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25 de January de 2012

La población urbana equiparó por primera vez a la población rural. En las ciudades industriales y en el campo los trabajadores se levantan contra viejas y nuevas iniquidades de la burguesía monopolista china.

La clase obrera china, otra vez protagonista

Hoy 1403 / Hay conflictos en fábricas electrónicas, de calzado y textiles en todo el país

En el último año, miles de trabajadores de empresas extranjeras en China han ido a la huelga o llevaron a cabo protestas en reclamo de salarios y de compensación por despidos o por fusiones empresarias. Muchos de ellos son “trabajadores migrantes”, campesinos pobres provenientes de los pueblos del interior en busca de trabajo y mejores condiciones de vida.

En el último año, miles de trabajadores de empresas extranjeras en China han ido a la huelga o llevaron a cabo protestas en reclamo de salarios y de compensación por despidos o por fusiones empresarias. Muchos de ellos son “trabajadores migrantes”, campesinos pobres provenientes de los pueblos del interior en busca de trabajo y mejores condiciones de vida.
En las últimas semanas, conflictos laborales interrumpieron la producción de las fábricas de calzado y de vestimenta en la provincia industrial de Guangdong y en fábricas de relojes, de ropa deportiva y de electrónica en provincias del sur y el oeste.
Gracias a su denodada lucha de los últimos años los trabajadores chinos lograron aumentos salariales, pero los aumentos fueron contrarrestados ​​por la inflación que elevó los costos de la vivienda, la educación y la salud en las zonas urbanas. En los conflictos obreros también se refleja la ira de los trabajadores chinos por el trato desigual en comparación con los empleados en los países de origen de las mismas empresas.

 

Obreros se organizan para reclamar
En diciembre, varios miles de trabajadores de una fábrica de electrónicos en Shenzhen (sudeste, frente a Hong Kong) se movilizaron para exigir que se les pagara indemnización por antigüedad después de un cambio en la propiedad de la fábrica, que emplea a unas 3.400 personas desde diciembre de 2010.
Cerca de 4.000 trabajadores de la empresa mixta chino-japonesa resultante de la fusión de Sanyo y Panasonic protestaron desde el viernes 13 por la compensación y la seguridad laboral en una planta de Sanyo Electric que fabrica componentes para altavoces. Los manifestantes se enfrentaron con la policía, que arrestó a cuatro personas.
Los trabajadores temían no recibir ninguna compensación después que Sanyo y Panasonic se fusionaron este mes. Y razones tenían, dados los innumerables conflictos laborales que se conocen en China por salarios que las empresas simplemente dejan de pagar, estafando a los obreros.
Otros 2.000 trabajadores protestaron en la fábrica Changhe Auto, una unidad de Auto Changan en la provincia de Jiangxi. También en este caso los obreros estaban preocupados por la compensación y los beneficios que debían recibir después que la empresa matriz vendió la marca Changhe.
Los trabajadores de la fábrica surcoreana LG Display, el principal fabricante mundial de pantallas planas, cuya filial china produce módulos LCD para computadoras portátiles y monitores en la planta de Nanjing (provincia de Jiangsu, al norte de Hong Kong en el este de China), se declararon en huelga el lunes 26 de diciembre, interrumpiendo parte de la producción. El origen de la lucha fue el descontento por los bonos de fin de año, cuando se anunció a los obreros que recibirían un bono apenas equivalente a un mes de salario en enero. El argumento de la empresa fue que “tenemos un año malo”, pero -dijeron los trabajadores- “el 2009 tampoco fue bueno y sin embargo pagaron el triple del salario básico”. Las ventas efectivamente cayeron desde la segunda mitad de 2010 debido a la crisis mundial en el sector de LCD, pero las empresas -que desde hace más de 20 años vienen haciendo ganancias siderales pagando salarios de hambre- buscan descargar los efectos de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores.

 

¿Pugnas en la burguesía imperialista china?
Los restauradores del capitalismo encabezados por Deng Xiaoping eliminaron el derecho de huelga de la Constitución china a principios de los ’80. Con el argumento de que “interrumpían la producción” y “mancillaban la reputación del país”, el gobierno reprimió desde entonces a los huelguistas para mantener a casi mil millones de trabajadores urbanos y rurales como mano de obra disciplinada y con salarios de miseria. Este es el gran secreto del “milagro chino” de las últimas tres décadas.
Aunque sectores de la burguesía monopolista china sostienen que el “modelo” dependiente de las exportaciones “se agotó” y que el vuelco hacia el mercado interno requiere mejores salarios y más consumo, lo cierto es que, a pesar de la profunda crisis que azota a Europa y Estados Unidos, hasta ahora sigue predominando el sector industrial que tiene allí sus principales mercados de exportación.
La pugna entre estos dos sectores seguramente se expresará en el próximo 18º congreso del Partido “Comunista” a realizarse este año y donde se renovarán las máximas autoridades del Comité Central.
Una de las razones que esgrimen los sostenedores de la tesis del “agotamiento” del “modelo exportador” es la impresionante oleada de luchas obreras -principalmente en las fábricas japonesas y norteamericanas de autos y de electrónicos- que estremeció a China y al mundo el año pasado y que obligó a los monopolios locales y extranjeros en China a hacer reiteradas concesiones salariales.