Marchas de estudiantes universitarios, secundarios y asociaciones de padres, asambleas, toma de facultades y rectorados, cortes y barricadas en rutas, en vías ferroviarias y en los accesos a universidades: éste fue el panorama social de España la semana anterior.
Marchas de estudiantes universitarios, secundarios y asociaciones de padres, asambleas, toma de facultades y rectorados, cortes y barricadas en rutas, en vías ferroviarias y en los accesos a universidades: éste fue el panorama social de España la semana anterior.
El miércoles 29 de febrero y el jueves 1º de marzo tuvieron lugar multitudinarias manifestaciones en casi toda España –principalmente Valencia, Barcelona y Madrid–, contra los recortes al presupuesto educativo derivados del feroz ajustazo antipopular del gobierno de Rajoy. La movilización también fue en solidaridad con los alumnos del colegio Lluís Vives en Valencia, que el 20 de febrero fueron reprimidos durante una manifestación. Sus alumnos llevan más de dos semanas de lucha contra el ahogo presupuestario que los deja sin calefacción ni baños.
El “recorte” implica, entre otras cosas, una baja salarial del 3 por ciento y la extensión en 2 horas y media de la semana laboral para el personal administrativo y de servicios.
Hambre y represión, la línea oficial
Las movilizaciones de los gremios y de distintos sectores populares afectados contra los recortes presupuestarios en educación y sanidad vienen realizándose desde hace meses, pero el ataque directo y desembozado de Rajoy a los escasos derechos que sobreviven después de los sucesivos ajustes de Rodríguez Zapatero volcó masivamente a los estudiantes y a los trabajadores estatales y municipales a la calle.
Las movilizaciones fueron multitudinarias. Estudiantes de la Universidad Autónoma (UAB) de la Ciudad Condal cortaron la autopista frente al campus de Bellaterra, a 20 kilómetros de Barcelona (Cataluña), durante 10 minutos en los dos sentidos, con barricadas formadas con contenedores, vallas y otros objetos en todas las rotondas de acceso.
El secretario de Interior del gobierno regional catalán, Felip Puig, aseguró que detrás de los incidentes había “infiltrados” y “profesionales de la violencia”, y con ese argumento la policía antidisturbios cargó contra los manifestantes a golpe de porra. En respuesta los jóvenes quemaron contenedores en la Gran Vía y la zona céntrica.
Cientos de estudiantes pasaron la noche del jueves al viernes dentro o en la puerta de las universidades de Barcelona, Pompeu Fabra y Rovira i Virgili de Tarragona. Se generalizó la huelga en las universidades catalanas, afectando a 120.000 estudiantes, 16.000 profesores y 10.000 administrativos. Se suspendieron las clases en las facultades de Economía y Empresa, Letras, Comunicación, Derecho y Políticas.
El movimiento de los jóvenes “indignados” de Barcelona, con mucho arraigo en la Ciudad Condal, participó de las manifestaciones: fueron los protagonistas de los cortes en el servicio ferroviario, y en las grandes autopistas de Barcelona.
Meses calientes
Los gobiernos regionales y central del ultraconservador Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy se proponen aplicar a rajatabla las políticas de ajuste. Hasta ahora pudieron avanzar por la vergonzosa conciliación de las direcciones de los sindicatos mayoritarios, Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT), que aún no pusieron fecha para una huelga general. Según se dice, las centrales obreras regionales y los estudiantes universitarios estarían trabajando ya esa medida de fuerza para el 29 de marzo. Algunos gremios ya tienen convocada una movilización para el 11 de marzo denunciando, además de las políticas de ajuste, la reforma laboral aprobada el mes pasado por el gobierno de Rajoy, que abarata y facilita los despidos.
El dirigente del Sindicato de Estudiantes (SE) de Barcelona, Tohil Delgado, afirmó que los jóvenes españoles no aceptarán ser los que paguen una crisis económica que no generaron, en un país donde el desempleo juvenil supera un dramático 45 por ciento.
En España y en toda Europa, asolada por oleadas cada vez más profundas de la crisis desencadenada en 2008, se avecinan meses calientes.