1905 fue un año de grandes luchas obreras, que no fueron detenidas pese a la gran represión desatada contra socialistas, anarquistas y gremios por parte del gobierno oligárquico de Quintana con la excusa del levantamiento radical.
1905 fue un año de grandes luchas obreras, que no fueron detenidas pese a la gran represión desatada contra socialistas, anarquistas y gremios por parte del gobierno oligárquico de Quintana con la excusa del levantamiento radical.
El crecimiento de la economía iba de la mano de una gran superexplotación. Mientras los “rastacueros” tiraban manteca al techo en París, donde las “niñas de la sociedad” viajaban con sus vacas para tomar leche fresca, en los hacinados conventillos y en los lugares de trabajo, crecía la bronca y las luchas. Un factor externo, la Revolución Rusa de ese año, y el levantamiento de los marineros del acorazado Potemkin, acrecentó las esperanzas revolucionarias. Algunos de los participantes de este ensayo revolucionario, incluso tripulantes del Potemkin, se radicarían años después (1908) en nuestro país, y mantendrían contacto con los bolcheviques.
El desarrollo de las luchas obreras llevó a que, ya a mediados de la primera década del siglo 20, numerosos gremios obtuvieran importantes descensos en la jornada de trabajo, pasando de 11 o 12 horas diarias a 9, y algunos conquistaron las 8 horas. Estas conquistas tuvieron idas y vueltas, frente a la ofensiva patronal y del Estado.
Culminado el Estado de Sitio a mediados de mayo, las centrales obreras convocaron al acto por el 1º de Mayo, para el 21 de ese mes. Nuevamente se descargó una brutal represión sobre las columnas de trabajadores, con el costo de 3 muertos. La excusa fue que un manifestante levantó una bandera roja, lo que había sido expresamente prohibido por la policía. Los manifestantes burlaron el edicto poniéndose corbatas rojas “cuyas puntas flotaban al viento”, consignó La Nación del 22/5/1905.
Sobrevino una oleada de huelgas de portuarios, marineros y foguistas, lo que motivó un nuevo Estado de Sitio, y un paro general el 10 y 11 de octubre. La represión no se hizo esperar, las cárceles y hasta el transporte “Santa Cruz” se llenaron de presos. Crecieron las deportaciones. El Vº Congreso de la FORA recomendó “no dejarse conducir presos sin causa justificada, llegando hasta la violencia práctica para poner coto a esos abusos policiales”.
Las sociedades obreras, aún en medio de huelgas muy duras como la de los obreros del puerto de Buenos Aires, se dieron una política de acercamiento hacia otros sectores sociales. Así, en asamblea, los portuarios acordaron descargar el carbón “y todo lo necesitado” por los hospitales y asilos de huérfanos y expósitos de la ciudad, tal como se lo solicitó por nota la Sociedad de Beneficencia.