¿Por qué una Inglaterra, estremecida por la crisis y ahora aislada de Europa continental, se ocupa de pronto en declarar “reserva ecológica” a gran parte de las islas y mares que nos usurpa en el Atlántico Sur? ¿No será por la gran debilidad por la que atraviesa; y que esta pirata hipócrita solo busca, momentáneamente, lavarle la cara a sus posesiones coloniales, ante la dificultad para destinar los enormes capitales que exige la explotación petrolera en esos mares?
¿Por qué una Inglaterra, estremecida por la crisis y ahora aislada de Europa continental, se ocupa de pronto en declarar “reserva ecológica” a gran parte de las islas y mares que nos usurpa en el Atlántico Sur? ¿No será por la gran debilidad por la que atraviesa; y que esta pirata hipócrita solo busca, momentáneamente, lavarle la cara a sus posesiones coloniales, ante la dificultad para destinar los enormes capitales que exige la explotación petrolera en esos mares?
En la lucha por la recuperación de los territorios colonizados, la gran debilidad inglesa es una enorme ventaja estratégica para la Argentina, siempre que la sepamos aprovechar. Es un buen momento para negociar con Europa continental –también devorada por la crisis– la eliminación de la referencia a las posesiones inglesas del Atlántico Sur en el Acuerdo de Lisboa sobre todo si, como dicen, Gran Bretaña se retira de la Unión Europea.
Es el momento ideal para masificar en la Asamblea General de las Naciones Unidas una votación a favor de la descolonización del Atlántico Sur, unida a la exigencia del retiro de las bases extranjeras de la región, como la inglesa de Malvinas.
También, para anular el acuerdo de Madrid y de Londres, y para asociar a América Latina a los beneficios de la soberanía argentina en el Atlántico Sur.
Sería un digno marco para el 30 aniversario de la histórica recuperación del 2 de abril, cuando “la hermanita volvió a casa”.