La transformación del gaucho en peón de estancia fue un proceso de muchos años, en los que nuestras clases dominantes, vencidos los sectores democráticos de Mayo, combinaron una legislación que reforzó las características feudales de la economía a mediados del siglo 19, con la leva forzosa para las guerras civiles, la infame guerra con el Paraguay o el genocidio a los originarios. Este proceso culmina, en lo fundamental, luego de la mal llamada “campaña del desierto”.
La transformación del gaucho en peón de estancia fue un proceso de muchos años, en los que nuestras clases dominantes, vencidos los sectores democráticos de Mayo, combinaron una legislación que reforzó las características feudales de la economía a mediados del siglo 19, con la leva forzosa para las guerras civiles, la infame guerra con el Paraguay o el genocidio a los originarios. Este proceso culmina, en lo fundamental, luego de la mal llamada “campaña del desierto”.
Previo a esto hay múltiples ejemplos de “códigos rurales” y distintas leyes, antes, durante y después de Rosas, tanto en Buenos Aires como en distintas provincias, que se empeñaban en sujetar a los “vagos y mal entretenidos”, a las estancias. Porque el gaucho, en todo un período posterior a la Revolución de Mayo, es un productor que dispone del cuchillo y el caballo, sus medios de producción, por lo que las clases dominantes ejercen una coerción extraeconómica para someterlo.
Así lo expresaba un párrafo del Código Rural de 1865 que disponía que el peón que estaba fuera de las tierras del patrón, debía ser devuelto “por el juez de paz del Partido, en que sea hallado, al del Partido de su residencia, para que lo entregue al patrón y se le imponga una multa de cincuenta pesos a beneficio de la Municipalidad”.
En esta lucha por conservar su modo de vida, en muchas ocasiones el gaucho se instalaba en las zonas fronterizas con el indio, escapando de las levas forzosas. El Martín Fierro da cuenta de esta situación, con su característico desprecio al originario: El que maneja las bolas,/ el que sabe echar un pial/ o sentarse en un bagual/ sin miedo de que lo baje,/ entre los mesmos salvajes/ no puede pasarlo mal.
El genocidio de los pueblos originarios marcó un cambio cualitativo para estos gauchos que dejaron de ser libres, ya que el triunfo oligárquico permitió avanzar en el proceso de alambrado de las estancias, y el gaucho, que había sido despojado de sus medios de producción y llevado a la fuerza a las filas del ejército, terminó como peón semi servil de las estancias que las clases dominantes crearon y ampliaron consolidando el latifundio, cada vez más subordinado a la creciente penetración del capitalismo que se transformaba aceleradamente en imperialismo.
En esas estancias se fue conformando parte fundamental de nuestro proletariado rural, que se mezcló con el inmigrante, y dio grandes batallas, como las de la Patagonia en 1921, en la que pelearon juntos José Font “Facón Grande”, el “Gallego” Soto y el “Alemán” Schultz.