Al cierre de esta edición de hoy (domingo 22/5) las elecciones regionales y municipales en España se llevan a cabo en medio de la crisis económica y política. No lo hacen en el clima habitual: convertidos en un movimiento gigantesco, cientos de miles de jóvenes, trabajadores y vecinos “indignados” ganaron su primera batalla, derrotando el intento del gobierno, de la Justicia y de los partidos del sistema de utilizar la veda política anterior a la elección para amordazar los reclamos populares.
Al cierre de esta edición de hoy (domingo 22/5) las elecciones regionales y municipales en España se llevan a cabo en medio de la crisis económica y política. No lo hacen en el clima habitual: convertidos en un movimiento gigantesco, cientos de miles de jóvenes, trabajadores y vecinos “indignados” ganaron su primera batalla, derrotando el intento del gobierno, de la Justicia y de los partidos del sistema de utilizar la veda política anterior a la elección para amordazar los reclamos populares.
“¡Somos todos ilegales!”: gritaron desafiantes decenas de miles de personas, al pasar la medianoche del viernes al sábado, ignorando la veda; 150 mil amanecieron en Puerta del Sol el domingo de elecciones. Ni la prohibición de la Junta Electoral Central (la reaccionaria legislación española exige para las movilizaciones un permiso pedido con 10 días de anticipación), ni el rechazo del Tribunal Supremo a levantar el veto a las protestas, ni la amenazante presencia policial desmovilizaron a los manifestantes del Movimiento 15 de Mayo (o 15-M, por el día de la primera gran movilización).
Se niegan a pagar una crisis económica que no causaron, y denuncian una corrupción mucho más profunda que la de los parlamentarios del PP “comprados” en el “caso Gurtel”: es la de todo el sistema político erigido en beneficio de la burguesía de grandes empresarios y financistas que se expresan en la “partidocracia” del PSOE y el PP. “No somos mercancías de políticos ni de banqueros”, claman. Quieren, y ejercen, democracia directa.
Temeroso ante la masividad de un movimiento que creció a saltos después de la represión del 15 de mayo, el gobierno debió ceder y levantar de hecho la prohibición. Los concentrados, que en principio habían decidido permanecer en Puerta del Sol hasta el día de la elección, se disponían a extender la toma de la Plaza más allá del 22 de mayo: el sábado 21 la asamblea general de los acampados convocó a realizar asambleas el sábado 28 en 20 barrios de Madrid (también en otras localidades de la región), para reunir después delegaciones de ellas para constituir la Asamblea Popular de Madrid.
Cabreados
Nació como “Movimiento 15 de Mayo”; después fue “Democracia real Ya”; se lo conoció como movimiento de los “cabreados” (indignados); y ahora es el movimiento “Toma la Plaza”, reflejando la contundencia del acampe en la explanada y las calles aledañas a la Puerta del Sol, donde más de 10.000 personas se instalaron en centenares de carpas.
Sus motivos y sus reclamos, su organización y sus cacerolazos, su composición –desocupados, estudiantes, empleados, jubilados, profesionales, vecinos– evocan los tiempos que siguieron a nuestro Argentinazo (aunque aquí la brutalidad oligárquica de la represión contra la larga serie de puebladas anteriores volvió, en diciembre de 2001, a plantear la lucha en el terreno del combate popular callejero). Carteles grandes y pequeños en casi cada pared y cada poste, asambleas multitudinarias, comisiones (de comunicación, acción, extensión, infraestructura, legales, pymes, etc.), debates democráticos y febriles sobre causas, rumbos y propuestas. ¿Qué hay detrás de la crisis que se roba nuestro trabajo, nuestra casa, nuestro futuro?, se preguntan. Está en debate y elaboración colectiva una plataforma (hasta ahora de 24 puntos) que resume los cambios exigidos.
La crisis económica mundial iniciada en 2008 golpeó particularmente a España, donde la banca monopolista fue partícipe directa de las trapisondas especulativas con “derivados”, hipotecas y demás “productos financieros” que previamente estallaron en los Estados Unidos. Igual que en EEUU y la Unión Europea, las burguesías imperialistas se precipitaron a salvar a los bancos –que ahora vuelven a registrar ganancias enormes– sin importarles el tendal de “sin trabajo, sin casa, sin futuro” que ellas habían generado.
Con movilizaciones multitudinarias en decenas de ciudades del país, convocadas a través de las “redes sociales” por movimientos como “Juventud Sin Futuro”, “No les Votes” y otros, inspiradas en las puebladas árabes y en las de Grecia e Islandia, emergió a borbotones el lunes 15 de mayo la indignación por el brutal ajustazo con que la burguesía monopolista española descarga la crisis sobre el pueblo y que constituye una verdadera “política de Estado”: en ella acuerdan los dos principales partidos del sistema, el gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE, del primer ministro José Luis Rodríguez Zapatero) y el Partido Popular (PP, encabezado por el fascista Mariano Rajoy). Una política que busca recomponer la tasa de ganancia de los monopolios y los ingresos del Estado imponiendo desocupación masiva (5 millones de personas: un promedio superior al 20%, que entre los jóvenes llega al 40%), salarios de hambre, suba de la edad jubilatoria, recortes presupuestarios en educación y salud públicas, desalojos, reformas laborales antiobreras y liquidación de las negociaciones colectivas.
Por eso la denuncia juvenil y popular apunta no sólo contra los planes de ajuste y los recortes, sino también contra la falsa “democracia” encarnada en esos tres partidos del sistema, donde las corporaciones logran que cambien los nombres en el gobierno pero no las políticas.
Cambio de rumbo
“Sin casa, sin curro (trabajo), sin pensión y sin miedo”. Tal es la consigna que unifica a los que se sienten representados en el ancho cauce de los movimientos que convergieron en el 15-M. Síntesis amarga pero muy real de la situación a la que el actual gobierno de Rodríguez Zapatero, como antes el de Aznar, condena a millones de jóvenes españoles.
“Nosotros los desempleados, los mal remunerados, los subcontratados, los precarios, los jóvenes… queremos un cambio y un futuro digno –proclama el Comunicado de prensa de “Democracia real Ya”, 17/05/2011–. Estamos hartos de reformas antisociales, de que nos dejen en el paro, de que los bancos que han provocado la crisis nos suban las hipotecas o se queden con nuestras viviendas, de que nos impongan leyes que limitan nuestra libertad en beneficio de los poderosos. Acusamos a los poderes políticos y económicos de nuestra precaria situación y exigimos un cambio de rumbo”.
Las dirigencias de los principales partidos del sistema –la derecha conservadora del Partido Popular (PP) y la derecha socialdemócrata del PSOE–, responsables de trece años de crisis descargadas sobre las espaldas de los trabajadores, son concientes de ser uno de los blancos de la bronca popular.
El primer ministro “socialista” Rodríguez Zapatero aseguró que velará porque “se garanticen los derechos” de los manifestantes, “pero también la veda electoral”. Los dirigentes sindicales colaboracionistas del PSOE se borraron; incluso los más combativos fueron desbordados.
Los capos del PP se indignaron ante la osadía de los “indignados” y llamaron en forma poco disimulada a aplastar la rebeldía juvenil, temiendo que el gran remezón de actitudes y de ideas que bullía en las plazas de España hiciera peligrar el triunfo que creían tener asegurado en las urnas por el desprestigio del PSOE. “¡Fuera de la ley!”, clamó en tapa contra los “sin futuro” el diario reaccionario ABC.
Atónitas, las dirigencias de ambos partidos pretendieron no tener nada que ver con las causas profundas de los reclamos de los “cabreados”. Con fuerza y con razón se coreó en Puerta del Sol: “PSOE, PP, ¡la misma mierda es!”.
No pasarán
El movimiento de los “indignados” crece en forma vertiginosa: por ahora parece imparable. La Puerta del Sol de Madrid es el epicentro, pero el tsunami removió todas las grandes ciudades de España. El “incendio” de Madrid se extendió de inmediato a Valencia, Málaga, Sevilla, Granada, Almería, Cádiz, Huelva, Jaén, La Coruña, Santiago, Bilbao, San Sebastián y Barcelona. El sábado 21 ya había en toda España más de 70 “acampadas”. En Barcelona la Plaza de Cataluña fue rebautizada Plaza Tahrir, en homenaje a la plaza de El Cairo donde se centró la pueblada egipcia que volteó al dictador Mubarak; en la noche antes de la veda electoral ya estaba colmada, pero 5.000 personas más se sumaron al cacerolazo llegando por las calles aledañas con mochilas y bolsas de dormir para pasar la noche a cielo abierto.
Las calles se siguen llenando de “indignados” que desafían las políticas vigentes, las políticas que vendrán si gana las elecciones el PP, las prohibiciones. Emergió la memoria histórica del pueblo español al volver a oírse la consigna antifascista y republicana de 1936: “¡No pasarán!”.
¿Se expresarán en la votación del 22 y en las semanas siguientes los reclamos y el repudio de los “cabreados” a la “partidocracia”? ¿Se materializarán en votos en blanco o nulos, o simplemente en no ir a votar en estas elecciones que cuestionan? Los cuestionamientos son muy profundos, y también los debates. El proceso social y político abierto en España no sólo apunta a nuevos rumbos: ya los emprendió.
“Juventud sin futuro”
Reproducimos casi en su integridad el Manifiesto dado a conocer por el movimiento “Juventud sin futuro”, uno de los afluentes del colectivo “Democracia real Ya”.
Nosotras y nosotros, la juventud sin futuro, nos dirigimos a la opinión pública para mostrar nuestro desacuerdo con la política de recortes sociales del gobierno, y la consecuencia más grave y con mayor impacto en el futuro que estas medidas representan: la juventud más preparada de nuestra historia vivirá peor que sus padres.
La agresión contra el colectivo juvenil en un escenario de crisis capitalista, con una tasa de paro juvenil del 40%, la más alta de la UE, se materializa principalmente en tres medidas:
• La Reforma laboral, que aumenta la temporalidad de nuestros contratos, la flexibilidad laboral y supone la desaparición de la negociación colectiva, convirtiéndonos en trabajadores precarios/as de por vida.
• La Reforma del sistema de pensiones, que retrasa la edad de jubilación y reduce la cuantía de nuestras futuras pensiones y nos dificulta aún más encontrar un trabajo digno. Todo ello nos plantea un horizonte sin futuro.
• La mercantilización de la Educación pública, que apuesta por la rentabilidad privada, y no por la formación y el conocimiento. Una universidad de élite para una minoría y fábrica de precarios para una mayoría, con medidas que se concretan en una nueva selectividad que pone trabas al acceso a la universidad y en la degradación de la formación profesional…
[Somos] aquéllos que, además, no tendremos casa en nuestra vida, desde que los especuladores hicieron del derecho a la vivienda un negocio con el que enriquecerse; un modelo de crecimiento económico que ha fracasado y ha generado esta crisis. Hemos tomado conciencia de que las medidas de salida a la crisis económica se han realizado a través de una constante socialización de las pérdidas.
Frente a la salida de la crisis por la derecha, nosotras y nosotros, la generación precaria, señalamos a los culpables y reivindicamos ser escuchados… Somos además conscientes de que la movilización y la lucha tienen sentido, pero sobre todo de que son necesarias. Italia, Francia, Grecia o Islandia nos enseñan que la movilización es indispensable. El mundo árabe nos demuestra que la victoria es posible.
Por eso llamamos a un ciclo de movilizaciones que recuperen la voz de la juventud en la calle, y lo hacemos extensivo a la sociedad civil… Instamos a emprender la movilización colectiva, a reivindicar nuestro derecho a disentir, a reconstruir nuestro futuro.
Los abajo firmantes, estudiantes y miembros de la comunidad educativa, jóvenes trabajadoras y jóvenes trabajadores, movimientos sociales, profesionales de la ciencia, la técnica; mundo de la cultura y de las artes, dan respaldo con su firma a este llamamiento a la movilización. Nos habéis quitado demasiado, ahora lo queremos todo.