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03 de April de 2013

La disparada del dólar

Una consecuencia de la destrucción del peso argentino

En pocas semanas, el precio del dólar en el mercado informal, llamado “dólar blue” (azul), escaló a más de 8 pesos, cuando el dólar en el mercado oficial controlado cotiza apenas arriba de los 5 pesos. Es decir una diferencia o “brecha” de más de un 60%. En tanto el “dólar turista” (el oficial con un recargo del 20% a cuenta del impuesto a las Ganancias), se eleva a poco más de 6 pesos.

En pocas semanas, el precio del dólar en el mercado informal, llamado “dólar blue” (azul), escaló a más de 8 pesos, cuando el dólar en el mercado oficial controlado cotiza apenas arriba de los 5 pesos. Es decir una diferencia o “brecha” de más de un 60%. En tanto el “dólar turista” (el oficial con un recargo del 20% a cuenta del impuesto a las Ganancias), se eleva a poco más de 6 pesos.
Es cierto que esta fenomenal escalada del dólar informal tiene componentes especulativos. Pero esta especulación no puede explicarse al margen de lo que sucede en la economía; al contrario, son los problemas en la economía los que generan y aceleran los fenómenos especulativos. Si no podría pensarse que con más controles, con mayor poder de policía, se podría acabar con ellos. Y lo que vemos es que cuanto más controles se ponen, mayor es el desmadre del precio del dólar, como ocurre también con otros precios de la economía argentina.Es que no basta operar sobre los síntomas, si no se ataca de fondo la enfermedad. Y ésta tiene hoy un nombre en la Argentina: inflación. Siendo hoy su principal responsable la política inflacionaria de ajuste del propio gobierno. Por supuesto sobre la base de mantener y fortalecer la estructura latifundista y dependiente del país: la soja, los automotores y la megaminería han sido las estrellas de este “modelo” que hoy nos lleva al “estrellamiento”.
Los grandes terratenientes, los pooles de siembra y los monopolios imperialistas la “juntaron con pala”, y también el gobierno kirchnerista y sus amigos. Pero esa plata no se destinó a la inversión productiva, por lo que una vez utilizada la capacidad instalada ociosa (las fábricas trabajando a pleno) y desgastada la infraestructura (ferrocarriles, rutas, etc.), comenzaron a notarse las restricciones de oferta: la demanda pasó a ser mayor que la oferta, como dicen los economistas, y la diferencia pasó a traducirse en el aumento de los precios. Por supuesto de una manera despareja dada la estructura latifundista y monopólica dependiente.
Ante esto el gobierno kirchnerista, aunque de palabra se queje de la oligarquía y los monopolios, optó por seguir favoreciéndolos no a través de los ajustes “clásicos”, sino por el no menos clásico (recordemos a Alfonsín) ajuste inflacionario. Por ejemplo, imponiendo “pautas” a los aumentos de salarios, y después dejar que los monopolios los “ajusten” a través de los aumentos de precios, apropiándose de parte de eso a través del impuesto inflacionario, emitiendo cada vez más pesos sin respaldo de una mayor producción.
El argumento es que de esta manera se estimula la demanda, pero como ya dijimos si no hay un aumento simultáneo de la oferta, la mayor cantidad de dinero se traduce en aumentos de los precios y si esto se convalida con mayor emisión monetaria, el resultado es la destrucción de la propia moneda. Pan para hoy y hambre para mañana.
Esto es lo que ha venido pasando, por más que se haya querido ocultar destruyendo las estadísticas del Indec, subsidiando tarifas, imponiendo “cepos”, etc., con lo que se ha agravado la distorsión de precios producto de la inflación. Y esta distorsión de precios ya traba todo el funcionamiento de la economía, llevando al extremo los márgenes de corrupción y de especulación propios de toda economía capitalista.
Esto es lo que está detrás de la “disparada” del dólar. No es que el dólar se “valorice”. El problema es que el peso vale cada vez menos: la política de ajuste inflacionario del gobierno kirchnerista ha destruido al peso argentino. Por eso, desde el PTP y el PCR decimos que para acabar con la inflación es necesario defender el valor del peso, con otra política.
No estamos contra los controles. Pero el problema es ¿para qué política? Los controles son necesarios, y deben ser ejercidos por los trabajadores y el pueblo, para desarrollar la producción nacional en su beneficio, defendiendo el peso argentino, el salario, la inversión nacional y el federalismo, como plantea la propuesta del PTP y el PCR.