El 10 de julio falleció la camarada Silvia. “Con garras, con agallas” dice el poema. Y así fue. Porque le tocó en plena juventud, con poco más de 25 años, afrontar la enfermedad en una batalla dura y desigual. Pero sabía sacar fuerzas para avanzar y recorrer la vida y la lucha. Demostró su compromiso con el Partido y la lucha revolucionaria y en cada lugar que le tocó estar, brindó lo mejor de sí: una mujer valiente, solidaria y generosa.
El 10 de julio falleció la camarada Silvia. “Con garras, con agallas” dice el poema. Y así fue. Porque le tocó en plena juventud, con poco más de 25 años, afrontar la enfermedad en una batalla dura y desigual. Pero sabía sacar fuerzas para avanzar y recorrer la vida y la lucha. Demostró su compromiso con el Partido y la lucha revolucionaria y en cada lugar que le tocó estar, brindó lo mejor de sí: una mujer valiente, solidaria y generosa.
Formó parte de la Comisión de Familiares del Astilleros y fue conmovedor en su sepelio ver más de cincuenta obreros del ARS, acompañando a su hijo y a su joven nuera, incondicionales sostenes de sus últimos días.
Trabajó en los barrios en Berisso, y allí estaban presentes camaradas del Asentamiento, Barrio Obrero y de la Comunidad Mocoví: “No la vamos a olvidar, dijo la compañera del Consejo de la comunidad, cuando llegaba con sus dulces a preguntar qué necesitábamos”. Y así es, no la vamos a olvidar, porque de cada camarada, de sus alegrías y sus dolores, pero sobre todo de su decisión de lucha aprendemos algo, que debemos transmitir, para que lleguen ellos también a la victoria.
