En una de sus presentaciones de la semana pasada, el ministro Boudou sostuvo que el año 2010 cerró con un resultado primario positivo de $25.082,2 millones y un superávit financiero (después de considerar el pago de intereses de la deuda) de $3.035 millones.
En una de sus presentaciones de la semana pasada, el ministro Boudou sostuvo que el año 2010 cerró con un resultado primario positivo de $25.082,2 millones y un superávit financiero (después de considerar el pago de intereses de la deuda) de $3.035 millones.
En realidad el gobierno está ocultando un déficit primario de $7.051,2 millones, pues contabiliza como ingresos propios del Tesoro $32.133,4 millones que toma de otros organismos públicos. Los más significativos fueron las llamadas ganancias del Banco Central ($21.247,4 millones) y las ganancias del fondo de sustentabilidad gestionado por la Anses ($8.606,2 millones), cuyos recursos tendrían que estar, según la ley, limitados en su uso a fines previsionales.
Al presentar los datos, Boudou afirmó que “todos los países del mundo” utilizan recursos extraordinarios que obtiene el Estado para presentar los resultados de sus cuentas. Se le “olvidó” de decir que en eso también sigue a Cavallo, quien tenía el mismo criterio para contabilizar los ingresos por las privatizaciones de las empresas del Estado.
El problema de fondo es que las llamadas ganancias del Banco Central, no son ganancias reales producto de su operatoria, sino meramente contables por revaluación de sus activos por la inflación. Y que, al tener que pasárselas al Tesoro, implican una emisión de pesos sin un respaldo real, con lo que se alimenta la inflación.
A esto se agrega el uso de las reservas del Banco Central para el pago de la deuda pública interna en vez de usar recursos del Tesoro, lo que deja una emisión adicional de pesos sin respaldo, tampoco de pequeña monta: en 2010 fueron 4.500 millones de dólares, es decir, otros 18 mil millones de pesos (por lo que dice que también tuvo superávit financiero). Para 2011 la señora presidenta ya emitió un nuevo decreto para “transferir” al Tesoro 7.500 millones de dólares de las reservas del Banco Central para pagar deuda interna, lo que significa que echarán por esto sólo otros 30.000 millones de pesos más al mercado para sus amigos usureros Brito, Heller y compañía.
La diferencia con Cavallo apenas estribaría en que entonces se trataba de ingresos genuinos (por la venta de los bienes del Estado) y ahora de fondos que se sacan del patrimonio del Banco Central (tomando como ganancias la “valorización” de sus activos por la inflación o entregándole un papel a cobrar dentro de 10 años). En cuanto a los fondos que saca de la Anses, están los que toma “prestados” a tasas muy inferiores a la inflación (descapitalizando al llamado fondo de sustentabilidad) a lo que agrega el tomarse como propias las ganancias de ese fondo, lo que ya implica un robo descarado a los jubilados.
Pese a todo esto, el gobierno kirchnerista dice que no hay razones macroeconómicas para la inflación, que todo es un problema “micro”, que sólo se puede resolver “caminando”: “La gente tiene que buscar porque hay una gran dispersión de precios”, dijo al otro día el Ministro, emulando a Lita de Lazzari. También “aconsejó” ir al Mercado Central, ubicado en la Autopista Ricchieri y Boulogne Sur Mer, en la localidad de Tapiales, porque para Boudou este lugar ofrece “precios claritos que se mantienen”.
En el capítulo 4 de su perimido Curso de Economía Moderna, Paul Samuelson reproduce como epígrafe una frase anónima que dice: “Incluso de un papagayo se puede hacer un buen economista con solo enseñarle estas dos palabras: oferta y demanda.” Tal vez si el ministro Boudou recordara a este que fue “su maestro”, haría mejor su papel de papagayo de la economía kirchnerista.