A mediados de julio de 1908 arribó a la Argentina Enrico Ferri (1856-1929), criminólogo y sociólogo italiano, y por aquellos años, dirigente del Partido Socialista italiano. Ferri era ampliamente conocido, tanto por su actividad política (fue muchos años diputado), como por sus trabajos científicos. Ferri fue uno de los principales exponentes de la línea reformista y positivista, y gozaba de gran predicamento en las filas de los socialistas argentinos.
A mediados de julio de 1908 arribó a la Argentina Enrico Ferri (1856-1929), criminólogo y sociólogo italiano, y por aquellos años, dirigente del Partido Socialista italiano. Ferri era ampliamente conocido, tanto por su actividad política (fue muchos años diputado), como por sus trabajos científicos. Ferri fue uno de los principales exponentes de la línea reformista y positivista, y gozaba de gran predicamento en las filas de los socialistas argentinos.
Ni bien llegado a la Argentina, todavía a bordo del Principe de Udine, Ferri expresó que su viaje era para “hacer obra científica”, y afirmó en una entrevista “Como sociólogo pienso que en la América se tiene un observatorio sociológico… La Argentina está en la etapa de la agricultura y el pastoreo: por consiguiente las manifestaciones sociales son paralelas a esta fase, por lo tanto yo pienso que científicamente, no se puede juzgar las condiciones de este país con la misma medida que se juzgan los países de la civilización europea”. Tras tanto derroche “científico”, afirmó que el socialismo en la Argentina es “una flor artificial”.
Esto produjo una conmoción en la comitiva de la dirección del Partido Socialista, que había ido a recibir a Ferri. Juan B. Justo le replicó ahí mismo “Es necesario que primero conozca el país… que no comprometa su opinión de socialista”. “No vengo como socialista a la Argentina”, contesta Ferri. Según el biógrafo de Justo, Dardo Cúneo, “Ferri socialista había quedado en Mantua, puerto de partida y ciudad obrera que lo hacía diputado”.
Ferri estaría durante tres meses en el país, durante los que viajó por distintas ciudades dictando conferencias. En ellas aborda distintos temas, pero en ninguna hace profesión de fe socialista. En teatros como el Odeón y el San Martín, “los oligarcas ocupan los palcos… Los obreros socialistas, las tertulias”. Entre los asistentes se cuentan Julio Argentino Roca y a Estanislao Zeballos. Ferri, durante su estancia en nuestro país tuvo una sonada polémica pública con Juan B. Justo (de la que hablaremos en la próxima columna). Mientras deleitaba a la burguesía porteña con sus dotes de orador que “maneja al público como un manubrio”, al decir de un cronista, se justificaba afirmando que ya había avisado que venía a hacer propaganda científica “porque me parecía que, después de quince años de sacrificios dados al partido y al proletariado en Italia y en Europa, tenía el derecho de proveer a las necesidades de mi familia”. Ferri terminaría su carrera política adhiriendo al fascismo de Benito Musolini.