Los trabajadores del Teatro Colón de la ciudad de Buenos Aires vienen llevando adelante la lucha por recomposición salarial del 40%, el retiro de sanciones a un compañero del sector escenotécnico y por mejoras en las condiciones de trabajo, tanto en el teatro como en las locaciones de extramuros.
Los trabajadores del Teatro Colón de la ciudad de Buenos Aires vienen llevando adelante la lucha por recomposición salarial del 40%, el retiro de sanciones a un compañero del sector escenotécnico y por mejoras en las condiciones de trabajo, tanto en el teatro como en las locaciones de extramuros.
Por reclamar esos puntos, se conoció el inicio de sumarios a alrededor de sesenta compañeros, a quienes se les impide el ingreso a su lugar de trabajo. La argumentación del director general del Teatro Colón, Pedro Pablo García Caffi, y del resto de las autoridades de la Ciudad, es tan falaz como antidemocrática: se descalifica la necesidad del aumento salarial, se demoniza y ningunea a trabajadores que no hacen otra cosa que defender, con la Constitución en la mano, derechos adquiridos y elementales (derechos que le han costado sangre a la clase trabajadora, desde hace siglos y desde hace pocos días en nuestro país), se falsea ante la opinión pública la situación real de un teatro que ha sufrido una agresión brutal, tanto en sus cuerpos artístico-técnicos, como en su estructura edilicia y en su patrimonio histórico.
Hugo Ponce, de la Comisión Artístico-Técnica del Teatro Argentino de La Plata y delegado de la Junta Interna de ATE del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, en un comunicado de prensa en solidaridad con los trabajadores del Teatro Colón expresa: “¿Cómo se explica la eliminación y/o reducción de salas de ensayo y de talleres escenotécnicos? ¿Cómo explica García Caffi la decisión judicial que obligó a las autoridades a restituir a los compañeros que habían sido desplazados del teatro a organismos en los que su alta especificidad artística era, sencillamente, inútil y absurda? ¿De qué otro modo se comprende otra orden judicial, de hace pocos días, que conmina a esas mismas autoridades, en un plazo de cinco días hábiles, a reparar el piso de salas de ensayo y escenario para que los bailarines no sufran lesiones durante su labor? ¿Cómo justifica García Caffi la tercerización de sectores como vigilancia y mayordomía, entre otros?
“¿Por qué descalifica la lucha salarial, cuando el circuito cerrado de televisión del teatro, solamente, tuvo un costo de nueve millones de pesos? ¿Por qué persevera García Caffi en sumariar a los trabajadores a su cargo, perversa modalidad que ya había llevado a la práctica en perjuicio de trabajadores artísticos del Teatro Argentino de La Plata, cuando ejercía la Dirección General de dicho teatro? ¿Por qué un cantante que integró un grupo vocal que interpretaba canciones contestatarias y de contenido social, devino cuadro funcional de la cultura del sistema, y enarbola, ahora, el discurso del achique presupuestario, la tercerización, el carácter mercantilista del arte, la denostación del gremialismo y la estigmatización de la lucha social que, otrora, defendía enfáticamente en el repertorio del emblemático Cuarteto Zupay?”.
