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22 de May de 2013

La muerte de Videla en el penal de Marcos Paz suscita recuerdos dolorosos y promueve algunas reflexiones sobre el pasado
y el presente.
 

Videla: la muerte de un genocida

MÁXIMO RESPONSABLE DE LA DICTADURA ASESINA

Sobre todos y cada uno de los compañeros detenidos desaparecidos, de los asesinados, de los presos, de los torturados, sobre el terror circulando por las calles, se impone la figura del máximo responsable de los preparativos golpistas y de la dictadura más feroz de nuestra historia. Con su hipócrita “seriedad”, no sólo dirigió, sino que también sostuvo públicamente la defensa del accionar genocida

Sobre todos y cada uno de los compañeros detenidos desaparecidos, de los asesinados, de los presos, de los torturados, sobre el terror circulando por las calles, se impone la figura del máximo responsable de los preparativos golpistas y de la dictadura más feroz de nuestra historia. Con su hipócrita “seriedad”, no sólo dirigió, sino que también sostuvo públicamente la defensa del accionar genocida
Se nos agolpan imágenes como las del Mundial de Fútbol del ‘78, con las que se pretendía silenciar una vez más los crímenes contra el pueblo y naturalizar la vida cotidiana impregnada de muerte. Nos inunda el recuerdo de queridos compañeros detenidos desaparecidos, la impotencia que sentíamos, resultado de una infructuosa búsqueda y recorrida por despachos oficiales, la imposibilidad de creer lo que después fue una rotunda verdad, que los secuestrados serían desaparecidos.
Pero junto con las pérdidas y el dolor, tenemos presente con emoción la fuerza de la resistencia antidictatorial; las Madres ocupando la plaza pública como la voz de avanzada de esa resistencia; los paros obreros, la solidaridad popular silenciosa, las tantas personas anónimas que enfrentaron con su militancia a la dictadura.
No fue fácil en esos tiempos para nuestro PCR sostener la posición antigolpista. En esa lucha tuvimos queridos compañeros caídos. También nuestra actitud de denuncia de los preparativos golpistas nos costó el mote de lopezreguistas.
Producido el golpe decidimos quedarnos en la Argentina para participar de la resistencia antidictatorial. Desde el primer momento de la dictadura salimos a denunciar los secuestros y torturas, en medio de terror, y fuimos conociendo en las gestiones, en las iglesias, en cuanto lugar era posible, a quienes buscaban a sus seres queridos; así conocimos a quienes luego serían las Madres de Plaza de Mayo y caminamos con ellas en las rondas de los jueves y las acompañamos en su lucha, que también era la nuestra. Centenares de compañeros nuestros enfrentaban los peligros cada día para hacer llegar a todo el país nuestro periódico Nueva Hora. Las pérdidas que sufrimos fueron enormes, como las de todo nuestro pueblo. Pero la conciencia de que ocupábamos nuestro lugar de revolucionarios nos sostenía en esas difíciles circunstancias.
Fue muy duro, por los ataques y críticas feroces que recibíamos, sostener la coherencia de denunciar el carácter proimperialista de la dictadura y la fuerza hegemónica de los sectores prosoviéticos, que tenían en Videla y Viola sus figuras principales. Hoy parece mentira recordar la diferenciación que proponía el PC entre los sectores “democráticos” y fascistas, entre duros y blandos. En los últimos días se han dado a conocer testimonios de ex afiliados de ese partido que dan cuenta, en su propia experiencia, de la posición de complicidad con la dictadura videlista, por parte de la dirección de ese partido.
Videla murió preso en el penal de Marcos Paz. Eso tiene un enorme valor para la memoria histórica de nuestro pueblo, porque simboliza lo que pudo conseguir la lucha popular contra la impunidad que, iniciada por las Madres de Plaza de Mayo, tuvo continuidad durante más de 30 años, a pesar del punto final, la obediencia debida y los indultos. Varias generaciones se fueron incorporando en esa lucha, que es una causa democrática que se expresa multitudinariamente cada 24 de marzo, y que consiguió imponer la anulación de las leyes que impedían juzgar a los genocidas. Hoy se están realizando juicios históricos: los reivindicamos como un triunfo de esa lucha. Los consideramos también como producto del Argentinazo, ya que la necesidad de apagar el fuego y las brasas de esa extraordinaria rebelión popular y recuperar la gobernabilidad de las clases dominantes, creando consenso favorable, está en el origen de la decisión del gobierno kirchnerista de apoyar el proyecto encabezado por Patricia Walsh, que fuera impulsado por los organismos de derechos humanos que exigíamos justicia. Se demostró, como en otras situaciones, cómo es posible conquistar logros con nuestra lucha, aprovechando condiciones favorables, disputas por arriba, etc.
Los juicios son un logro de nuestra lucha, pero no son los juicios que queremos. Son fragmentarios, por pocos casos y pocos represores. Y esto es así porque no se toman las medidas necesarias para garantizar una verdadera política de Estado que otorgue los instrumentos necesarios para que los juicios tengan características y una amplitud que abarque en toda su dimensión el genocidio perpetrado. Por esa razón es válida la consigna que exige castigo a todos los genocidas por todos los compañeros.
También es imprescindible exigir que se abran y sean públicos los archivos de la dictadura, que darían informaciones necesarias para nuestro pueblo, entre ellas el destino de hijos apropiados. Vale sólo como muestra que la participación de Gerardo Martínez, sindicalista amigo del gobierno, en los organismos de inteligencia desde la dictadura, pudo ser conocida por la apertura del archivo del batallón 601.
La lucha contra la impunidad de los genocidas no es una cuestión del pasado. La desaparición de Julio López simboliza la continuidad de un aparato del Estado que sólo podrá ser derrocado revolucionariamente. La lucha contra la impunidad de los genocidas tiene también un correlato en el movimiento democrático que hoy denuncia la política del gobierno K en materia de derechos humanos: la criminalización de la protesta, el asesinato y persecución de luchadores populares, la ley antiterrorista, el espionaje y la infiltración.
Como lo demuestra la experiencia, la lucha democrática de nuestro pueblo está asociada indefectiblemente a la lucha por conquistar una auténtica liberación nacional y social.