Las brasas del “Egiptazo” siguen encendidas. El martes 28, miles de personas se sumaron a una manifestación en las proximidades de la Plaza Tahrir (Liberación) epicentro de la pueblada de 18 días que en febrero expulsó al tirano Hosni Mubarak después de 30 años de férrea dictadura. La represión del régimen militar -con gases lacrimógenos y balas de goma- dejó más de mil heridos, pero en la mañana del miércoles grupos de jóvenes seguían resistiendo a piedrazo limpio los embates de la policía frente al Ministerio del Interior.
Los enfrentamientos comenzaron en la noche del martes en un suburbio de la capital, donde familiares de algunos de los más de 840 asesinados en el levantamiento se congregaron para honrar a las víctimas y para exigir mayor celeridad en los juicios a sus asesinos. Los juicios apuntan a ser una “truchada”; por ejemplo el ex ministro del Interior de Mubarak, Habib al-Adli es señalado como responsable de ordenar las matanzas de manifestantes, pero hasta ahora está condenado por “corrupción”. El juicio al propio Mubarak comienza el próximo 3 de agosto.
A poco de conocerse el desencadenamiento de la represión, la gente empezó a confluir espontáneamente en la Plaza Tahrir. La multitud hizo una sentada en frente a la sede de la televisión estatal egipcia y grupos de jóvenes -muchos con el torso desnudo- incendiaron neumáticos y apedrearon y arrojaron bombas molotov contra edificios gubernamentales, incluido el Ministerio del Interior.
“El pueblo reclama”
Los duros choques evidencian la decisión de lucha de grandes sectores del pueblo egipcio, que no tienen la menor confianza en el régimen militar del mariscal Tantawi que sucedió a la caída de Mubarak, ni en los juicios contra la cúpula del mubarakismo y los responsables materiales y políticos de las represiones dictatoriales, ni en las prometidas “reformas democráticas”, ni en las elecciones convocadas y organizadas por el Consejo Militar para el próximo mes de setiembre.
Ese es el significado de las consignas coreadas por los manifestantes: “El pueblo reclama la caída del mariscal de campo” (en referencia a Hussein Tantawi, jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que gobernará Egipto hasta aquellas elecciones).