En la preparación del segundo congreso de los bolcheviques –realizado en 1903– recuerda Nadiezhda Krupskaya, camarada y esposa de Lenin, que “cada palabra y cada frase fue cuidadosamente pensada y recibió su base. Se produjeron acaloradas disputas… Mucha gente con mente práctica consideraba que estas disputas eran de carácter puramente académico y que importaba poco si frases tales como “más o menos” permanecían en el programa o no quedaban en él. Vladimir Ilich y yo recordamos un símil que León Tolstoi usaba en alguna parte: en cierta ocasión, mientras caminaba, distinguió a la distancia la figura de un hombre en cuclillas que agitaba los brazos en forma absurda, un loco pensó. Sin embargo, al acercarse comprobó que se trataba de un hombre que afilaba su cuchillo con la piedra del pavimento. Lo mismo sucede con las controversias teóricas. Oídas separadamente parece que no vale la pena discutir sobre ellas, pero una vez que se ha captado su médula se advierte que el problema tiene la máxima importancia. Esto ocurría con el programa.”Nadiezhda Krupskaya. Lenin. Su vida, Su doctrina. Edit. Rescate. Bs.As., 1984.