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29 de May de 2013

Mientras los grandes medios glorifican a una nieta de Mao multimillonaria, cada día trascienden más ejemplos del crecimiento del combate de los trabajadores contra la burguesía imperialista que controla el gobierno de China.

Luchas en China

Crece el descontento de la clase obrera

Desde las luchas salariales en el 2010, que lograron aumentos importantes en las empresas ubicadas en la “zona especial”, donde se contabilizaron cerca de 2.100 huelgas –todas ilegales-, vienen trascendiendo distintas manifestaciones de descontento de la población.

Desde las luchas salariales en el 2010, que lograron aumentos importantes en las empresas ubicadas en la “zona especial”, donde se contabilizaron cerca de 2.100 huelgas –todas ilegales-, vienen trascendiendo distintas manifestaciones de descontento de la población.
Esta oleada, que tuvo su centro en un conglomerado de 33 empresas del grupo Honda, elevó el salario en un 34,5%, dando un golpe importante al “modelo” de super- explotación con salarios bajos. Arrancó en las grandes industrias, y se extendió al campo y las aldeas.
Sólo para tomar los últimos dos meses: miles de aldeanos de Lufeng, en la provincia de Guandong, se movilizaron a comienzos de mayo contra la venta de 300 hectáreas de tierra para la construcción de una central eléctrica que funcionará a carbón. Los habitantes de Shanwei Lufeng denuncian que esta industria es altamente contaminante. En los choques con la policía dos mujeres fueron heridas, y un campesino detenido.
En la localidad de Guangzhou, centenares de personas indignadas por el incendio de una fábrica textil y la falta de equipos de seguridad, chocaron con la policía, el 13 de mayo pasado. Este estallido llega luego de la acumulación de contradicciones entre los trabajadores y el gobierno local, que favorece a los dueños de las fábricas. En la ciudad de Haizhu, miles de personas quemaron coches de policía, autobuses y hasta camiones de basura. La policía reprimió con gases lacrimógenos.
En Hancheng, 1.500 trabajadores de una mina de carbón, la Shaanxi Coal Group Hancheng, hicieron dos días de huelga, el 23 y 24 de abril, por sus derechos laborales. Bloquearon el tránsito en la puerta de la mina, con carteles que decían “No somos esclavos”, “Queremos los derechos humanos”.
Voceros de las empresas monopolistas en China, tanto locales como extranjeras, han descrito los cambios que impulsan “para no perder competitividad”, ante la oleada de luchas salariales. Uno de estos cambios es el traslado de muchas fábricas de las zonas costeras al interior, donde los salarios son menores. La burguesía imperialista china edificó el crecimiento económico de los últimos 30 años sobre la base de la superexplotación de una inmensa masa de trabajadores “migrantes”, que se trasladaron de las zonas rurales a la costa, donde se legislaron las “zonas especiales”. Se calcula que 250 millones de personas se transformaron en trabajadores “migrantes”.
Las luchas obreras de los últimos años, por un lado hicieron crecer los salarios en la costa, y por otro lado frenaron la migración. Mientras el salario mínimo en algunas zonas del interior ronda los 1.100 yuanes (unos 180 dólares), en Shenzhen, cerca de Hong Kong, es de 1.500 yuanes.
Esto coincide con un impulso a las zonas del interior de China, empujadas por un sector de la dirigencia del Estado. El caso más conocido es el de la empresa Foxconn (de capitales taiwaneses), que ocupa más de un millón de trabajadores, y realiza los iPhone para Apple. Foxconn se hizo conocida mundialmente hace dos años por el suicidio masivo de 13 trabajadores, ante las condiciones laborales.
El traslado de Foxconn a Zhengzhou (capital de la provincia central de Henan), no ha evitado los conflictos. Los trabajadores que allí realizan el iPhone 5 han entrado en lucha contra las abusivas condiciones laborales. Según la “China Labour Watch”, con sede en Nueva York, entre 3.000 y 4.000 empleados de la fábrica de Foxconn abandonaron sus puestos de trabajo en la tarde del viernes 10/5 debido a su descontento con las condiciones de trabajo.
La empresa había aumentado los ritmos de producción ante la salida del iPhone 5 al mercado. Durante el conflicto, los trabajadores denunciaron que, mientras los cientos de miles de empleados de Foxconn reciben entre el 1 a 2% de la venta de los iPhone, Apple se queda con la mitad de las ganancias.