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16 de November de 2011

La muestra se puede visitar hasta el 30 de diciembre en la Fundación Salón para las artes, Viamonte 1485, piso 10.

Xilopinturas de “Los siete locos”

Hoy 1395 / Exposición de Eduardo Iglesias Brickles

Nuevos paradigmas surgen en lo que va de este siglo, los agoreros del sistema que elaboraban teorías pretendiendo ser las más consistentes de la historia han fracasado; el neoliberalismo anunciado como lo único posible para ordenar la economía ha sucumbido y hoy son demandados los tomos de Marx; los países capitalistas “desarrollados” han profundizado la crisis y desigualdades sociales, surgen rebeliones y movimientos de indignados en todo el mundo.

Nuevos paradigmas surgen en lo que va de este siglo, los agoreros del sistema que elaboraban teorías pretendiendo ser las más consistentes de la historia han fracasado; el neoliberalismo anunciado como lo único posible para ordenar la economía ha sucumbido y hoy son demandados los tomos de Marx; los países capitalistas “desarrollados” han profundizado la crisis y desigualdades sociales, surgen rebeliones y movimientos de indignados en todo el mundo.
El arte no es ajeno a este contexto, ya que el artista siempre de alguna manera refleja la sociedad en que vive y toma posición al respecto; algunos artistas influenciados por criterios de los curadores, historiadores de arte, críticos, copian realidades que no les pertenecen, y de esta forma responden a los poderes dominantes.
 No obstante hay artistas como Eduardo Iglesias Brickles que sigue produciendo obras, donde su creación está sostenida con argumentos convincentes, que irrumpen la superficialidad que predomina, en el campo del arte.
En esta oportunidad nos presenta en sus xilopinturas los personajes de “Los siete locos” de Roberto Arlt. Dice el artista “la ilustración de los textos es lo más ajeno a mis propósitos, para mí el objetivo de máxima, sería capturar unos grados de la densidad de esa atmósfera de perdedores desquiciados que deambulan por ese Buenos Aires de 1930, como el Astrólogo, El rufián melancólico, Hipólita y la coja, con esos recorridos ferroviarios que van de Temperley a Constitución y de Ramos Mejía a Once, donde se mezclan la modernidad y la escenografía de los arrabales del mundo, merodeando tugurios, estaciones de ferrocarril o concurriendo a cantinas de la calle Sarmiento”.
Y realmente ha logrado su propósito ya que ese sentimiento de admiración por el lenguaje del autor, cargado de obstinación, lo lleva a la realización de las imágenes rodeadas de esa aurea que la trasmite al espectador.
Eduardo no describe detalladamente a los personajes, sino que le imprime la agudeza del corte de la gubia, acentuado por la fuerza del color, con un manejo impactante del espacio, logrando así conmovernos y describirlo como uno de los grandes artistas de nuestro país.