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02 de December de 2010


Informe del Comite Central del PCR – 30 de octubre de 1976 –

Documentos del PCR / tomo 4

Las últimas luchas de la clase obrera, y diversos pronunciamientos y manifesta­ciones de carácter antidictatorial, han de­mostrado como justas las conclusiones del Comité Central de nuestro Partido sobre el estado de ánimo de las masas obreras y populares. El CC planteó que el retroceso transitorio que debió dar el movi­miento obrero y popular con posteriori­dad al 24 de marzo se producía en el marco del ciclo de ascenso revolucio­nario abierto con el Cordobazo y las gran­des luchas del año 1969; y que este ciclo, pese a las difíciles circunstancias actua­les, aún no se había cerrado.
Se ha reactivado nuevamente el movi­miento popular, y se han producido gran­des movilizaciones obreras. Solamente en el Gran Buenos Aires se han movilizado, a través de distintas formas de luchas (paros parciales, trabajo a reglamento, etc.), decenas de miles de obreros, que han demostrado, en primer lugar, que es posible luchar contra la dictadura, y en segundo lugar que es posible triunfar en la lucha reivindicativa contra ella. Entre estas luchas es necesario remarcar la de los obreros de General Motors de la plan­ta Barracas, que llegó a conmover al mo­vimiento obrero, y terminó con un triun­fo de los obreros que conquistaron un aumento de 450.000 a 500.000 pesos, la reincorporación de los obreros despedi­dos y la vuelta a la semana completa de trabajo. Al mismo tiempo en esta lucha promovieron una amplísima democracia de masas (llegaron a hacerse hasta 3 asambleas en un día) y lograron la reor­ganización del cuerpo de delegados.
Simultáneamente han conseguido triun­fos en su lucha por aumento de salarios los obreros de Mercedes Benz, que con­quistaron 600.000 pesos; los obreros de Ika Renault, que conquistaron 300.000 pe­sos y estaban luchando por conseguir un nuevo aumento para octubre; Cerámica Verbano en Rosario, que consiguió 1.000.000 de pesos; $ 300.000 en Ford y habían prometido un posible aumento posterior; $ 1.000.000 en Standard; pesos 1.200.000 en FIAT' (Caseros); y luego de una lucha que se unió a la defensa de la empresa contra la privatización los obre­ros de Cantábrica consiguieron 350.000 pesos y reorganizaron el cuerpo de dele­gados.
Hay que tener en cuenta que estos triun­fos se producen a 6 meses de instalada la dictadura militar, y es conveniente recor­dar, para ubicar la justeza de lo señalado por el CC cuando planteó que al retroceso del movimiento había que entenderlo co­mo transitorio, que con la dictadura de Onganía recién se pudo romper la conge­lación salarial con la lucha de los obreros de los Talleres Municipales de la Capital en el mes de enero de 1970.
Al mismo tiempo, estas luchas, como planteó la patronal de una importante em­presa metalúrgica de la Capital Federal, son expresión de algo “muy profundo” que está sucediendo en el proletariado. En la empresa en cuestión el día del metalúrgico trabajaron solo 11 obreros. La pa­tronal promovió una discusión entre los jefes de sección para tratar de averiguar cuál era la razón de esto. Anteriormente, cuando se producían paros en esa fábrica se los atribuía a los “matones de la UOM”; y era evidente que en este caso los obre­ros habían parado sin la presencia de los llamados “matones de la UOM”. En esa reunión el representante del directorio señaló, con disgusto, que había que averi­guar “qué era lo que estaba pasando”; que estaba pasando “algo muy serio” entre los obreros.
Hay que señalar que en el proceso de General Motors los obreros utilizaron métodos correctos de lucha y, a través de ellos, lograron impedir la maniobra del P“C” revisionista que pretendía prestigiar a Liendo y, en definitiva, postergar la rei­vindicación salarial de los obreros; y al calor de la lucha, reorganizaron el cuerpo de delegados al igual que en otras em­presas de la Capital y del interior del país. Inclusive en empresas, donde el cuerpo de delegados fue duramente golpeado por el proceso de renuncia de los activistas mon­toneros, ERP y del P“C” revisionista, y por las indemnizaciones y despidos con los que a1gunas patronales trataron de des­trozar a esas organizaciones de lucha, co­mo es el caso de la empresa Santa Rosa. Aquí, después del día del Metalúrgico (du­rante el cual en esa empresa se trabajó ) se comenzó una lucha por aumento de salarios, donde volvió a repetirse una mo­dalidad que ya se había aplicado en otras empresas. ¿Quiénes llevaron el petitorio? El petitorio lo llevan todos, para impedir que se identifique, se aísle y se golpee, a los obreros más combativos de la sección. ¿Quiénes hablan? Hablan los más viejos. Aquellos obreros que nunca han hablado o representado a la masa en conflicto con la patronal y entonces se moviliza toda una sección que va a pedir aumento; cuan­do esa sección vuelve se moviliza otra; y así sucesivamente. Es decir: en la prác­tica, durante horas se paralizan seccio­nes enteras de la fábrica y en la práctica se paraliza la propia fábrica. También allí al calor de esta lucha, se plantea la reorganización del cuerpo de delegados. En general las organizaciones del Partido han tratado en las luchas que se han des­arrollado de plantear a fondo este proble­ma de la reorganización de los cuerpos de delegados, entendiendo que lo impor­tante no es simplemente la agitación, o la lucha económica en sí, sino que tan importante como eso es garantizar la re­organización del proletariado para los grandes combates que deberá librar hasta lograr el derrocamiento de la dictadura.
En esta línea se ha debido enfrentar la posición divisionista, “izquierdista”, de sectores de la pequeña burguesía en el movimiento obrero, como es el caso de los Montoneros, que plantean el parale­lismo y el clandestinismo sindical. Plan­tean la organización de cuerpos de dele­gados y comisiones internas clandestinas, adheridas a sindicatos y a una CGT fan­tasma, designada a dedo por esa organización, para “encabezar” la lucha contra la dictadura. Por otro lado también ha habido que enfrentar la línea concilia­dora de sectores peronistas que concilian en este problema de los delegados; y la línea colaboracionista del P“C” revisio­nista que trata de diluir el problema de la organización de base del movimiento obrero por cuanto plantean un proceso de reorganización “gradual” del movi­miento obrero que permita que lo con­trole la dictadura, y se realice por eta­pas: primero habría una renovación de comisiones internas y cuerpos de delega­dos por elecciones con listas, posterior­mente la renovación de directivas de sin­dicatos y luego de la CGT (todo esto “controlado” por los militares intervento­res en la CGT). Por lo tanto en torno a este punto de los cuerpos de delegados se vuelve a dar en el movimiento obrero argentino, como sucedió anteriormente, especialmente después del Cordoba-zo, uno de los puntos fundamentales de de­bate entre las líneas reformistas, pequeño­burguesas, y revolucionaria en el seno del proletariado. Todas estas luchas han sido demostrativas de las profundas re­servas revolucionarias que atesora el pro­letariado. Ejemplo: la lucha de Santa Isabel en el SMATA Córdoba, donde per­seguida y detenida la directiva del sindi­cato, barridos posteriormente los cuerpos de delegados, liquidada la tercera o cuar­ta línea de activistas del movimiento obrero la lucha por aumento de salario fue encabezada por una comisión de 18 obreros, que volvió a tomar las banderas que habían levantado, anteriormente, los obreros perseguidos y despedidos, y en­cabezó la lucha que consiguió aumentos de salarios. Inclusive hubo una agitación generalizada en la empresa con motivo de la llegada a Córdoba del general Liendo y de la entrega que se le hizo al mismo, por parte de varios sindicatos, de un petitorio levantando reivindicacio­nes salariales y políticas del movimiento obrero. Estamos refiriéndonos, solamen­te, a alguna de las luchas. Hubo también una movilización de más de cien obreros en Somisa, que rodearon amenazantes a tres generales, entre ellos al general Ri­vera, que recorría la empresa, exigiendo diversas reivindicaciones que la dictadura ha arrancado a los obreros de Somisa, obligando a que los generales allí pre­sentes se comprometieran a tener en cuenta el pedido de los obreros.
Pero la lucha que ha conmovido al país, y a vuelto a poner en el centro de la escena política al proletariado, ha sido la lucha de los obreros y empleados de Luz y Fuerza. Se ha vuelto a demostrar que es posible luchar. No solo luchar sino también enfrentar el terror de la dictadura, que para aplastar el movimien­to de protesta de los obreros y empleados de Luz y Fuerza secuestró a tres acti­vistas a los que la intensificación del movimiento obligó a hacer aparecer.
La lucha de Luz y Fuerza que se extendió a numerosas ciudades y locali-da­des del interior, se ha mantenido durante semanas, pese a los despidos, pese a la represión, pese a las amenazas, pese a los comunicados militares, demostrando el vigor del movimiento obrero. Es una lucha que quedará inscripta en la historia del movimiento obrero. Una lucha de envergadura histórica en el enfrenta­miento a la dictadura que desenmascaró el carácter antiobrero y antipopular de esta, y la esencia antipopular de la su­puesta contradicción subversión-antisub­version que plantea. Todo esto en mo­mentos en que la dictadura “tantea” con diversas medidas a los gremios estatales para lanzar, con posterioridad, con toda fuerza, el plan de prescindibilidad.
En este momento han salido también a la lucha los obreros del puerto de Bue­nos Aires.
También es de destacar la reorganización del cuerpo de delegados del gremio de telefónicos en la Capital y Gran Bue­nos Aires. Reorganización realizada desde abajo, a través de la unidad más amplia de todas las tendencias y fuerzas, y que coincide con el inicio de la lucha en este gremio. En estos gremios ha habido que enfrentar la tendencia que trataba que la lucha se desarrollara exclusivamente con medidas de sabotaje porque no había confianza en la combatividad de los obreros y empleados para protagonizar medidas de acción directa. La lucha de Segba demostró, posteriormente, que aparte de los sabotajes existen condicio­nes para que los obreros y empleados combatan, pese al terror y a la situación general de represión creada por la dicta­dura. Y abrió el debate, en la enorme masa de trabajadores estatales sobre cómo organizarse y luchar para derrotar los planes de “racionalizacion” y privatización de la dictadura.
Han sido precisamente estas luchas las que nos permiten afirmar que se van creando las condiciones para generalizar e intensificar la resistencia obrera y po­pular a la dictadura, creando las condi­ciones para un paro nacional activo de 36 horas con movilización, que permita al pueblo pasar a la contraofensiva, en el camino del derrocamiento revolucionario de la dictadura.
Las luchas que comentamos han vuel­to a demostrar la importancia decisiva que tiene la unidad del proletariado para el triunfo de sus luchas. En todas esas luchas las masas impusieron la más sólida unidad como requisito para combatir y como condición necesaria para triun­far. Hay que aprender de esos ejemplos y trabajar más pacientemente que nunca por el frente único proletario, en cada empresa y gremio.
La unidad peronista-comunista revolu­cionario es la clave de esa unidad. Hemos avanzado últimamente en acuerdos de lucha con las agrupaciones peronistas en varios gremios, y mejoran las relaciones unitarias entre las agrupaciones Primero de Mayo y las agrupaciones de las “62 Organizaciones”. Pero debemos ser cons­cientes que el camino de unidad con los compañeros peronistas es un camino lar­go, difícil, y sembrado de escollos. Esa unidad debe forjarse, fundamentalmente, al calor de la lucha, y en el seno de las grandes empresas de concentración pro­letaria para que llegue a ser indestruc­tible.
Las Agrupaciones Clasistas Primero de Mayo acaban de publicar una propuesta programática y de plan de lucha para el movimiento obrero que debe ser tenida como guía e instrumento organizativo, y agitada en el movimiento obrero.
Se ha abierto un profundo debate político en las masas obreras y populares, principalmente entre los obreros peronis­tas, que han hecho una experiencia muy importante a través de casi tres años de gobierno peronista y del golpe posterior. Surgen decenas de miles de nuevos com­batientes obreros y populares. Hay que profundizar este debate político del pro­letariado. Nosotros afirmamos nuestra voluntad de ser vanguardia en la lucha antidictatorial y para ello tenemos que colocarnos a la vanguardia de ese pode­roso movimiento que surge en las entra­ñas del proletariado, y ganar a miles de nuevos combatientes para el Partido. Esta nueva oleada de luchas obreras ha de­mostrado las grandes posibilidades que existen para el desarrollo y el éxito de la lucha antidictatorial y al mismo tiempo para el fortalecimiento del Partido.
Estas posibilidades están en contradicción con la debilidad y la fragilidad ac­tual del Partido. Estamos ante una pers­pectiva luminosa, pero la afrontamos en un momento de gran represión, con una dictadura terrorista, y con una fragilidad grande del Partido.

 

El Congreso de la Federación Agraria y la situación del movimiento campesino

Se ha realizado el Congreso de la Fe­deración Agraria Argentina. En represen­tación de aproximadamente 160.000 afi­liados agrupados en 744 organizaciones de base de primer grado; de 103 centros juveniles; y de 56 organizaciones adhe­ridas (entre las que se encuentran orga­nizaciones de la importancia de la UGIT que agrupa a los cañeros independientes de la provincia de Tucumán).
El Congreso de la Federación Agraria, ha permitido comprobar el estado de áni­mo y los cambios que se han producido en el campesinado con posterioridad al golpe; fundamentalmente entre el campe­sinado medio y una parte del campesi­nado rico de la Pampa Húmeda que es a quienes representa prioritariamente la Federación Agraria. Hay que tener en cuenta, simultáneamente, que tiene una gran importancia la participación juvenil en este Congreso. Las organizaciones ju­veniles de la Federación Agraria habían sido prácticamente diezmadas por la in­filtración que procuró liquidarlas. Esta infiltración fue instrumentada por los ser­vidores del socialimperialismo soviético con la careta de organizaciones revolu­cionarias de la pequeña burguesía.
El Congreso de la FAA demostró una contradicción entre el tono conciliador del discurso de apertura de Volando y muchas intervenciones de los delegados, especialmente de los delegados jóvenes, que tuvieron un contenido marcadamen­te combativo. Más de cien mil jóvenes se han anotado en una lista que ha abierto la FAA para los jóvenes que piden tierra para trabajar; lo que demuestra una vez más que el problema de la tierra es el problema fundamental en el campo, no solamente para los campesinos pobres sino también para una parte importante de los campesinos medios y fundamental­mente para la juventud agraria.
Los campesinos están muy desconten­tos con el proyecto de reformas a la Ley de Arrendamiento y Aparcerías Rurales, y con la aplicación del impuesto del 4 por ciento a la producción, que es un impuesto que se descarga fundamental­mente sobre los campesinos pobres y la capa inferior de los campesinos medios que no pagaban el impuesto a las ganan­cias.
Demostrando su contenido de clase la dictadura hizo numerosas maniobras para impedir la realización del Congreso de la FAA, y cuando no lo logró impuso a éste que no eligiera autoridades, de acuer­do con lo que exige uno de los tantos de­cretos represivos de la dictadura. Pero sucede que simultáneamente con el Con­greso de la FAA, se realizó el Congreso de la Sociedad Rural, que representa a 1.400 terratenientes y capitalistas agra­rios que se autodenominan “productores”, y este congreso sí tuvo derecho a elegir autoridades, lo que provocó mucho re­pudio en el Congreso de la FAA, por cuanto es demostrativo del contenido de clase de la dictadura. Los oligarcas sí pueden elegir autoridades de su organización.
El descontento que primó en el Con­greso frente a la política de la dictadura tiene mucha importancia porque las difi­cultades ya conocidas que enfrentan los campesinos pobres y medios (los pobres muy golpeados por la carestía de la vida; por el precio de los elementos de sub­sistencia; la falta de tierras y desde ya de créditos y por los precios no retributi­vos) se agravan ahora por la situación creada por la estrepitosa caída del pre­cio del trigo en el mercado internacional. A los campesinos se los ilusionó en la siembra del trigo con la perspectiva de que se les iba a pagar el precio del pro­ducto en el mercado internacional, y se encuentran, ahora, con que dada la caída del precio internacional del trigo van a tener que conformarse con el precio sostén que ha fijado el gobierno. Y los cam­pesinos presienten, con razón, que la dic­tadura, por la vía de una nueva desvalorización del peso les va a sacar lo funda­mental de lo que reciban por la cosecha.
También ha tenido un carácter comba­tivo, de protesta contra la política agraria de la dictadura, el reciente congreso de la FACA seccional Chaco (Federación Argentina de Cooperativas Agrarias). En el Chaco se les pagó a los campesinos 3.500.000 pesos la tonelada de algodón (tonelada que contiene un 80 por ciento de semilla) y ahora, al comprar la semilla para sembrar, han tenido que pagar siete millones de pesos la tonelada.
Aun las organizaciones partidarias de las principales zonas agrarias del país no toman el trabajo campesino. Esta es la expresión más concreta (junto con la subestimación del trabajo femenino) de la subsistencia en el Partido de lastres trozquizantes respecto del carácter de la revolución en la Argentina. Inclusive don­de se trabaja en el campo se trabaja sólo con los obreros rurales.
Desde ya nosotros privilegiamos el tra­bajo con los obreros rurales, que son el brazo del proletariado en el campo, y la parte fundamental de la población activa del mismo. Pero esto debe facilitar, y no entorpecer, nuestro trabajo con el cam­pesinado pobre y medio, a partir de nues­tra línea de apoyarnos en los campesinos pobres, aliarnos con los campesinos me­dios y neutralizar a los campesinos ricos.
El Partido, y las organizaciones de obreros rurales, deben ser los abandera­dos de la lucha antiterrateniente, anti­imperialista y antimonopolista en el cam­po. Y esto exige levantar la bandera de la reforma agraria, levantar la lucha por la tierra, y contra los resabios semifeu­dales que quedan en el campo disfraza­dos en las cláusulas de contrato de me­dieros; tamberos medieros; tanteros; pues­teros; contratistas de viñas; modalidades del arrendamiento o incluso del contrato del asalariado que conservan esos resa­bios, etc.
Aún las organizaciones del Partido en el campo no “despanzurran el gorrión” al analizar las clases sociales y, por eso, mu­chas veces, no se ve a los campesinos semiproletarios, y campesinos pobres, ya que estos no frecuentan comúnmente las ciudades más importantes de la región, ni los lugares de diversión y encuentro comunes a la pequeña burguesía urbana y a una parte de la pequeña burguesía rural de esas ciudades. A partir de co­nocer bien al campesinado pobre, sus reivindicaciones y aspiraciones, debemos diferenciar las diferentes capas de cam­pesinos medios (propietarios; arrendata­rios; que ocupan o no mano de obra tran­sitoria y en qué ocasiones; de origen cam­pesino o de origen obrero rural; etc., etc.) ; y las diferentes capas de campesinos ricos de cada lugar (que a más de explotar mano de obra asalariada aún trabaja o no la tierra; que arrienda tierra o que es propietario; que incluso él da algo de tierra en arriendo y en qué ocasiones lo hace; que trabaja con contratistas o con otras modalidades; de origen campesino, o de origen urbano que compró tierra, etc., etc.) y de capitalistas agrarios y te­rratenientes para incluso poder dividir entre estos, y reducir el radio del golpe principal a los terratenientes más odiados (o porque conservan formas semifeudales de trabajo; o porque trabajan en forma atrasada; o porque son el principal obstáculo para resolver el problema de la tierra en un lugar; o porque están íntimamente asociados al imperialismo o al mo­nopolio bodeguero, galpones de empaque, etc.).
La actual caída de los precios interna­cionales de la carne, el trigo y el azúcar, junto a los grandes stocks de lana, vinos y otros productos, preanuncia tormentas en el campo. Enriquecido por la expe­riencia de los últimos años, el movimien­to campesino librará con seguridad grandes batallas cuyo aporte a la lucha por el derrocamiento revolucionario de la dictadura dependerá en gran medida del trabajo del Partido.

 

El movimiento juvenil, femenino y de otros sectores populares

La dictadura da gran importancia al trabajo entre la juventud. Con la ayuda de los agentes del socialimperialismo, principalmente de la camarilla dirigente del P“C” revisionista, agita planes de un “proyecto juvenil” y realiza un activo trabajo hacia los colegios secundarios y organizaciones juveniles para que el mo­vimiento juvenil apoye la acción de ase­sinos fascistas como la que está realizando el general Bussi en Tucumán. La revista Vamos de la FJC es el portavoz prin­cipal de este “proyecto” que prepara nue­vos operativos Dorrego “con jóvenes se­leccionados”, y que aprovecha el apoyo de radios que controla el socialimperia­lismo, como Radio Rivadavia o Radio del Plata, y el monopolio comercial de acti­vidades folklóricas y artísticas, para orga­nizar actividades deportivas y artísticas con unidades militares y sectores juveni­les. La demagogia fascista de este “pro­yecto juvenil” queda clara si se tiene en cuenta que el sector del pueblo más gol­peado por la desocupación, los bajos sa­larios, la represión y la política limitacio­nista en la educación es la juventud.
Pero en la juventud crece un poderoso odio y se incuban los gérmenes de gran­des explosiones de rebeldía antidictatorial. Esto se expresa en una tendencia muy marcada de la juventud a unirse, y bus­car caminos de lucha junto al movimiento obrero y popular, como lo demuestran acciones solidarias con la lucha de los obreros de SEGBA y otras realizadas en colegios secundarios; la participación ju­venil en el Congreso de la FAA; la cre­ciente rebeldía juvenil en las empresas.
La JCR ha analizado últimamente la situación del movimiento juvenil en una reunión de su Comité Ejecutivo. Las con­clusiones de esa reunión deben ser tenidas en cuenta por el Partido a partir de con­siderar que la responsabilidad del traba­jo con las masas juveniles de cada lugar corresponden a la respectiva organización partidaria y debe merecer toda su aten­ción.
También se ha logrado ir organizando el trabajo femenino en barrios y locali­dades del Gran Buenos Aires y el inte­rior. Las mujeres son parte fundamental, indispensable, en la lucha por la solida­ridad y la libertad de los presos y en las luchas por la salud popular, la vivienda, la movilización, contra los operativos mi­litares en los barrios, etc.
El movimiento femenino tiene hoy, al igual que todo el movimiento popular, un objetivo común que es la lucha contra la dictadura. La clave de su desarrollo y fortalecimiento está en la unidad de las mujeres peronistas con las comunistas re­volucionarias. Es sumamente importante para estas luchas la posición de las fuer­zas católicas, sumamente influyentes en el movimiento femenino.
Aún el trabajo femenino es en el Par­tido, como producto de profundas concep­ciones, tarea de unas pocas activistas y no responsabilidad del conjunto de las organizaciones partidarias. A causa de esto somos sumamente débiles en grandes empresas en las que predominan las mu­jeres (cuyas reivindicaciones específicas y características particulares son ignora­das o despreciadas), y el trabajo en las barriadas populares carece de profundi­dad y estabilidad. Esto se manifiesta, incluso, en la escasa promoción de mu­jeres a la dirección de las organizaciones vecinales y sindicales que dirige, o en las que participa el Partido. Aun más grave es este lastre para poder resolver, a fon­do, el trabajo entre las masas pobres del campo. El ejemplo de algunos lugares del interior, en donde el Partido ha sabido trabajar y promover a puestos de respon­sabilidad a compañeras obreras rurales y trabajadoras, nos ayuda a encontrar el camino correcto.
En otro orden son prueba de la política de la dictadura las cesantías de médicos en servicios hospitalarios y desman­telamiento de algunos de ellos, la falta de garantías para el trabajo de los aboga­dos en la defensa de obreros en conflictos y de presos políticos, la reducción de planteles de ingenieros de empresas del Estado, como en YPF, SEGBA, etc., el desmantelamiento de importantes grupos de investigadores como en la CNEGH, INTI, INTA, CONICET, Comisión de Energía Atómica, todos apuntando a la privatización de servicios esenciales en manos del Estado para subordinarlos a empresas imperialistas que abonan mejo­res salarios en relación a los escasos suel­dos oficiales, o que llevan a emigrar a otros países. La censura en radios, TV y publicaciones de toda expresión anti­dictatorial o expresión cultural o artística que enjuicie al videlismo es también expresión de la opresión contra el pueblo.
En cuanto al movimiento universitario si bien no ha protagonizado últimamente luchas importantes se destaca el creci­miento del repudio a la dictadura que ha impuesto el más aberrante régimen repre­sivo y limitacionista. Miles de estudiantes de origen popular deberán abandonar los estudios si la movilización estudiantil y democrática no le “para la mano” a los “reorganizadores videlistas”. Más que en ningún otro sector es fundamental aquí el rol del Partido ya que las diferentes fuerzas pequeñoburguesas siembran el escepticismo y abandonan el campo de batalla, al tiempo que las fuerzas del P“C” revisionistas actúan como fieles co­laboracionistas de la dictadura (aunque esto es resistido por las bases de la FJC). El Partido, en la universidad, debe y puede desatar y organizar las luchas es­tudiantiles, y esto es clave para desgastar, acosar, y en definitiva liquidar, a la dic­tadura.

 

La oposición de la Iglesia

Ha tenido una repercusión muy grande la manifestation realizada por los católicos a Luján. Esta se transformó en una verdadera manifestación de protesta, don­de participaron cerca de cien mil per­sonas, fundamentalmente jóvenes. Esta manifestación ha sido demostrativa de la radicalización y oposición a la dictadura que está creciendo entre las fuerzas católicas. Oposición creciente, por cuanto la Conferencia Episcopal que designó a Primatesta, Zaspe y Aramburu al frente de la Iglesia tuvo una relación concilia­dora con la dictadura, expresada en la declaración de esa Conferencia. Pero, pos­teriormente a los crímenes de los monjes palotinos, al asesinato de los sacerdotes en La Rioja, y al dudoso “accidente” en el que perdió la vida el obispo Angelelli, y a la detención, secuestro y tortura de numerosos sacerdotes, la posición comba­tiva de las bases de la Iglesia y la posición dura frente a la dictadura videlista del Vaticano, han contribuido a endure­cer las posiciones de la Iglesia Argentina.
La actitud poco común del Papa al recibir las cartas credenciales del emba­jador argentino en el Vaticano, en cuya ocasión señaló su repudio a hechos de vio­lencia sucedidos en la Argentina que todavía no habían recibido la explicación solicitada al gobierno argentino, fue una bofetada para la dictadura.

 

Otras manifestaciones de descontento ante la dictadura

Tampoco ha podido utilizar a su favor la dictadura las reuniones que ella misma convocó con dirigentes sindicales, como la reunión con los “21”. Es conocido que en esta comisión de los 21 predominan fundamentalmente los elementos pro­sovieticos que tuvieron una activa participación en los preparativos del golpe del 24/3 (como los sectores aliados a Cala­bró) y cuya posición puede ser definida como colaboracionista. Pese a esto la reunión de esta comisión de los 21 gremia­listas con el interventor de la CGT, Por­cile, se transformó en una requisitoria contra la dictadura, a la que se le repro­chó, en primer lugar, los secuestros y des­apariciones de obreros y dirigentes sindi­cales secuestrados hace meses y de los cuales no se conoce nada. En segundo lugar se planteó el problema de los sala­rios. Un dirigente sindical preguntó a Porcile si él creía que podría vivir, man­tener una familia y educar a sus hijos con el salario que gana actualmente un obrero. Y, en tercer lugar, se señaló que esta política es conocida desde hace mucho en el movimiento obrero: es la política de todos los gobiernos militares y terminó siempre en un fracaso.
También tiene mucha importancia para la lucha antidictatorial la actitud digna y combativa de Isabel Perón, frente a los intentos fallidos de la dictadura de tratar de ensuciar su nombre con los llamados “juicios” por el cheque y otras acusacio­nes. Juicios que, dicho sea de paso, han obligado a la dictadura a vulnerar los más antiguos principios del derecho burgués, como el principio de la cosa juzgada. La actitud de Isabel tiene mucha importan­cia, porque lo fundamental del peronismo reconoce en Isabel a la jefa del movimien­to. Al decir lo fundamental nos referimos tanto al sector político, donde participa Bittel, Camus, Menem, y otros ex goberna­dores, como al sector sindical que enca­beza Miguel, es decir a las “62”, y a los llamados “sectores duros” (la rama feme­nina; los sectores que apoyan a Roca y otros dirigentes “ortodoxos”; y sectores ju­veniles y populares del peronismo).
Por un lado, como decimos, Isabel es reconocida como dirigente por el conjun­to de estas fuerzas; por otro lado, un sec­tor del peronismo, el sector más comba­tivo, más popular, reconoce en Isabel no solamente a la “conductora” formal, sino también a la dirigente real del peronismo, adhiriendo a sus actuales posiciones más combativas frente a la dictadura, y más nítidamente tercermundistas y nacionalis­tas que la de otros sectores del peronismo. También ha habido toma de posición en el sector sindical que encabeza Miguel, que se diferencia de los sectores colabora­cionistas por sostener una línea más dura frente a la dictadura. Junto con esto se han reforzado las posiciones tercermun­distas en el seno de esta corriente, y, rela­tivamente, se va abriendo camino una posición favorable a realizar acuerdos de colaboración, en cierto grado y en deter­minadas ocasiones, con los obreros clasis­tas y comunistas revolucionarios. Los sec­tores más avanzados de las “62” hacen autocrítica del período anterior, señalan­do que la consigna “ni yanquis ni mar­xistas” era una consigna equivocada, que pretendiendo golpear a la infiltración prosoviética, golpeaba a la Republica Popu­lar China que es parte del Tercer Mundo frente a las dos superpotencias, y golpeaba a los verdaderos marxistas, pretendiendo englobar a los prosoviéticos que, en reali­dad, no son marxistas.
También tiene importancia en el dete­rioro de las posiciones de la dictadura la actitud de la dirección del radicalismo en­cabezada por Balbín, y del sector que él acaudilla. Balbín definió con posteriori­dad al golpe su posición diciendo: “en la vereda de enfrente sin tirar piedras”. Mu­chos quisieran que tirase piedras; pero también hay que reconocer que muchos quisieran, y quieren, que cambie de ve­reda. Balbín ha resistido llamar a todos los partidos “legales” para formar una “co­rriente”, señalando con eso su resistencia a ser utilizado por los sectores prosovie­ticos para presionar a favor de la corrien­te videlista en el seno de la dictadura. Y también, con posterioridad a la reunión de partidos socialdemócratas realizada en Caracas, ha señalado que el problema de países como el nuestro es la política de países como los EE.UU. y la Unión Soviética; pero que contra estos dos grandes se está alzando una corriente que va surgiendo y creciendo en el mundo.
También ha tenido repercusión el repu­dio masivo contra la dictadura expresado en los estribillos coreados en las canchas de fútbol. La repercusión de esto ha sido muy grande, sobre todo en las Fuerzas Armadas, porque ha demostrado que a 6 meses del golpe de Estado, la mayoría del pueblo es opositora a la dictadura vide­lista.
También crece el aislamiento inter­nacional de la dictadura por la posición del Vaticano, por la posición de los prin­cipales líderes de los países europeos del Segundo Mundo, y por el enjuiciamiento que ha sufrido en el Senado norteameri­cano por parte de la comisión que inves­tiga la situación de los derechos humanos en nuestro país. Hay que señalar la contradicción con estas posiciones de la posición de los soviéticos, que critican la violación de los derechos humanos en Uruguay y en Chile, pero no hacen lo mismo con los crímenes, las torturas, los secuestros, realizados a diario por fuerzas gubernamentales en la Argentina. Ha sido motivo de comentarios en la prensa ex­tranjera que el delegado soviético en las Naciones Unidas, y los delegados de los países satélites, en tanto aplaudieron en­tusiasmados la intervención del ministro de Relaciones Exteriores argentino, Guz­zetti, se retiraron luego de la intervención de éste, antes de la intervención del dele­gado chileno. El apoyo del socialimperia­lismo soviético a la dictadura videlista (que hegemonizan los sectores militares prosoviéticos) se evidencia también por la llegada de una delegación económica integrada por 65 funcionarios de 27 áreas económicas diferentes encabezada por el viceministro de Comercio Exterior Man­zhulo.
Pero el desprestigiado apoyo de los so­cialfascistas soviéticos no ha contribuido al prestigio internacional de la dictadura sino que ésta, como decíamos antes, se en­cuentra cada día más aislada también en el plano internacional. Sólo el receso del Senado norteamericano por las elecciones impidió que éste se pronunciara en repu­dio a la violación de los derechos huma­nos en la Argentina.
Interna o internacionalmente el aisla­miento de la dictadura se agrava por el fracaso de su plan económico. Han reco­rrido el mundo mendigando créditos para postergar el pago de la deuda externa y procurando inversiones. Están entregando todo lo entregable a los testaferros rusos y a los monopolios yanquis y extranjeros. Pero la inestabilidad política se mantiene (incluso el presidente de la Junta Militar escapó milagrosamente a un atentado con­tra su vida hecho en una guarnición mi­litar) y ningún capitalista quiere, en estas condiciones, hacer inversiones a largo pla­zo. El costo de la vida crece incontenible, y el deterioro del salario es cada día ma­yor. Continúa cayendo el Producto Bruto Interno y se sigue acumulando stocks por la retracción del consumo. Continúa la emisión monetaria a altísimos niveles y la inflación es estimulada por las alzas de tarifas, etc. Se avecina una nueva deva­luación del peso para permitir al gobierno esquilmar a los campesinos la ganancia de sus cosechas.
Todo esto contribuye al aislamiento cre­ciente de la dictadura y crea las condi­ciones para intensificar y generalizar la resistencia, que permita organizar un paro nacional de 36 horas y pasar a la contra­ofensiva popular, en el camino del derro­camiento revolucionario de la dictadura. Intensificar y generalizar la resistencia es el objetivo táctico actual de nuestra lucha. Teniendo claro que la lucha del Partido y de la clase obrera no es para lograr que un sector dictatorial más blando, o más conciliador, se imponga sobre otro sector; o para lograr que la dictadura “abra” un proceso condicionado de elecciones, o de ciertas concesiones democráticas mante­niendo la esencia del Estado y de la política actual.
La política del proletariado apunta al derrocamiento revolucionario de la dic­tadura. Por lo tanto el Partido tiene que pensar y actuar como vanguardia del pro­ceso de lucha antidictatorial trabajando por el derrocamiento revolucionario de la dictadura. Para esto lo primero es querer ser vanguardia. Por lo tanto el Partido tiene que pensar y actuar empresa por empresa, gremio por gremio, y sector por sector de las fuerzas populares, procuran­do ser en un año, dos años, o en x tiempo, o en una situación revolucionaria favora­ble si es que esta situación se adelantase, procurando ser, repetimos, la principal fuerza en esa empresa, gremio u organiza­ciones populares, o una de las principales fuerzas a partir de dirigir tal empresa, tal sección, tal sector del campesinado, del estudiantado, de las fuerzas populares, creando las condiciones para que, en una situación revolucionaria, podamos dirigir al proletariado y éste pueda hegemonizar el proceso revolucionario.
Desde este punto de vista las perspectivas de nuestra lucha son extremadamente favorables. El Partido ha avanzado en su relación con las masas obreras y trabaja­doras y mantiene actualmente contactos fluidos con las principales fuerzas políticas populares.
Todo nuestro trabajo de frente único parte de nuestra concepción insurreccional de la revolución argentina. Manteniendo esta guía –es decir, privilegiando la uni­dad con las fuerzas que acuerden en el camino revolucionario, armado, de derro­camiento de la dictadura– hoy debemos procurar, minuciosamente, con paciencia y amplitud, la más diversa variedad de acuerdos que permitan intensificar y ge­neralizar la resistencia contra la dictadura en todos los terrenos. Existen para ello óp­timas condiciones.
En nuestra política unitaria seguimos privilegiando la unidad con las fuerzas patrióticas y tercermundistas a las que caracterizamos como la Tercera Fuerza. Haciéndolo así es posible hoy atraer a vastos sectores influenciados por las fuer­zas prosoviéticas que comprenden, cre­cientemente, que han sido usados en una trinchera antinacional.
Por otro lado debemos acelerar nuestra preparación en todos los terrenos. El ca­mino de acumulación para esta salida revolucionaria, por el cual luchamos, no será un camino recto.
La claudicación de la dictadura ante el Fondo Monetario Internacional y su política de entrega (fundamentalmente al socialimperialismo soviético y sus testafe­rros nacionales y extranjeros, pero tam­bién a otros imperialismos) en la actual situación internacional agudiza la disputa por la Argentina entre las superpotencias. Eso acrecienta la inestabilidad política.
Es posible que haya, es muy posible que haya enfrentamientos entre distintos sectores de la dictadura, o entre las pro­pias clases dominantes y las fuerzas que la expresan. En tales casos tenemos que estar en condiciones de poder terciar en esos probables enfrentamientos. O de aprove­charlos. Terciar, ya que a lo mejor el pro­letariado y nosotros estamos en condicio­nes de hacerlo, interviniendo en la lucha entre diversos sectores, en beneficio de los intereses revolucionarios del pueblo. O aprovechar porque, en todo caso, tenemos que estar en condiciones de poder apro­vechar la lucha entre los de arriba en favor del pueblo aunque no existan con­diciones para terciar activamente en la misma. Para todo esto, el Partido tiene que estar preparado. Y esta preparación tiene que hacerse a partir de tener en cuenta que la perspectiva mundial es la perspectiva de un acrecentamiento de las tendencias revolucionarias, y una agudización, al mismo tiempo, de los factores que van generando la inevitabilidad de una tercera guerra mundial. Tercera gue­rra mundial de la cual la Argentina, por su posición estratégica, y por sus riquezas, será inevitablemente parte activa. Cuando hablamos de la posición estratégica de la Argentina nos referimos, fundamentalmen­te, a la importancia que en una próxima guerra ha de tener el Atlántico Sur.

 

La lucha democrática

En esa dirección es fundamental que el Partido sea la vanguardia en la lucha de­mocrática. La lucha democrática ataca lo esencial de la política de la dictadura, ya que ésta está obligada a aplicar una política represiva y terrorista, como condición para mantener unidas a las fuerzas reac­cionarias y poder aplicar su plan económico de entrega y de hambre. En este sentido tiene importancia el hecho de haberse realizado la primera movilización, aunque pequeña, de familiares de desapa­recidos y de detenidos. Al mismo tiempo el Partido debe discutir a fondo el por qué de la debilidad en tomar esta tarea, y el por qué del retraso en encararla y de la falta de apoyo a los familiares y a los compañeros que trabajan por la movilización de los familiares de los presos, siendo ésta la tarea de las tareas en el momento actual. Y es necesario hacer esta discusión con fuerte espíritu critico y autocrítico para crear las condiciones para que el Partido pueda verdaderamente colocarse a la cabeza en la lucha por la aparición de la lista de desaparecidos y detenidos, por el mejoramiento de las condiciones de detención de los miles y miles de presos políticos, en la lucha con­tra las torturas, los secuestros, los asesi­natos, en la lucha por la libertad de los presos políticos y gremiales, lucha que tiene que irse intensificando con el obje­tivo de generar hacia el mes de diciem­bre grandes luchas por la libertad de los presos políticos con la consigna de Navi­dad sin presos políticos y sociales. La bandera de lucha por la aparición con vida y por la libertad de los compañeros César Gody Álvarez, Salamanca, Romero, Manfredi, Norma Nassif, Rafael Gigli, Mónica Busto, Luis Márquez, Raúl Molina, Horacio Micucci, Olivera, Julio Kaplan y demás presos políticos y gre­miales, junto a la lucha por la libertad de Isabel Perón, Lorenzo Miguel, y demás presos peronistas y de otras fuerzas populares, debe ser bandera de lucha de todo el pueblo argentino. Esta es la tarea de las tareas en el momento actual para intensificar y generalizar la resistencia a la dictadura.

La lucha por las reivindicaciones económicas de la clase obrera y el pueblo

Además de la lucha salarial, que se ha convertido en el eslabón clave para arran­car luchas y acosar a la dictadura, debe­mos convertirnos en los animadores de la lucha por las adjudicaciones de las vi­viendas populares, ya que se han anu­lado los decretos que entregaban la titu­laridad de esas viviendas a miles de tra­bajadores, y organizar el combate contra la nueva ley de alquileres y sus disposi­ciones tremendamente opresivas para los sectores populares; promover la lucha contra las tarifas de los servicios públicos, especialmente la luz y el gas. En cuanto a las masas campesinas estimular la lucha por mejores precios, créditos, por la tierra, etc.

 

La lucha antiimperialista

Tenemos también que ser la vanguar­dia en la lucha contra la entrega del patri­monio nacional a los imperialistas. Toda la política de la dictadura está signada por los compromisos que ésta ha adopta­do con el Fondo Monetario Internacional para obtener los dólares que le permitan un “respiro” económico postergando los vencimientos de la deuda externa. En esto coinciden los prosoviéticos y los pro­yanquis. La política para la crisis de Martínez de Hoz, es una política en la que en algunos aspectos parciales existen discrepancias en el seno de la dictadura, como se reflejó, por ejemplo, en las polémicas con Alemann, o en las discrepan­cias reales o aparentes que hay entre el sector de Alemann y el de Fragio-Podes­tá, etc. Pero en la esencia de esa política coinciden tanto prosoviéticos como pro­yanquis. En cuanto a los soviéticos esta política tiene el mismo contenido que la política de austeridad y “privatizaciones” que ellos han recomendado a los polacos y a los cubanos. En cuanto a los pro­yanquis es conocido desde hace muchos años que ésta es la política que siempre recomendó el Fondo Monetario Internacional, para que la crisis de los países dependientes beneficie a los monopolios y a los terratenientes, y la paguen las masas obreras y trabajadoras. Por eso la entrega del patrimonio nacional al impe­rialismo es también un signo característico que marca a todas las alas de la dictadura. Así como practican la represión fascista “blandos” y “duros”, la entrega engloba también a proyanquis y proso­viéticos. Porque ambos coinciden en la política de entrega del petróleo nacional para facilitar la cual han transformado a YPF en una sociedad anónima. Y hay que decir que entre los primeros bene­ficiarios de esa entrega se encuentra una compañía estrechamente asociada a testa­ferros soviéticos: la compañía ASTRA.
Coinciden además prorrusos y proyan­quis en la política de entrega de los in­mensos recursos pesqueros y petroleros del Atlántico Sur; en la política de privatización y entrega de importantes empre­sas nacionales que podrían ser la base de un desarrollo industrial autónomo y auto­sostenido, como en el caso de los frigoríficos intervenidos, talleres ferroviarios, Standard Electric y Siemens, SIAM, Cantábrica, entre otras. La lucha antiimpe­rialista exige que el proletariado se colo­que a la cabeza de los sectores democráticos y nacionalistas del pueblo, inclui­da la burguesía nacional, contra la política entreguista de la dictadura.
La clase obrera debe ser la vanguardia de la lucha en defensa del patrimonio nacional. La burguesía y el revisionismo abandonan esa bandera pero el ejemplo de la Cantábrica y el del Swift demuestra que el proletariado debe y puede hacerse cargo de ella.

Agravamiento de las contradicciones en el seno de la dictadura

El aislamiento y las crecientes dificultades que encuentra la política de la dictadura han ido agudizando las contra­dicciones en el seno de la misma y las divisiones en las Fuerzas Armadas. Se multiplican en las mismas los grupos y subgrupos.
Los sectores prosoviéticos que encabeza Videla (Videla es parte de la corriente prosoviética a la que en su momento he­mos llamado el “lanussismo”, una corrien­te con afluentes liberales, desarrollistas, nacionalistas, etc.; que encabezó en su momento Lanusse, y que hoy se perpetúa a través de la corriente que formalmente encabeza Videla), han trabajado para po­der ir aislando, de a uno, a los sectores que se le oponen en el seno del Ejército y las Fuerzas Armadas. El grupo lanus­sista prosoviético es pequeño, pero suma­mente audaz y aventurero. Al irse agra­vando las contradicciones económicas y políticas de la dictadura, la situación ha ido dándose al revés de cómo la conci­bieron los estrategas del lanussismo; los distintos sectores que tienen diferencias con las fuerzas prosoviéticas han ido coin­cidiendo en sus críticas al videlismo y en el tono cada vez más fuerte de éstas. Has­ta el punto que los sectores videlistas ha­blan de que se está produciendo en el Ejército uno “portugalización al revés”. Ellos quieren decir con “portugalizacion al revés” que se está produciendo una situación de anarquía cada vez más incli­nada a la “derecha” en el Ejército. Pero para entender esto a cabalidad, hay que decir que en realidad se está producien­do una creciente anarquía en el Ejército y en las Fuerzas Armadas que cada día es menos favorable para los planes del sector videlista y prosoviético. En ese marco el sector videlista ha debido re­troceder, como ha hecho en la universi­dad con la renuncia de Constantini, y ha debido dar apoyo total a la política de Martínez de Hoz, haciendo de la política de éste la política del videlismo, y debiendo abandonar la imagen, según la cual, la política de Martínez de Hoz no era compartida por los prosoviéticos por ser “proyanqui” (siendo que siempre compartieron esa política, y Martínez de Hoz es socio, desde hace años, en los principales negocios del lanussismo y los testaferros rusos en la Argentina). Tam­bién debieron retroceder en los planes originales de modificaciones en la cúpula de las Fuerzas Armadas, que implicaban la creación de un segundo comandante, y una serie de ascensos y traslados favo­rables a este sector.
¿Qué otras razones, aparte de las ya señaladas, han incidido para que los sec­tores prosoviéticos, que hace unos meses parecían tan seguros de sí mismos hablen ahora de “tratar de llegar a marzo del año que viene”, y de la necesidad de abrir un “compás de espera” en los cambios que pensaban introducir en las instituciones y en una serie de aspectos de la política de la dictadura?
Ha influido en esto, en primer lugar, la orientación política fundamental de los sectores prosoviéticos que hegemonizan la dictadura a través de una serie de alian­zas, y que se agrupan tras Videla. Estos planes estratégicos apuntan a una alianza sólida con un sector de los terratenientes y la gran burguesía argentina, y por lo tanto obligan a los prosoviéticos a una política que se ha expresado, inclusive, en las alzas de las acciones cuyo valor se ha privilegiado últimamente en la Bolsa de Buenos Aires (las acciones de aquellos grupos y de aquellas empresas que expresan esta alianza, como Celulosa, Fabril, Astra, Acindar, Alpargatas, Nou­gues, la Banca Tornquist, Bonafide, el Banco Shaw, las empresas del grupo Ga­rovaglio y Zorraquin, la llamada “trenza del acero” de Gurmendi, Lanusse, Gel­bard, Grassi; y el grupo de Capozzolo­-Gelbard-Hirsch, que monopoliza lo fun­damental de la industria privada de la carne, etc.). Esto genera grandes dificul­tades a estos sectores prosoviéticos para unificar y hegemonizar a las fuerzas bur­guesas y nacionales pequeñoburguesas a las que anteriormente pudieron movilizar a través de su demagogia y máscara “anti­yanqui”, “democrática” y “progresista”.
En segundo lugar se han producido, o están por producirse, uno serie de aconte­cimientos a escala mundial que obligan al socialimperialismo a acompasar sus pasos; a medir sus pasos en el Cono Sur y América Latina. Entre estos acontecimientos tenemos que señalar las próximas eleccio­nes norteamericanas; el creciente despres­tigio de la política de “distensión” lle­vada adelante por el gobierno norteame­ricano respecto a la Unión Soviética; la agudización de la lucha por el control de Europa que ha hecho pasar a un primer plano la situación en Alemania Federal, en Italia, y particularmente en España y en Yugoslavia, en donde se avecinan acontecimientos importantes; la situación difícil que afronta el socialimperialismo en Asia y en el Medio Oriente. Además hay que ubicar el hecho de que estamos en el momento más álgido de la disputa entre las dos superpotencias, para mon­tarse en la lucha revolucionaria de los pueblos africanos y tratar de controlar el Cono Sur de Africa. Simultáneamente la situación en el Cono Sur de América La­tina ha cambiado. Si hasta hace pocos años los soviéticos podían empujar aquí una política de “vietnamización”, como ellos decían, es decir: una política de chantajear a los yanquis con crear un Vietnam en el Cono Sur que entretuviese a los yanquis aquí mientras las soviéticos avanzaban en Europa, Asia y África, hoy en día en el Cono Sur de América Latina una política demasiado audaz de los soviéticos podría significarles un golpe del que difícilmente se recuperarían por muchos años en esta parte del mundo. Hoy son los sectores antisoviéticos los que chantajean a éstos con la guerra civil. Junto con esto tiene una importancia par­ticular el proceso que se está operando en Brasil, en donde es visible un distan­ciamiento de la dictadura brasileña de las posiciones del Departamento de Estado norteamericano.
El creciente malestar y enfrentamiento brasileño con las posiciones del gobierno norteamericano se ha expresado, entre otros hechos, en el pacto atómico entre Brasil y Alemania Federal; en importan­tes convenios de Brasil con Japón; y se ha expresado también en las críticas pú­blicas de Geisel y el ministro de Rela­ciones Exteriores a declaraciones de Car­ter y otros dirigentes del Partido Demócrata norteamericano.
Este distanciamiento progresivo de la burguesía brasileña respecto a los norte­americanos no significa, necesariamente, un acercamiento a la Unión Soviética. En general ese distanciamiento ha estado signado por un rumbo independentista de la burguesía brasilera. Pero ninguna superpotencia que pretenda hacer pie en América del Sur puede dejar de tener en cuenta como un hecho importantísimo todo lo que suceda en Brasil.
Al mismo tiempo los sectores prosovié­ticos tropiezan en la Argentina con una creciente oposición de los sectores tercer­mundistas y nacionalistas de la burguesía; y de los sectores vinculados al Segundo Mundo, que tienen mucha fuerza económica y lazos políticos tradicionales en la Argentina.
De allí que quien observe la situación política argentina verá que estos sectores prosoviéticos, que hegemonizan la dicta­dura, han debido aceptar una serie de imposiciones de otros sectores en el últi­mo período; han debido retroceder. Y la aceptación de estas imposiciones, y estos retrocesos, se ha hecho sin que estos sec­tores hayan desplegado todo el potencial de las fuerzas que tradicionalmente les son adictas. Esto se debe a que, por la circunstancia de tener que apoyar con toda fuerza la política económica que hemos señalado, y por las condiciones internacionales que están incidiendo en la situación argentina, las fuerzas pro­soviéticas se han visto imposibilitadas de levantar una plataforma capaz de unificar a todas las fuerzas que influencian para que estas fuerzas, que son muy impor­tantes (en lo político, en lo sindical, en lo económico) pudiesen golpear, acompa­sadamente, a favor de los cambios que querían realizar en las Fuerzas Armadas. De allí que los sectores prosoviéticos ha­blan de “tratar de llegar a marzo”; es decir, tratan de superar este difícil momento que crea la aplicación de los planes económicos para poder pasar a copar total­mente el poder cuando el país salga del pozo de la crisis cíclica en el que se en­cuentra actualmente, y mejoren las condi­ciones regionales e internacionales.
Por eso nosotros debemos ser conscien­tes que los sectores videlistas de la dicta­dura pueden movilizar una fuerza mayor de la que están movilizando actualmente. También los llamados sectores opositores a la cúpula videlista son conscientes, en general, de esta situación, así, mientras que, por ejemplo, el diario Prensa Libre define al gobierno de Videla como un “interinato administrativo”, que expresa una “paridad de fuerzas”, al mismo tiem­po es cauto en las medidas que propone. Es decir: los sectores que se oponen a la cúpula videlista han tratado de aprove­char las dificultades de la misma para ganar posiciones, pero evitando un en­frentamiento abierto anticipado que pue­da ser utilizado por el sector de Videla para aislarlos y liquidarlos, como pasó en el año 1956 con el golpe del general Valle; o como pasó en épocas de Lanusse, con el alzamiento de Azul y Olavarría, que permitió a Lanusse contragolpear y pasar a hegemonizar una situación que la era muy difícil en el Ejército. La dificultad de los sectores prosoviéticos proviene del hecho de que los sectores que no aceptan su hegemonía tienen posiciones de importan­cia en la dirección de los principales cuer­pos del Ejército. El sector prosoviético tiene fuerza en la cúpula del ejercito, y tiene fuerza a nivel de brigadas (por eso realizan una gran propaganda para pro­mocionar a generales adictos y amigos, actualmente al frente de las brigadas, como el general Bussi al que presentan como el “líder” o el futuro “líder” del Ejército argentino). Pero tienen, como decíamos, un gran problema a nivel de dirección de cuerpos, y muchos proble­mas con la oficialidad joven y con la oficialidad subalterna. También tropiezan con dificultades en la Marina, donde se desarrolla una importante fuerza oposi­tora. Fuerza opositora que va adoptando posiciones crecientemente nacionalistas influidas por la preocupación que crea, desde el punto de vista de la defensa de la soberanía nacional, el hecho de que los soviéticos hayan hecho pie en Angola, y por lo tanto hayan hecho pie en el Atlántico Sur, y que los yanquis, frente a esto, presionan para firmar con Brasil, Chile, Uruguay y Sudáfrica, un Pacto del Atlántico Sur. Tropiezan también con una oposición importante en la Aeronáutica, en donde existe un sector nacionalista que, si bien es pequeño, es muy activo, y tiene algunas posiciones de mando. Al mismo tiempo todo esto va unido a una agudización de la lucha por el control de los principales resortes del Estado y de la economía nacional.
Los soviéticos están tratando de empu­jar a los sectores nacionalistas a que se “desenganchen” como ellos dicen; a que “saquen la cabeza”, para poder tener un pretexto para cortárselas; tropiezan con muchas dificultades para poder librarse de estos sectores sólo con argumentos administrativos, o sanciones burocráticas, por cuanto no han encontrado pretextos suficientes para las mismas. Por lo tanto se ha abierto una situación muy aguda de lucha en la dirección del Ejército y las Fuerzas Armadas entre las distintas co­rrientes. Situación agudizada por el avan­ce de la corrupción en el seno de la ofi­cialidad. Corrupción institucionalizada y alentada por la cúpula militar, con el fin de poder ganar a la oficialidad media y superior y a la oficialidad subalterna, para sus planes. Agravada por el hecho del creciente repudio y asco a los crímenes a los que son empujados, creciente­mente, los oficiales jóvenes y los oficiales y suboficiales nacionalistas y democráticos, con la intención de comprometerlos en la política represiva general de la dic­tadura. Y agravado por el creciente repudio que las Fuerzas Armadas van en­contrando en las calles, en el pueblo, ante el hecho de que están obligadas a inter­venir ante conflictos obreros y populares.
Mayor aún es el repudio que crece en­tre las masas de soldados, testigos de crímenes, atropellos y vejaciones a gente del pueblo, y ante el hecho de tener que estar permanentemente movilizados en la represión antipopular. Por todo esto ad­quiere gran importancia el trabajo del Partido y del movimiento obrero y popu­lar hacia las Fuerzas Armadas. Es una tarea de todo el movimiento obrero, y de todo el pueblo, que tiene hoy en día una prioridad: el enfrentamiento popular a las operaciones de rastrillo y a los opera­tivos contra las barricadas obreras y populares. Esta tarea es una tarea de todo el Partido y es fundamental en la perspectiva del derrocamiento revolucionario de la dictadura.

 

 

Algunas cuestiones sobre el Partido

Mencionamos anteriormente la relativa fragilidad de nuestra organización. Esa fragilidad se basa en la insuficiente clan­destinidad de la misma y ésta tiene su origen en ilusiones sobre una próxima “apertura” de la situación política; o en ocultas ilusiones en un rumbo casi pací­fico de la revolución. No se comprende que la violencia tiene su dialéctica propia. Así como los grupos de choque del fascismo italiano, o alemán, resultaron a la postre incontrolables para aquellos mis­mos que los habían creado, así también en la Argentina se ha ido desarrollando un proceso sin retorno. Sólo profundas conmociones sociales y políticas, en un sentido o en otro, revolucionarias o con­trarrevolucionarias, pueden cambiar el rumbo de este proceso.
Esto no se contrapone con el trabajo entre las masas. Al contrario. Allí donde el Partido no ha sabido resolver el pro­blema de clandestinidad está frenado para poder abordar en profundidad el trabajo de masas.
La represión fascista de la dictadura videlista es producto de su debilidad y de la debilidad de las clases que repre­senta, más que de su fuerza. Se la puede derrotar. Primero parcialmente; y en de­terminado momento se la podrá derrocar. Para esto hay que fortalecer política, ideo­lógica y orgánicamente al Partido.
Nuestra fragilidad tiene su origen, tam­bién, en la falta de células poderosas que sean capaces de integrar nuestra línea con la práctica revolucionaria de las masas de un lugar determinado. Y esta falta de organización celular tiene su raíz en pro­fundas concepciones reformistas (que no ven la lucha por el poder, y necesaria­mente armada, como finalidad de todo el trabajo del Partido) y putchistas (que subestiman la dureza y el lapso prolon­gado de esa lucha). De allí un estilo de trabajo que no entrama, no teje, no cons­truye, no tiene como medida definitoria, como balance de todo trabajo, el grado de crecimiento de la influencia organizada del Partido (en lectores, sostenedores; amigos; células y afiliados).
El eslabón organizativo del que hay que tirar para resolver los problemas ac­tuales es la construcción y fortalecimiento de las células.
La campaña contra el liberalismo, que se ha iniciado en el Partido procura des­terrar un mal que traba todo intento de poder abordar el cambio de estilo de trabajo. Hay compañeros que creen que esta campaña no les concierne. Tienen que revisar lo que tienen en la cabeza ya que todo el Partido está enfermo de libe­ralismo, y si ellos no creen estarlo es porque son de una excepcionalidad increíble, o porque están más enfermas que nadie.
La campaña contra el liberalismo se inscribe en la gran enseñanza extraída por el camarada Mao Tsetung de la lu­cha interna del Partido; enseñanza conden­sada en los tres principios: practicar el marxismo y no el revisionismo, trabajar por la unidad y no por la escisión; actuar en forma franca y honrada y no urdir intrigas ni maquinaciones.
La tarea del Mes de Prensa ha ayu­dado a poner de relieve estas debilidades del trabajo partidario. Hemos avanzado últimamente en esta dirección, mejorando el grado de organización celular del Par­tido y, relativamente, su nivel de clandes­tinidad, pero esto es aún insuficiente. También se ha avanzado en el trabajo en relación a los centros proletarios de cada zona. Pero el rasgo predominante sigue siendo el de la fragilidad de nues­tra organización y su relativa incapacidad para resolver la preparación y organización de nuestra actividad en todos los terrenos. Debemos encarar, con toda se­riedad, la lucha para resolver estas deficiencias.