidad esta lucha, política­mente, se ha hecho bajo la hegemonía de los terratenientes, que han logrado imponer como línea del movimiento la línea de la Sociedad Rural, expresada en una solicitada de amplia difusión con motivo del reciente paro agrario.
Tenemos que impulsar la lucha de los cam­pesinos pobres y medios. Pero tenemos que hacerlo dividiendo aguas con los sectores golpistas proterratenientes. Y en esto, al igual que en otros sectores obreros y popu­lares, la posición del Partido debe ser clara y tajante, aunque en un primer momento lleguemos a quedar aislados y solos. Pero esa es la condición necesaria para que el mo­vimiento campesino no sea la principal pie­za de maniobra de los golpistas, y las masas campesinas se transformen en instrumento de sus enemigos: los terratenientes. Para de­rrotar a los golpistas en el campo, la condi­ción fundamental es el desarrollo de un po­deroso movimiento del proletariado rural. El Partido, que ha crecido últimamente en­tre los obreros rurales, debe realizar un gran esfuerzo para organizar y movilizar a los obreros rurales con una línea antigolpista correcta.
Pero esto tiene que complementarse con una política de alianza con el campesinado pobre y el campesinado medio, una alianza a partir de que nosotros nos apoyamos en los campesinos pobres, tratamos de aliarnos con los campesinos medios y neutralizar a los campesinos ricos. Hay ejemplos, pocos, pero existen, de cómo las posiciones antigolpistas pueden ser compartidas también por sec­tores importantes del movimiento campesino, como sucede con una importante organiza­ción campesina de la Pampa Húmeda, en don­de el Partido ha conquistado posiciones im­portantes en el último período; y donde se ha desarrollado una corriente de carácter antigolpista. Pero en los hechos, al ser muy débiles estas posiciones, el movimiento cam­pesino va todavía como furgón de cola de los terratenientes y de la gran burguesía agraria golpista.
En cuanto a la lucha por las libertades democráticas, nuestra línea parte de ser abanderados de lo patriótico, de lo antigol­pista, y desde allí tomamos la lucha demo­crática. La lucha democrática tiene que ser un instrumento para resolver las tareas de la lucha patriótica, antiimperialista y anti­golpista. En relación con esto es que el Par­tido ha encarado la tarea de la lucha por la libertad de los presos en el último período. Tarea muy importante y aún subestimada por el conjunto del Partido, desde la direc­ción hasta las organizaciones básicas.
La subestimación de la lucha por las li­bertades democráticas, con un contenido an­tigolpista, indica que existen en el Partido ilusiones en la burguesía nacional que ima­ginan que los presos van a salir gracias a las gestiones que se realizan con el gobierno y no gracias a la lucha y la movilización de las masas. Esas ilusiones son sólo eso, por­que los hechos están demostrando que si no hay denuncia y lucha de masas, los presos políticos no salen. En cuanto a esto, se ha evidenciado tanto en los asesinatos de los camaradas del Partido en la Capital, como en La Plata, tanto en el caso de Winer co­mo en el de Rusconi y en el de los cinco compañeros asesinados en los últimos días en la ciudad de La Plata, que los golpistas son los provocadores que meten en prisión y que asesinan a los camaradas del PCR a partir de nuestras posiciones antigolpistas. Y que están tratando de montar un gran complot contra el Partido a través de una labor de provocación que ha llevado a la cár­cel a compañeros en San Juan, Bahía Blanca, La Plata, y otros lugares del país.
Pero así como sabemos que son esas fuer­zas golpistas las que, por lo general, detie­nen a nuestros camaradas, asesinan, o mon­tan esas provocaciones, también sabemos que el gobierno tiene los medios necesarios para disponer la libertad de esos camaradas, y para contribuir a deshacer esos complots que en definitiva son complots que van creando el clima para el golpe, por cuanto el golpe de Estado no puede triunfar sin aplastar o neutralizar a los combatientes antigolpistas, de los cuales nosotros somos la vanguardia. Por lo tanto, es necesario que el Partido li­bre una gran lucha para lograr la liberación de los compañeros detenidos, presos, la de­nuncia de las distintas provocaciones que se han montado contra el Partido, y que se or­ganice en todos los niveles el frente de li­bertades y la solidaridad con los compañeros detenidos.
Por todo ello, la lucha por la libertad de nuestros camaradas detenidos y por la liber­tad de los presos antigolpistas y de los lu­chadores obreros y populares, es una de las tareas importantes para ganar a las masas para la lucha efectiva contra el golpe de Estado.
En relación con la necesidad de ganar a las masas para la lucha contra el golpe de Estado, adquiere una gran importancia la lucha ideológica contra los golpistas. La lu­cha ideológica contra los golpistas se desa­rrolla, o se debe desarrollar en todos los ni­veles, porque la batalla entre las fuerzas golpistas y antigolpistas se desarrolla en to­dos los niveles. A nivel de sección de fábri­ca, del cuerpo de delegados, de fábrica, de gremio, a nivel de ciudad o provincia. Esta lucha ideológica es parte fundamental del trabajo para ganar a las masas y tiene que tener en cuenta los recuerdos y las opinio­nes de la memoria social de las masas explo­tadas y populares; todo lo que pueda ayu­dar a que comprendan y puedan desenmas­carar por sí mismas las maniobras de los sectores golpistas. Por otro lado, esta lucha, y por lo tanto la propaganda del Partido, debe tener permanentemente en cuenta cuá­les son las ideas que están en las cabezas de las masas. Los argumentos, las ideas reales, no las que nos imaginamos nosotros que es­tán en la cabeza de las masas. No las ideas­ que están en el activo solamente, sino las ideas que están en las masas respecto del golpe de Estado, o respecto de los argumen­tos que acostumbran a utilizar los golpistas en su trabajo. Muchas veces el Partido se hace eco de las opiniones de activistas influenciados, en una u otra forma, por los golpistas, y no de las opiniones de las masas. Para que esto sea posible es necesario que el Partido pueda escuchar a las masas. Y para esto es preciso hablar con las masas y escucharlas, lo que exige, ahuyentar el en­jambre pequeñoburgués que muchas veces llena los oídos de los militantes del Partido con sus zumbidos histéricos, sin permitirnos escuchar las opiniones de las masas. A par­tir de las opiniones de las masas nosotros podemos rebatir los argumentos cambiantes, que parten de la situación política concreta y del momento concreto, que elaboran las centrales golpistas, y que elaboran con gran rapidez procurando desarrollar una campaña psicológica. Por ejemplo: ya el 1° de Mayo a la noche estaban en todo el país las opinio­nes de esos sectores sobre dicha jornada, incluida la mentirosa información sobre la “expulsión” del PCR de la Plaza de Mayo.
A través de las fuertes posiciones que aún detentan sobre los órganos de prensa, de te­levisión y de radio, hacen llegar a las gran­des masas su propaganda. Entonces, noso­tros tenemos que realizar un trabajo muy intenso en este terreno. La labor ideológica, la labor de propaganda, de agitación, realizada por el Partido desde el mes de noviem­bre no tiene comparación con ninguna otra desde el origen del Partido. Es una labor de propaganda que nos ha permitido llegar con decenas de miles de declaraciones sobre la situación política al proletariado indus­trial concentrado en las 20 grandes empre­sas claves del país. Y aparte nos ha permiti­do llegar a través de solicitadas, televisión, radio, y por distintos medios a millones de personas. Sin embargo, esa labor agitativa y propagandística es sólo el comienzo de lo que debemos realizar en la lucha por agru­par a las fuerzas antigolpistas en el país, y por triunfar sobre los golpistas proimperia­listas. Esa lucha, como decimos, requiere per­manencia, renovación y ajuste a las cambian­tes necesidades del momento político.
La batalla por ganar a las masas para la lucha activa contra el golpe de Estado exige que dediquemos una atención particular ha­cia esa otra gran fuerza política que es el radicalismo. Una gran fuerza política popu­lar hegemonizada, fundamentalmente, por sectores de burguesía agraria, de terrate­nientes modernos y algunos sectores de bur­guesía industrial.
Como en el peronismo, también en el ra­dicalismo se comprueba que existen diversas tendencias que acuerdan y se unen, en rela­ción con la situación política concreta. En el peronismo los golpistas han tenido una política sumamente cuidadosa; han tenido en cuenta todas las diferencias posibles de explotar para aislar al sector político que ellos querían aislar es decir al sector tercermun­dista nacionalista de Isabel-López Pega, al que en su momento pensaron dejar totalmen­te aislado y cercado, utilizando todas las contradicciones del peronismo, para ganar a un sector o, en caso de ser esto imposible, enfrentarlo con los otros, dividirlo, etc.
Así también actúan en el radicalismo, no sólo a escala nacional, sino también a nivel provincial, porque desde el punto de vista nacional, las posiciones antigolpistas de Balbín aún son minoritarias, aunque se van afirmando progresivamente y van ganando el apoyo de la UCR. Hay que tener en cuenta que lo que comúnmente se llama, “balbinis­mo” comprende varias tendencias dentro del radicalismo, en la que existen desde los bal­binistas llamados “ortodoxos”, con posicio­nes antigolpistas semejantes a las de Balbín, hasta sectores que bajo el común nombre de balbinistas, en realidad tienen discrepancias con la actual posición táctica del balbinismo. Incluso dentro de esta misma corriente hay sectores que son afines a las corrientes gol­pistas prosoviéticas, como hay también co­rrientes afines a los sectores golpistas pro­yanquis.
Lo mismo sucede con el Movimiento de Re­novación y Cambio que lidera Alfonsín; en el último Congreso realizado por dicho mo­vimiento, la Juventud Radical manifestó su oposición a la caracterización que hace el “alfonsinismo” del gobierno nacional, al que caracteriza como “fascista”. Toda esta batalla en el radicalismo ha pasado a ser de una gran importancia para la lucha contra el golpe proimperialista.
Si la batalla para unir contra el golpe proimperialista al comunismo revolucionario con el peronismo tiene una gran importancia, también es decisivo ganar para posiciones antigolpistas al radicalismo. A partir de las elecciones de Misiones, sufrió un duro golpe el proyecto de construir una tercera gran fuerza política, que los revisionistas lle­garon a soñar que podía contar con 3.500.000 de votos nacionalmente. Por eso, últimamente, han pasado a centrar su trabajo en la perspectiva de transformar al radicalismo en la base de confluencia de las fuerzas gol­pistas. Para lo cual susurran al oído de los radicales la perspectiva de que éstos se trans­formen en un “gran frente electoral” que gane las elecciones al peronismo. En reali­dad a los golpistas no les interesa tanto la posibilidad de un frente electoral, como la posibilidad concreta de que el radicalismo sea la gran fuerza de confluencia golpista que sirva de sustento político al golpe de Estado que están planeando.
Con esto también tienen vinculación los intentos de que “vuelvan al redil las ovejas descarriadas del radicalismo”, es decir, las que emigraron hacia el Partido Intransigente, hacia el MID, o hacia otras fuerzas po­líticas, en el pasado.
En la lucha por ganar a las masas inclui­mos la lucha patriótica por aislar en las FF.AA. y en la Policía, a los sectores cla­ramente golpistas. Y lograr que una parte importante de las FF.AA. apoyen a las fuer­zas antigolpistas por un lado, o neutralizar la mayor cantidad de fuerzas posibles, para el caso de un enfrentamiento entre golpistas y antigolpistas.
La otra tarea que plantea la lucha contra el golpe de Estado es la coordinación de las fuerzas antigolpistas. Es una tarea decisiva, sin la cual será imposible derrotar a los golpistas. Se ha avanzado en este camino en el último período. Se ha logrado coordinar el trabajo, fundamentalmente con los sectores del peronismo, sectores de las 62 Organiza­ciones y sectores peronistas del movimiento obrero y popular- en una serie de lugares. Esta coordinación fue amplia en las eleccio­nes de Misiones. Pero se han logrado avances importantes también en villas de emergencia, ocupaciones, empresas, en ciudades y en distintas provincias.
La clave de la coordinación de las fuer­zas antigolpistas está en que la misma tenga su columna vertebral en las grandes empre­sas de concentración del proletariado urba­no y rural, donde las grandes masas obreras son peronistas, y donde la unidad con los co­munistas revolucionarios con los peronistas puede garantizar que el proletariado tenga una posición de vanguardia en caso de golpe.
La coordinación antigolpista plantea el problema del gobierno de frente único, es de­cir, está planteada la posibilidad de que en determinado momento la construcción de un gobierno de frente único en la lucha contra, sectores golpistas, sea, no solamente posible sino también necesario. Que sea imposible enfrentar y derrotar a los golpistas sin la constitución de un tal tipo de gobierno de características patrióticas y antiimperialista. Esto puede ser una posibilidad a escala nacional, pero es mucho más visualizable aún en el caso de provincias en las cuales, como sucede en la provincia de Santa Fe, las autoridades máximas estén claramente enroladas en una línea golpista.
Esto plantea un problema político y un problema teórico, que como tal fue abordado por el VII Congreso de la Internacional Co­munista en el año 1935, en el Informe del camarada Dimitrov. El planteaba en ese Informe que en el caso que un gobierno de frente único sea no sólo posible, sino nece­sario, es fundamental que el mismo sea pro­ducto del frente único y que no limite ni al Partido ni a la clase obrera Y planteaba las siguientes premisas fundamentales para un tal tipo de gobierno: que el aparato estatal de la burguesía esté bastante desorganizado y paralizado y no se pueda impedir la for­mación del mismo. Que las masas se levanten en lucha (en nuestro caso diríamos contra el golpe) y no estén aún en condiciones de luchar por el gobierno popular revoluciona­rio que planteamos en nuestro Programa. Y que la diferenciación y la radicalización de los partidos integrantes del frente único, ha­ga que la masa de los mismos exija una lu­cha implacable contra el enemigo (insistimos en nuestro caso contra los golpistas proimpe­rialistas). Dimitrov planteaba que la forma­ción o la postulación de un tal gobierno sin crisis política es una desviación de derecha; y que el planteamiento de que los comunis­tas sólo participaríamos de un gobierno lue­go de una insurrección triunfante es una desviación de ultraizquierda. El centro de la labor política de un tal gobierno de fren­te único estaría en armar al pueblo y tomar medidas revolucionarias que faciliten la lu­cha contra el enemigo común. Desde ese pun­to de vista planteaba Dimitrov, y la prác­tica le dio la razón, un gobierno de frente único podría ser mucho más revolucionario inclusive que gobiernos “obreros”, que los hubo, producto de insurrecciones, y sin em­bargo fueron gobiernos de conciliación de clases.
Este tema tiene gran importancia en Ar­gentina, donde el revisionismo y los falsos co­munistas, han desnaturalizado esta consigna de gobierno de frente único. Hasta tal punto la han desnaturalizado que en la edición que hizo el P“C” del informe de Dimitrov, han salteado este capítulo al igual que el capí­tulo sobre frente único antiimperialista. Porque una cuestión es la constitución de un gobierno de frente único que sea un tránsito a la revolución, tránsito que facilite la lucha por la revolución, y otra cosa es con­cebir un gobierno de Frente único como un gobierno de “tránsito al socialismo” como hace el revisionismo (como hace el PC, o lo hicieron los Montoneros con el gobierno de Cámpora) evitando, salteando la revolución. Nosotros, en caso de crisis política, plantearíamos la constitución de un tal gobierno como única forma posible de derrotar a los golpistas proimperialistas y como tránsito a la revolución. Gobierno que tendría que ser antiimperialista y democrático, y que tendría que tener como primera y funda­mental tarea, la movilización armada de to­das las fuerzas populares contra los golpistas.
La coordinación antigolpista plantea tam­bién otro problema: el referente a las for­mas de organización de masas más aptas para esa coordinación. Han surgido acuerdos en al­gunos gremios y en algunas empresas, con los peronistas, que plantean en forma aguda es­ta necesidad. Esto también es válido para la unidad de las masas populares, estudianti­les, campesinas, etc. Y nos obliga a crear agrupaciones de frente único antigolpista o mantener las agrupaciones actuales y llegar a acuerdos de coordinación, etc., según el lugar y las circunstancias.
El otro problema planteado en la lucha contra el golpe, es la necesidad del arma­mento del pueblo. En caso de golpe de Estado se plantearán en forma aguda dos proble­mas. E1 problema del gobierno patriótico antigolpista, y el problema del ejército del pueblo capaz de enfrentar a los golpistas.
Esto obliga a que nosotros planteemos a fondo el problema del armamento del pueblo. Y no puede haber en esto ninguna necesidad legalista que nos obligue a ocultar nuestra posición ante el pueblo. Podemos ajustarnos desde ya, en determinadas condiciones de legalidad, formas capaces de explicar nuestra línea a las masas, tratando de utilizar al máximo las posibilidades legales. Pero el Partido tiene que llegar a las grandes masas con toda su línea, e insistir que, como enseñó la experiencia histórica argentina, desde las Invasiones Inglesas y la lucha por la independencia nacional, hasta la experiencia reciente de las masas peronistas en el año 55, la única garantía para poder derrotar a los golpistas, es que el pueblo esté armado y preparado, porque los golpistas están armados y cuando llegue el momento de la acción, “no van a tirar con confites”.
Y la cuarta condición, para triunfar sobre los golpistas proimperialistas es la cuestión de la hegemonía. ¿Armará el gobierno peronista al pueblo en el caso de golpe de Estado? En una situación de grave crisis política, y cuando el proletariado ha comenzado a armarse, no puede descartarse de inicio esa posibilidad. Pero confiar en ella para derrotar a los golpistas es una ilusión que puede costarle caro al proletariado y al pueblo. En general el peronismo, cuando concibe la lucha armada contra el golpe, la concibe, fundamentalmente, a través de la organización y la coordinación de grupos armados, y no a través del armamento de las masas populares. Nosotros tenemos una gran experiencia histórica para estudiar que es la experiencia de la revolución española. Experiencia de cómo fue fundamental la actitud independiente de la clase obrera y el pueblo para que el proletariado se arma­ra y consiguiera más armas, y cómo, sobre esa base, el gobierno republicano concedió armas al pueblo.
La experiencia del pueblo boliviano en 1952 y cuando triunfó y cuando fue derro­tado Torres; y la experiencia reciente del pueblo camboyano son también ilustrativas.

El enemigo fundamental

Muchos camaradas plantean con frecuen­cia, el “viraje de línea” del Partido a par­tir del CC de noviembre. Esto es equivocado. El Partido no “viró” de línea a partir de noviembre. Sucedió sí que viró la situación política nacional luego de la muerte de Perón. Primero lentamente y luego acelerada­mente a partir de octubre-noviembre; el Partido adaptó a las condiciones concretas que se crearon con la agudización de los prepa­rativos golpistas la línea del Tercer Congreso, con la orientación del momento político, que hizo el CC de noviembre y las adaptaciones que se hicieron en Comités Centrales pos­teriores.
Desde este punto de vista es fundamental recalcar que el enemigo fundamental de nuestro pueblo sigue siendo el imperialismo yanqui, y que el centro de nuestros golpes políticos tiene que estar dirigido a los yanquis y a los grandes terratenientes y grandes capitalistas a ellos asociados, redu­ciendo al máximo el radio del golpe. Esto tiene importancia para la política concreta del Partido, porque actualmente los sectores prosoviéticos que buscan aprisionar o desti­tuir a Isabel, a través del llamado golpe “institucional”, son los más activos y peli­grosos. Pero, pese a eso, los hemos diferen­ciado siempre políticamente de los yanquis y los hemos llamado permanentemente a la unidad contra el imperialismo yanqui; y cuando nosotros planteamos medidas de ti­po económico, diferenciamos a esos sectores. Nosotros, por ejemplo, en el caso de Aluar, exigimos la nacionalización de la empresa, pero creemos conveniente respetar tanto a los capitales realmente invertidos allí por los testaferros soviéticos del grupo Gelbard (después de pagados los desfalcos que han cometido al patrimonio nacional) como res­petar también los intereses de los capitalistas nacionales e italianos o europeos invertidos realmente en la empresa. Y planteamos en todos los terrenos la expropiación de los ca­pitalistas imperialistas yanquis y de los te­rratenientes y grandes capitalistas a ellos asociados. Esto es fundamental. El Tercer Con­greso estableció que solamente se debían afectar los intereses de otros terratenientes o grupos de gran capital, sólo cuando éstos impidan el progreso de determinada región o lugar en forma absoluta.
Por eso nosotros criticamos a los sectores antiyanquis, golpistas (no sólo a los golpistas prosoviéticos, sino también a los sectores golpistas antiyanquis que no son prosovié­ticos o que no son agentes, ni intermediarios de los soviéticos) por dividir el frente único antiyanqui. En segundo lugar por permitir que se monten en el sentimiento antiyanqui los que quieren cambiar de amo, es decir, los sectores verdaderamente prosoviéticos. Y en tercer lugar criticamos a los sectores prosoviéticos porque proponen un camino de liberación ineficaz. Como ya se demostró en el caso latinoamericano, en Chile y otros lu­gares, y se está demostrando ahora en el ca­so portugués. Un camino que es ineficaz y lleva a reemplazar al “amo viejo por el amo nuevo”. En el caso argentino, parcialmente durante el gobierno de Lanusse y plenamen­te durante el gobierno de Cámpora, y pos­teriormente bajo el predominio absoluto en la conducción económica del equipo de Gelbard, nosotros hemos conocido la línea que pretende aplicar en el país el sector proso­viético; y esa línea se ha demostrado como ineficaz para avanzar en la lucha liberadora antiyanqui. Ha permitido que éstos se reor­ganicen y se reagrupen, y que de nuevo vol­vamos a tener flotando sobre el país la ame­naza proyanqui. Por eso es correcto decir: enfrentando firmemente a los sectores pro­yanquis no vamos a permitir que se pre­tenda cambiar al amo viejo por amo nuevo.

El trabajo con las masas que influencian los golpistas

Es preciso trabajar con las masas que influ­encian los sectores golpistas, diferenciando, como hemos dicho, al jinete del caballo, es decir, a los golpistas prorrusos de las masas sobre las que se montan. En este sentido es­tá claro, que la diferencia de jinete y de caballo, no puede llevarnos, como sucede con fuerzas que se autodenominan “marxistas-leninistas”, a no desenmascarar a los golpis­tas prorrusos so pretexto de “combatir al ene­migo fundamental”, y so pretexto de no he­rir al movimiento sobre el que se han mon­tado estos nuevos aspirantes a dominadores de la patria. Así en realidad se facilita el juego de los imperialistas soviéticos en este momento, los más activos en la faena gol­pista.
Existen sectores de izquierda que se pro­claman enemigos del socialimperialismo so­viético pero siempre coinciden, en la práctica, con las fuerzas amigas de ese imperialismo.
Esto se debe a razones políticas y teóricas.
Políticamente estos sectores señalan al im­perialismo yanqui como el “enemigo fundamental”. Dicho esto dividen a los que se oponen a los yanquis en “derecha”, en “sec­tores intermedios”, e “izquierda”. Dado que la “derecha” es calificada de “reaccionaria” se deduce que quienes se le oponen serán más o menos “progresistas”. Para estos sec­tores la corriente derechista y reaccionaria es la de Isabel de Perón y López Rega. E incluyen -en los hechos- entre los sectores “intermedios” o más o menos “progresistas” al grupo empresario de Gelbard (que sería menos reaccionario o más progresista, como se quiera, que Gómez Morales) y a Anaya (que sería menos reaccionario o más “progresista” que Numa Laplane). Dicho esto aclaran que quienes ellos llaman derecha y reaccionarios (es decir Isabel de Perón) no han capitulado frente a los yanquis pero siguen diciendo, los benefician con ciertas medidas y que abren el camino a la “capi­tulación” con las medidas que han golpeado a los elementos “menos reaccionarios”, como Gelbard o Anaya.
A partir de estas consideraciones políticas atacan en la práctica al gobierno de Isabel como enemigo fundamental maldiciendo, de vez en cuando, al revisionismo y al PC, se las encuentra siempre en donde éstos están agrupando sus fuerzas para el golpe. Ya sea en el movimiento obrero (caso Villa Constitución o los divisionistas de la dirección del SMATA Córdoba), en el movimiento estu­diantil (junto a los engendros inventados por los Montoneros y e1 PC), en las elecciones misioneras. En fin: donde se mire.
Cuando el falso P“C” denuncia “el giro a la derecha que se opera en el seno del gobier­no y la urgencia de un cambio de rumbo” y exige la instalación de un “gabinete cívico militar de amplia coalición democrática” con elementos de “dentro y fuera” del gobier­no, estos izquierdistas, que se denominan “marxistas-leninistas”, llaman a constituir “un gobierno de unidad de las fuerzas anti­yanquis de fuera y dentro del gobierno”.
Como han diferenciado una izquierda, en la que se ubican, dentro del frente antiyan­qui, para ser consecuentes impulsan, perma­nentemente, la línea más radical de enfren­tamiento al gobierno; impulsan, como dicen, “las formas más vigorosas y elevadas que utilizó el proletariado de Villa Constitución”. De donde los destacamentos obreros y popu­lares que llegan a ser dirigidos, o influen­ciados por ellos, se transforman, en la prác­tica, en fuerzas de choque de los golpistas, en general, y de los golpistas prosoviéticos en particular.
La raíz teórica de estos errores políticos está en que estos compañeros rechazan la teoría leninista del imperialismo moderno y tal como los socialdemócratas consideraron al imperialismo, ellos consideran al imperia­lismo soviético sólo como imperialismo polí­tico y no como imperialismo económico. Sólo como “agresor” externo, y no como fase monopolista del capitalismo, exportador de capitales y partícipe del reparto del mundo con los otros imperialismos. Para ellos ca­pitalistas como Julio Broner o Gelbard (que dirigen sociedades anónimas a través de grupos radicados en Suiza, Uruguay, o de grupos financieros como el famoso PECERRE que esconden inversiones controladas por los soviéticos) son “capitalistas nacionales” y no testaferros de los soviéticos. Las catego­rías leninistas sobre el imperialismo las con­sideran válidas sólo para los yanquis o los ingleses, pero no para los soviéticos.

La situción económica

La situación económica del país es muy grave. Al agudizarse la crisis económica del capitalismo se ha originado aquí un agudo estrangulamiento externo derivado de una economía dependiente, basada en las expor­taciones de productos agropecuarios, y en la importación de insumos básicos, con un mer­cado interno relativamente estancado funda­mentalmente por la subsistencia del lati­fundio.
Durante el año 1973, la existencia de una amplia demanda de carnes, con un elevado precio por tonelada, empujó a los producto­res a aumentar las existencias en 1974. Al cerrarse los mercados de exportación euro­peos y japoneses, cayeron los precios al tiem­po que se había producido un relativo estan­camiento del área sembrada, lo que fue a­gravando también la situación de la agricul­tura.
Las perspectivas económicas de todo el sec­tor agropecuario son gravísimas, fundamen­talmente para los productos tradicionales de exportación. Ha caído por un lado el área sembrada que descendió de 28.705.000 Has. aproximadamente en 1973, a 26.663.000 Has. en el año 74, es decir un 7% menos. Y al no realizarse inversiones importantes en el año 74 se afectaron las cosechas del año 75. Se está asistiendo a una gran liquidación de la existencia de vacunos, y a una grave crisis de “sobreproducción” de la mayoría de los cultivos intensivos, lo que hace que la situa­ción económica sea verdaderamente difícil.
La deuda externa del país ha alcanzado ci­fras astronómicas. Y gran parte de esa deuda externa, pública y privada, tiene plazos de vencimiento muy cortos. Durante el año 1975 habrá que pagar entre amortización de deu­das e intereses, 3.700 millones de dólares.
El déficit del presupuesto nacional es astro­nómico y se suple a través de la emisión mo­netaria.
La carestía devora por anticipado todos los aumentos de salarios.
Por lo tanto la situación económica es ver­daderamente difícil. Ante esta situación Gómez Morales ha planteado un plan de auste­ridad, un plan de austeridad “peronista” pero un plan de austeridad como los tradi­cionales, nada más que con los ingredientes populistas que puede tener un plan de aus­teridad bajo el peronismo.
Esta situación económica no tiene miras de resolverse a la brevedad. Los cálculos más optimistas esperan que el mercado internacional para las carnes, mejore recién para el año 1977. Se agrava paralelamente el dé­ficit de combustibles. Durante el año 1974 se importaron 492 millones de dólares en combustibles, lo que crea también una situa­ción grave.
Todo esto hace que se mantenga la base sobre la cual los planes golpistas han de po­der operar con relativa permanencia en el próximo período. Estamos asistiendo a una verdadera oleada de luchas que basan en reclamaciones reales de regiones enteras del país. Por cuanto es muy grave la situación de los productores de la vitivinicultura, la fruticultura, la horticultura, el algodón, los tabacaleros, tealeros etc. Por lo tanto asis­timos a un sinfín de luchas y de reclamos de todos estos sectores tratando de sortear la coyuntura. Y no existe posibilidad de ali­viar seriamente esta situación de las masas trabajadoras con simples reformas que dejen intactos, los intereses de los monopolios imperialistas y de los grandes terratenientes.
La burguesía nacional en esta situación, se encuentra imposibilitada, para poder re­solver la coyuntura económica con reformas. Uno de los casos típicos es el de la vitivini­cultura, en donde el gobierno ha adoptado algunas medidas que parcialmente han teni­do en cuenta los intereses de los campesinos pobres y medios, pero no ha habido una so­lución de fondo a los problemas que ha ge­nerado la crisis. Porque no puede ser una solución el aumento de la capacidad de va­sija vinaria, por cuanto esto no puede exten­derse al infinito. Lo mismo sucede actual­mente con el algodón. Se fija un precio que no es compensatorio para el campesino pobre pero que podría permitir, por lo menos, evi­tarles una situación catastrófica. Pero resulta que el algodón depende de lo que compre Bunge y Born u otros monopolios comercia­lizadores y Bunge y Born no compra el al­godón en espera de que los precios caigan. El gobierno espera resolver esto abriendo la exportación de algodón, que es una medi­da reformista típica. Es decir, evitando el golpe frontal a la intermediación de Bunge y Born y otros monopolios intermediarios.
Existen problemas semejantes en las di­ferentes regiones económicas del país. Hace muy poco, el gobernador de Río Negro, Fran­co, opinaba que el problema de esa provin­cia era un problema demográfico y de falta de industrias; fundamentalmente de falta de industrias, decía. Esta es una idea esen­cialmente equivocada. Es la misma idea con la que Camus y otros gobernadores enfren­tan los problemas de sus provincias. El pro­blema de todo el interior del país es un problema esencialmente agrario, y en segundo lugar industrial; y a partir de allí, demográfico. A partir de resolver el problema agrario se podrá encarar una verdadera industrialización asentada en bases sólidas, y se podrá resolver también el problema demográfico de muchas de esas provincias.
Estamos entonces ante una coyuntura económica verdaderamente difícil. El gobier­no vacila entre la aplicación de las medidas propuestas por Gómez Morales, o la atenua­ción de las mismas junto con otras medidas económicas; todas de carácter reformista. Aunque en algunos sectores del peronismo surgen reclamos de tomar algunas medidas de fondo, sobre todo nacionalizando algunas palancas de la economía nacional en manos del imperialismo, el gobierno se orienta hacia una política de contenido reformista.
En momentos de realizarse este Comité Central se habla del desplazamiento de Gó­mez Morales pero todo indica que no existen planes para realizar transformaciones estruc­turales que golpeen las causas de la crisis, y no sus efectos.
Nosotros lucharemos para que los platos rotos sean pagados por quienes los rompie­ron: los monopolios imperialistas, principal­mente yanquis, y los oligarcas terratenientes.
En los años de “vacas gordas” para los capitalistas y terratenientes estos no distri­buyeron sus ganancias entre los explotados. Por el contrario. La participación de los asalariados en la renta nacional fue cada vez menor. Miles de campesinos fueron echados a la calle en esos años. No fueron los obreros, los asalariados, los campesinos pobres y medios los que dirigieron el país. ¿Por qué han de pagar ellos la crisis que no causaron? ¿Por qué se quiere hacer creer que el aumento de los salarios debe aparejar el aumento de los precios si sólo debe impli­car la disminución de las ganancias de los capitalistas? ¿Por qué los que menos tienen deben ser los que más deben dar, y los que más tienen, como se ha comprobado en el caso de las compañías petroleras o el de ALUAR, eluden impuestos, “blanquean” ca­pitales, reciben jugosos créditos?
La clase obrera y las masas trabajadoras deben luchar vigorosamente para que la cri­sis la paguen los monopolios y grandes ca­pitalistas, especialmente los yanquis y sus socios nacionales. Esta lucha es fundamental para dar un impulso decisivo al combate re­volucionario, antiimperialista y democrático.
Nosotros hemos levantado para esta coyun­tura, para esta emergencia, medidas que, inspiradas en el programa de nuestro Partido, permiten verdaderamente resolver la situa­ción. Son medidas de tipo revolucionario. Como la nacionalización del comercio exte­rior, con estricto control del contrabando; el severo control de divisas y el desconocimiento de la deuda externa de tipo usurario y neo­colonialista; la nacionalización de la banca con estricto control del crédito; el impuesto a las grandes fortunas, castigando severa­mente la evasión fiscal; la expropiación de los monopolios que provocan el desabaste­cimiento confiscando los productos acapara­dos o desviados del consumo; la inmediata creación de un organismo nacional de com­pra y comercialización de productos agro­pecuarios e industriales vitales para el abas­tecimiento, expropiando a los monopolios ex­tranjeros, principalmente yanquis, y restrin­giendo a los monopolios nacionales que actúan en esa esfera; la nacionalización de las destilerías de Esso y Shell y las empresas monopolistas de capital yanquis como Rigo­lleau, Cargill, Minera Aguilar, Ducilo, General Motors, y otras básicas para asegurar un manejo independiente de la industria; el control obrero de la producción con delega­dos obreros electos directamente por las ba­ses; la reforma agraria, expropiando sin in­demnización los latifundios de propiedad de los grandes terratenientes asociados a los yanquis y de aquellos que traban el progreso del agro y es necesario expropiar para ase­gurar el acceso a la tierra de los sectores oprimidos del campo; la política activa de unidad antiimperialista, y firmemente ter­cermundista, tanto en lo interno como en lo internacional. Planteamos que no es el pue­blo el que tiene que pagar la crisis que han generado los enemigos de la patria, sino los grandes monopolios, principalmente yanquis, y los terratenientes oligarcas. Esto requiere además la adopción de las medidas anteriores, imprescindibles para sortear la crisis y avan­zar en el camino liberador, satisfacer sin demora los siguientes reclamos:
a) Salario Mínimo de 450.000 pesos, 50.000 pesos por hijo y por esposa y 20.000 por escolaridad y aplicación de la Ley de Contrato de Trabajo, para todos los asalariados.
b) Precios diferenciales, compra preferencial, tierra y créditos para los campe­sinos pobres y medios.
c) Ingreso irrestricto y becas para obreros y campesinos pobres y medios en la escuela secundaria y en la Univer­sidad.
d) Vivienda digna para todos los trabaja­dores, con un pago no mayor del 10% del sueldo del ocupante; expropiación de las viviendas ocupadas propiedad de las compañías constructoras, que se dedican a la especulación y adjudica­ción de las mismas a obreros y em­pleados.
e) Libertad de todos los presos antigol­pistas y de los combatientes del movi­miento obrero y popular; democracia para el pueblo y cárcel para los conspi­radores; movilización para barrer a los jerarcas sindicales y a los gobernadores golpistas, asegurando la democracia sindical y la autonomía federal de las provincias.

Nosotros levantamos estas medidas que entendemos que sólo pueden ser aplicadas por un gobierno revolucionario de frente único con hegemonía obrera. Pero creemos que si el pueblo lucha es posible que el go­bierno pueda tomar medidas, realizar refor­mas relativamente avanzadas que, en esta situación de crisis, permitan ayudar a resol­ver los problemas más acuciantes de las ma­sas obreras y populares, y acumular fuerzas para la lucha antiimperialista y democrática.

El Partido

El Partido ha realizado avances importan­tes en el último período. El tema será ana­lizado en el segundo punto del orden del día, al tratar el balance de la campaña de reclu­tamiento.
Podemos decir que el Partido comienza a introducirse en el mar de las grandes masas obreras y populares. Así lo demuestran, en­tre otros hechos, las elecciones misioneras; las elecciones del gremio de la carne en Be­risso; la combativa y valiente movilización del Partido en La Plata con motivo de los asesinatos de los camaradas Ana María, Da­vid, Carlos, Herminia y Guillermo; la par­ticipación del Partido en la movilización del 1° de Mayo, y los propios actos que organi­zamos en varias ciudades con motivo del 1° de Mayo, reivindicando las tradicionales ban­deras clasistas del proletariado internacio­nal; los avances en el proletariado rural, etc. Estos últimos avances del Partido, son el re­sultado, allí donde se ha producido, de la aplicación a fondo de la línea del Partido.La línea antigolpista del Partido obliga a trabajar con las grandes masas obreras explotadas del país; con las masas más ex­plotadas: los obreros de las empresas, frigo­ríficas, de la alimentación, obreros rurales, obreros que viven en las villas de emergen­cia, etc.
Si el oportunismo se apoya en una capa de obreros aburguesados, al proletariado revolu­cionario le compete ir hacia la “masa infe­rior”, como decía Engels, hacia la verdadera mayoría, la que como decía: “no está conta­minada de ‘respetabilidad burguesa’”. Comentando esto Lenin decía: “Esta es la esencia de la táctica marxista”. Y agregaba: “si queremos seguir siendo socialistas nues­tro deber es ir más abajo y más hondo, a las verdaderas masas: en ello está el sentido de las lucha contra el oportunismo y todo el con­tenido de nuestra lucha” (V.I. Lenin, O. C. Tomo XXIII, Pág. 118, Ed. Cartago).
El Partido comienza a integrar efectiva­mente la, teoría marxista-leninista, con la rea­lidad política nacional, provincial y regional. Comienza a trabajar hacia el campo; a tra­bajar en el movimiento femenino; a darse una política de trabajo hacia la burguesía nacional, etc.
Profundos cambios han comenzado a darse en el Partido a partir del Tercer Congreso y más particularmente a partir del CC de no­viembre, cuando el Partido se ubica como vanguardia real de su clase y de las grandes masas obreras y populares ante el peligro de golpe de Estado proimperialista. Si se com­prende que no es un problema sólo de fuer­zas, sino que es un problema principalmente de línea el papel que puede jugar el Partido en los graves momentos que se avecinan po­dremos estar a la altura de nuestros debe­res. Y a partir de ese problema de línea, el Partido tendrá fuerzas, tendrá organizacio­nes suficientes; si hacen falta armas con una línea correcta las armas se conquistarán, etc.
Por eso el Partido ha comenzado a pensar, no solamente en la empresa de concentración, en el centro de la actividad del Partido en cada zona, sino que ha comenzado a pensar en las empresas que deciden en el movimien­to obrero en cada zona; a pensar en el trabajo en el movimiento femenino, o sea entre la mitad de la población; movimiento decisivo para la lucha revolucionaria; a tener en cuen­ta que sin ganar al campesinado pobre y medio será imposible, no ya la realización de la revolución agraria, antiimperialista, antimonopolista, en marcha al socialismo, que plantea el Programa del Partido, sino que será imposible derrotar a los golpistas.
Con la política al mando, será posible dar un salto gigantesco. Esto genera una aguda lucha de líneas en el Partido, porque sobre una base teórica común, revisionista, apare­cen desviaciones oportunistas de izquierda y desviaciones oportunistas de derecha. La ba­se teórica de esas desviaciones en nuestro Partido es revisionista. El método de análi­sis que lleva a ellos es subjetivo, ya sea por dogmatismo o por empirismo.
La manifestación política de1 revisionismo y del subjetivismo es oportunista de izquier­da o de derecha.
El oportunismo de izquierda recibe esto­cadas mortales luego del Tercer Congreso y del CC de noviembre. Pero todavía es la prin­cipal traba para la aplicación a fondo de la línea política del Partido. Es la desviación dominante.
Al calor de la lucha contra la desviación de izquierda incuba la desviación de derecha.
El oportunismo de izquierda frente al peligro de golpe de Estado y la división de a­guas que el mismo genera en la sociedad argentina toma una posición “principista”, doctrinaria, inodora, e insípida, y no se atre­ve a plantear si frente al golpe de Estado prorruso o proyanqui el Partido defiende o no al gobierno de Isabel y procura o no la unidad con los peronistas que enfrentan el golpe. El oportunismo de izquierda elegiría en tal caso un balcón para fijar una posición doctrinaria y ver cómo se desarrollan las co­sas partiendo del hecho que el proletariado no hegemoniza aún ninguno de los dos ban­dos que se enfrentan.
El oportunismo de derecha, en cambio, transforma la consigna, “frente al golpe de Estado prorruso o proyanqui, junto al pueblo peronista, defender al gobierno de Isabel” en una defensa del gobierno de Isabel en general, no sólo frente al golpe de Estado.
El oportunismo de izquierda sólo ve la lucha, la diferenciación, la crítica y repudia el frente único. El oportunismo de derecha sólo ve la unidad y olvidando la hegemonía abre las compuertas a la disolución del Parti­do. La desviación de derecha coloca al Par­tido detrás de las masas peronistas porque si bien éstas están dispuestas a defender al gobierno de Isabel frente a los golpistas al mismo tiempo están descontentas con la si­tuación actual y quieren ir hacia adelante, hacia cambios profundos y no superficiales. En la medida en que crezca la fuerza anti­golpista esto será cada vez más evidente.
Por eso creemos conveniente revisar una formulación del editorial de Teoría y Polí­tica N° 14. En ese editorial se hacen consi­deraciones valiosas sobre la situación política actual pero se ha deslizado una apreciación errónea. Se dice que: “el avance de las ma­sas peronistas, el avance hacia posiciones con­secuentemente revolucionarias en el combate liberador, antiimperialista y antioligárquico, inclusive su apoyo a la política de los comu­nistas revolucionarios y su incorporación a las filas del PCR, no constituye una negación de su experiencia anterior sino una elevación a un plano superior”.
Esa apreciación es teóricamente equivo­cada ya que, desde el punto de vista mar­xista, es imposible que nada se eleve a un plano superior sin negar parte de lo ante­rior. Así como los auténticos comunistas tuvimos que negar críticamente una parte de nuestra experiencia anterior para llegar a nuestras posiciones actuales así también los peronistas deberán negar críticamente una parte de su experiencia anterior para avan­zar a un nivel superior.
Esto es muy importante en el momento en que han entrado al Partido muchos obreros que provienen del campo peronista, que lle­van “a Perón en el corazón”. No es eso lo que está en discusión. No está en discusión el que lleven “a Perón en el corazón”, cuan­do tratan de transformarse en auténticos comunistas. Lo que sí está en discusión es la presión que existe sobre el Partido argu­mentando: “por fin ha surgido un comu­nismo patriótico, un comunismo argentino, auténticos comunistas”. Y nos plantean: ¿por qué no cambian el nombre y dejan de llamarse comunistas?”. En otra situación his­tórica, cuando se constituyó, con las parti­cularidades que tuvo, el Frente Único en Chi­na, también hubo quienes plantearon a los camaradas chinos si no podrían “suprimir esa horrible palabra comunismo al nombre del Partido”. Ante lo cual el Presidente Mao contestó “los comunistas de todos los países, no tienen más que una sola cosa en común, lo que tienen en común es un método de pen­samiento político fiel a la línea del marxismo, los comunistas de todas partes tienen que distinguir entre este sistema de pensamiento y otro asunto completamente distinto, el sistema comunista de organización social, que es la definitiva finalidad política de su siste­ma de pensamiento”.
Los comunistas revolucionarios no propo­nemos hoy al comunismo para la Argentina. Luchamos por la revolución democrática y nacional y lealmente nos unimos a los pero­nistas y demás patriotas contra el golpe proimperialista. Pero así como los peronistas son justicialistas, nosotros somos marxistas-leninistas, lo que origina diferencias esencia­les de línea entre nosotros y los peronistas.
Toda la actividad del Partido se desarro­lla en medio de esa lucha de opiniones en el seno del Partido. Lucha de opiniones que es beneficiosa, útil para el Partido, en la medida en que ella sea franca y abierta y respete la metodología centralista democrá­tica del Partido.
La campaña de reclutamiento, realizada en estas circunstancias políticas, ha puesto todo esto de relieve. Existen en el Partido tendencias “movimientistas”. “sindicalistas”, y mucho más poderosas que ésas, existen ten­dencias estrechas, sectarias, de un pequeño partido de puertas cerradas aislado de las masas.
Pero no han sido estas tendencias, con to­da la gravedad que tienen, el principal obs­táculo para resolver los objetivos de reclu­tamiento, sino que al plantearse la posición del Partido frente al peligro de golpe de Estado se produjo una discusión, un debate, una profunda lucha de ideas con todo el en­jambre de pequeñoburgueses que venía ro­deando al Partido. Y se abrió una dura lu­cha interna. El Partido sólo podía reclutar y crecer en la medida en que aplicando a fondo su línea trabajase en esas grandes ma­sas obreras superexplotadas, que son las que pueden tomar y aplicar a fondo la línea del Partido.
Ha habido, en medio de esta campaña de reclutamiento, cambio de aliados. Allí don­de el Partido comprendió esto a fondo, se pudo realizar un reclutamiento relativamente importante.
La lucha por la aplicación de la línea del CC de noviembre, se dio en muchas zonas en torno a acontecimientos quo lo conmovie­ron, como el asesinato de nuestro camarada Rusconi en La Plata; como la carta del com­pañero Salamanca en el caso de Córdoba y la línea del SMATA de Córdoba. En otras zonas esa lucha se dio en torno a los objeti­vos de la campaña de reclutamiento.
Nosotros no previmos suficientemente, cuando lanzamos la campaña de reclutamien­to, que la misma iba a hacerse en medio de ese gran debate y que, por lo tanto, la lucha por la aplicación de la línea implicaba la revolucionarización a fondo del Partido para poder, simultáneamente, cumplir con los pla­nes de reclutamiento. Desde ese punto de vista el reclutamiento ayudó, no sólo porque una cantidad de centenares de camaradas se ha incorporado al Partido, fundamental­mente obreros, sino también porque fue un instrumento para la aplicación de la línea del Partido. La lucha por la aplicación crea­doramente y a fondo de la línea del Partido va a continuar; y debe hacerse para forta­lecer la unidad del Partido. La lucha por fortalecer la unidad del Partido es perma­nente. Y es permanente porque nunca puede existir unanimidad en el Partido. Porque existen ideas diferentes en cada camarada la lucha por la unidad tiene que ser perma­nente.
La lucha por aplicar la línea del Tercer Con­greso y del CC de noviembre, debe hacerse para fortalecer la unidad del Partido, y no para debilitarla, teniendo en cuenta ese gran principio elaborado por el camarada Mao, cuando dice que la lucha interna del Par­tido se da entre revolución o revisionismo; intriga o franqueza; y fraccionalismo o uni­dad. La lucha por el revisionismo implica la intriga, y la intriga implica, la fracción; y la lucha por una línea revolucionaria, im­plica la franqueza y la lucha por la unión del Partido.
El Partido ha sufrido, sufre y sufrirá una persistente labor de infiltración de los ser­vicios del Estado y de los servicios proyan­quis y prorrusos. Esto es En la lucha contra esos enemigos vamos adquiriendo cierta experiencia. La más im­portante es la de no confundir la lucha política con la lucha contra los agentes. Es­tos para actuar deben operar deformando la línea marxista-leninista; y vulnerando los métodos partidarios. Por eso es tan impor­tante como la defensa de la línea la defensa de los métodos marxista-leninistas de parti­do. Cuando ellos se vulneran los provocado­res hacen su trabajo con comodidad.
Proyanquis y prorrusos, y otros tipos de provocadores, alardean de su poderío, pero no han podido impedir ni el surgimiento ni el crecimiento de nuestro Partido, y en la medida en que integremos bien la verdad universal del marxismo-leninismo con la re­volución argentina, aunque suframos derrotas parciales, y tengamos bajas dolorosas, se romperán los dientes nuestros enemigos y el Partido cumplirá sus objetivos históricos.
El Partido va a realizar en este CC un balance de la campaña de reclutamiento y surgirían con seguridad importantes conclu­siones para el trabajo posterior del Partido.
La campaña de reclutamiento ha demos­trado que el Partido puede, en un plazo relativamente breve, duplicar el número de sus afiliados. Y éste es uno de los objetivos que se nos plantea para el período próximo. La gran lucha por duplicar el número de afiliados del Partido hasta fin de año.
Se ha planteado que las campañas de re­clutamiento tienen que ser excepcionales. También criticamos la idea del reclutamien­to “permanente”, tan cara a los revisionistas del falso Partido Comunista. Esta es una típica idea evolucionista y reformista. Pero esto no significa que no existan perío­dos de flujo y de ascenso del movimiento revolucionario en los que el reclutamiento es una tarea permanente y exige que se la planifique como tal y que se luche y se de­rroten las ideas que lo frenan.
La tarea principal del Partido es la lucha por aplastar a los golpistas, y junto al pue­blo peronista, abrir un rumbo liberador pa­ra la patria y para el pueblo. Al calor de esa lucha debemos plantearnos como una tarea permanente, en esta coyuntura de as­censo, de avance del Partido, la duplicación de sus afiliados junto con la duplicación de la difusión de Nueva Hora a fin de año como gran pilar organizativo y de crecimien­to del Partido; las cotizaciones; las tareas de preparación especial; y también las ta­reas de educación que faciliten la asimila­ción de los afiliados que hemos hecho en la reciente campaña de reclutamiento: El esla­bón decisivo de todas estas tareas, en el eje de la lucha antigolpista, es el reclutamiento.
Durante el mes de junio debemos planifi­car la campaña financiera que todo el Par­tido realizará durante el mes de julio para posibilitar los medios necesarios para la apli­cación de la línea política de1 Partido, y la realización de las tareas que están plani­ficadas.