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11 de May de 2011

La realidad de hambre que el gobierno pretende ocultar es un drama de miles en el Gran Buenos Aires. Hablan los que cirujean en la quema del Ceamse de
José León Suárez, al noroeste del conurbano bonaerense.

Cada vez más gente sube a la quema

Hoy 1368 / Compañeros de José L. Suárez, San Martín, Gran Buenos Aires

El asentamiento 13 de julio, en José León Suárez, serpentea al lado de un arroyo más conocido como “el zanjón”, repleto de basura, esqueletos de coches, etc. Allí viven, empujados por la desidia de los gobiernos –nacional, provincial, municipal–, centenares de personas en condiciones de extrema pobreza, cuyo casi único medio de vida es el cirujeo en la quema del Ceamse.  

El asentamiento 13 de julio, en José León Suárez, serpentea al lado de un arroyo más conocido como “el zanjón”, repleto de basura, esqueletos de coches, etc. Allí viven, empujados por la desidia de los gobiernos –nacional, provincial, municipal–, centenares de personas en condiciones de extrema pobreza, cuyo casi único medio de vida es el cirujeo en la quema del Ceamse.  
“Te dan un horario. Yo subo a las dos de la tarde. Tenés que esperar hasta las cuatro. A esa hora te dejan pasar y tenés 40 minutos para revisar y llevarte lo que puedas. Carne picada, queso, yogurt… lo que encontrés, cargás”, cuenta L., madre de ocho hijos que desde hace muchos años va todos los días a ese inmenso predio de cerca de ocho cuadras de largo cercano a la Autopista del Buen Ayre (la ironía queda a cargo del lector), en la pelea por alimentar a su familia.
Mientras repasan que las fichas de afiliación al PTP realizadas en el barrio estén correctas, un conjunto de compañeros nos trazan un desgarrador cuadro de situación de ese “otro país” ubicado a escasos kilómetros de la Capital Federal. Por las casillas, peligrosamente al borde del arroyo, chicos descalzos juegan entre los pilones cartones y material recogido en los carros.
Esta zona de Suárez, a apenas tres cuadras de la estación de tren, sumó recientemente nuevos nombres (Mauricio Ramos, 17 años. Franco Alarcón, 16), a la larga lista de abatidos por el “gatillo fácil”, cuando tras el descarrilamiento de un tren los vecinos fueron a buscar comida y fueron brutalmente reprimidos. Es también uno de los distritos del Gran Buenos Aires donde el clientelismo de los punteros al servicio del gobierno tiene un capilar sistema de extorsión.
Los compañeros cuentan cómo “la Maggi”, del Movimiento Evita distribuye planes Argentina Trabaja ($1.200), y se queda con $400 de cada plan. Cómo hay que arreglar con los cabecillas y la policía del Ceamse horarios y lugares para el cirujeo. “Hay un policía y otro más que te van haciendo pasar, con una lista. El que no está anotado no pasa. Vos subís a la quema y allí ya hay gente que está cuidando las montañas, desde las 12 del mediodía. Ellos ya agarraron lo mejor. Cuanto más tarde, menos sacás”, dice L.
Esta verdadera mafia del reciclaje vinculada a los punteros políticos del gobierno K comercializa su botín antes que nadie. Así, pocas horas después de ser desechados “porque se cortó la cadena de frío”, vuelven al mercado hasta 300 kilos de carne picada, yogures, salchichas, etc.

Los galpones de reciclaje
F., el marido de L. nos cuenta la otra parte de este inmenso negocio alrededor de la basura. Los “galpones de reciclaje” donde trabajan algunos con los planes Argentina Trabaja, y otros como él en cooperativas truchas que pagan a destajo.
“Hace como tres años que estoy en el Ceamse. Cobrás según los materiales que sacás. Clasificás botellas por un lado, vidrio, nylon, cajas de vino, de purés de tomate”, dice F. describiendo cómo a estos galpones llegan los camiones de grandes empresas y supermercados, sin pasar por la quema, y allí se recicla. Dice que hay galpones donde están mejor que él, que tiene que pagar de su sueldo los arreglos de la prensa o la tolva cuando se rompen, y que “saca” entre 400 o 500 pesos por quincena.
Como en la quema, “lo mejor” queda para los presidentes de las cooperativas, y depende de si te tocó uno no tan malandra, que te puedas llevar alguna madera, o algún producto de Terrabusi, Johnson & Johnson, Amodil, Carrefour entre otras grandes firmas que llevan sus camiones allí. Para F., la pelea en los galpones es que todos cobren el Plan Argentina Trabaja.

“Cada vez más gente sube a la quema”
La “quema” también tiene sus mártires. La muerte de Diego Duarte, literalmente enterrado en una montaña de basura en el 2004, tomó trascendencia pública. Pero no fue el único, cuentan los compañeros. “A las cinco menos veinte entran con las bicicletas, y es un peligro. Ayer quebraron un pibe. Ya pasó que te agarre una máquina y un pibe quede enterrado por la basura. No supimos más nada. También pasó con un pibe grande, que quedó hasta el cuello adentro”, dice L.
A los accidentes ocasionados por tener que subir y bajar las montañas de basura con los carros cargados, el peligro de andar con los chicos, la contaminación, de “colarse” entre las montañas de basura, etc., hay que sumarle la brutalidad policial: “A veces si el policía está loco te saca a palazos y tenés que dejar todo lo que agarraste”.
L. detalla que hasta tres mil personas van al Ceamse todos los días. “cada vez más”. “A la quema va gente de acá, de Carcova, de Lanzoni, de Libertador, y también de Zárate, de Escobar, de Morón. Viene la gente, se cambia debajo de un arbolito, pone la ropa en una bolsita y sube a la quema”.
“Sacás queso, carne, yogurt. Nosotros sacamos limpio, si vas más tarde ya está todo revuelto. Venimos a la casa, lo dejamos bien, y mandás a vender, a menos precio que lo que está en el ticket. A veces tenemos queso que dice 20, 25 pesos, y lo vendemos a 7, o a cinco pesos, lo que sea para poder vivir.
“Se vende en el barrio, y afuera del Ceamse. Ellos le cambian la fecha de vencimiento y venden en los comercios, en la feria del Libertador. Tienen todo organizado. Hay algunos que empezaron con un carrito, y ahora lo ves con una traffic”.
Se suma a la charla A., que va a la quema: “porque no tengo nada. Voy donde tumban los camiones, a revolver”, contando que dejó la changa que tenía de “seguridad” porque le pagaban $45 pesos por día y tenía que ir y volver hasta cuatro veces en el día. “No me alcanzaba ni para los viáticos”, afirma A., que desde que vino de Rosario, ya hace años, no tuvo nunca trabajo estable, sólo changas. Y reflexiona “No hay oportunidad para el que quiere vivir dignamente. Hay oportunidad para el que quiere vivir malamente. Tenés que ser una persona puerca y traicionera para meterte en el ambiente de ellos y conseguir cosas. Si sos de buen vivir, te hacen a un costado. No hay respeto por el que piensa de una manera diferente”.
Dejamos a los compañeros discutiendo cómo enfrentar unidos tanta injusticia, y tanto intento de dividirlos. Si conviene cortar la entrada al Cemase, marchar al municipio, entre otras iniciativas. Porque como dijo un compañero, “una voz sola no se escucha, tenemos que sumar muchas” para pelear contra estas injusticias que hacen hervir la sangre.