Tuvimos coincidencias, con el cardenal Bergoglio, en temas como la pobreza, la trata, la droga, el trabajo esclavo, por Malvinas, Cromañón, la masacre de Once, etc. Y tenemos desacuerdos profundos en temas como los que hacen a la concepción de la iglesia sobre la mujer y la familia, y sobre la necesidad de la lucha de clases para acabar con toda forma de opresión y explotación.
Tuvimos coincidencias, con el cardenal Bergoglio, en temas como la pobreza, la trata, la droga, el trabajo esclavo, por Malvinas, Cromañón, la masacre de Once, etc. Y tenemos desacuerdos profundos en temas como los que hacen a la concepción de la iglesia sobre la mujer y la familia, y sobre la necesidad de la lucha de clases para acabar con toda forma de opresión y explotación.
La enorme mayoría de nuestra población es católica. Sin el apoyo de una gran parte de ellos jamás triunfará la revolución democrática popular, agraria y antiimperialista, ni será posible su paso ininterrumpido al socialismo. No somos católicos. Somos comunistas. Ateos. Pero respetamos, y respetaremos siempre, los sentimientos religiosos del pueblo, así como los respetaron las revoluciones socialistas triunfantes en China y otras naciones. Hemos sido testigos de ello.