“Hacer la guerra para derrocar a la burguesía internacional, una guerra cien veces más difícil, prolongada y compleja que la más encarnizada guerra de las guerras corrientes entre estados, y renunciar de antemano a toda maniobra, a explotar los antagonismos de intereses (aunque sólo sean temporales) que dividen a nuestros enemigos, renunciar a acuerdos y compromisos con posibles aliados (aunque sean provisionales, inconsistentes, vacilantes, condicionales), ¿no es, acaso, algo indeciblemente ridículo? ¿No viene a ser eso como si en la difícil ascensión a una montaña inexplorada, en la que nadie hubiera puesto la planta, se renunciase de antemano a hacer zigzags, a desandar a veces lo andado, a abandonar la dirección elegida al principio para probar otras direcciones? ¡Y personas tan poco concientes, tan inexpertas (y menos mal si la causa de ello es la juventud, autorizada por la providencia a decir semejantes tonterías durante cierto tiempo), han podido ser sostenidas en forma directa o indirecta, franca o encubierta, íntegra o parcial, poco importa, por algunos miembros del Partido Comunista holandés! V. I. Lenin: La enfermedad infantil del “izquierdismo”…, Capítulo VIII.